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Islamofobia
Islamofobia y creación del otro en Europa
Es 16 de octubre de 2020 y Francia está en shock. Un profesor de instituto ha sido degollado en un suburbio de París. Las piezas del crimen encajan en un relato ya establecido. Un joven fanático musulmán. Un docente que ha mostrado caricaturas sobre Mahoma en el aula. La puja entre el oscurantismo islámico y la muy francesa libertad de expresión. El escenario se polariza, los antecedentes son cercanos y están llenos de sangre. La matanza en la redacción de Charlie Hebdo en enero de 2015, el juicio contra varios acusados que se celebra durante esos mismos días, la decisión de la revista de republicar para la ocasión las polémicas viñetas. La respuesta desde el Gobierno también genera su respectivo shock. El 15 de diciembre se filtra el proyecto en el que el Ejecutivo francés viene trabajando: una ley contra el “separatismo religioso”. En ella se incluye la “carta de los imames”, un documento que prohíbe a los líderes religiosos hablar de “racismo de Estado”, según el medio Mediapart. El Gobierno, que defiende a capa y a espada la libertad de expresión, considera que acusarle de islamófobo genera radicalización y amenaza al país.
Los dos meses entre el crimen de París y la redacción de esta ley antiseparatismo han sido intensos. El gobierno Macron apunta a más de 50 organizaciones de la comunidad musulmana. Entre ellas destaca el Colectivo Contra la Islamofobia en Francia (CCIF), entidad que se disuelve el 27 de noviembre para no tener que aceptar la disolución del Ministerio de Interior. “Francia no es la campeona en libertad de expresión que pretende ser”, llega a denunciar el 12 de noviembre Amnistía Internacional en un comunicado en el que repasa los excesos del gobierno francés en su reacción al crimen.
Mientras, Emmanuel Macron y su ministro de interior, Gérald Darmanin, van sembrando en los medios una mezcla de conceptos que incluyen crisis del islam, islam político, radicalización, islamismo, amalgamando todo lo islámico y asociándolo con el terrorismo. Las elecciones no quedan tan lejos, y se multiplican las críticas apuntando a que Macron está allanando el camino para competir con la extrema derecha. El fundador del CCIF, Marwan Muhammad, alerta en las redes sociales: “Si no hay respuesta ante esta deriva, la extrema derecha —da igual a través de qué candidato y de qué partido— ganará las elecciones de 2022”.
Consenso islamófobo
El experto en estudios árabes e islámicos Daniel Gil-Benumeya subraya desde Madrid la particularidad del caso francés. En su opinión, “hay un consenso islamófobo que parece que atraviesa toda la sociedad y todo el arco político”. Para él, la situación va más allá del Islam: “Da la impresión de que se está buscando legislar de manera clara y decisiva la islamofobia, y probablemente el objetivo no sean solo las personas de culto musulmán, sino que también tenga que ver con el refuerzo de las estructuras de control social que en este caso se justifican por el peligro que representarían los musulmanes”.
Da la impresión de que se está buscando legislar de manera clara y decisiva la islamofobia en Francia, y probablemente el objetivo no sean solo las personas de culto musulmán, sino que también tenga que ver con el refuerzo de las estructuras de control social
A este experto le parece que el contexto español es muy distinto al francés. Aunque las cosas están cambiando en los últimos años. “Tenemos una formación ultraderechista que está utilizando un discurso abiertamente islamófobo”. Algo que, defiende, cala en el discurso público. No es solo Vox, “un sector de los medios se mira mucho en el espejo de Francia. Por ejemplo los discursos laicistas franceses parecen calcados, cuando realmente no tienen una transcripción clara en el Estado español, empezando porque España no es un país laico constitucionalmente”. La simpatía hacia los postulados franceses puede tratarse de una cuestión generacional. Aquellos que, durante la transición, miraban al país vecino en su anhelo por la modernización fueron los primeros en señalar, recuerda Gil-Benumeya, “el peligro multicultural relacionado con el islam”.
Algo que sí tienen en común Francia y España es haber sido objeto de atentados dentro de su territorio. Sin embargo, no es necesario haber sido víctima del terrorismo yihadista para encabezar los rankings islamófobos. Hungría, Italia y Polonia no han sufrido violencia yihadista, y sin embargo, el discurso antiislam está muy presente en estos países. Polonia, de hecho, casi no tiene población musulmana —representa menos del 0,1% de la ciudadanía—, lo que no le impide deportar frecuentemente a personas de este origen en virtud de una ley antiterrorista aprobada en 2016.
