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Gobierno de coalición
Eternamente Yolanda Díaz
La ministra de Trabajo y Economía Social, una rara avis en estos tiempos.
Coincidí con Yolanda Díaz en una fiesta de fin de campaña de las últimas elecciones generales. Entonces, candidatos y candidatas fueron tomando la palabra en el estrado. Hubo apelaciones a la épica y pronósticos de un mundo mejor. Mensajes de esperanza y de ánimo. Cuando llegó el turno de Yolanda Díaz, aunque también hizo algunas consideraciones de carácter político, lo utilizó fundamentalmente para dar las gracias. Y enumeró una a una a todas las personas que habían colaborado en aquella campaña electoral. Fue una relación prolija, metódica, que no hizo distinciones entre quienes habían asumido unas responsabilidades u otras. Daba igual haber sido responsable de prensa que haber montado los micros. Para todas aquellas personas, citadas por su nombre, hubo cariñosas expresiones de sentido agradecimiento. Viendo aquellos rostros emocionados, todos hubiésemos deseado haber participado para ser así reconocidos como merecedores de su gratitud. Por supuesto, no se olvidó de nadie. Le llevó su tiempo. Y de haber sido en la entrega de los Goya habría sonado la música.
Esta escena trivial define en gran medida algunos de los rasgos de carácter en los que coinciden invariablemente quienes en algún momento colaboraron con Yolanda Díaz: no olvidar nunca a los suyos, saber de dónde viene, no olvidar nada y, sobre todo, ser muy cariñosa.
Los españoles están descubriendo en estos tiempos su figura, que parece agigantarse cada día con ese modo suyo, discreto, calmado, sin alharacas, ni exhibiciones grandilocuentes. Toda una rara avis en estos tiempos donde el trazo grueso y los aspavientos exagerados han sustituido al rigor y a la verdadera capacidad. Sin embargo, esto no la hace menos incómoda para sus adversarios y, semana a semana, mes a mes, se almacenan en la hemeroteca sus intervenciones en las sesiones de control al Gobierno o en entrevistas en los medios de comunicación donde, una y otra vez, destruye los argumentos contrarios con una contundencia sostenida en los datos y un conocimiento exhaustivo de aquello de lo que habla que casi parecen volverla indestructible.
Y todo esto, a su estilo templado, respetuoso, sin estridencias, así gallegamente. Y quizá por eso mismo se vuelve tan difícil de rebatir.
Es como esa alumna tímida que nunca levanta la mano ni hace bromas pero que cuando la profesora le pregunta se lo sabe todo
Yolanda Díaz es hoy la política que más brilla en la escena nacional, pero sus virtudes ya hace años que eran un runrún que circulaba en los entresijos de la política gallega. Conversando con sus colaboradores y con quienes mejor la conocen, se repiten una y otra vez parecidas expresiones: “Escucha mucho, anota todo, lee todo, nunca da sensación de suficiencia. No se apropia de lo que le dices, con mucha frecuencia te cita”, “no olvida nada, cuidado con lo que le dices”, “tiene una capacidad de trabajo sobrehumana”, “nunca vi a nadie memorizar lo que lee así”… Pero sobre todo: “Es muy cariñosa”, “una extraña mezcla de capacidad de trabajo y ternura”. Esto es también recurrente: su cercanía, el afecto con el que te trata.
Esto es una rareza mayor en un hábitat como el de las confluencias, tan proclive al guerracivilismo y donde la conspiración cainita era la norma y la concordia la excepción. Uno de los politólogos que fue protagonista de aquel proceso recuerda el caso de Yolanda Díaz como excepcional porque mientras la gran mayoría de sus compañeros y compañeras de generación lograron posicionarse en la política tras atravesar el mortal campo de minas de las mareas galegas y se vieron involucrados en mayor o menor medida en agrias trifulcas internas, ella fue pasando por distintas responsabilidades sin tener que batirse con nadie, sin dejar cadáveres en el armario. Y, como dice el politólogo: “Eso marca”.
