Fronteras
Maria Dantas: “Se trata de sacar al bolsonarismo de las estructuras del Estado y de las relaciones en la sociedad”

Desde su escaño en el Congreso, la diputada de ERC puja por posicionar los derechos de las personas migrantes en una agenda parlamentaria que persiste en relegarlos.
María Dantas
María Dantas, en su depacho en el Congreso de los Diputados. David F. Sabadell
2 oct 2022 06:00

Maria Carvalho Dantas (Aracaju, Brasil, 1969) llamó fascista en la cara a Macarena Olona. Esta diputada de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), más conocida con su segundo apellido, se arrepiente de ello, pero no pudo evitarlo, explica a El Salto. La integrante de Vox farfulló algo cuando Dantas pasó a su lado. El vaso ya estaba lleno: “puta de los manteros”, “sudaca de mierda”, le habían llamado ya desde las filas del partido ultraderechista. Que a Dantas no le gusta Vox no es difícil de intuir, tampoco es necesario hacer una inferencia ideológica; en la puerta de su despacho en el Parlamento una pegatina en la que se lee “Fuera Vox” da la bienvenida. Cuenta que una vez Ortega Smith pasó por ahí y no apreció la decoración de la puerta. Y eso que no entró: una vez en el despacho de Dantas, las paredes dan fe de la militancia antirracista, feminista y, en general, antifascista de la diputada.

Llegada a Barcelona en 1994 para especializarse en Derecho y Medio ambiente, Dantas era entonces una joven brasileña, recién separada, que había trabajado brevemente como policía civil en Brasil, según confiesa. Lo que quería era mejorar su formación para perseguir los crímenes ambientales. Habría estudiado en Sao Paulo pero en aquella época de caos —no es que no haya caos ahora, bromea— el país estaba imposible y caro. Se vino con una amiga, se enamoró de un brasileño, tuvo dos hijas y supo de primera mano qué supone estar sin papeles en un país donde has residido durante más de diez años.

Su caso, recuerda, saltó a los medios, y fue gracias a los medios que se resolvió. Esta diputada tiene una memoria agradecida hacia quienes le ayudaron entonces: el empleador que peleó por regularizarla y fue quien trasladó su caso —la paralización de su expediente— a las rotativas; Óscar, el redactor de la COPE que armó una encerrona al gobernador consiguiendo que este le firmase los papeles; o Jordi González, que la entrevistó en uno de los programas con más audiencia de Catalunya, Les mil i una. “Les debo una feixoada”, ríe Dantas en el despacho que ocupa desde que en 2019 recogiera su acta como diputada.

¿Cómo marca toda esta trayectoria tu etapa en la política institucional?
En Brasil, yo estaba en el movimiento estudiantil, era muy joven, un piojo. Participaba en la Unión Nacional de Estudiantes. Salimos a las calles, contra Collor de Melo. Participaba también en la Pastoral de la Juventud. Aquí la gente no entiende mucho eso, porque ahí la aproximación que tenemos las brasileñas, incluso ateas, con la Iglesia, con el cristianismo, es muy diferente: teníamos la teología de la liberación. Aquí es Rouco Varela, pues allí es Pere Casaldáliga o Leonardo Boff.

En Catalunya, tras lograr los papeles, no me paraba nadie. Yo estaba muy metida en temas de lucha contra el hambre, luchas por la educación, por lo público. En mis primeros años en Barcelona, vi lo que era estar en un país —aun siendo yo blanca— sin documentación. En aquella época no había sanidad universal. Cuando nacieron mis hijas, estuve hasta el final sin saber dónde iba a parir. Fue horrible. Llegaron con ocho y siete meses de gestación. Fue la asistenta social la que me llevó a la Maternidad en Barcelona y dijo: “Esta señora va a parir aquí”. 

