Francia
Legislar contra las “fake news”: la nueva tentativa liberticida

El Gobierno francés prepara una ley para penalizar la publicación de noticias falsas en las redes sociales. ¿Representará este polémico texto una amenaza para la libertad de expresión?

Macron fake news
Emmanuel Macron en un programa en 2014. Foto: Official Leweb Photos
30 ene 2018 03:00

El término fake news ha devenido tan omnipresente que el diccionario de Oxford lo eligió como la palabra del año 2017. Su equivalente en español, “noticias falsas”, también fue candidato al galardón que otorga Fundéu. Con la llegada del nuevo año, la moda por las fake news continúa causando furor, pero con una pequeña variante: ahora es la voluntad de legislar en contra de estas supuestas noticias falsas la nueva tentación de los dirigentes políticos.

El presidente francés, Emmanuel Macron, abrió la veda el pasado 3 de enero cuando anunció la aprobación de una nueva ley para prohibir la publicación de noticias falsas durante los periodos electorales. Donald Trump ya ha concedido los Fake News Awards, unos premios delirantes entregados a los medios más críticos con el presidente norteamericano, pero que reflejan la habilidad de Trump para reapropiarse del significado del término fake news, una expresión que se popularizó durante la campaña norteamericana por los detractores de Trump que lo acusaban de mentir constantemente.

Mientras el papa Francisco denunció el pasado 24 de enero “la arrogancia” y “el odio” que conllevan las noticias falsas, la voluntad de actuar de las autoridades en contra de las fake news también ha llegado a España. Por ejemplo, la nueva presidenta de la Fiscalía Provincial de Barcelona, Concepción Talón, ya ha defendido la necesidad de combatir “la desinformación” relativa al Procés desde el Ministerio Público, según una información revelada por eldiario.es. Para “revertir la desinformación”, propone que un funcionario vigile lo que se dice de la Fiscalía en las redes sociales, para que luego un portavoz haga llegar sus quejas por escrito a los medios de comunicación. Es solo un ejemplo más de la obsesión por las noticias falsas que planea entre los gobiernos europeos.

“Existe una propaganda articulada con miles de cuentas en las redes sociales, que en un instante propagan por todo el mundo, en todos los idiomas, mentiras inventadas para ensuciar a un dirigente político”, aseguró Macron a principios de enero durante el tradicional discurso de los “deseos para la prensa”. El joven dirigente, de 40 años, pretende llevar a cabo una guerra relámpago contra las fake news. Según su proyecto de ley, que estará listo durante el primer trimestre de este año, la justicia podrá adoptar durante los periodos electorales medidas provisionales que permitirán incluso “bloquear el acceso a una página web” que haya difundido supuestas noticias falsas. Macron también exigirá a los gigantes de internet “una mayor transparencia respecto a los contenidos patrocinados”.

Temor a los relatos alternativos

En Francia, la ley de 1881 sobre la libertad de la prensa ya penaliza la publicación de noticias falsas divulgadas con mala fe, con una multa máxima de 45.000 euros. Aunque esta legislación se aplica en todo tipo de publicaciones, tanto en papel como en internet, las informaciones tóxicas o difamatorias son sancionadas en contadas ocasiones. Durante la campaña presidencial francesa, Macron recibió ataques deshonestos, sobre todo de la parte de la extrema derecha norteamericana, como la imputación de una cuenta imaginaria en las islas Bahamas. Esta campaña sucia todavía obsesiona al dirigente galo. Por este motivo, pretende prohibir las noticias falsas a partir de la próxima campaña de las elecciones europeas en la primavera de 2019.

Estas restricciones irán solo destinadas a las redes sociales y las publicaciones en internet. En cambio, no afectarán a los diarios en papel, las cadenas de televisión ni las emisoras de radio —el 90% de los medios son propiedad de grandes fortunas en Francia—. De hecho, esta nueva legislación surge en un momento “de temor del Gobierno francés respecto a los relatos alternativos que circulan por internet”, explica en declaraciones a El Salto la historiadora Marie Peltier, profesora en el Instituto Pedagógico de Bruselas y autora del libro L’ère du complotisme, la maladie d’une société fracturée.

Esta experta en temas de propaganda política advierte que legislar en contra de las fake news acentuará aún más “la desconfianza que los ciudadanos sienten respecto a los políticos y los grandes medios”. Solo uno de cada cuatro franceses, según un extenso estudio de Ifop, considera que “los medios informan correctamente y son capaces de corregir cuando cometen un error”. Una de cada diez piensa que el “rol de los periodistas es esencialmente difundir una propaganda mentirosa y necesaria para la perpetuación del sistema”.

Según Peliter, esta desconfianza hacia los relatos oficiales resulta característica de “la era de la desaprobación”. Este fenómeno, que no es exclusivo de Francia, se acentuó a partir de los hechos del 11 de septiembre de 2001. Entonces, la Administración Bush justificó su guerra de civilizaciones y, en particular, la invasión de Iraq divulgando noticias falsas, extensamente difundidas en los grandes medios norteamericanos, como la existencia de las famosas armas de destrucción masiva. “Las personas han experimentado cómo esta lucha civilizatoria ha ido acompañada por políticas injustas”, afirma Peltier. Y esto ha incrementado su interés hacia los relatos alternativos.