Antagonismo e identidad
¿Qué les pasa a Polonia y Hungría? El antropólogo canadiense Ivan Kalmar ha estudiado los discursos antiislam en ambos países: “El Islam ha sido considerado por mucho tiempo como enemigo de la Cristiandad. Esto juega un papel en el Este de Europa, que tiene experiencia histórica de guerras contra potencias musulmanes. Este es el caso del imperio otomano”.
“No consideramos a esta gente como refugiados sino como invasores musulmanes”, afirmaba el presidente húngaro Viktor Orban en una entrevista al medio alemán Bild en enero de 2018. Kalmar apunta cómo, ante la llegada de migrantes de origen musulmán en su camino hacia Alemania y otros países europeos, “el gobierno húngaro se presentó como defensor de la Europa cristiana, como los húngaros creen que lo fueron en la historia”.
Este antropólogo encuentra paralelismos en el modo en el que tanto Hungría como Polonia han tratado históricamente a las minorías judías y su trato actual de las minorías musulmanas. Islam y judaísmo “se han representado en el Occidente de formas similares”, pero tras el holocausto, “el antisemitismo explícito se volvió inaceptable en los círculos políticos, la islamofobia es mucho más aceptable. Pero la forma en la que se representa a los musulmanes como outsiders que (ahora con la migración) quieren destruir el occidente cristiano desde dentro, pulsa las viejas cuerdas antisemitas”.
Matteo Salvini también bebe de esa lógica, asumiendo el mandato de proteger la cultura occidental. Su omnipresencia en la arena política y en las redes ha hecho mella en la manera en la que los italianos perciben el Islam. “Ha hecho toda una campaña con el rosario en la mano, introduciendo más que nunca el discurso religioso en el debate público. Cuando era ministro de Interior, propuso poner un crucifijo en todas las dependencias, como símbolo de distinción frente a esa inmigración que llegaba”, resume la antropóloga Rosa Parisi.
Se da así la paradoja, explica, de que la polarización en torno a la religión integra el debate político, mientras que las instituciones religiosas apuestan por el diálogo. Con todo, Salvini siembra sobre terreno fértil: ya hay un sentido común que entiende como opuestos islam y catolicismo. Al islam se le relacionaba ya en Italia con “el retraso cultural, el régimen patriarcal, o los delitos de honor”, pero no ha sido hasta los últimos tiempos que “los temas religiosos han adquirido centralidad política, lo han querido llevar al plano del choque entre civilizaciones”.
“Hay una pandemia social envenenando a Europa, el odio a los musulmanes”, problematizaba un artículo publicado en The Guardian a finales de septiembre. Sus autoras apuntaban al hecho de la rápida designación en la Unión Europea de un Coordinador antiracismo como consecuencia del movimiento Black Lives Matter e instaba a abordar del mismo modo el odio contra las personas musulmanas.
“Los prejuicios contra los musulmanes existen en cada esquina de Europa. No solo devaluamos colectivamente y discriminamos a los europeos que sigue el islam, sino que la incidencia de la violencia contra las personas musulmanas están incrementándose”, se afirmaba en el artículo. Yasemin Menouar es una de sus autoras y dirige el proyecto del observatorio de religión en la Bertelsmann Stiftung en Alemania. En conversación con El Salto, apunta a estas dinámicas como un camino que redunda en “el viejo y peligroso juego del amigo-enemigo. Peligroso porque promueve la islamofobia y la hostilidad hacia los musulmanes y divide a la sociedad”.
En Alemania, la islamofobia trasciende el discurso; solo en el segundo trimestre de 2020 el Ministerio de Interior alemán contabilizaba 188 ataques contra musulmanes. En el trasfondo, según el observatorio sobre religión que dirige Menouar, “un 13% de las y los alemanes son hostiles hacia los musulmanes y se plantean prohibir su migración”, sin llegar a esa radicalidad, la desconfianza hacia este colectivo está extendida en la mitad de la población. “Esta mirada antidiversidad pone en peligro naturalmente una cultura política moderna y cosmopolita”, alerta esta socióloga. Una mirada que no tiene tanta base religiosa como contenido político.
Separatismo islamista.