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Migraciones La ILP para la Regularización celebra haber superado el umbral de 400.000 firmas
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Después de todo esto, me di cuenta de lo que significaba el hecho migratorio y no tener papeles. Entonces me metí a saco en todo lo que puedas imaginar con temas de personas migrantes y refugiadas. Lo primero, el AMPA: allá en el cole de mis hijas solo había gente catalana. Tenía mi amiga que comía halal y su hijo no podía comer ahí. Mis hijas eran vegetarianas y yo también. Una amiga mía colombiana y yo hicimos una candidatura de mujeres catalanas y migrantes. Ganamos y llenamos el AMPA. Después de eso, en el comedor ya había comida para todas y todos. 

A partir de ahí, seguí en la Unitat contra el feixisme i el racisme, me metí en todo. Tengo 53 años: son muchos, he estado en la fundación de casi todo lo que puedes imaginar en cuanto a movimientos. Uno del que me enorgullezco mucho es Emergencia Frontera Sur, que es una plataforma, no está registrada ni nada. Todavía hay una red inmensa en todo el Estado para hacer acompañamientos de personas migrantes que buscan refugio.

Entiendo que la experiencia situada, que lo llamamos, nutre tu trabajo parlamentario en el ámbito de las migraciones. Pero se trata de un área con muchos frentes y a veces parecería que las personas migrantes o racializadas en las instituciones tenéis la obligación de haceros cargo. ¿No es un poco solitario? ¿Se llega a todo?
Hablamos mucho de esto en el Parlamento con Jess González de los Comunes, Najat Driouech o Ángeles Llive también de Esquerra. O Gerardo Pisarello. Voy a decir una cosa que va a saber muy mal a mucha gente que está cerca de mí, pero es la realidad y no la podemos obviar. No se habla de migraciones y refugio. No es una pauta diaria y principal en el Congreso y eso es un hecho. Entonces yo no puedo dejar de hablar de eso.

Estoy en la comisión de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, pues meto el tema de las personas migrantes, refugiadas, las personas trans migrantes. Estoy en la comisión del Defensor del Pueblo, igual; estoy en Interior, igual; estoy en Infancia y Juventud, igual; estoy en Calidad Democrática y también hablo de migraciones. La idea es transversalizar el tema porque la gente no se da cuenta que es el temazo de la Unión Europea. Es el temazo: hay una parte enorme del presupuesto dedicada a ello. Es más, el 4% de uno de los principales fondos de la Unión Europea está dedicado a cooperación internacional, ojo, para la externalización y control migratorio. Es muy triste que yo, que puedo hablar de muchas otras cosas, solo pueda hablar de esto, pero hay que ocupar ese espacio, tiene que entrar mucha más gente que hable del tema.

Cuando se habla de migraciones se aprecia una focalización en las fronteras, en la migración como una amenaza que está por llegar y no como una realidad que conforma nuestra sociedad. ¿Cómo reflejar que la migración ya está aquí sin caer en discursos ejemplarizantes o buenistas?
A mí a menudo me intentan poner en el lugar de “mira la migrante que ha llegado al Congreso”. Y una mierda. Yo no estoy aquí por migrante, yo estoy aquí por las luchas y esto Esquerra lo sabe muy bien. Me llamaron cinco veces para estar en candidaturas y cuatro veces he dicho que no.

Yo me puedo abstraer un poco porque vengo de Brasil y puedo ver las cosas desde ahí. Hago un paralelismo con las personas negras, que son casi el 57% de la población brasileña y están absolutamente subrepresentadas por todas partes. Entonces, si no hay diputadas migrantes en el Congreso, en el Ejecutivo, en los medios de comunicación —y ya no digo migrantes racializadas— la gente no lo ve, con lo cual no existen. Por eso yo estoy muy a favor de las leyes de cuotas sociales y raciales.

