Gasto militar
Así participan las universidades españolas en proyectos militares financiados por la UE

Antes de este verano, la Comisión Europea publicó los resultados de la cuarta convocatoria de subvenciones para proyectos de investigación y desarrollo militares. El Fondo Europeo de Defensa (FED) es el instrumento de la Comisión para apoyar la I+D en el ámbito de la defensa. Desde 2021 está financiando proyectos estrictamente militares de investigación y desarrollo de prototipos. Nunca antes la UE había financiado proyectos militares. La cuantía asignada para esta cuarta convocatoria se acerca a los 1.000 millones de euros. Si añadimos los presupuestos de las tres anteriores convocatorias, la financiación del FED alcanza los 4.000 millones de euros.
La participación en el FED de empresas españolas de armamento es muy alta. España, de 2017 a 2024, se ha mantenido entre los puestos 8-9 del ranking de los mayores exportadores de grandes armas del mundo. Es, pues, comprensible que los fabricantes de armas tengan interés en participar en los proyectos FED. Así pueden investigar, con financiación pública, nuevos productos o prototipos militares que, posteriormente, podrán comercializar.
De los 27 miembros de la UE, 23 de ellos tienen alguna universidad de su país con participación en el FED. La mayor participación corresponde a las universidades italianas, con 40 participaciones; le siguen las universidades españolas, con 35 participaciones
Por otro lado, la participación de las universidades públicas españolas en proyectos subvencionados por el FED es sorprendentemente alta. En el conjunto de las cuatro convocatorias del FED, encontramos un total de 210 participaciones de universidades europeas. De los 27 miembros de la UE, 23 de ellos tienen alguna universidad de su país con participación en el FED.
La mayor participación corresponde a las universidades italianas, con 40 proyectos (19% del total de participaciones universitarias); le siguen las universidades españolas, con 35 participaciones (16,7% del total); y, a una distancia mayor, las francesas, con 16 participaciones (7,6% del total de) y las universidades alemanas, con 14 participaciones de (6,7% del total), las cuatro mayores economías de la UE.
Sorprende este orden en el ranking, pues podríamos pensar que aquellos estados con mayor participación en el FED serían los que destinan un mayor porcentaje de su PIB a su I+D nacional. No es así. Resulta que el orden de la participación de las universidades en el FED es inverso al porcentaje del PIB destinado a I+D de cada estado. Así, Italia destina un 1,4% de su PIB a I+D, España un 1,4%, mientras que Francia destina un 2,2% y Alemania un 3,1% (según datos de la OCDE).
En las cuatro convocatorias del FED, catorce universidades españolas participan en proyectos que han conseguido financiación. Teniendo en cuenta que en España hay 50 universidades públicas, cerca de un 30% de ellas participan en proyectos de investigación militar financiada por la UE. Los proyectos con participación de las universidades españolas abrazan áreas temáticas variadas, como Tecnologías disruptivas, Simulación y entrenamiento, Combate aéreo, Sensores, Cibernética, entre otras.
La Universidad Politécnica de Madrid acumula el mayor número de participaciones entre las universidades españolas, con 11 proyectos en total. Es copartícipe en proyectos aprobados en todas las convocatorias. Le siguen, por su número de participaciones en proyectos, la Universitat Politècnica de València, con 5 proyectos aprobados en las últimas tres convocatorias, y la Universidad de Murcia, con 4 participaciones, una por año. Las universidades españolas que participan en dos proyectos financiados por el FED son: Universidad de Alcalá, Universidad de Sevilla, Universidad de Vigo y Universitat Politècnica de Catalunya. Y las que participan en un proyecto son: Universidad de Castilla-La Mancha, Universidad de Oviedo, Universidad de Zaragoza, Universidad Pública de Navarra y Universidade da Coruña, Universitat de València y Universidad Complutense de Madrid.
En una situación como la actual es absolutamente necesario que la sociedad civil sea capaz de oponerse al militarismo con una visión basada en el diálogo; y la Universidad debería contribuir a esa visión antimilitarista
Ya en anteriores ocasiones hemos censurado el hecho que las universidades participen en estos proyectos militares. La Universidad, además de contribuir a la generación, preservación y transferencia del conocimiento, ha de ser un lugar de aprendizaje del espíritu crítico, de la reflexión, del debate entre ideas contrapuestas (y por tanto, de tolerancia). Todos estos valores son incompatibles con el discurso oficial, hoy dominante, de militarización, rearme y belicismo. En una situación como la actual, es absolutamente necesario que la sociedad civil sea capaz de oponerse al militarismo con una visión basada en el diálogo, la cooperación y la confianza mutua entre países. La Universidad debería contribuir a esa visión antimilitarista.
No somos los únicos que creemos que la universidad no debería participar en proyectos de investigación militar. Buen ejemplo de ello es la movilización de la comunidad universitaria de Oviedo el pasado año, cuando se hizo pública la existencia de un proyecto colaborativo entre la Universidad y una empresa griega de defensa (Intracom), propiedad de Israel Aerospace Industries, uno de las mayores empresas de armas de Israel. El colectivo universitario, juntamente con sindicatos y grupos políticos, se movilizó en contra del proyecto. Se generó en la ciudad un estado de opinión mayoritario en contra de la actuación israelí en Palestina y, en general, en contra de la participación académica en proyectos militares.
Otro caso llamativo es el de la Universitat Politècnica de Catalunya que participa en los proyectos AVALON (convocatoria 2023) y RESILIENCE-D-2024 (de la convocatoria de 2024). Decimos llamativo porque, según los estatutos de la universidad, en su artículo 134, sobre los principios generales de la investigación, se dice:“La Universitat no ha de participar en projectes de recerca amb finalitats bèl·liques.”, lo cual, como mínimo, pone en cuestión la participación de dicha universidad en las convocatorias del FED.
La página web del FED expone de forma muy clara los objetivos del fondo. No hay ambigüedad posible. No debemos olvidar que la finalidad última del fondo es reforzar la industria europea de defensa y ampliar las capacidades militares de los Estados miembros de la UE. La Universidad no debe contribuir, directa o indirectamente, a la consecución de esa finalidad. Parece obligado, ante la situación descrita, que se plantee un debate en las universidades sobre su participación en proyectos de investigación militares.
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