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Energía nuclear
Cofrentes: una sucesión de despropósitos
La historia de Cofrentes ofrece una larga retahíla de averías, reparaciones y reparaciones de reparaciones. Con piezas desaparecidas dentro de la central, además localizada en una zona volcánica y en riesgo de inundaciones, el CSN ya se ha visto obligado a denunciar la falta de cultura de la seguridad en Cofrentes. Inevitablemente, esta situación ha despertado un fuerte movimiento popular en favor de un futuro energético más limpio, más sano y menos peligroso.
La central de Cofrentes es un reactor BWR-6, con una contención Mark-III, un modelo similar al del accidentado Fukushima Daiichi-6, y que ya era obsoleto cuando se inició la construcción del reactor. Es propiedad de Iberdrola, siendo la única central española que no tiene una titularidad compartida. Su potencia, después de sucesivas ampliaciones de la original, es de 1110 MW, y se encuentra situada en la cola del embalse de Embarcaderos, en el curso alto del Júcar.
Respecto al emplazamiento hay que destacar dos circunstancias. Una es que se encuentra sobre una de las escasas zonas volcánicas que hay en la Comunidad Valenciana, que se supone que está inactiva, pero que sigue ocasionando fuentes termales en la zona. Quizá por eso es la central española donde el riesgo sísmico es mayor, y hay constancia histórica de grandes terremotos a algunas decenas de kilómetros de su emplazamiento. El otro es que está emplazada en una zona en riesgo de inundaciones, y esto no es una hipótesis, porque ya se inundó en 1981, cuando la central estaba aún en construcción. Aunque se encuentra aguas arriba de la presa de Tous, y por tanto, no fue directamente afectada por la rotura de esta presa, las fuertes lluvias en la zona y la crecida del Júcar la anegaron (alcanzando un metro de profundidad donde se encuentra la sala de control). Por desgracia, murieron varios de los trabajadores que la estaban construyendo cuando la crecida arrastró el bus en el que viajaban del puente de acceso a los terrenos de la central. Además, aguas arriba del Júcar y de su afluente, el Cabriel, que confluyen junto a la central, se encuentran dos grandes presas, Alarcón y Contreras, cuya rotura también podría inundar la central.
Cofrentes es la central española donde el riesgo sísmico es mayor y está emplazada en una zona en riesgo de inundaciones.
Este reactor ha tenido problemas importantes ya desde su construcción, cuando hubo una denuncia por un inspector de control de calidad sobre radiografías falsificadas en el control de calidad de las soldaduras, que llegó hasta los tribunales, pero no llegó a juzgarse por un acuerdo extrajudicial con el denunciante. Además, durante su funcionamiento ha tenido multitud de averías y malfuncionamientos, incluyendo fugas de agua radioactiva e incendios.
Son particularmente importantes la detección de corrosión intergranular en el acero en alguno de sus principales componentes, averías repetidas e inexplicables en las válvulas de alivio/seguridad del circuito primario. Incluso después de ser sustituidas por otras nuevas, la aparición de una corrosión salina de origen desconocido en los accionadores hidráulicos de las barras de control obligó a cambiarlos todos, en diferentes etapas. Una operación que no estaba prevista en el diseño de la central, y que, de hecho, no se ha realizado en ninguna otra central en el mundo. Unas accionadores, por cierto, que son necesarios porque las barras de control se introducen desde abajo, lo que constituye un gran fallo de diseño por sí mismo.
Dado que se puso en marcha en 1984, el reactor lleva 34 años de funcionamiento, sobrepasando ampliamente su periodo útil previsto de 30 años, y está ya viejo y deteriorado, como prueba la acumulación de averías en los últimos meses. Resulta muy ilustrativo repasar con cierto detalle lo sucedido desde la última recarga.
Al final de octubre la central inició su última parada para recarga de combustible y mantenimiento. Ya antes de la parada, en julio, se habían detectado problemas en las tuberías del sistema de alimentación de agua a la vasija del reactor. Durante la parada se encontró que el contrapeso de una válvula motorizada de una de estas tuberías, una pieza cilíndrica de 50 kg de peso, se había desprendido (y ya había ocurrido lo mismo en la parada anterior, 2 años antes). A pesar de eso, y contra el criterio del inspector residente del CSN en la central, se puso la central en marcha al término de la parada, la válvula se rompió y fragmentos de ella fueron arrastrados al núcleo del reactor, donde podrían haber causado mucho daño. No estamos hablando de una válvula cualquiera, sino de un disco de acero de medio metro de diámetro en el circuito primario del reactor, por donde circula el agua altamente radioactiva que entra en contacto con el combustible de uranio.
