Opinión
Daniel Salgado reformula las claves de la poesía política en la contemporaneidad en 'Poemas realistas'

El discurso de este poemario convoca las dos ideas-fundamento que vertebran la poética de Salgado: la constatación de la ruina y la perseverancia en la posibilidad de un horizonte no clausurado.
Daniel Salgado
El poeta y periodista, Daniel Salgado. Foto: Linda Ibbotson.
18 ene 2025 05:30

El título del último libro del poeta Daniel Salgado se presenta sin artificios: Poemas realistas. De inmediato, detectamos una complicidad extraordinaria entre la edición, a cargo de Apiario, y el propio texto: la portada, con una composición suprematista firmada por Mauro Trastoy, depura el ruido visual hasta reducirlo a un rectángulo rojo sobre fondo blanco. Ese meticuloso cuidado se mantiene hasta el final del libro: en los 'créditos' de la última página se detallan elecciones tipográficas realizadas siguiendo las huellas de la primera edición de Das Kapital de Karl Marx, publicada en Hamburgo en 1867.

El encaje paratextual se mide al detalle en el rompecabezas de este libro. En su interior, la propuesta trasciende la tradición de la literatura social y reconfigura los restos de un realismo que ya no puede ser transparente ni programático, sino que debe ser fragmentario, interrogante y permeable a las contradicciones de nuestro tiempo. De este modo, los poemas se materializan en la dialéctica entre lo estético y lo político, en la tensión entre las ruinas y la búsqueda de un espacio de insumisión o acaso de esperanza.

La organización interna de Poemas realistas responde a una estructura enmarcada que amplifica su efecto discursivo. Un poema inicial, 'As horas' [Las horas], funciona como prólogo y clave de lectura. A continuación, Salgado reafirma la contención formal: prescinde de títulos explicativos y distribuye los poemas en tres grandes bloques numerados con cifras romanas. En este tríptico, la parte central, la más extensa, está flanqueada por las secciones I y III, ambas constituidas por un único poema de largo aliento que funcionan como marcos y dialogan con el núcleo de la obra. El conjunto invita a intuir cierta progresión hacia el interior de un pensamiento poético en expansión.

Si la primera sección del libro está dominada por el extenso poema 'Sobre a nosa condición política' —una suerte de sorprendente tratado sobre el agotamiento del lenguaje, la precariedad del pensamiento crítico y la resistencia que se manifiesta en la naturaleza—, en la segunda parte se exploran con lucidez una serie de motivos recurrentes —las piedras, los árboles, las calles, los seres vivos— que aparecen siempre en tensión con la historia, transformados en signos políticos. Pequeños detalles materiales sirven para aludir a amplias estructuras opresoras, haciendo de la observación un acto de resistencia:

No fondo do estanque pedras lambidas, negras, como indicios
de civilización e quizais a oportunidade de instituír o musgo,
a area e o entullo destes días herméticos.

[En el fondo del estanque piedras lamidas, negras, como indicios
de civilización y quizás la oportunidad de instituir el musgo,
la arena y los escombros de estos días herméticos]
.

Cabe destacar, no obstante, el poema que toma como referente a Urbano Lugrís, por la fuerza del aliento imaginativo que introduce, por la apertura a la dimensión onírica que abre una veta de feliz o tierno optimismo:

Na inmensa masa de auga,
o pintor Urbano Lugrís tamén detecta
que a vida pode despregarse doutro xeito,
non sometida, cunha provisión de mazás case perfecta.

[En la inmensa masa de agua,
el pintor Urbano Lugrís también detecta
que la vida puede desplegarse de otro modo,
no sometida, con una provisión de manzanas casi perfecta]
.

El libro se cierra con un único poema titulado 'Celso', en el que la referencia a Celso Emilio Ferreiro convive con una dedicación íntima y biográfica. El tono salmódico y exhortativo entrelaza tres tiempos en el poema: el pasado, con la figura de Celso Emilio Ferreiro, referente de la poesía social gallega; el presente, más personal, inscrito en el nombre del hijo del poeta; y el futuro, en la medida en que estos versos parecen dirigirse a las generaciones venideras, como un legado abierto a la continuidad.

El discurso —sostenido por suaves encabalgamientos infinitos y una destreza lingüística que se manifiesta en todos los niveles— convoca las dos ideas-fundamento que vertebran la poética de Salgado: la constatación de la ruina y la perseverancia en la posibilidad de un horizonte no clausurado. En definitiva, resulta significativo que el libro concluya con una afirmación abierta que, lejos del derrotismo, insiste en la búsqueda de un futuro transformador: e seguimos a procurar a idea socialista, Celso. El poema no se cierra sobre sí mismo, sino que deja abierta la posibilidad de que su lectura y su significado puedan reactivarse. No hay clausura, sino un llamamiento a la continuidad y a la reelaboración de un proyecto político y ético siempre por venir: hay alternativa y la historia no ha terminado.

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