Cuando Macron habla de legislar para luchar contra el “separatismo islamista” está conjugando lo que considera una amenaza para la identidad francesa, un reto que podrá abordarse creando un islam francés. Se opera en cierta medida una reducción de las problemáticas que aquejan a la población musulmana a una cuestión de religión. Para Menouar, la simplificación facilita esta alterización: “Hay una tendencia a reducir a la gente de origen musulmán a la religión, sean religiosos o no. A menudo un determinado aspecto o un determinado nombre es suficiente. Eso, desde luego, es racista. Quienes no son religiosos, o lo son ligeramente, sostienen que los modos de vida de las personas musulmanas son mucho más diversos de lo que la gente cree”.
“Hay una tendencia a reducir a la gente de origen musulmán a la religión, sean religiosos o no. A menudo un determinado aspecto o un determinado nombre es suficiente. Eso, desde luego, es racista”
La experta no niega que los musulmanes tiendan a ser más religiosos que otras comunidades. Y previene ante la tentación de dividir a los musulmanes en “buenos” musulmanes laicos y “malos” musulmanes practicantes. “Nuestro observatorio muestra, sin embargo, que los musulmanes religiosos han encontrado desde hace tiempo maneras independientes y pragmáticas de reconciliar su religiosidad con la vida en sociedades lacias. El islam ya lleva tiempo ‘europeizándose’”.
Gil-Benumeya alerta también ante el peligro de dividir a los musulmanes en buenos y malos: “Hay que pensar si para defender los derechos de los colectivos sociales te tienen que caer bien o no. ¿Los salafistas no nos gustan y entonces es legítimo que se permita que se les trate como terroristas?”. El investigador opina que “los derechos se tienen que defender al margen de que en el ejercicio de esos derechos aparezcan cosas con las que puedas no estar de acuerdo, por ejemplo el conservadurismo en sus múltiples facetas”.
Izquierda e Islam
En Sumisión (Anagrama, 2019), el polémico escritor Michel Houellebecq imagina un escenario en el que un islamista moderado llega a la presidencia en las elecciones de 2022. El libro, publicado originalmente en 2015 — año de los atentados de Charlie Hebdo y de la sala de fiestas Bataclan— por el cual el autor fue acusado de islamofobia, pone sobre la mesa varias cuestiones interesantes. En primer lugar, materializa la distopía de las derechas populistas: finalmente el Islam ha vencido en la Europa cristiana y ocupará ni más ni menos que la presidencia de la República. Por otro lado, ese ascenso al poder llega de la mano de una izquierda cómplice, desahuciada electoralmente, que prefiere apostar por el islam político que permitir que un partido de extrema derecha acceda al poder.
Considerar a la izquierda cómplice del islam es un clásico de la derecha —en Francia se usa el término islamo-gauchisme—, con manifestaciones extremas como la masacre de la isla noruega de Utoya, en 2011, cuando un ultraderechista mató a más de 70 miembros de las juventudes laboristas, como represalia por su tolerancia hacia el Islam.
“Según la perspectiva desde la que se mire, se piensa que la izquierda es islamófoba o islamófila. Yo creo que la mayor parte de la izquierda en Europa no es que sea neutra pero se pone de perfil”, considera Gil-Benumeya. Para este investigador, la izquierda a menudo desde una postura y otra cae en una idea simplificadora y alterizante del Islam, como algo extraño a la sociedad. También, alerta frente a un sentido común que “considera que el islam es un bloque homogéneo y por tanto se critica o se acepta globalmente”.
El investigador identifica dos tendencias en la izquierda: una es buscar interlocutores a la medida, algo que puede llevar a ignorar que hay otras tendencias “menos agradables” dentro del Islam. La otra sería una islamofobia de izquierdas que, aunque impugne el islam como al resto de religiones, “en la práctica ese rechazo se activa siempre en presencia del islam, no en presencia de la religión católica, porque nadie discute las fiestas católicas. Lo católico se resignifica como práctica cultural, mientras que lo islámico se considera solamente religioso, se alteriza”.