Esta avería obligó a prolongar la parada 40 días más, hasta que lograron “pescar” estos fragmentos. En estos 75 días totales de parada prolongada se supone que ya estaría todo bien revisado, y listo para funcionar, ¿no? Pues no: a las tres semanas tuvieron que volver a parar porque detectaron fugas de fluido hidráulico en los accionadores de las barras de control, unos elementos de varias toneladas de peso que constituyen el sistema primario de control de una central nuclear. Según explicó posteriormente la dirección de la central, no habían apretado lo suficiente algunas tuercas. Para más inri, y como se ha nombrado antes, estos accionadores ya no eran los originales de la central, sino que fueron sustituidos en el año 2005 porque sufrían una corrosión de origen desconocido.
Dado que se puso en marcha en 1984, el reactor lleva 34 años de funcionamiento, sobrepasando ampliamente su periodo útil previsto de 30 años.
Ahora que sí se suponía que estaba todo en perfecto estado de revista. Pues tampoco. Para empezar, al intentar poner otra vez la central en marcha, falló un cojinete de la turbina del reactor, que es movida por vapor altamente radioactivo del circuito primario, pero que ya se encuentra fuera del edificio de contención del reactor. Y unas semanas más tarde, tuvieron que parar de nuevo para sustituir los sellos de estos mismos accionadores de las barras de control que habían reparado antes.
Toda esta sucesión de averías, reparaciones, reparaciones de las reparaciones sería hasta cómica si no se tratara de una instalación tan potencialmente peligrosa y pone de manifiesto, además del estado de deterioro del reactor, la dejadez en los procedimientos y la falta de cultura de seguridad en la gestión de la central que ha denunciado hasta el CSN, en términos inusualmente duros, dada la histórica relación “amigable” entre este organismo y las empresas nucleares.
La actual licencia de funcionamiento de la central vence en 2021, y la dirección de la central ya ha manifestado su voluntad de pedir una renovación de la licencia por 10 años más, aunque desde la dirección de Iberdrola no se ha dicho nada oficialmente. Además, las piscinas de combustible gastado de la central, a pesar de haber sufrido operaciones de racking y reracking para poder almacenar más densamente los elementos de combustible y aumentar así su capacidad, se saturarán el año que viene, en 2019, por lo que la central ha solicitado la construcción de un ATI. De hecho, se han licitado ya los contenedores de almacenamiento en seco para este basurero nuclear. Estamos, por tanto, en un momento crucial para determinar el futuro de esta central y, en general, de la energía nuclear en España. Por ello, la plataforma Tanquem Cofrents ha intensificado su campaña antinuclear con el objetivo de que la central se cierre definitivamente en 2021, si no antes.
La plataforma Tanquem Cofrents inició sus actividades ya durante la construcción de esta central con la presentación de alegaciones y la organización de las primeras marchas a la central. Desde entonces ha mantenido una actividad desigual, con picos de alta movilización, como cuando parecía que el ATC venía al pueblo de Zarra, cerca de Cofrentes, o después del accidente de Fukushima. También ha habido una par de épocas de practica hibernación, normalmente coincidiendo con grandes movilizaciones en otras luchas, como el “No a a la Guerra”. En un principio formaban la plataforma sólo grupos ecologistas y ciudadanos, pero después se han ido incorporando sindicatos y organizaciones políticas. Su actividad ha sido y sigue siendo muy diversa.
Esta actividad incluye desde la presentación de alegaciones a obras, renovaciones de licencias, etc. a manifestaciones, performances y protestas espectaculares por pequeños grupos (que es lo que más hacemos últimamente), pasando por la organización de charlas, debates, presentaciones de libros, cinefórums, etc. Hemos realizado un seguimiento bastante exhaustivo de la actividad de la central y emitido multitud de notas de prensa, así como informes extensos y detallados denunciando sus deficiencias y averías. Nos hemos apuntado también a las nuevas tecnologías y hemos realizado vídeos cortos para difundir en las redes sociales, y mantenemos un blogspot y una página de Facebook. Este año hemos hecho por primera vez una campaña en Twitter.
Tampoco hemos desdeñado la vertiente institucional. Hemos asesorado a grupos parlamentarios y municipales afines a nuestra lucha en las comparecencias en la comisión de seguridad nuclear en las Cortes Valencianas. También en la presentación de preguntas, mociones y proposiciones no de ley en ayuntamientos y en las Cortes Valencianas. A este respecto, hemos conseguido que en la actual legislatura se aprobara, tanto en Les Corts como en decenas de ayuntamientos, incluyendo las tres capitales de provincia, una moción pidiendo que no se renueve la licencia de funcionamiento de Cofrentres en 2021 y que no se construya su ATI, siendo el único parlamento autonómico que, hasta ahora, se ha manifestado en este sentido.
Somos además conscientes de que la lucha antinuclear no es un tema local, sino global, y por eso hemos participado en las distintas etapas de la CEAN, llevando incluso su coordinación en su última etapa, y participamos ahora en el MIA.
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Me temo que este articulo contiene muchas inexactitudes e información sesgada.