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Con ese lema un poco pretencioso —“Vuelve L'Unità, vuelve Gramsci”– Piero Sansonetti, actual director de Il Riformista, anunciaba que el próximo 16 de mayo L'Unità, histórico diario del extinto PCI, volvería a los quioscos italianos. En el plazo máximo de un mes, las fuentes no son del todo claras, los italianos podrán ver de nuevo en sus quioscos el que fuera órgano del Partito Comunista Italiano (1921-1991). Piero Sansonetti compró a finales del año pasado junto con un socio napolitano el periódico que se encontraba en subasta; arrebatándoselo por pocos miles de euros a la Fondazione Gramsci que hasta el momento había sido la puja más alta.
El diario, que tras la disolución del PCI ha estado vinculado a los sucesivos partidos que nacieron de los restos de los comunistas, ha cerrado varias veces a lo largo de su historia, sufriendo su último revés en 2017, cuando Mateo Renzi ejercía de secretario del Partito Democratico. La nueva redacción del periódico está formada en su totalidad por la que hasta ahora había estado en Il Riformista, por lo que parece más un cambio de nombre que otra cosa. En una entrevista el pasado febrero Sansonetti declaró que quiere que L'Unità vuelva a ser el noticiario de la gente progresista italiana, además del órgano del PD; aunque asegura que quiere un giro a la izquierda de este. Esto parece un poco extraño cuando le ha cedido su anterior periódico a Mateo Renzi.
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Un superviviente
El cotidiano fue fundado hace casi 100 años por Antonio Gramsci. El año que viene será su centenario. Durante el periodo fascista, L'Unità se siguió editando, aunque en muy pequeñas tiradas desde Francia y no volvió a Italia hasta el 44 con la caída de Mussolini. Con el aumento de fuerza del PCI L'Unità creció rápidamente y ya en 1945 se fundaron ediciones en Génova, Milán y Turín a la que posteriormente se sumará otra en Nápoles. Cesare Pavese o Ítalo Calvino, entre muchas otras personalidades de renombre, pusieron su nombre en unas páginas que adquirieron más y más prestigio en Italia y en el resto de Europa. Durante gran parte de su historia, el periódico contó con suplementos dirigidos a mujeres como el Noi Donne o a los hijos de los militantes con Pioneri.
En los años 50, la tirada llegó a ser de unos 400.000 ejemplares subiendo a casi el millón en fechas señaladas como el 1 de mayo
También en 1945 se celebró la primera Festa de l'Unità, una celebración por la que pasaron millones de personas. Aparte de la fiesta nacional, las secciones locales y regionales tenían también otras a menor escala. En los años 70 el número de visitantes de estas fiestas rondaba los quince millones, lo que suponía una gran fuente de ingresos para un periódico que en la mayor parte de momentos de su historia estuvo en aprietos económicos.
La difusión del periódico en esos momentos era sobre todo casa por casa con trabajo militante; existía un premio para la persona que más números vendiese. Por ejemplo, en 1950 el premio fue un fin de semana en Bolonia pagado por el partido. A quien vendiera más de 5.000 números se le regalaba una pequeña colección de obras marxistas. En los años 50, la tirada llegó a ser de unos 400.000 ejemplares subiendo a casi el millón en fechas señaladas como el 1 de mayo o el 25 de abril, aniversario de la Liberación de Italia .
L'Unità era sin duda el órgano de un partido comunista con más difusión en occidente. Sus ventas alcanzaban en difusión a las del tradicional Corriere della Sera. Era un periódico poco ortodoxo, en cuanto a su ideología comunista, y por ello fue muy criticado por la Cominform, la Oficina de Información de los Partidos Comunistas y Obreros orientada por Moscú. Esa discrepancia está detallada en la biografía de Pietro Ingrao, director de L'Unità del 47 al 57, Pedía la Luna a través del recuerdo de una reunión que tuvo lugar en 1950.
A pesar de haber bajado la tirada hasta las 250.000 copias y tener problemas financieros, en los años 70, el periódico seguía compitiendo con el resto de los periódicos de Italia. Sin embargo, en los 80 se buscó una mayor “independencia” del período dándole menos carácter partidista para intentar llegar a un público más amplio.
Con la desaparición del PCI en el congreso de Rimini en 1991, el periódico pasó a manos del nuevo Partito Democratico della Sinistra; luego a Democratici di Sinistra y por último al Partito Democratico. En todo este proceso se sucedieron una serie de cambios que afectaron a cómo el diario se relacionaba con el partido.
Lo que queda claro de esta “vuelta” es que ni vuelve Gramsci ni vuelve L'Unità. El PCI con todas sus cosas y particularidades era un partido comunista que buscaba el socialismo a su manera, ya fuese más o menos correcta, y L’Unità no era una forma de sacar cuatro liras. Era un medio para que los y las militantes y simpatizantes conociesen lo que ocurría en el país y en las secciones locales del partido, que estuvieran al día de los debates que se daban en la organización; y a la vez era una forma de mostrarse como un actor legítimo en la política italiana. Volverá una cosa que se llama igual, pero L'Unità no es solo un nombre. Sea como fuere, queda ver cómo acabará esta aventura en un momento en el que la prensa en papel está caída libre.
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Una auténtica tragedia, como destruyeron al mayor partido comunista del mundo capitalista, junto al Indonesio.
Ponerle el nombre al periódico no significa volver a sus ideales, pero es un avance, pues todo medio alternativo y contestatario con el poder es necesario dentro del control casi total del capital de los medios de comunicación.