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Gordofobia
Lucía Lamas: “Todos somos parte y causa del trastorno alimenticio de una persona”
A Lucía Lamas (Cuenca, 1992) le censuraron un guion para un monólogo en una cadena de TV. Hablaba de sexo oral. Hablaba de cocaína. Pero no, no era eso lo que preocupaba. Le pidieron, educadamente, que eliminara las referencias a que sufre anorexia. “No sabía cómo decírtelo”, se excusaban al otro lado de la línea telefónica. Esta periodista multifacética ha decidido abrir el cajón de los truenos con su primer libro La Gorda (Avenate, 2023). En él relata su vida, entre la oralidad y la ironía, para hablar de cosas muy duras que siguen siendo tabú para buena parte de la sociedad: los trastornos de la conducta alimentaria (TCA).
Un ejercicio de transparencia que está convencida de que puede ayudar a las personas que tienen a alguien cerca sufriendo un TCA. Un ejercicio de transparencia que su terapeuta puso en duda, en cuanto a los beneficios para su recuperación se refiere. Pero, en la balanza, ganó lo primero. Recomienda a la gente que se corresponsabilice con malestares como la anorexia y la bulimia, enfermedades de sufrimiento individual pero de origen colectivo. Dolencias producto de la sociedad patriarcal que presiona sobre los cuerpos de las mujeres. Y pide que nadie comente el físico de nadie.
Bueno Lucía, la primera pregunta es obligada: ¿cómo te encuentras? ¿Cómo estás ahora?
Ahora estoy bien. Supongo que cualquier persona con enfermedad mental, según el día o la semana, se encuentra de una manera. Es muy difícil sacar el balance. Pero estoy mejor que hace un año, por ejemplo.
¿El libro ha influido en el proceso de recuperación?
No exactamente, porque el libro tiene varias etapas. Una de ellas es cuando lo escribí, que ahí es verdad que estaba en plena recaída, sin terapia y en una situación un poco crítica. Luego hasta que lo publico pasaron dos años. Ha habido como diferentes procesos y, a la hora de publicarlo, claro, empecé a ser consciente de cosas de las que no fui consciente cuando lo escribí, que era el tipo de exposición al que me enfrentaba, el hecho de que lo leyera la familia… Una de las cosas que se planteó en terapia era no publicar el libro.
Entonces a la recuperación directamente no es que ayudara. Cuando lo escribí sí, porque creo que me ayudó a ordenar muchas cosas y a entender muchas cosas y a perdonarme por el hecho de estar enferma.
Dices que este libro lo empezaste a escribir hace muchísimo tiempo, desde que eras pequeñita. ¿Cómo conseguiste esta oportunidad?
Mandé el manuscrito a 100.000 sitios y me respondieron tres editoriales. Avenate fue la editorial que más me convencía, porque el mundo editorial es un poco hostil y hay poco cuidado, la verdad. En este sentido, Avenate me convenció más que las otras dos opciones.
Lo cierto es que leerte es bastante ameno, a ratos es hasta divertido. Yo me he reído. A ratos se te olvida que tienes en las manos un libro que trata sobre los Trastornos de la Conducta Alimentaria. ¿Eso tiene una intencionalidad?
No hay una intencionalidad, es como hablo, hay mucha oralidad en el texto. No estoy buscando el gag, sino que es como suelo hablar de las cosas.
Sí que es verdad que en ese sentido me alegro porque sí que me preocupaba caer en él drama en exceso. Entonces cayó por su propio pie que mi forma de expresarme era desde ese lugar.
Una oralidad que me recuerda un poco a Elvira Lindo con Manolito Gafotas, cómo relata Manolito Gafotas su infancia en Carabanchel Alto.
Pues no me lo habían dicho y me hace mucha ilusión que me lo digas.
No creía que pudiese tener anorexia. Y cuando ya entendí que sí, que era un hecho que tenía esta enfermedad mental, decidí vivirlo para afuera
¿Cómo te sientes tras desnudarte de esta manera? ¿Lo personal es político?
Yo creo que sí, que es donde empieza todo. Lo que pasa que no sé hasta qué punto tienes conciencia de ello cuando afrontas ciertas cosas. Cuando me diagnosticaron lo primero que pensé es que era un poco improbable lo que me estaban contando. No creía que pudiese tener anorexia. Y cuando ya entendí que sí, que era un hecho que tenía esta enfermedad mental, decidí vivirlo para afuera porque me pilla un poco más mayor de lo que es habitual en el “debut”, como lo llaman en el TCA. Y porque yo me creía una persona súper coherente, consciente y capaz de explicar las cosas, y luego no. Lo vas transitando como buenamente puedes.
