We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
En una época como la actual en la que los conflictos internacionales vuelven a acumularse, el mundo tiembla cuando son dos potencias nucleares las que se ven involucradas en una escalada violenta. La brutal ofensiva de Israel contra la población gazatí, la guerra de Ucrania o las tensiones alrededor de la isla de Taiwán son algunos de los polvorines que interpelan a la comunidad internacional. Sin embargo, no hay que olvidar otra disputa latente y exponencialmente peligrosa, como es la que enfrenta desde hace más de medio siglo a las potencias nucleares de India y Pakistán.
La tensión ha sido máxima a lo largo de la frontera entre estos dos países y, en especial, en la región de Cachemira, desde la partición de la India británica en 1947, cuando el subcontinente se dividió en las actuales República de la India y República Islámica de Pakistán. Durante más de siete décadas, ambos países han protagonizado cuatro guerras abiertas por esta tierra montañosa, además de conflictos indirectos como el apoyo a grupos insurgentes y actos de terrorismo transfronterizos a un lado y otro de la llamada Línea de Control (LOC por sus siglas en inglés), la frontera militar que divide el territorio indio de Jammu y Cachemira y las provincias de Gilgit-Baltistán y Azad Cachemira que administra Pakistán.
Todo ello ha convertido este conflicto en una inagotable fuente de inestabilidad para el continente asiático, igual que lo es para Omar Habeeb y Afsana Kausar, un matrimonio indo-pakistaní con tres hijos menores a su cargo que lleva cuatro años viviendo en Barcelona, tratando de huir del conflicto y también de las amenazas de muerte de algunos de sus familiares por rechazo a su enlace matrimonial.
La inviabilidad política y social de su unión es tal que, incluso en los Emiratos Árabes Unidos, país en el que se conocieron y se casaron, el matrimonio no pudo llevar una vida normal debido a las ya mencionadas amenazas y a un accidente que les cambió la vida, dejando a Omar con una discapacidad del 73 %. Tanto él como Afsana siempre han sospechado que dicho incidente fue en realidad una agresión orquestada por el entorno de la hermana de Omar, S. [nos referiremos a ella con su inicial], como respuesta a su matrimonio, ya que ella siempre fue la principal detractora de su unión, llegando a amenazar de muerte a Afsana con un cuchillo delante de sus propios hijos, según relata la pareja.
A pesar de la situación de persecución que les hizo probar suerte y de reconocer que no pueden regresar a sus países ni tampoco a los Emiratos, España les ha denegado tanto el asilo como la protección subsidiaria
A pesar de esta difícil situación y de reconocer que no pueden regresar a sus países ni tampoco a los Emiratos, España les ha denegado tanto el asilo como la protección subsidiaria. De hecho, el Ministerio del Interior no ha tenido en cuenta ni la discapacidad de Omar ni los informes psicológicos de los tres menores, a los cuales se les ha diagnosticado un Trastorno de Estrés Postraumático por las situaciones de discriminación y violencia vividas en el país de origen. Dicho trastorno les ha provocado otras sintomatologías como sobreingesta, dificultad para dormir, pesadillas, miedo, irritabilidad, explosiones de rabia y depresión. Todos estos síntomas aparecen de manera reactiva a los eventos del pasado, sobre todo al recuerdo de su tía amenazando con un cuchillo a su madre.
Omar y Afsana, un amor convertido en un calvario
Omar, musulmán de nacionalidad india, y Afsana, ciudadana pakistaní nacida en Dubái, se conocieron en la ciudad emiratí cuando aún tenían toda la vida por delante. Muy desvinculados de sus países de origen, Omar había emigrado a Dubái con tan solo seis meses, mientras que Afsana ya nació en la ciudad emiratí y solo pasó unos años en Pakistán antes de volver al Emirato, se enamoraron sin llegar a pensar que sus pasaportes les llevarían a vivir un calvario en un futuro no tan lejano.“Nunca imaginé que pasaría esto. Al principio éramos felices con nuestra vida en Dubái. Llevábamos una vida normal y trabajábamos. Todo cambió cuando Omar tuvo el accidente en el que creemos que alguien lo empujó. Todos los problemas empezaron a partir de ese momento”, cuenta a El Salto una Afsana totalmente descompuesta.
