La quimera de los Presupuestos, entre el reto del gasto militar y el oxígeno de Bruselas

Sánchez asegura querer aprobar nuevas cuentas pero la suma de votos en el Congreso nunca le fue más difícil. La inversión en Defensa y la relación con Junts, obstáculos principales. Las herramientas legales y la baza de los Next Generation, las cartas que seguirá jugando el Gobierno.
Congreso 09.07.25 - 44
David F. Sabadell Pedro Sánchez, en la comparecencia en el Congreso del 9 de julio.

Como suele tenernos acostumbrados agosto, el debate político está en mínimos. La tragedia de los incendios forestales han venido a recordarnos no solo la importancia de inversión pública en prevención y regulación de suelos, sino también que el Partido Popular tiene previsto seguir en la misma sintonía: la Ejecutiva de Alberto Núñez Feijóo acusa a Moncloa de contar con menos medios por culpa de no tener presupuestos generales aprobados.

No importa que las principales competencias con respecto al combate y prevención del fuego sea de los gobiernos autonómicos. Tampoco importa que Carmen Funez, hablando en nombre del partido mientras que Feijóo está en sus “sobrevaloradas” vacaciones, haya atribuido la falta de inversión a que el Gobierno contrató “cinco aeronaves menos”, que representan un pírrico 8% del total. Pero lo que sí importa es que la realidad le acabe dando un argumento legítimo a tu rival y en esto el PP tiene razón: no hay presupuestos actualizados.

Tampoco importa esgrimir, como lo ha hecho alguna vez María Jesús Montero en sede parlamentaria, la incoherencia de los conservadores, que critican la prórroga de presupuestos pero la defienden en sus gobiernos autonómicos, como la triple que hizo Díaz Ayuso. Citando a Gabriel Rufián, “la izquierda no se puede permitir” muchas cosas y una de ellas bien puede ser desgastar la legitimidad de la soberanía popular.

Dicho claramente: las cuentas del Estado español (380.822 millones de euros) están siendo orientadas por unos presupuestos votados por una mayoría parlamentaria que ya no existe, y confeccionados antes de las últimas elecciones generales, negociados incluso por diputados que ya no lo son. En 2022, Yolanda Díaz e Ione Belarra alcanzaron un acuerdo con el tándem Bolaños-Montero que luego fue refrendado por los aliados de aquel momento. Todavía en ese mar nadamos.

Pero en su última comparecencia antes de irse de viaje, el 28 de julio, el presidente del Gobierno ha asegurado enfáticamente que presentará los presupuestos y que desea obtenerlos. Ante las dudas por conseguir una mayoría que los apoye, dijo que no se plantea otro escenario hasta que no termine de dar la batalla. Por ello empezó el operativo de seducción dirigido a Carles Puigdemont. Pero el reto es mayúsculo.

Un escollo llamado Defensa

“Quien manifieste optimismo a estas alturas tómale la fiebre o mándalo al manicomio... Pero nunca digas nunca”, comenta con ironía y una sonrisa un influyente diputado de Sumar. Preguntado por El Salto, no tiene mucho optimismo con respecto a poder primero acordar unas cuentas con el PSOE y luego, más difícil aún, que pueda construirse una mayoría con aliados. “No van a estar tiernas las cosas y de ninguna manera se cumplirá el plazo de tenerlos el 1 de octubre”, reflexiona.

Más allá del detalle de que no se ha cumplido ya el plazo sobre la aprobación del llamado techo de gasto, el Ministerio de Hacienda puede presentar el supertexto (suele tener miles de páginas) en cualquier momento y sin el techo de gasto aprobado, lo que, eso sí, obligaría a utilizar el último que sí haya sido aprobado. Pero en Sumar temen que antes de negociar con los aliados tradicionales, la negociación se empantane por el gasto militar.

Desde la cúpula del grupo plurinacional sienten que su posición frente al gasto en defensa es “similar” a la mantenida por EH Bildu y ERC, aunque también habrá que “convencerles”

“Creemos que puede ser el peor impedimento, porque no pueden presentarlo y no incluir las nuevas partidas. Esperemos que no haya trampa en eso. Nos opondremos a un aumento que no tenga que ver con el incremento normal de los salarios”, señalan. También recuerdan que los PGE suelen ser “una declaración de intenciones de un Gobierno, un debate de recaudación e impuestos que un Gobierno tiene que dar”.