“Date cuenta de que al final nosotras somos las que más sufrimos toda la opresión que ejerce la religión sobre nosotras, y entonces cuando nosotras decimos ‘basta’, que se nos siga reprobando desde la izquierda nos parece vergonzoso”
Para Saliha Ahouari, trabajadora social madrileña de origen marroquí, el Islam no es lo otro, es la religión de la que procede y a la que critica, y le decepciona cómo la izquierda o el feminismo abordan la cuestión islámica. Ella, como pasa con muchas otras mujeres de origen cristiano, denuncia sin reparos lo que considera opresiones de la religión en la que se socializó y considera que, junto a otras mujeres de origen musulmán críticas con el Islam, están pagando un alto precio por alzar la voz. “Date cuenta de que al final nosotras somos las que más sufrimos toda la opresión que ejerce la religión sobre nosotras, y entonces cuando nosotras decimos ‘basta’, que se nos siga reprobando desde la izquierda nos parece vergonzoso, porque es desde la izquierda donde deberíamos poder ampararnos para establecer vías de diálogo para dar cabida el derecho a la libre elección de una religión”.
Desalterizar
Gil-Benumeya no es ajeno a estas tensiones: “Se teme que la crítica al Islam aboque a alimentar los discursos islamófobos. Pero dentro del islam hay un montón de críticas”. Debates en torno a la cuestión patriarcal, respecto los derechos de las disidencias sexuales, o a los principios de autoridad clásicos y tradicionales del islam, “que es una crítica que desde dentro de esa religión se lleva haciendo desde hace casi 200 años: se dice que también es alimentar la islamofobia. Eso, a lo que lleva finalmente es a alimentar esta idea de que el islam es un bloque y tiene que comportarse como un bloque”. El investigador apunta a que la dinámica actual de las redes sociales podría potenciar este proceso.
Ahouari, por su parte, no pone en cuestión la islamofobia como “una situación que está sufriendo la población árabo-musulmana en todos sus sentidos”, pero desde una perspectiva crítica, insiste en que puede ser usado para “victimizarse y evitar debates”. ¿Cómo combatir el racismo antimusulmán y al mismo tiempo entender que las personas de origen musulmán son un cuerpo complejo con muchas maneras distintas de vivir la religiosidad e incluso de rechazarla? ¿Cómo no caer en el mecanismo de dividir a los musulmanes en buenos y malos en función de cómo viven su religión, y criminalizar a lo practicantes?
Parisi considera que los esfuerzos por deconstruir los estereotipos no alcanzan, que esa estrategia ya ha probado su ineficacia. “Yo creo que hay que construir una dimensión común, construir trayectorias que lleven a unir a las personas, a construir visiones comunes de la realidad”. Así, esta antropóloga italiana piensa que es en las prácticas comunes donde se salvan las distancias y se vencen las fobias. Para Ahouari es necesario que las mujeres blancas no legitimen para las demás lo que no aceptan para sí: “Que lo que no es bueno para mí tampoco es bueno para el otro. Me parece que es importante que se reflexione sobre ello”.
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Sacar a la religión -a todas las religiones- del espacio público. Fuera de las escuelas, del ejército, de los juzgados... En la intimidad cada cual es libre de adorar a los dioses que quiera, pero el esfuerzo debe ser enorme para que las futuras generaciones desarrollen un pensamiento crítico que les permita liberarse del misticismo y los sectarismos aprendidos en el hogar.
No puede permitirse un debate público entre hechos probados por la ciencia y monsergas recitadas por un cura, pastora, chamán o gurú. Así se les da legitimidad. Sus "verdades" deben ser expuestas como lo que son: patrañas que históricamente han conducido a la guerra, a la injusticia y a la persecución del diferente.
Nuestro objetivo debe ser un mundo sin religiones. Pero, eso sí, no será posible cambiar la mentalidad de millones de fieles, hay que centrarse en preparar el camino liberador para sus hijas e hijos, para sus nietas y nietos.
También es gracioso que la entrevistada acuse a musulmanes de victimismo al tiempo que se hace la víctima.
"Que lo que no es bueno para mí tampoco es bueno para el otro. Me parece que es importante que se reflexione sobre ello" es curioso como en estos casos siempre comparan a las blancas con las musulmanas y nunca con mujeres de otras comunidades igual o más machistas. Nunca dicen "el feminismo también debe ser para las hindús; o para las gitanas o para las judías ortodoxas" no por lo visto el feminismo tiene que ser SOLO para los musulmanes.
Otra cosa que me llama la atención es que haya tantas activistas de origen musulmán que viven en Occidente atacando el islam y dando la chapa con lo machista que es. La India que es un país de mayoría hindú es el país más machista del mundo y tú nunca verás a mujeres hindús atacando su religión y su cultura.
