Fotografía
Paula Artés retrata a la invisible Guardia Civil
Paula Artés ha trabajado desde 2015 retratando las dependencias de la Guardia Civil en Catalunya para su libro Fuerzas y cuerpos.
Pocas personas han tenido acceso a los espacios a los que ha podido entrar Paula Artés (Molins de Rei, 1996). Menos aún han dispuesto de permiso para no solo estar sino también tomar fotografías de esas estancias. Y es posible, aunque entra dentro de la especulación lindando con la anécdota costumbrista, que ella sea la única que ha paseado por allí sin vestir uniforme de la Guardia Civil.
Todo ello se debe a un trabajo de investigación fotográfica que Artés desarrolló desde 2015 y que acaba de dar fruto en forma de libro, Fuerzas y cuerpos. Iniciado como un proyecto dentro de sus estudios universitarios, cuatro años después lo ha concluido y verá la luz gracias a la financiación colectiva que ha logrado en enero. “Me lo voy a guisar y comer yo en autoedición, porque a algunas editoriales con las que he contactado no les ha gustado la idea”, comenta la autora a El Salto.
Llevada por la inquietud acerca de la existencia de las fuerzas policiales —“casi como algo filosófico”— y por la curiosidad en torno a los espacios ocultos de poder y de control por parte del Estado, Artés se interesó por los cuerpos de seguridad presentes en Cataluña y decidió centrar su trabajo en la Guardia Civil, “por el sistema que utilizan de estar ocultos para vigilar. También lo utiliza el FBI”. Cuenta que entre sus motivaciones también estuvo la invisibilidad con la que opera la Benemérita en territorio catalán: “Era como entrar en un sitio que no somos conscientes de que existe para ponerlo sobre la mesa, que nos cuestionemos por qué está esta policía y no somos conscientes de ello”.

Desde la restauración de competencias de los Mossos d’Esquadra en 1994, la Guardia Civil ha disminuido notablemente su visibilidad en el territorio catalán. Y no solo eso: dicha asunción implicó una reducción considerable de competencias de la Guardia Civil en lo relativo a la seguridad ciudadana, conservando en Cataluña únicamente la exclusividad sobre competencias de interés estatal, tal y como son la vigilancia de puertos y aeropuertos, la vigilancia de costas y fronteras, el control de armas y explosivos, el resguardo y el fraude fiscal y la persecución del contrabando. Según Artés, esto se concreta en un total de 84 puestos en los que la Guardia Civil trabaja hoy en Cataluña, entre los que se cuentan infraestructuras “nada anodinas” como son comandancias, casas cuarteles o puestos en aduanas y en terminales de puertos y aeropuertos.
A esos espacios es adonde ella obtuvo permiso para llevar su cámara, concedido, según recuerda, gracias en gran parte a su condición de estudiante. Lograr esa aprobación —para fotografiar las estancias, no a las personas— fue el gran escollo inicial que hubo de salvar. Una vez obtenida, reconoce que todo fue rodado y muestra su satisfacción por el resultado y el proceso: “Yo iba a mostrar los espacios, y creo que esto sí lo he conseguido. No sé hasta qué punto he podido mostrar lo que yo quería o lo que me han dejado. Sí me planteo si hay muchos sitios en los que entré que no sé si me tendrían que haber dejado, por seguridad. Hasta cierto punto sí he podido entrar a todos los sitios que me había marcado como objetivos”.
De entre todos los espacios que visitó, el más impactante para ella fue el centro de control del aeropuerto de Barcelona, por la propia estancia y lo que significa. “Para mi proyecto era ideal, pero no sé si para ellos era buena idea dejarme hacer fotos allí. Pero me dijeron que no había ningún problema”.

En sus visitas a las dependencias de la Guardia Civil, Artés se encontró con “espacios muy fríos”, según explica. Nunca entró en lo que es la parte del hogar en una casa cuartel, pero le llamó la atención que “los espacios intermedios entre dos despachos, por ejemplo, eran fríos pero daban la sensación de ser como pasillos de estar por casa, no parecía la frialdad que percibes cuando vas a Hacienda”. En lo visual, le impactó la decoración, en la que siempre figuraban tres elementos: bandera de España, escudos de la Guardia Civil y vírgenes.
Siempre acompañada por un agente, Artés pudo trabajar con cierta libertad, bajo el marco de la limitación de fotografiar únicamente los espacios. Así, recuerda que cuando visitó el puerto de Barcelona “tenían allí a una persona detenida, pero no se cortaban a la hora de dejarme entrar, como si fuera una más”.
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