La conclusión sobre si lo personal es político: si yo estoy cambiando mi propio entorno, estará cambiando el entorno de mi hermano e irá llegando más allá. De lo local a lo global.
Lo cierto es que estamos en un momento en el que los trastornos alimenticios ya no aparecen tanto en los medios como ocurría en los años 90. ¿Por qué es importante que las personas enfermas sigáis teniendo visibilidad?
Pues yo creo que ahora ha habido un despunte a la hora de hablar del tema. De hecho hay una cosa que está súper arraigada al TCA, que es la gordofobia y ahora se habla de ella. En ese sentido hay ciertos cambios. El problema es que eso no se ve reflejado en los datos, es decir, cada vez hay más despunte de los TCA y cada vez más tempranos. Es importante que las personas enfermas tengamos visibilidad, como con cualquier enfermedad mental. Somos vuestras vecinas, vuestras amigas y formamos parte de la sociedad. Es irreal que no estemos visibles, porque existimos, estamos aquí y participamos de la vida social.
Quiero pensar que darnos a nosotras mismas el espacio de poder explicar cómo sucede puede evitar que otras personas padezcan del mismo trastorno. Porque sí que es evitable. Un TCA es evitable porque es multifactorial y la mayor parte de los factores son externos y son sociales. Estaría guay que se hablara de esto en los coles.
A nivel familiar quienes se preocupan por nuestro peso suelen ser las mujeres, aunque evidentemente es desde la mirada de ellos
Antes hablabas de la gordofobia. ¿Somos conscientes del daño que hacemos cuando comentamos el físico de alguien?
Creo que no. No es solamente el daño que haces a la persona a la que le haces el comentario, sino que es un daño que tiene muchas aristas. Si yo estoy recayendo en que una persona ha engordado probablemente yo tengo una preocupación sobre mi propio peso. Y no es inocuo. Quien recibe un comentario así lo sufre porque lo recibe directamente, pero quien lo escucha es súper importante y quien lo emite también.
A nivel familiar quienes se preocupa por nuestro peso, por hacernos un comentario sobre lo que debemos comer o sobre cómo debemos ser físicamente, suelen ser las mujeres, aunque evidentemente es desde la mirada de ellos, pero somos nosotras las que ejercemos ese tipo de presión estructuralmente.
Ya se habla de los privilegios del hombre blanco hetero y ahora hay que empezar a hablar de los privilegios de las corporalidades
Bueno, la realidad es que la gordofobia es mucho más peligrosa de lo que se piensa pero yo creo que la sociedad no es consciente del riesgo.
De la misma manera que una persona que es racista no es consciente del riesgo. Tú no eres consciente de tus privilegios hasta que no haces un trabajo muy grande de empatía. Quiero pensar que estamos en una buena etapa porque ya se habla de los privilegios del hombre blanco hetero y ahora hay que empezar a hablar de los privilegios de las corporalidades. Y esto creo que es más complejo en ciertos aspectos, porque la palabra gorda atañe a una fisicalidad concreta que no es concreta. A mí me han dicho gorda ahora y me han dicho gorda cuando pesaba 50 kilos. Y se lo han dicho a compañeras que tienen un cuerpo mucho más grande que el mío y a amigas que tienen un cuerpo mucho más pequeño. Gorda es una palabra en la que nos identificamos muchas mujeres porque se ha utilizado contra nosotras, teniendo corporalidades muy diferentes y muy diversas.
Y a veces incluso hay personas que la utilizan sin darse cuenta de lo que están haciendo, porque objetivamente no están gordas.
Claro, pero la objetividad la pones tú. Yo era anoréxica, con 50 kilos y estaba recibiendo comentarios sobre mi culo que era gigante. Yo ahora puedo pensar que no lo era, pero en ese momento, ¿quién me retira a mí el poder identificarme como gorda si el insulto ha hecho de eso también mi identidad?
Hay parámetros objetivos para calificar que una persona no está gorda como que pueda comprar ropa en una tienda estándar, por ejemplo. Pero para esa persona a lo mejor no lo es, porque si tiene una talla 42 y en la tienda hay hasta la 42, se puede identificar como gorda probablemente porque alguien se lo dijo en alguna etapa de su vida.
Bueno, creo que en tu libro, entre sorna y sorna, dejas bastante claro un mensaje. ¿Con cuál te quedas?