Date cuenta de que al final nosotras somos las que más sufrimos toda la opresión que ejerce la religión sobre nosotras, y entonces cuando nosotras decimos ‘basta’, que se nos siga reprobando desde la izquierda nos parece vergonzoso, porque es desde la izquierda donde deberíamos poder ampararnos para establecer vías de diálogo para dar cabida el derecho a la libre elección de una religión”.
Esto tiene que ser una broma. La mayoría de los izquierdistas españoles desprecian el Islam y aborrecen a los musulmanes. No hay más que ver cómo atacan constantemente al islam; apoyan a Assad; apoyan a los terroristas del Pkk; justifican que China meta a musulmanes en campos de concentración; niegan el Genocidio Bosnio Qué más quiere esa mujer? Qué más tiene que hacer la izquierda española para demostrar que odia el islam?
Bastante tenemos ya con nuestros integristas católicos, abogados cristianos, gentuza provida, franquistas, etc etc, como para tener que seguir discutiendo aspectos de nuesta sociedad como el laicismo, el respeto a la mujer, etc, con gente de otra religión, la cuál tiene por delante todavía más recorrido por hacer que nuestra querida iglesia católica. A modo de ejemplo cercano, aquí tenemos también desde hace seis siglos un grupo humano que sigue pretendiendo vivir a su aire, y dentro del cuál la mujer o las personas homosexuales tienen su vida más reducida que los varones.
La gente con escrúpulos morales tenemos muy jodido el convivir junto a las personas fanáticas, sean éstas de la índole que sean. Aquí, frente a los incombustibles descerebrados y cobardes fascistas, tenemos que lidiar con gente más o menos decente que cree que hablando siempre se entiende la gente. Así, se van cediendo cada vez más parcelas de laicidad, respeto a la mujer, respeto a sexualidades diversas, etc. etc. Entiendo que muchos musulmanes quieran venir y no me parece mal siempre que se adapten en general a los usos y costumbres que tenemos. Tampoco se obliga a nadie a comer cerdo, ajoarriero o bailar la jota. Quiero decir que, en general, se vive y deja vivir. Ahora bien, si para ti es tan importante la fé musulmana, siempre se pueden ir a Arabia u otros destinos islámicos donde los derechos humanos y sociales son respetados hasta la extenuación.
El camino es ayudar a los y las norafricanxs que quieren liberarse del yugo religioso, mujeres que no quieren llevar velo allí, homosexuales, etc.
Nos estamos para ayudar con el sentido paternalista de Occidente, sino para cooperar con aquellos hermanos y hermanas que abran el camino a la liberación del yugo de la liberación de la religión islámica. Pero son ellos los protagonistas y los únicos que lo pueden hacer posible.
No lo pueden hacer, están bajón en yugo de las dictaduras con un fuerte aparato de represión armado por potencias que les importa poco que se liberen o no, ni tampoco se formen, si tuviesen una buena formacion sería algo distinto, seguirá todo igual o quizás peor.
Por supuesto que lo pueden hacer. Nosotras pudimos sin referente anteriores y sin ayuda ninguna y ellos tienen nuestros referentes y el apoyo de muchos intelectuales, entidades, ONG y organismos varios; por no hablar de la figura del refugiado, que para muchos quisieran, aquellos que desembarcaron en LATINOAMÉRICA Y EN LA ISLA ELLIS (NUEVA YORK) en el siglo pasado, por ejemplo.
Durante 40 años de dictadura nadie decía nada, al contrario, aplaudian al dictador.
La “derecha xenófoba” o la “izquierda tolerante”, ja, ja, ja, queriendo crear un engendro de musulmán secular cual monstruo de Frankeinstein. El principio de secularidad no existe en ningún país islámico, a ver si aprendemos un poco de geopolítica. El Islam es Estado, es identidad y es tradición, y se cuela en cada uno de los resquicios de la vida pública, coaccionando la voluntad del individuo. El problema al que nos enfrentamos es real y no es una minoría. Crece y crece por el descontento social, por el paro, por la falta de oportunidades, como alternativa a la pérdida de identidad de los que migran a los países destino. Pero nos tiene que quedar claro a todas, que la solución no es empatizar con ninguna religión y menos con el Islam. Así que empecemos por no alimentar al monstruo en nuestras organizaciones políticas, estatales, de enseñanza y sobre todo en los medios, mostrando un islam secularizado que no existe y que no es posible a todas luces.
Así es, la umna islámica no es sólo una religión, es un estado y una sociedad.
