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El turismo es una actividad lúdica y también económica. Permite conocer y disfrutar de paisajes, naturaleza y entornos urbanos diferentes al propio; compartir modos de vida y costumbres de otros lugares. Y el corolario es que mueve mucho dinero y promueve, si se hacen medianamente bien las cosas, unos flujos de ingresos que benefician a la economía y a los residentes locales de las zonas visitadas.
Un turismo sostenible y enriquecedor para todos es el objetivo de la Organización Mundial de Turismo (OMT o UNWTO), organismo de las Naciones Unidas, con estatus reminiscente del ámbito privado con el que se creó, con sede en Madrid
¿Pero, y si se promueve el turismo a costa de otros? Y ¿si se hace con recursos de otros, esquilmando lo que es de unos para dárselo a otros? ¿Cuando unos se apropian o se intenta tergiversar el origen de la cultura, la gastronomía o la vestimenta del otro?
Pues eso es lo que ocurre con la ocupación y colonización que efectúa el Estado de Israel sobre los palestinos.
Si Jerusalén y Belén son ciudades ocupadas, las agencias de viajes, los peregrinos deberían estudiar en cómo apoyar la economía, la hostelería, el transporte, los servicios palestinos
Son datos conocidos el robo del agua, los áridos y la tierra que ejerce Israel. También que la política israelí de implantar asentamientos o las reservas naturales, la planificación urbanística y la infraestructura, carreteras, ferrocarriles o tranvías y transporte colectivo, la distribución de gasto público desde la canalización de agua, electricidad, limpieza, sanidad o educación, o los propios alimentos a consumir, generan una malla económica que impide y excluye el desarrollo económico palestino. Si a esto lo sumamos que el conjunto de la economía palestina está jibarizada y dependiente de la potencia ocupante, incluyendo la importación y exportación, la producción y distribución de lo que producen y tienen que depender del monopolio de los productos israelíes en el territorio que escasamente controlan, comprenderemos que los agentes turísticos pueden ser parte del problema de la colonización.
Así, si Jerusalén y Belén son ciudades ocupadas, las agencias de viajes, los peregrinos deberían estudiar en cómo apoyar la economía, la hostelería, el transporte, los servicios palestinos. Alojarse en sus hoteles, promover la economía local, revisar desde el origen de la artesanía a las prestaciones de seguros de responsabilidad civil y accidentes para alimentar la economía palestina.
Por el contrario, las agencias de viaje y muchas de las órdenes religiosas van a lo fácil y a los canales institucionales y privados de la potencia ocupante. Sector privado que, no lo olvidemos, en su mayor parte conforman las políticas de ocupación y se benefician de la misma.
Palestina
Asentamientos israelíes, ciudad de vacaciones
El turismo en los asentamientos ilegales de Cisjordania promovido por el Gobierno israelí y empresas como Airbnb, Booking, TripAdvisor y Expedia perpetúa la expansión de las colonias y contribuye a normalizar la ocupación en Palestina.
La Organización Mundial de Turismo tiene un órgano para velar por la ética y sostenibilidad del turismo y el respeto de un Código de Conducta. Rusia fue expulsada de la OMT unos meses después de la invasión rusa a Ucrania. Israel, no. Y eso que ocupa una parte de Siria y el resto de la Palestina histórica desde hace décadas. Doble vara de medir.
FITUR, la Feria de Madrid de Turismo, permite que un Estado ocupante, como Israel, que publicita sin pudor, en contra del derecho internacional, en su propaganda, el Gran Israel, toda la Palestina histórica, como parte de su territorio, incluyendo los Altos del Golán sirio, le concede un stand, donde Israel se vanagloria de sus conquistas militares y la ley de la fuerza.
Airbnb, Booking, Expedia, Tripadvisor y la española Edreams, ofrecen en sus plataformas alojamientos y otros servicios en los asentamientos
Por su parte, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, el 30 de junio de 2023 ha actualizado la lista de empresas activas en lo más extremo de la ocupación. Entre ellas, hay diversas empresas del sector turístico. Nos referimos a aquellas que se lucran facilitando la economía de los asentamientos. En concreto a Airbnb, Booking, Expedia, Tripadvisor y la española Edreams, que ofrecen en sus plataformas alojamientos y otros servicios en los asentamientos. Colonias nacidas por la fuerza, la expropiación y expoliación a los palestinos. Otras empresas, aún en otros sectores, involucradas en la ocupación son las españolas CAF, COMSA y OSSA.
Tanto FITUR, como la OMT y esas empresas mencionadas son cómplices de la colonización palestina. El gobierno español y la UE no hacen nada contra Edreams, como tampoco lo hacen contra CAF, COMSA, OSSA y otras empresas que son agentes de la ocupación, pudiéndolo hacer, impidiendo que liciten en las compras públicas, por ejemplo.
El turista, nosotros sí podemos. Obligando a los gobiernos a ser coherentes y simétricos en la defensa del derecho internacional que dicen defender y haciendo un turismo consciente, rechazando empresas y destinos que alimentan la injusticia, la dependencia y la ocupación.
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El mercado ha triunfado sobre la política, hemos optado por dirigentes políticos de entre lo más selectivo del mercado (no tienen ni idea de la decencia, de justicia, la ética, la honradez o la moral), solo saben de competitividad aún a sabiendas de que esta nos lleva simultáneamente a la cima y al desastre absoluto.