Una amenaza para la prensa independiente en Internet

En el caso de la ley contra las fake news que prepara el Gobierno francés, estará dirigida contra medios rusos como Sputnik o Russia Today (RT), calificados por el presidente francés como “órganos de influencia” que “han producido contraverdades sobre mi persona”. La cadena de televisión RT, financiada por el Estado ruso, empezó a emitir en Francia el pasado 18 de diciembre. Desde entonces, se encuentra bajo la estrecha vigilancia de las autoridades francesas. Según anunció Macron, la nueva legislación ampliará las competencias del Consejo Superior Audiovisual (CSA) para que pueda retirar la licencia de una cadena que haya difundido supuestas noticias falsas.

Además de medios rusos, la ley francesa contra las fake news también representa una amenaza para las publicaciones en internet. En Francia, numerosas webs de extrema derecha pululan en la red, pero también se están consolidando diarios digitales progresistas, como Reporterre, Les Jours, Basta ! o Mediapart. “Con la aprobación de una ley sobre las fake news, una publicación como Mediapart puede encontrarse en una situación de incomodidad”, reconoce Peltier.

De hecho, numerosos escándalos revelados por este prestigioso diario de investigación francés, como el caso Cahuzac, el Bettencourt o la financiación de la campaña de Sarkozy en 2007 por el entonces presidente libio Mouammar Gadafi fueron considerados, primero, como noticias falsas por las autoridades. En el caso de España, el mismo Rajoy negaba las informaciones del caso Gurtel en 2009 considerándolas como “una causa general contra el PP”. O las declaraciones del ministro de Exteriores, Alfonso Dastis, calificando de fake news los abusos policiales del 1 de octubre en Catalunya. ¿Será posible continuar informando sobre hechos verídicos, pero denigrados por las autoridades?

“Con la aprobación de una ley contra de las noticias falsas se está abriendo una caja de pandora”, advierte Peltier. Según esta especialista de los medios de comunicación, “resulta complicado de determinar lo que es una fake news y lo que no lo es. Hemos entrado en una atmósfera donde cualquier discrepancia se acusa de fake news. Hemos pasado de la era de la reprobación a la era del descrédito”. “No creo que una nueva ley contra las noticias falsas favorezca un debate público donde prime la pluralidad”, añade.

Fiasco en Alemania de la ley sobre las redes sociales

En Alemania, por ejemplo, la entrada en vigor el 1 de enero de 2018 de la ley sobre el control de las redes sociales (NetzDG) ha generado una gran controversia. Aprobada en junio del año pasado, esta legislación exige a las grandes plataformas de internet, como Twitter, Facebook, Youtube o Instagram, que supriman los mensajes cuyo contenido sea “manifiestamente ilegal”. Si no lo hacen durante las 24 horas posteriores al momento en que un usuario ha denunciado una publicación, se exponen a una multa que puede alcanzar los 50 millones de euros.

En menos de 30 días, la aplicación de este texto ya ha comportado que Twitter suprima mensajes xenófobos de dirigentes de Alternativa para Alemania (AfD), una circunstancia que ha sido utilizada para favorecer la victimización de este partido ultraderechista, que ha acusado el Ejecutivo alemán de utilizar “métodos de la Stasi”, la policía política de la antigua Alemania del Este.

Pero, además, ha permitido que se eliminen tuits de la revista satírica Titanic, que parodiaban las declaraciones de dirigentes de AfD. Incluso el ministro de Justicia, el socialdemócrata Heiko Maas —el impulsor de la ley—, ha visto cómo suprimían, sin explicación, un tuit suyo del 2010 en el que calificaba de “idiota” al ensayista Thilo Sarrazin, autor de un panfleto en contra de la inmigración musulmana. Todo esto ha hecho que cada vez más voces pidan la derogación de este texto. “Nuestros temores ya presentes durante el proceso legislativo se han confirmado. La ley NetzDG viola la fundamental libertad de expresión”, ha asegurado Frank Uberall, el presidente de la asociación alemana de periodistas.

“La caza de las fake news refleja la mala consciencia de las fake news institucionales”, asegura el filósofo Frédéric Lordon en un artículo publicado en Le Monde Diplomatique. Según este intelectual marxista, impulsor de la Nuit Debout, la obsesión por las noticias falsas sirve para disimular el problema fundamental de la pluralidad de la información: la concentración en manos de las grandes fortunas de los principales medios de comunicación, que imponen la divulgación de un pensamiento único. “Que el funcionamiento general de la información esté infinitamente menos afectado por algunas oficinas que intrigan que por la propiedad capitalista concentrada es lo que apenas comprenden los retrasados del fact checking que se dedican a cazar moscas mientras que el elefante se encuentra a sus espaldas”, critica Lordon.

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