Hay grupos parlamentarios que se están dando cuenta de que hay gente de todas partes viviendo aquí, de que las cosas cambian, que vivimos en un mundo absolutamente intercultural. Catalunya es un país donde se hablan 353 lenguas

Aunque Brasil sirva como ejemplo, es cierto que la composición demográfica es muy distinta. La desigualdad aquí va en aumento, y la pobreza y precariedad afectan también a mucha gente autóctona o blanca. ¿Cómo compaginar, digamos, políticas públicas contra la desigualdad social que tengan en cuenta, además, ese eje racial y de orígenes diversos?
Es la dualidad de siempre: hay una línea marxista que invita a que hablemos de clase y olvidemos la raza. Bueno, eso era Lula en los años 80. Pero ahora mira, hay raza por todas partes. Hablo de razas en un sentido sociológico, obviamente, pues no existen las razas. Entonces, yo en mi actividad parlamentaria, por lo menos en las comisiones donde estoy, veo que ya se empieza a entrar en el tema interseccional. Creo que es una esperanza para el futuro, un buen inicio. Hay grupos parlamentarios que se están dando cuenta de que hay gente de todas partes viviendo aquí, de que las cosas cambian, que vivimos en un mundo absolutamente intercultural. Catalunya es un país donde se hablan 353 lenguas. En mi ciudad, Barcelona, hablamos 350 lenguas. Ahí hay 15 confesiones. Eso es importante. No creo en políticas públicas que tengan en cuenta obviamente la cuestión de clase y que dejen aparte la cuestión racial porque, vuelvo a decir, es importante. No lo digo yo, lo dicen las estadísticas.

¿Qué posibilita reflejar estadísticamente la desigualdad, tomando en consideración la cuestión racial?
Tenemos a Brasil para ver esto, realmente es una fuente: en el último censo en el que yo participé en el país, se registraba que la población afrodescendiente brasileña era significativamente minoritaria. Con la aplicación de las políticas de cuotas y afirmativas, sobre todo del primer gobierno del PT, 15 o 20 años después, el censo revelaba que la población negra era una mayoría aplastante.

¿Qué quiero decir con esto? Cuando hay políticas públicas las cosas cambian para aquellas personas que en un censo decían “bueno, yo soy parda”, un término en Brasil que usan normalmente las personas que son mestizas y que no quieren decir que son negros porque todo lo negro estaba ligado a la suciedad, a la esclavitud, a los bajos salarios, a todo lo malo.

Cuando la gente ve que hay personas negras en la universidad, que hay médicos y médicas negras, que hay académicos, que hay científicos... vemos que las políticas públicas también ayudan a la autoafirmación de esta población. Lo viví yo en Brasil, con mis amigas, con las familias de mis amigos.

En el Estado español el racismo mata en las fronteras. Hace pocos días una mujer moría en la playa de Marruecos por disparos marroquíes, la impunidad parece ser el sino de lo ocurrido en la frontera de Melilla el pasado junio, así como sucedió en El Tarajal. Se diría que estamos ante un intensificación de la violencia contra las personas que migran. ¿Qué hacemos?
Yo soy una defensora de la denuncia pública en todas las instancias, no solo desde los movimientos sociales. Es lo que intento hacer también desde el Congreso de los Diputados: ser diputada no está reñido con ser denunciante de violencias y en este caso violencias institucionales. Lo que estás viendo aquí [señala una serie de casquillos y otros objetos] es un arsenal que fue utilizado contra las personas que fueron asesinadas en Melilla. Yo bajé y también Jon Iñarritu bajó, el compañero Serigne Mbaye también bajó. Buscamos pruebas del ataque con el compañero José Palazón.

Podría estar cinco horas hablando sobre esto: cuando las activistas hablamos de la Europa fortaleza, eso engloba muchas cosas. No es simplemente una frase retórica. Europa es fortaleza en muchos sentidos, tanto en el sentido físico, los muros, que van más allá de la valla de Melilla, como en las normativas de cada Estado miembro de la Unión Europea, también en la normativa de la propia Unión Europea, como puede ser el Pacto de Migración y Asilo. 

Incluso, si me apuras, hay normativas muy locales municipales de civismo que son aplicadas única y exclusivamente al chico negro que pasa, a la chica gitana, o al chico sudamericano racializado. Aunque nos quieren vender lo contrario, todo el armazón legislativo de la Unión Europea está hecho para echar a la gente o para que la gente no venga, o para traer a dedo a la gente que ellos quieren que venga.