No es lo único en lo que Yolanda Díaz exhibe un estilo distinto al que estamos acostumbrados a ver en quienes protagonizan hoy el liderazgo de la izquierda. La antigua sindicalista no tiene la pulsión de ser opinadora: no recomienda libros ni series, no habla de películas ni de programas de televisión. No entra en polémicas, ni se mete en jardines, ni parece disfrutar con su exposición en redes sociales más allá de lo que concierne a su trabajo. Parafraseando a Tristan Tzara, solo habla de lo que habla que habla. Y si fuese ella quien escribiese esta frase, lo haría sin hacerse la listilla citando a poetas. No aspira a convertirse en una intelectual en el sentido clásico del término, sino a ser silenciosamente eficiente. Ella negocia los acuerdos y son otros los que se ponen bajo los focos. Y no le importa. Es como esa alumna tímida que nunca levanta la mano ni hace bromas pero que cuando la profesora le pregunta se lo sabe todo. La alumna que en los trabajos en equipo ayuda calladamente a otros a brillar.
Hace pocos días, en la campaña galega, decía que las cloacas van a por Pablo Iglesias porque es caza mayor. Hoy, mirando en perspectiva de futuro, me temo que es ella la pieza a batir
Incluso su modo de vestir evoca esa misma discreción que solo transmite competencia. Las revistas de moda dirían que “siempre va perfecta” pero esto va mucho más allá de lo superficial. Pues mientras el desaliño o algunas características externas de otros de los referentes de la izquierda los convierten en fácilmente caricaturizables, Yolanda Díaz no lo pone tan fácil. Si quieres criticarla, no te puedes quedar en simplones improperios sobre su aspecto sino que tienes que ir al meollo del mensaje que propone. Y, ¡ay, amigos!, esto es mucho más jodido. Y peligroso, porque desde la argumentación pura te puede arrasar, comobien saben sus adversarios en el Parlamento. Puede parecer de perogrullo pero el hecho de presentarse con una apariencia “irreprochable”, la exime del reproche. Elimina ruido para que su voz se escuche con nitidez. Cuando Yolanda Díaz comparece ante la opinión pública, con esa imagen de sobria elegancia, no transmite más mensaje que el que quiere transmitir. Ni más, ni menos.
Hace pocos días, en la campaña galega, decía que las cloacas van a por Pablo Iglesias porque es caza mayor. Hoy, mirando en perspectiva de futuro, me temo que es ella la pieza a batir, precisamente por la enorme capacidad que demuestra. Un amigo metido en el mundo de los gurús económicos decía que todos estaban fallando en sus catastróficas predicciones iniciales porque nadie había sido capaz de valorar el colosal efecto de las políticas públicas promovidas por Yolanda Díaz para sostener esta crisis. No es poca cosa. Así que no tardará mucho ese repugnante amasijo de libelos y ese pozo infecto de calumnias que conforma gran parte de la prensa de la derecha en empezar a apuntar contra ella con cuantas infamias podamos imaginar.
Es, sin duda alguna, el enemigo a batir, la esperanza de la izquierda. Por lo que significa y por los caminos que abre. No deja de ser curioso que sea precisamente desde la tradición más ortodoxa de la izquierda desde donde se abran tantas perspectivas. Que cuando quizá empezábamos a sentirnos derrotados, podemos rezar el credo que Yolanda nos ha enseñado.
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Jorge, un fuerte aplauso por el artículo. Y miles de aplausos para Yoli, a quien he tenido la suerte de conocer en persona también. Futura presidenta ya!
Tanta bondad parece un simpático ridiculo. No me haga usted soñar, que me despierto de tanta pureza. Alguien se refería, en estos casos de apocamiento, a la verguenza agena inspirada en.el posible sarcasmo de alguien.
Un gobierno que sigue desahuciando, que permite EREs y ERTes en plena pandemia, que no deroga la reforma laboral, que es blando con el rico y fuerte con el pobre, que saca a la calle a perros fascistas para conseguir réditos electorales sin importarle las consecuencias... Leer sobre la supuesta sensibilidad de una de sus ministras es como leer sobre el lado humano de El Muñecas o Billy el niño
Este artículo y los comentarios que suscita son la metáfora perfecta del pensamiento infantiloide de la izquierda. Miles de personas lo están compartiendo calladamente en las redes sociales mientras aquí una pequeña jauría de iluminados vocingleros lo critica con saña por ser demasiado halagador con la primera mujer comunista y sindicalista que alcanza un ministerio en la historia de España. A la que le exigen en seis meses que lleva en el cargo, poco menos que acabe con la sociedad de clases. Este es el drama: los que más gritan son los peores.
