Guatemala
Ana María Escobar Melgar: “Rios Montt murió oficialmente en libertad, es cierto, pero no impune socialmente”
Ana María Escobar Melgar forma parte del Centro de Análisis Forense y Ciencias Aplicadas (CAFCA) de Guatemala. Es antropóloga con formación en derechos humanos y justicia transicional. Además, es investigadora sobre desapariciones forzadas, procesos de justicia y memoria histórica en América Latina. Analista de contextos de violencia y violaciones de derechos humanos, documentación de casos, archivística e interacción con víctimas y comunidades. Nieta de un miembro del Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT), abogado y catedrático de la USAC, quién fue asesinado cerca de su casa en 1980. Ana forma parte de HIJOS Guatemala, un colectivo de hijos e hijas de familiares desaparecidos. Fue contratada por CAFCA para ordenar el archivo y recuperar información de alta relevancia, que luego serviría para procesos de justicia transicional.
Es fácil, si se busca información sobre el conflicto armado en Guatemala, encontrar la denominación de guerra civil a lo que realmente fue una guerra abierta de 36 años, contra los pueblos originariosmayas en el norte del país. El objetivo era apoderarse de los bienes naturales disfrutados y custodiados por esos pueblos, vistos como recursos naturales por el ejército, el Gobierno guatemalteco y sobre todo por empresas multinacionales que usufructan hoy el territorio en forma de mega-proyectos.
Hablar del genocidio en Guatemala nos retrotrae a cinco siglos en la historia y, a 36 años de guerra bastante reciente. Todavía se ejerce contra las comunidades indígenas en resistencia contra mega-proyectos extractivistas. Durante el mandato del ex-general Efraín Ríos Montt se produjeron más de 10.000 asesinatos ¿podríamos decir que el momento más álgido de violencia tuvo lugar en esa época, entre 1982 y 1983?
Efectivamente. En mayo del 2013, muchas personas presenciamos a la jueza Jazmín Barrios, quien juzgó a Efraín Rios Montt, y también a su jefe de inteligencia Mauricio Rodríguez Sánchez. Fueron juzgados por genocidio, tras escuchar una gran cantidad de testimonios, sobre todo del pueblo maya Ixil. Escuchándoles, era imposible negar que en Guatemala hubo un genocidio al mando del general Efraín Rios Montt.
LEs resultaba incómodo reconocer que en nuestro país había habido un genocidio y que lo cometió el Ejército; pero además, y sobre todo, porque se demostró que había una alianza con la oligarquía y el empresariado
Diez días después, la Corte de Constitucionalidad de Guatemala anuló el fallo y todo el proceso judicial regresó a su inicio. Les resultaba incómodo reconocer que en nuestro país había habido un genocidio y que lo cometió el Ejército; pero además, y sobre todo, porque se demostró que había una alianza con la oligarquía y el empresariado. Creo esto es lo que más les dolía, por eso lograron anular la resolución de Barrios. Rios Montt murió oficialmente en libertad, es cierto, pero no impune socialmente. Se demostró que fue un genocida.
¿Cuál es la labor que lleváis a cabo en CAFCA?
El Centro de Estudios Forense nace en 1999, tres años después de los Acuerdos de Paz, después de 36 años de guerra, en los que se cometieron graves vulneraciones de los derechos humanos. Alrededor de un millón de personas sufrieron el desplazamiento forzoso, 250.000 fueron víctimas asesinadas, 45.000 personas fueron desaparecidas, 5.000 de las cuales eran niños y niñas. Hubo más de 600 comunidades indígenas masacradas, y una parte importante de estas vulneraciones se cometieron bajo el mandato de Rios Montt. Muchas personas fueron enterradas en fosas clandestinas. CAFCA se vio en la necesidad de realizar una labor de antropología forense, de búsqueda de las personas desaparecidas, y de llevar a cabo exhumaciones de sus restos.
Tiene también un área de trabajo social comunitario, a través del cual recopilamos cientos de testimonios que dan prueba de los crímenes cometidos durante la guerra También se da formación, dentro de las comunidades, a procuradores que reconstruyen desde dentro la memoria histórica, en un intento de reparar el daño causado en estas sociedades. Hasta la fecha, son más de 300 exhumaciones las realizadas por CAFCA. Ahora nos encontramos en un impasse, porque la fiscal del Ministerio Público, encargada de llevar a cabo estas investigaciones y que está obstaculizando la justicia y nuestra labor, no permite que continuemos con las exhumaciones.
¿Qué margen de maniobra os han dejado?
Actualmente estamos diseñando un archivo para preservar todo el trabajo llevado a cabo durante estos años. Es justo el trabajo que hago desde hace más de un año. En este caso, no podemos tener el contacto directo con las víctimas, ya que fueron asesinadas; pero es lo maravilloso del trabajo archivístico: a través de el papel podemos evidenciar no sólo el terror y los crímenes, sino también la insistencia de las comunidades y de las personas que han dado sus testimonios, a la hora de contar su verdad, su historia.