Tras ser ingresado en Dubái, Omar empezó a perder la memoria, a sentir un dolor constante en la cabeza y poco a poco también perdió movilidad en el lado derecho del cuerpo. Fue entonces cuando el matrimonio empezó una yinkana de viajes a Pakistán y la India para tratar de obtener un diagnóstico y un tratamiento.
En Pakistán, concretamente en Cachemira, de dónde es originaria la familia de Afsana, Omar pudo entrar pese a su nacionalidad india con un visado humanitario. Sin embargo, pronto empezó a recibir advertencias de que no estaba seguro allí. Afsana denuncia que les amenazaron con encarcelar a su marido porque creían que era un espía indio. Tras 20 días en los que Omar estuvo totalmente vigilado, acabaron saliendo del país sin poder obtener un diagnóstico y menos aún un tratamiento. Afsana recuerda con miedo su última estancia allí y recuerda que en su región la entrada de extranjeros está muy limitada, al tratarse de una zona completamente militarizada, por lo que no es difícil de entender cómo de inviable sería vivir allí con un marido y unos hijos que tienen pasaporte indio.
Personas refugiadas
Día Mundial de las Personas Refugiadas España es el tercer estado europeo que más solicitudes de asilo deniega
El siguiente país al que acudieron fue la India. Allí, la situación aún se complicó más si cabe, puesto que Afsana no pudo ni obtener un visado por ser pakistaní pese a intentarlo en distintos aeropuertos del país. “Me acusaron de terrorista y me recordaron que había muchas incursiones desde mi lugar de procedencia”, cuenta. Omar sí que pudo finalmente entrar en el país acompañado únicamente de su hija de 10 años. Una vez allí, le diagnosticaron neurodegeneración asociada a pantotenato quinasa, una neurodegeneración que genera una enfermedad degenerativa del cerebro que conduce a parkinsonismo, distonía, demencia y finalmente la muerte. Esta neurodegeneración aparece por el exceso de hierro que progresivamente va saturando el tejido cerebral. No obstante, los médicos indios no le llegaron a dar ningún tratamiento.
De vuelta en Dubái, el panorama era aún peor. Relatan que la hermana de Omar le obligó a firmar unos papeles por los que el matrimonio asegura que le cedieron la empresa de exportación de equipos electrónicos que hasta ese momento habían gestionado conjuntamente, y la cual les había dado una vida económicamente estable y cómoda en la ciudad emiratí.
Además, S. habría exigido a Afsana que se divorciara de su hermano y se marchara a Pakistán. Esto suponía que sus tres hijos, de nacionalidad india, se quedarían con Omar y difícilmente volverían a ver a su madre. “Fue una época muy difícil para mí. Me dijo que si no me divorciaba me mataría y me enterraría en el desierto de Dubái”.
Cuando Afsana fue a denunciarla a la policía, se encontró con la cruel realidad que viven millones de extranjeros en los Emiratos, que no es otra que la imposibilidad de defenderse frente a una ciudadana con pasaporte emiratí. S. obtuvo la nacionalidad al casarse con un alto cargo del ejército del país, A.M.A.. “El marido de mi hermana es un hombre muy poderoso. Trabaja para los reyes”, comenta Omar, resignado. Para más inri, explican, un hijo de este matrimonio trabajaría en la policía. Así pues, los agentes no solo hicieron caso omiso de la denuncia de Afsana, sino que opinaron que S. tenía razón cuando le decía que debía entregarle a sus hijos porque ella sí que tenía recursos para mantenerlos.
Sin poder evitar que se le salten las lágrimas, Afsana añade: “En esa época no teníamos nada, ni dinero para comida. Fui a la Cruz Roja de Dubái, pero no me dieron nada porque según mi visado no constaba que fuera una persona necesitada”.