María Dantas entrevista

En este contexto, podemos seguir apelando inocentemente a la legalidad, a normativas que se alejan de los derechos humanos. ¿No toca trascender las leyes cuando no son éticas?
Esto sería quizás lo ideal, pero es que no hemos llegado ahí. O sea, la cuestión es legal, obviamente, porque vivimos en este mundo de estados naciones. Pero la cuestión también es moral y ética. Creo que en el tema de la migración y el refugio nos tenemos que ir moviendo en estos tres ejes. Te voy a decir una cosa que a mucha gente no le va a gustar: la Ley de Extranjería, esta terrible ley de extranjería española que denunciamos cada día diciendo “La Ley de Extranjería mata gente cada día”, o “gasolina a la Ley de Extranjería” es una de las menos horribles de Europa. La gente que estudia los códigos de extranjería de la Unión Europea flipa. Los franceses flipan con el arraigo en España. Lo legal es importantísimo.

Para mí, la ley es importantísima: si ya están masacrando y matando cuando hay incluso leyes que dicen que no se puede matar y masacrar, imagínate sin observancia legal. Lo que está sucediendo ahora mismo, y ya desembarco en el Estado español, es que están pasando por encima no solo del poder legislativo, de las leyes hechas por otros ejecutivos anteriores y el actual, sino también del Poder Judicial. Hay sentencias del Supremo que no se están utilizando. Es más, la Ley de Extranjería se tendría que cambiar muchísimo con diversas sentencias del Supremo. Por ejemplo, estamos intentando reformar la “Ley mordaza” —también soy ponente en este tema— y hay una sentencia diciendo que se tienen que utilizar los dictámenes internacionales para hacer una devolución en caliente, algo que no se está haciendo. En definitiva: lo legal es muy importante, y lo moral y lo ético también.

Lo que vemos en Europa no inspira tranquilidad, la extrema derecha ascendiendo en Suecia, volviéndose hegemónica en Italia. En Francia hemos visto un consenso islamófobo que desborda la ultraderecha. En Catalunya, el caso Badaoui recuerda al escenario francés. Ante un escenario de derechización europeo, ¿crees que hay respuesta a ese nivel?
La islamofobia en Europa es el tema principal de los discursos de odio. Muchas veces no somos conscientes, claro, es normal. A mucha gente de la izquierda luchadora no le toca. Con lo cual la islamofobia es, y siempre ha sido, el peor de los racismos aquí en Europa. Obviamente está el antigitanismo también, que es el odio más antiguo. 

Veo que hay mucha gente de la izquierda, sobre todo la izquierda rojiparda, que a las personas que luchamos contra la islamofobia nos atacan con el Islam. No, no. Yo soy atea. Yo no defiendo ni el Islam, ni el cristianismo, ni el budismo, ni el umbanda, ni nada. Lo que defendemos es el derecho de creencia y no creencia. Ahí está. Cuando digo que una mujer tiene el derecho a ponerse lo que quiera en su cuerpo, incluso un velo, no estoy defendiendo el burka.

Islamofobia
Islamofobia Caso Badaoui: cuando la islamofobia te condena al destierro
1.200 firmas respaldan la petición al Ministerio de Interior de que detenga la orden de expulsión contra Mohamed Said Badaoui, calificando el proceso que está sufriendo este activista como islamofobia institucional.

Badaoui es un compañero que conocemos todo el mundo, en Reus y en toda Catalunya. Él fue una de las personas que impulsó la Unitat contra el feixisme i el racisme en Reus. Yo leí la pieza, los 12 folios de la policía: cada párrafo es el mantra islamófobo que leemos en los tuits de toda la vida. De hecho, yo creo que quien hizo esto fue Torrente: no buscaron a alguien con algo más de capacidad intelectual que haya leído algo sobre el Islam.