Desde la cúpula del grupo plurinacional sienten que su posición frente al gasto en defensa es “similar” a la mantenida por EH Bildu y Esquerra Republicana, aunque también habrá que “convencerles”. ¿Y Podemos? “Esperemos que tengan altura de miras”, responden. “En vez de insultar al PSOE por lo que hace, una mejor estrategia es empujarlos para que vayan asumiendo el nuevo contexto histórico. Tampoco se puede desdeñar lo que hizo Sánchez en la OTAN”, reflexionan.

En el entorno de la vicepresidenta Yolanda Díaz, aseguran que ella está “empeñada en radicalizar la legislatura y colocar resultados concretos”, incluso aunque en algunas oportunidades se pueda salir derrotado. El objetivo es mostrar una izquierda que da batalla para que pueda movilizar en unas elecciones a su gente y no se quede en casa.

A comienzos de agosto la Comisión Europea envió 23.100 millones de euros al gobierno de España, de los cuales 7.100 millones son en trasferencias netas y 16.000 millones en préstamos

Otro diputado, de una de las confluencias regionales que invistieron al Gobierno, denota solo pesimismo: “No creo que haya presupuestos porque las posiciones de los aliados se van a endurecer. Las negociaciones están hechas hace tiempo”. Es cierto que en 2024 hubo avances con varias formaciones (no solo con Sumar, sino también con PNV, ERC y Bildu) para acordar los PGE. Pero todo cayó en saco roto al no contar con Junts.

Eran tiempos en los que el interlocutor principal con Puigdemont y Turull era el dimitido Santos Cerdán. En Junts preocupaba en julio que no hubiese con quién negociar. La nueva secretaria de Organización, la valenciana Rebeca Torró, puede tomar la posta, pero hay posibilidades de que quede todo en manos de Montero y Bolaños.

Suspicacias de fin de curso

En el discurso de aquel último martes de julio en la Moncloa, Sánchez dejó caer una idea que tuvo poca repercusión en los medios pero puede ser un avance de lo que tiene en mente el líder del PSOE. “Los presupuestos no es la única herramienta que tenemos, también no se olviden que están los fondos europeos, que son una buena herramienta para hacer políticas públicas”, respondió a uno de los pocos periodistas que tuvo la suerte de hacer preguntas en aquella rueda de prensa.

¿Son los fondos Next Generation el Plan B de Sánchez para mostrar logros de gestión sin presupuestos aprobados? Un rotundo sí que ya lo demuestran los hechos: los tres mayores receptores de esos recursos con origen en Bruselas son ADIF AVE, ADIF y el Ministerio de Transporte.

Según la herramienta de visualización de datos ELISA, la cual permite hacer un seguimiento de las convocatorias de licitaciones y subvenciones, así como de su resolución, estas empresas vinculadas a la infraestructura se llevan por lejos la cabecera en las mayores receptoras, cuadruplicando lo obtenido por privados como Iberdrola.

Cabe recordar que a comienzos de agosto la Comisión Europea envió nada menos que 23.100 millones de euros al gobierno de España, de los cuales 7.100 millones son en trasferencias netas y 16.000 millones en préstamos. Este ha sido el quinto pago y fue el el mayor desembolso aprobado por Bruselas a cualquier país desde que se puso en marcha el Mecanismo de Recuperación y Resiliencia en 2021.

Según la web del Plan de Recuperación en la que el Gobierno informa de los fondos, la suma de los recursos que lleguen al Estado español hasta 2026 puede llegar hasta los 160.000 millones en total desde 2021, entre préstamos y los que no requieren devolución. Es así más fácil entender por qué Sánchez se resiste a dimitir y por qué el PP de Feijóo buscó en su momento obstaculizar los fondos haciendo lobby en el PPE.

No solo habrá fondos para hacer políticas públicas, como se ve (y que apuntalan un cambio de matriz energética que permite el abaratamiento de la energía más que en cualquier otro país grande europeo), sino que el 2026 podría Sánchez marcarse otro hito: la caída del paro a un solo dígito.

En la última prórroga presupuestaria, en diciembre pasado, el Ministerio de Economía informó de sus proyecciones de crecimiento, recaudación, déficit y varias otras variables. Para el año que viene pronosticaba una tasa de paro de 9,7%, siendo el dato más bajo en nada menos que 20 años. El último que registró un paro de un solo dígito fue Rodríguez Zapatero en 2006.

Sánchez seguramente quiera tener Presupuestos pero mientras cuente con cuantiosos fondos frescos, gestionando un país con una de las mayores inversiones extranjeras directas desde que hay registro y estando en los albores de un paro en mínimos históricos, es difícil imaginar que aprobarlos le vaya a quitar el aliento o, menos aún, que opte por la dimisión.

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