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Extrema derecha
Fiebre del sábado noche: las causas del malestar social
Aparte de la indignación que suscitan los disturbios promovidos por la extrema derecha, cabe plantearse si hay detrás un descontento legítimo pero instrumentalizado con fines espurios.
Bengalas. Petardos. Barricadas. Pedradas. Contenedores ardiendo. Saqueo de comercios. El pasado 31 de octubre, Logroño, junto con otras localidades de la región, se vio afectada por una violencia urbana sin precedentes, reflejo de la que se produjo en otras capitales del Estado. Lo que se dice una auténtica fiebre del sábado noche.
La última vez que unos ciudadanos logroñeses -el que suscribe incluido- tuvieron que huir de una carga policial fue durante la jornada de huelga general del 14 de noviembre de 2012, en unas circunstancias harto distintas. Pero si en aquel entonces la protesta había sido convocada por los sindicatos contra los recortes laborales del Gobierno derechista, en esta ocasión nos encontramos ante un alboroto, un acto no comunicado de rechazo de las medidas para combatir la pandemia que culminó en una muestra de histeria callejera.
Extrema derecha
Las protestas convocadas por la ultraderecha se replican
En la noche de ayer, grupos de manifestantes convocados por grupos de ultraderecha, Democracia Nacional y alentados por Vox han provocado disturbios en varias ciudades.
Siguiendo con las diferencias, no ha tardado en salir a la luz la conexión ultraderechista, lo que convierte a estos hechos en una novedad altamente preocupante. Varias formaciones de este espectro político, entre ellas, cómo no, Vox, han alentado, difundido o directamente organizado las convocatorias del 31 de octubre, todo ello con el apenas disimulado fin de que se produjeran altercados que mancharan la ya dañada imagen del Gobierno de coalición. Para ello, no han dudado en politizar las reivindicaciones de los colectivos más afectados por las restricciones del estado de alarma, y no solo de colectivos económicos concretos.
La juventud, ese sector de la población cuyas necesidades apenas son atendidas de normal, ya no digamos en estas circunstancias especiales, se ha convertido en la gran señalada.
La juventud, ese sector de la población cuyas necesidades apenas son atendidas de normal, ya no digamos en estas circunstancias especiales, se ha convertido en la gran señalada. La Delegación de Gobierno recalca que los destrozos han sido causados por unos 150 “radicales”, muchos de ellos caracterizados por su mocedad, desligándolos de un grupo de alrededor de 400 personas que supuestamente se estaba manifestando en defensa de la hostelería riojana con consignas como “más expertos, menos políticos”. Y como si hubiesen acabado quemados por un incendio provocado por ellos mismos, algunos de ellos gritaron a los más alborotadores que la manifestación era contra el Gobierno, no contra una policía que, según su parecer, debe de actuar de forma autónoma.
Convertida, pues, la juventud en víctima propiciatoria -algunos han creído pertinente, como una especie de acto de desagravio, colaborar en labores de limpieza al día siguiente-, ya pueden deslizarse sin problemas las condenas sobre el sinsentido y el absurdo de los altercados, sin escuchar lo que nos está transmitiendo el lenguaje desarticulado de los disturbios, sin atender al descontento que puede llevar a participar en unos hechos de esta naturaleza, más allá del discurso ideologizado de unos pocos que los han instrumentalizado para su propio relato.
Porque, más allá de la pornografía inherente a la espectacularidad de estos sucesos, se encuentra el eco de una protesta social. Un clamor que, por supuesto, va más allá de la pérdida de ocio nocturno, que tiene que ver con su forma de relacionarse y de vivir, con su propia existencia. Y de eso, concretado en la demanda de “libertad” que corean los manifestantes en varios vídeos, no se está hablando. Como si no hubiera problema ninguno.
Tal vez haya llegado el momento de abandonar la centenaria tradición de no abordar o postergar los males sociales, dejando que sean desaprensivos quienes lo canalicen.
Todo esto me trae a la mente las duras palabras de Galo Beaumont, patrono conservero y presidente del comité de la Unión Republicana de Calahorra. En 1909, y con motivo de un motín ocasionados por la marcha de unos reservistas para participar en una guerra con Marruecos -en Barcelona se convirtieron en la conocida como Semana Trágica-, denunciaba “los sucesos escandalosos, criminales y antipatrióticos”, cometidos en el municipio por unas “turbas indignas de compasión por no saber apreciar en momentos tan críticos sus más altos deberes para con la Patria”. Beaumont se negaba a hablar de las causas últimas de la revuelta, de la profunda desigualdad existente en la sociedad calagurritana, como si aquella no existiera.
Ahora sustituyamos ahora a las hordas calagurritanas que habían atacado la maquinaria de las conserveras, por los “MENAS” -aunque todos los detenidos sean de nacionalidad española-, los “negacionistas” o los “Borja Maris y Cayetanos”. Las excusas suenan muy parecidas. Tal vez haya llegado el momento de abandonar la centenaria tradición de no abordar o postergar los males sociales, dejando que sean desaprensivos -ayer un Lerroux, hoy un Abascal- quienes lo canalicen.
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"Cayetanos" y "Borjamaris"?Tengo un amigo llamado Cayetano y otro que se llama Borja. Ninguno de los 2 cumplen esos estereotipos. Quitando esto, gran artículo al que me subscribo por completo.
Los neonazosvde Democracia Nacional y los Voxetas son muchos de los que van a liarla y antes son convocados desde redes sociales muy muy fachas.
Efectivamente, la izquierda que lleva perdía años, está ahora patidifusa, desarticulada e incapaz de proponer alternativas a medidas autoritarias y tecnócraticas que no dejan cabida al disenso.
Ahora bien, sobra en este artículo el tono de condescendía y la criminalización de una forma de reacción contenciosa, asemejándose en forma y contenido al análisis que se hace desde sectores que solo confían en la vía institucional como legítima forma de acción política.
No ves la realidad si piensas que los disturbios son por gente de derechas
Gracias Aléix, necesaria reflexión. Por un lado existe también un "alivio" en que la restricción de libertad tiene respuesta (estábamos soportando, como sociedad, un nivel de medidas de Estado duro con una docilidad alarmente). Por otro lado, que la expresión de una parte de esta gente sea de la forma más cutre y chapucera también es preocupante más aún cuando está la ultraderecha frotándose las manos. Cabría, en esta profundización de las causas, poder contestar a la pregunta que apuntas ¿qué entiende la juventud por libertad?
En cuanto Podemos salga del gobierno (que saldrá, y más pronto que tarde),
las calles van a arder...