Hay un riesgo de que expulsen a Badaoui. Pero no es solo él. Obviamente que es la víctima. Su caso es paradigmático porque él es el primero que ha dicho: “No, no, basta ya, voy a denunciar y voy a contestar judicialmente”. Antes hacíamos un recurso al Tribunal Europeo de Derechos Humanos, y de madrugada la persona ya estaba en el CIE, lo ponían en un vuelo y fuera, no esperaban. La cosa es tan grave que están encuadrando a personas vecinas nuestras, que viven aquí desde hace 30, 35 años en artículos de la Ley de Extranjería para echarlas. 

La tristeza de todo eso es que la gente autóctona —esta palabra es horrible, pero aquí la voy a utilizar— no musulmana no se da cuenta. Y aquí sí entra la frase aquella del pastor alemán Martin Niemöller. Primero vinieron por los comunistas, luego cuando vinieron por mí, pues ya no había nadie para defenderme. Por lo tanto, defender a Mohamed Said Badaoui no es solo defenderle a él, porque él tiene su abogado y lo defenderá judicialmente. Es defender los derechos fundamentales de todos y cada uno.

A veces vemos una disociación entre cotidianidad y discursos: el tipo que cree que la migración es una amenaza pero tiene como compañeros de trabajo a personas migrantes con quienes se lleva bien. La mujer que ve el Islam como un peligro, pero charla horas en el parque con una madre que lleva velo. ¿Cómo vencer esa disociación?
Yo creo mucho en el trabajo de barrio, vengo del movimiento vecinal y ahí voy a volver. Esto que dices es muy importante. Frente a los medios de comunicación, que a veces incluso sin querer entran en la vorágine de demonización del otro, de criminalización de las personas musulmanas, podríamos hacer frentes unitarios de barrios. Que esta señora que lleva el velo y está ahí en la escuela entre en el AMPA para que nos conozcamos más las vecinas y los vecinos. 

Frente a los medios de comunicación, que a veces incluso sin querer entran en la vorágine de demonización del otro, de criminalización de las personas musulmanas, podríamos hacer frentes unitarios de barrios.

Traigo de nuevo el tema de la representatividad: está este mantra en la izquierda española que es la cuestión de la presencia. Hay que poner una mujer musulmana en tal lugar, hay que poner una mujer negra en tal lugar. Perdona, es necesaria la presencia, pero más necesaria aún es la representatividad. Si pones a esta persona musulmana aquí, pero —no voy a decir el colectivo musulmán— esta niña o este chico musulmán no se sienten representados, algo está fallando. 

Yo hablo de la base, del trabajo de barrio, de las AMPA, hablo de trabajo municipalista. Desde lo local podemos llegar a mucha gente e intentar también deconstruir los discursos de odio. Hay muchos lugares —diré en Catalunya porque vivo ahí— donde están haciendo esto desde la municipalidad: alianzas entre las entidades locales y los movimientos sociales. Esta unión es interesantísima.

Cómo ves la ILP Regularización, pareciera que después de la pandemia esta demanda ha perdido fuelle. Asimismo, ¿qué efecto ha tenido la reforma propuesta por la cartera de José Luis Escrivá?
Hay dos cosas principales: primero, yo creo que la gente no está desmovilizada. En los movimientos sociales la gente nunca se ha desmovilizado, nunca. Pero obviamente hay algo que tiene que ir en conjunto con la movilización de la gente, medios de comunicación, redes sociales, papers, artículos, incluso mundo académico. 

La segunda es el intento —porque es un intento y no van a conseguirlo— de apagar el fuego de los movimientos sociales con esta modificación del Reglamento de Extranjería. O sea, el ministro piensa, así como los diputados del PSOE, que con esta modificación del Reglamento de Extranjería ya está todo dicho, ya está todo hecho.