¿Yolanda Díaz comunista? JAJAJAJJJAJAJAJJAJAJA Me meo JAJAJJAJA.
Menos dramitas, que lo único que se les exigía era que no se equivocasen al votar en el Congreso y ni por esas.Los peores, dice.
Tú no has estado en las colas del hambre o junto a sanitarios vestidos con bolsas de basura ¿verdad? No has visto a la policia nacional humillando y maltratando una familia mientras el banco les quita su casa, no conoces la incertidumbre de un parado o el terror de un contratado temporal en ZARA. Tranquilo, que todo esto os reventará en la cara mas pronto que tarde. Habeis perdido todo contacto con la realidad en vuestra secta morado/rojigualda.
Me ha recordado a "Franco, ese hombre". Desde luego es lo más nauseabundo que he leído en mucho tiempo.
Loar el trepismo, cerrar el paso a las políticas de la horizontalidad, suplantar movimientos sociales, continuidad de la política yanki del correctismo político, ... Nos va a pillar una pinza de autoritarismo que nos vamos a cagar.
El periodista esta enamorado. Se nota. Y aun así, le asiste la razón en todo lo que concierne a la ministra.
¿Y este anuncio sobre la Mentirosa Ministra de Trabajo? Yolanda Díaz dijo en marzo que se ampliaría la prestación por desempleo a quienes se le acabara durante el Estado de Alarma, y no lo hicieron. Han abandonado a millones de personas, todos los parados han sido ignorados dentro de las poquísimas medidas que ha tomado el Gobierno, porque claro, como ya estabas en la mierda, tu situación no ha empeorada, puedes seguir viviendo en la mierda. Señora, a quien estaba en paro se la prohibido salir de esa situación porque se le ha impedido acceder a un mercado laboral inexistente, por lo tanto, los parados no es sólo que sí estén afectados por la nueva crisis, sino que son los más perjudicados. Y este Gobierno los ha abandonado.
Curiosamente este artículo falla donde, según el propio artículo, Yolanda Díaz acierta: en decir exactamente lo que quiere decir. No es necesario hacer de su persona una religión ni una ideología. Si de cada político medio aceptable que pisa este país hacemos un culto a la personalidad, mal vamos. Es un parlamento, no un panteón.
Típico baboseo más propio de El País Semanal que de un medio serio. El título de esta semblanza es de vergüenza ajena y el párrafo sobre la apariencia lamentable. Qué decepción.
Pero la reforma laboral sin derogar. Más hechos y menos palabrería.
No creo q la deroguen, mucho menos ahora que estan negociando un rescate con la UE, no les van a dejar...
El culto a la personalidad low cost. Esto es gastar espacio en los servidores, de verdad.
Este es el mal perpetuo de la izquierda: esta pulsión gilipollas de autodestrucción esencialista. Mientras la derecha crea contexto, relato, hegemonía cultural, héroes, nosotros somos tan imbéciles para indignarnos porque alguien habla bien de los nuestros. Es penoso. Por eso siempre perderemos: porque lo merecemos, por estúpidos.
Vamos, que hemos de mentir mejor que ellos... pues conmigo no cuentes.
¿Los nuestros? Serán los tuyos. Deberías leer a Marx, un capitulo donde habla sobre el socialismo de derechas (socialdemocracia) y el daño que provoca a la clase trabajadora.
Bien, perdona si siento vergüenza ajena por un artículo de loa ante una persona que mira por dónde, pues no ha podido hacer nada: ni derogar la reforma laboral, sigue subvencionando a los patrones vía erte, en campaña dice unas cosas y en la realdad otras y, además, tiene episodios muy oscuro como el del asesor detenido. Prefiero atender a los hechos y pedir más que desesperados intentos de viralización. Lo de las técnicas de "relato" y gaitas varias para otro, de verdad. El departamento de propaganda es un departamento, no EL departamento. Somos algo más que consumidores-votantes a la espera del siguiente articulito que intentar viralizar. Mira a ver, porque lo "patético" igual está más cerca de tu punto de vista que de mi comentario. Por eso os desinfláis: asumís que somos como votantes de derecha pero esperando un producto a medida. Perdeis porque os equivocais siempre. Y porque sois cobardicas.