¿Con qué fondos funciona CAFCA? El Gobierno de Guatemala, después de los Acuerdos de Paz, aprobó un Programa Nacional de Resarcimiento. ¿Está cumpliendo con lo firmado?
No. CAFCA y las demás organizaciones en búsqueda de personas desaparecidas y de justicia son financiadas por las mismas personas que están buscando a sus familiares. El Estado no da dinero, ni le interesa nuestra labor; ni siquiera con el nuevo gobierno de César Bernardo Arévalo, que planteaba esperanza. No se ha hecho nada por la memoria y la búsqueda. Hay grandes necesidades, como por ejemplo crear un banco de ADN, y esto debería formar parte de la política nacional. No hay ninguna intención de restablecer la verdad, ni la justicia, ni de reparar lo que el propio Estado de Guatemala originó.
La represión, tanto en los 36 años de guerra, como en el período de Rios Montt, ¿recayó de manera especial en las mujeres?
Sí, por supuesto. El ensañamiento y la violencia selectiva hacia las mujeres les funcionó, fue un arma de guerra. Tenemos el terrible ejemplo de la comunidad de Sepur Zarco. Eran mujeres que buscaban a sus esposos desaparecidos. En 1982, el Ejército se creyó con el suficiente poder para tomar a estas mujeres y someterlas a la tortura y la esclavitud sexual. Fueron capturadas en la propia comunidad.
Muchos años después, en 2011, quince de ellas iniciaron un proceso judicial contra sus torturadores. Finalmente, en 2016, dos de los ex-militares fueron condenados por el Tribunal de Sentencia Penal por crímenes de lesa humanidad. Es solo un ejemplo. Hubo numerosos casos similares sin condena, todavía impunes. Hubo una política estatal de atacar a las mujeres, que en las culturas mayas son reproductoras de la vida y guardianas de la memoria. Han sido, sobre todo las mujeres, las encargadas de emprender la búsqueda de las personas desaparecidas.
Háblanos de HIJOS-Guatemala.
La organización nace en 1999 y significa: hijos e hijas por la identidad, la justicia, y contra el olvido y el silencio; tomando el ejemplo de nuestras hermanas de Argentina. Somos un colectivo de familiares de personas desaparecidas, asesinadas y en el exilio.
¿Qué tipo de acciones lleva a cabo HIJOS para reivindicar lo que ha ocurrido con vuestros familiares desaparecidos?
HIJOS toma la memoria como un territorio a defender. Es un colectivo sobre todo urbano, que actúa en gran parte en Ciudad de Guatemala. Hacemos muchas acciones de calle. No somos un colectivo artístico, pero sí que a través del arte insistimos en la búsqueda, en la demanda de justicia. Hemos realizado procesos de formación y “empapeladas”, colocando una y otra vez fotocopias de rostros de personas desaparecidas y asesinadas, como un acto de amor, en las paredes de la ciudad.
Hacemos “embuscadas” en las que llegamos a los domicilios de los genocidas para decirles a la cara lo que hicieron y para alertar a sus vecinos y vecinas
Cada 30 de junio se celebra el día del Ejército. Hasta 2007, el Ejército caminaba impune por el centro de la capital en un desfile; pero ese año, HIJOS, junto a otras organizaciones, interrumpió el desfile militar. Al año siguiente se suspendió el acto y quedó sin celebrarse, hasta que llegó Otto Pérez Molina, el primer militar que alcanzó la presidencia después de la guerra. También hacemos “embuscadas” en las que llegamos a los domicilios de los genocidas para decirles a la cara lo que hicieron y para alertar a sus vecinos y vecinas que anda suelto un genocida en la vecindad.
¿Cuáles son las sensaciones, emociones, sentimientos que te transmite pertenecer a HIJOS?
Ya participaba de niña acompañando a mi madre en las acciones. Siempre me sentí identificada con esta lucha. Hay, sobre todo, un sentimiento de rabia, muchísima rabia, pero también de familia. Ambas cosas unidas crean algo hermoso, hay mucha solidaridad con otras luchas, a nivel nacional e internacional. Es una escuela de humanidad, un hermoso acto de amor. Esa rabia convertida en amor es lo que más prevalece. Y el deseo de justicia, en tribunales, pero también una justicia de raíz, que tiene que ver directamente con la dignidad.
En tu caso, con el asesinato de tu abuelo, ¿cómo habéis vivido este suceso en la familia?
Soy nieta de Hugo Ronaldo Melgar Melgar, asesor jurídico de la Universidad de San Carlos y miembro en aquel momento del Partido Guatemalteco del Trabajo, motivo por el que fue asesinado. Tras su asesinato hubo un quiebre familiar. Tuve la fortuna de conocer su historia desde muy pequeña, no siempre la entendí; y cada vez la entiendo de una manera distinta. Tuve también la dicha de que en mi casa, gracias sobre todo a mi madre, supe quién fue mi abuelo, porqué le asesinaron, y aprendí que defender lo que él defendía no estaba mal. Viví el dolor de mi abuela: ella hablaba de él siempre como el amor de su vida. No le conocí, pero le siento siempre cerca y le tengo en la mente, está presente en mis luchas.
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