Blanquear los crímenes de la religión a estas alturas, es retroceder en derechos sociales adquiridos durante siglos con el sufrimiento y la muerte de millones de personas. No hay religión buena. Ya está bien de que la izquierda en Europa no se posicione. ¿Estamos ciegos o qué? ¿Cuántos hombres veis con chilaba en Podemos? Eso si, mujeres con hijab, como arma instrumentalista de integración en el feminismo laico de la izquierda, a puñados. Cuando todos sabemos que significa llevar el hijab y cuales son las razones que se le atribuye a no mostrar el cabello. La izquierda está perdida si cree que con estos gestos va a promover una política de integración y de mejora en las condiciones de vida de muchas personas. Lo único que va a crear es una fuerza con una identidad propia dentro de nuestras filas, que destruirá siglos de lucha para crear sociedades laicas sin atisbo alguna de retrógradas supercherías. El futuro es laico o no será.
Un musulmán piensa que el Corán es la revelación divina y hay que seguirlo, ¿sabes ustedes qué es un ateo según la revelación?
Voy a combatir al islam como vengo haciendo con el catolicismo en un estado laico. Soy de izquierdas y la religión es un arma de control social y político que hay que enfrentar y punto. A otros lobos con ese cuento maniqueo de los pobres musulmanes . La ficción se combate con la educación, la ciencia y la lucha de clases, no con la perpetuación de dioses falsos ni peroratas de falsos profetas. Nos tiene que irse muy claro que no poder publicar una tira cómica sobre Mahoma es algo pero que muy grave y no hay excusa posible. Y más dentro de la izquierda. Ya está bien de tanto complejo identitario.
Uno de los mayores logros de la civilización occidental ha sido separar la iglesia del estado. Es cierto que en unos países mas que en otros pero que en plena cuaresma o semana santa uno pueda comerse un chuletón en cualquier sitio sin ningún problema es un ejercicio de libertad que, de tan acostumbrados como estamos, hemos dejado de valorar. Este tipo de libertad religiosa es muy difícil de encontrar en las sociedades musulmanas. No podemos consentir que el estado trate de condicionar nuestra libertad religiosa, el que quiera ser musulmán que lo sea libremente. Ahora bien: tampoco se debe consentir que la religión controle nuestra libertad de expresión. Nadie debe sentirse amenazado por publicar o enseñar una caricatura de Mahoma. Si hay que elegir, que no lo se, yo elijo la libertad de expresión. Si hay que cerrar todas las mezquitas de Europa para que una sola persona pueda dibujar sin miedo a represalias una caricatura, por mi que se cierren. Y no es islamofobia; lo mismo pienso de las iglesias, las sinagogas, los templos budistas y lo que os de la gana.
Creo que si cualquier abrahamanico intenta poner en práctica política un credo, debe ser reprimido con dureza y ejemplarizad. Ya no digo nada sobre las prácticas religiosas monoteístas porque, en fin, qué le vamos a hacer. Pero aguantar a evangélicos, opusinos, salafistas, sionistas... y tratarlo como una identidad respetable? Permitir que articulen la vida común? Por mi, no. Ni fobia, ni Filia. Ya no puedo más con sus lloriqueos, robos, violencia estructural y física. Mis mejillas que no las toquen pero podemos arreglar las suyas, faltaría más.
Yo creo que habría que dar ayudas a parados musulmanes, a mujeres en paro y SOBRE TODO a parados cabreados con la izquierda caviar y el fascismo manipulador, relacionados los dos desde el 74. Así todos contentos y nadie enfadado.
Soy ateo, dicen que el Islam es una amenaza, hay más de 1500 millones de musulmanes, millones comparten lengua y religión, sólo eso, la mayoría de sus dirigentes son dictadores y corruptos, metidos en guerras y oprimen a sus pueblos, divididos todos y abandonados, la mayoría son refugiados e inmigrantes y siguen emigrando exponiendo sus vidas en el mar porque en sus países no encuentran futuro, no hay estabilidad, no hay educación, no hay sanidad, no hay nada, sus dirigentes y los que les apoyan es lo que quieren (PAN Y CIRCO ), que nunca levanten cabeza, son repudiados por todo el mundo igual pasa con los llamados subsaharianos , está es la amenaza del pueblo musulmán.
a los que tienen atrapados dentro y no les permiten salir como están reprimidos no se sabe si serian chungos o no