Yo les he preguntado ¿a cuántas personas creen ustedes que van a regularizar? Nosotras ya hemos hecho las cuentas. No llegarán a 150.000 personas y es más, de estas 150.000 personas algunas serán por contrato en origen: no es una regularización traer gente ad hoc de los países con fecha de retorno. Lo que sí tenemos ahora mismo es más de 500.000 personas sin papeles en todo el Estado español y es una vergüenza y vamos a llevar esta ILP al Congreso de los Diputados. Tenemos que llegar a diciembre, porque todo lo que sea después de diciembre en el Congreso, ya podemos olvidarnos. Dicho esto, no estoy en contra de regularizar en el marco de la reforma de Escrivá. Estoy en contra de cómo se hizo, todo lo que sea regularizar es bienvenido.

No puedo evitar preguntarte por Brasil, que en este panorama de ascenso de la extrema derecha en Europa parece una especie de advertencia de lo que puede venir. ¿Cómo se vuelve de Bolsonaro?
Brasil es el país más racista del mundo. Bolsonaro no empezó hace cuatro años, Bolsonaro es Brasil, existe el Brasil Bolsonaro: un 30% de gente que aún le sigue. Pero no tenemos 57 millones de personas neonazis en Brasil, que son los votos que recibió cuando ganó. 

Bolsonaro es un integralista, es el nazismo brasileño. Es fruto de este Brasil mierda de toda la vida. Así que no se trata solo de sacar a Bolsonaro del poder, sino de sacar al bolsonarismo de las estructuras del Estado y de las relaciones en la sociedad

Hay que decir que Brasil se ha construido sobre un genocidio negro de la gente esclavizada y un genocidio indígena. Brasil está muy mezclado, claro: es que las mujeres esclavizadas eran utilizadas de descargo de cama para sus dueños. Brasil es fruto de una violación. Así que Brasil es negro, es indígena y también es en parte europeo. En base a esto se construyó Brasil.

Entonces, ¿qué es Bolsonaro? Es, según mi punto de vista, la rémora de este Brasil imperial, de este Brasil racista. En el sur de Brasil tuvimos el mayor partido nazi fuera de Alemania. Ni siquiera aceptaban brasileños ahí dentro. Entonces, qué hizo Plínio Salgado, un brasileño un poco racializado nazi que no podía entrar ahí: dijo, vamos a formar nuestro propio partido nazi. Y ahí nacieron los integralistas. Bolsonaro es un integralista, es el nazismo brasileño. Es fruto de este Brasil mierda de toda la vida. Así que no se trata solo de sacar a Bolsonaro del poder, sino de sacar al bolsonarismo de las estructuras del Estado y de las relaciones en la sociedad.

¿Cómo avanzar en ese marco? ¿Existe la base para introducir cambios ambiciosos?
Yo no soy militante del Partido de los Trabajadores, pero tengo una foto de Lula en mi habitación. Lula es transversal. Vale, obviamente el PT no es un partido revolucionario, es un partido reformista. En los años que estuvo en el gobierno hizo un gobierno socialdemócrata, como puede ser el PSOE. Es más, son de la misma Internacional que el Partido Socialista Obrero Español. Pero Lula es Lula. Estas elecciones son plebiscitarias, no son unas elecciones normales: se vota entre estado de derecho, democrático, con una mínima humanidad, y Bolsonaro. La gente de Brasil no podemos permitirnos ir a una segunda vuelta, con lo cual no hay otra opción para sacar a Bolsonaro del poder en la primera vuelta que no sea votar a Lula da Silva.

Ojo. Me duele muchísimo hacer campaña para la candidatura de Lula, su vice era el mayor desahuciador de Sao Paulo. Era quien mandaba a toda la policía a pegar gente. No es un facha, está dentro de la democracia brasileña, pero es un neoliberal. Pero para que yo, una persona de izquierdas, vaya a votar a este hombre como vice, imagínate cómo está Brasil. Tenemos que seguir adelante. Estoy muy contenta de que este año, como cuatro años atrás, también hay muchas candidaturas de personas negras, de personas indígenas, de personas trans, de personas LGTBI. Tenemos que llenar el Congreso y el Senado porque Brasil es una república presidencialista —no un parlamentarismo— con lo cual tenemos que tener fuerza en el Congreso, porque si gana la candidatura de Lula, pero no tenemos el Congreso ni el Senado, adiós.

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