No lo sé, es que creo que hay muchos. Al principio, por ejemplo, antes de mandar el manuscrito, acababa de otra manera. Como los capítulos son autoconclusivo, acababa con el capítulo en el que hago una reflexión sobre el suicidio y en ese capítulo la conclusión es que todos somos parte y causa del trastorno alimenticio de una persona. A lo mejor mi intención era culparnos a todos (risas).
Una amiga me dijo “mira, vamos a intentar terminarlo de una forma mucho más amable porque se te coge cariño y es una putada lo que estás diciendo”, pero uno de los objetivos es ese, el responsabilizarnos de verdad. Porque esta frase de “bueno, la culpa es de la sociedad”... Ya cariño, ¿y tú qué eres? Eres parte de la sociedad, entonces vamos a mirarnos un poco para dentro también.
Hay que colectivizar las enfermedades
Como cualquier cosa. Si estamos en un supuesto sistema del bienestar basado en los cuidados, debemos de tener en cuenta que de una forma más mundana y más cotidiana, cuidar de tu vecina es entender lo que le pasa.
Lo que sí que trataría es dar un aviso a personas que a lo mejor estén en un proceso de TCA. Puede que no sea conveniente que lean el libro porque sé que soy muy explícita
¿Quién crees que tiene que tener que leer este libro?
Bueno, creo que todo el mundo. El tema de los TCA es transversal, pero se tratan otros temas que son generacionales y que comparto con mis amigas mujeres millennials.
Lo que sí que trataría es dar un aviso a personas que a lo mejor estén en un proceso de TCA. Puede que no sea conveniente que lean el libro porque sé que soy muy explícita con respecto a mis sentires, a lo sintomático y a todas las cosas que en realidad son una mierda de tener un TCA. Por otro lado, puede ayudar mucho a las familias, a alguien que tenga amigos con TCA, para que tengan un apoyo. Pero hay cuestiones explícitas y el TCA aprovecha cualquier ocasión para agarrarse.
Claro, eso es lo que te quería preguntar, porque leyendo el libro se dan bastantes “tips” para adelgazar de una manera indirecta. Supongo que en algún momento tuvistes dudas sobre qué contar.
No porque yo me he criado viendo contenido audiovisual en el que se me daban todos los “tips” para provocarme el vómito arraigado a una persona como es Úrsula Corberó (en la serie Física y Química). Entonces, las cosas explícitas, acompañadas con una conclusión de que efectivamente te estás reventando, en ningún momento me planteo no contarlas. Lo que sí que puedo dar es ese aviso, pero que todos los tips ya los hemos visto. Yo no estoy explicando cómo hacerlo, sino como estoy mientras estoy reprimiendo parte de los síntomas más abruptos que pueden ser el ayuno o la purga.
Te costó aceptar el trastorno. Yo creo que una de las cosas que pasan es que no somos conscientes de que es una enfermedad que puede atacar a cualquiera.
Está estereotipada y muy relacionada además con personas superficiales, pero eso no tiene por qué ser así. La anorexia y la bulimia se relacionan mogollón con problemas menores de chicas adolescentes, como un complejo mal gestionado. Parece que son problemas que solo pueden tener modelos porque, bueno, las modelos son tontas, no son profundas. Y eso yo misma lo tenía tan arraigado que cuando me diagnosticaron pensé que era un error. Yo no estaba siendo consciente de que no comía. Yo no comía. Las comidas son un sistema organizativo de tu día. Llega un momento que te desconfiguras de tal manera que tú llevas tu día a día sin pasar por comer. Yo estaba tan desconfigurada que no entendía lo que me estaban diciendo.
Cuando empecé a escribir el libro pensaba que iba a hablar un montón de adolescencia y la realidad es que en la infancia es donde se cuece todo
¿Qué quieres que quede de tu libro?
Creo que ha tenido un efecto muy guay, y es que muchas chicas que lo han leído, muchas amigas que lo han leído o madres de amigas que lo han leído, han identificado a alguien que igual le podría venir bien atención.
Pero yo lo que quiero, sobre todo, que pongamos la atención en la infancia. Cuando empecé a escribir el libro pensaba que iba a hablar un montón de adolescencia y la realidad es que en la infancia es donde se cuece todo. Es muy importante entender que los niños nos están escuchando todo el rato y que son capaces de procesar pensamientos profundos, ideas difíciles y cosas jodidas, y que emocionalmente son personas funcionales por más pequeños que sean. Hay que escucharlos un poco más y entender que nos están escuchando.