Fue el hermano de Afsana quien la animó a huir a Europa, recordándole el caso de la princesa jordana Haya Bint Al Husein, quien se casó con el vicepresidente y primer ministro de los Emiratos, Mohamed bin Rashid Al Maktum. En mayo de 2019, la princesa huyó a Gran Bretaña con sus dos hijos tras recibir amenazas de su marido, quien también había llegado a secuestrar y medicar por la fuerza a los niños, como terminó dictaminando la justicia británica un año después.
Afsana ganó tiempo con su cuñada pidiéndole un par de meses antes de divorciarse de su marido con la excusa de que tenía que terminar de arreglar sus papeles con el consulado pakistaní, y fue entonces cuando llevó a Omar y a sus hijos a España. “Justo al llegar al aeropuerto [la hermana de Omar] me llamó y me dijo que me tenía geolocalizada y que sabía dónde estaba. También me dijo que si volvía a los Emiratos me mataría”, recuerda con angustia.
A pesar de las esperanzas de la familia por qué su situación mejorase ya en territorio europeo, el destino aún les tenía preparadas más barreras. Tan solo al llegar, se quedaron sin nada después de que la persona que envió la agencia de viajes a recogerles al aeropuerto les quitara todo el dinero que llevaban encima. Tuvieron que dormir en la calle, hasta que la policía los ayudó cuando uno de sus hijos enfermó. Afsana insiste en agradecer a la Cruz Roja, a la Fundación Apip-Acam y a los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Barcelona toda la ayuda que han recibido desde entonces, pero teme quedarse otra vez sin nada si el gobierno los deja indocumentados.
Resoluciones llenas de errores y situación de desamparo legal
De hecho, esta preocupación es la que también tienen las personas de su entorno. Y es que ni la situación geopolítica de India y Pakistán, ni las amenazas que recibieron en los Emiratos, ni la condición de discapacitado de Omar han convencido al Ministerio del Interior para otorgarles ni el asilo ni la protección subsidiaria.Fuentes jurídicas que conocen el caso explican a El Salto que lo que más les sorprende es que el Ministerio no les conceda la protección internacional ni tan siquiera por motivos humanitarios, dado el pésimo diagnóstico médico de Omar, quién ha aportado informes clínicos del Parc Sanitari Pere Virgili y del Hospital del Mar de Barcelona, a los que ha tenido acceso este diario, que confirman que padece una “enfermedad cerebral por depósitos de hierro con afectación grave y de inicio en la edad adulta” que le causa un “deterioro cognitivo de tipo frontal”. Según los médicos, dicha afección pudo desencadenarse por la agresión que sufrió cuando se golpeó la cabeza.
Además, esta enfermedad, que en los informes se califica de rara, le ha terminado provocando un “cuadro de parkinsonismo grave”. En este sentido, los médicos afirman que Omar tiene una “dependencia absoluta desde todos los puntos de vista: imposibilidad de realizar actividades básicas, avanzadas o instrumentales del día a día con alto riesgo de caídas”. “El paciente requiere una supervisión neurológica continuada y un soporte social que garantice tanto su seguridad como la de su familia”, concluyen.Fuentes jurídicas que conocen el caso explican que lo que más les sorprende es que el Ministerio no les conceda la protección internacional ni tan siquiera por motivos humanitarios, dado el pésimo diagnóstico médico de Omar
Dichas fuentes jurídicas también denuncian a este diario que las resoluciones denegatorias que han recibido tanto Omar como Afsana están llenas de errores e incongruencias. La más flagrante es que la misma resolución reconoce textualmente que “las condiciones en Cachemira no hacen posible un retorno en condiciones de seguridad y estabilidad, lo que lleva a considerar como real el potencial riesgo al que se enfrentarían ante un posible retorno a esta zona de conflicto”, añadiendo que “se puede concluir que en los presentes casos se dan los supuestos legales para la concesión a los interesados de la protección subsidiaria”.
Sin embargo, dicha resolución termina dictando desfavorablemente tanto a la petición de asilo como a la de protección subsidiaria. Es importante recordar que esta última consiste en la no devolución ni expulsión de las personas a las que se les haya reconocido porque se cree que podrían estar expuestas a sufrir daños graves.
Precisamente esta misma reflexión es la que la resolución expresa respecto al caso de Omar y Afsana: “El retorno a su país de origen o residencia le situaría ante un potencial riesgo para su seguridad e integridad”, en referencia, pues, no solo a la India y Pakistán, sino también a los Emiratos. Tanto las fuentes jurídicas pertenecientes a este caso como otras consultadas alegan que nunca habían visto una resolución de esta naturaleza, que fundamenta a favor y resuelve en contra sin justificación alguna.
Más allá de este sin sentido, las resoluciones, a las que también ha tenido acceso este diario, están llenas de errores, incongruencias y omisiones de información aportada por los solicitantes y que son sumamente relevantes para el caso. Las más importantes perjudican gravemente los argumentos del matrimonio para solicitar el asilo. Una de ellas es que la resolución afirma no poder certificar que Afsana sea originaria de Azad Cachemira, cuando así lo indica su número de pasaporte, el cual empieza por AJ, que es como empiezan todos los pasaportes de los ciudadanos provenientes de la región de Azad Jammu y Cachemira.Por otro lado, la resolución responde que en su solicitud Omar no explica por qué motivo podría ser encarcelado en Pakistán, pero el mismo documento del Ministerio reconoce que la región de Cachemira controlada por este país ya no solo puede ser peligrosa para los ciudadanos indios, sino para los mismos ciudadanos pakistaníes. En concreto, el texto reconoce que Pakistán controla “la seguridad, la justicia y la toma de decisiones sobre los asuntos políticos más relevantes” de la zona y que “cualquier actividad política e ideológica que sea contraria a la política de dicho país queda totalmente prohibida”. También añade que el país deniega la renovación de pasaporte a sus ciudadanos de la zona “cuando hay sospechas que la persona cuestiona el control de Pakistán sobre la zona”. Cabe añadir que la región no forma constitucionalmente parte de Pakistán, con lo que esto puede significar en materia de derechos humanos.
Una de las omisiones más significativas por parte del Ministerio es la de toda aquella información relacionada con la situación de desprotección que sufrían Omar y Afsana en los Emiratos, aunque la misma resolución parece reconocer esta vulnerabilidad cuando incluye el país de residencia a los lugares donde los solicitantes no pueden regresar en condiciones de seguridad.
Un buen ejemplo es que las personas que amenazaron al matrimonio eran ciudadanos emiratíes, siendo A.M.A. un alto cargo del ejército. También omiten toda la información aportada que recuerda que son varias las organizaciones humanitarias internacionales (Human Right Watch, Commonwealth Human Rights Initiative y Amnistía Internacional, entre otros), que han denunciado que el sistema laboral y social de EAU no es más que “una forma de esclavitud moderna” y que los migrantes no tienen acceso a la sanidad pública del país.
En cuanto a los errores, algunos de los más llamativos son la confusión en la nacionalidad de Afsana (algo sumamente importante para este caso), llegándole a pedir su documentación india cuando es pakistaní; el sexo de uno de los menores; la aparición de un nombre totalmente ajeno al núcleo familiar; la omisión de informes clínicos aportados por Omar sobre su discapacidad; la lengua en la que hicieron su primera entrevista para pedir el asilo (la hicieron en urdu y la resolución dice que fue en árabe); entre otros. No deja de ser sumamente sorprendente también que las resoluciones tergiversen o directamente se inventen hechos en los testimonios de Omar y Afsana.
Las fuentes jurídicas conocedoras de los recursos admiten con frustración que muchos de estos errores perjudican gravemente al matrimonio, puesto que el Ministerio ha terminado valorando un caso muy distinto al real. Sin embargo, también se muestran sorprendidas de que no hayan autorizado su residencia en España por razones humanitarias, autorización que se concede por ejemplo a los ciudadanos de Venezuela por la situación de su país, cuando en el caso de esta familia es evidente su vulnerabilidad, ya solo por la situación sanitaria de Omar, la cual, de hecho, ni ha sido valorada en la resolución, cosa que viola directivas europeas y jurisprudencia del mismo Tribunal Supremo español.
“Le hemos dado toda la documentación que tenemos al Ministerio”, cuenta desesperada Afsana. “¿A dónde nos deportarán? ¿A India? ¿A Pakistán? Son mis niños”
¿Qué pasará a partir de ahora?
Como el Ministerio nunca llegó a responder los recursos de reposición, Afsana y Omar se encuentran a la espera de que la Audiencia Nacional resuelva el recurso contencioso-administrativo que interpuso un abogado de oficio. De igual manera, el matrimonio espera mantener la condición de solicitantes de asilo al haber pedido la suspensión cautelar de los efectos de las resoluciones denegatorias.Si la Audiencia Nacional desestimara el recurso interpuesto, se quedarían indocumentados y ello significaría quedarse también sin ayudas y sin el piso de protección oficial en el que viven con sus tres hijos, algo que dejaría a esta familia en una situación totalmente catastrófica. Una trabajadora social consultada advierte que, si lo peor ocurriera, la DGAIA no dejaría que tres menores se quedaran en la calle, y procedería a acogerlos, separándolos, pues, de su madre, que es, precisamente, de lo que han tenido que huir en un país que considera que los hijos son solo del padre.
“Le hemos dado toda la documentación que tenemos al Ministerio”, cuenta desesperada Afsana. “¿A dónde nos deportarán? ¿A India? ¿A Pakistán? Son mis niños”. “Vinimos a España porque aquí hay libertad. Yo quiero la libertad. Tengo dos niñas y ni Pakistán ni India son países seguros para las mujeres”, añade. “No sé qué más podemos hacer España. Siempre estoy pensando y dándole vueltas a las cosas. Estoy frustrado por mis hijos y muy preocupado por su futuro cuando yo muera”, lamenta Omar.
Sea cual sea lo que les tiene deparado el destino, parece prácticamente imposible que regresen juntos a la India o Pakistán, puesto que el conflicto entre estos dos países por la región de Cachemira sigue profundamente enquistado. Además de las ya mencionadas incursiones a lado y lado de la LOC, los atentados en territorio indio son algo habitual, así como la respuesta en forma de represión y brutalidad policial, siendo la región de la India donde en más muertes está implicada la policía. En el otro lado de la LOC, en Pakistán, la situación no es mucho mejor. Además de las ya mencionadas restricciones que sufren los ciudadanos de la región respecto a su pasaporte y sus derechos civiles y políticos, organizaciones internacionales han denunciado la vulneración estructural de derechos humanos.
Y si la política es, en principio, la herramienta para corregir esta tendencia, en los últimos años ha servido para todo lo contrario. Lo demuestra la abolición por parte de la India del artículo 370 de su Constitución, el cual permitía que dicho estado tuviera una considerable autonomía, además de otorgar privilegios especiales a los residentes permanentes, incluidos los trabajos del gobierno estatal y el derecho exclusivo a la propiedad en el estado. Con esto se buscaba proteger el distintivo carácter demográfico del estado, el único de mayoría musulmana en la India. Por otro lado, las claras evidencias del apoyo de Pakistán a los grupos islamistas que han cometido los atentados en territorio indio no han hecho más que retroalimentar la escalada de hostilidades.
Relacionadas
Cádiz
Derechos Humanos Algeciras se moviliza contra la apertura inminente de un nuevo CIE
Fronteras
Túnez Túnez endurece la represión contra las ONG de ayuda a las personas migrantes
Migración
Fronteras El futuro no cuenta con las personas africanas o, ¿por qué migran?
¡Uf! Se me erizan los pelos.
Un enorme sinsentido, no solo porque nuestro estado no garantiza el respeto de los derechos humanos mínimos de esta familia, sino porque se trata de una familia con tres menores. ¿Acaso no se repite a menudo lo de la España vaciada, la España envejecida...? Pues abrámosles las puertas a las familias, aunque sea por puro egoísmo.