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Elecciones del 26 de mayo
Villarroya, el primer pueblo en votar en España en un minuto y diez segundos
La pequeña localidad riojana ha vuelto a batir el récord de la votación más corta del Estado: en poco más de un minuto han introducido las 24 papeletas.
Eran las 8:55 de la mañana cuando entraba al ayuntamiento de Villarroya (La Rioja), el pueblo que vota más rápido de toda España.
Este 26 de mayo había allí más gente de lo normal. Como todos sabéis, este día se celebraban las elecciones municipales, autonómicas y europeas. Y fue precisamente entonces cuando se dieron cita en el ayuntamiento de Villarroya varios medios de comunicación frente a cinco de los empadronados en el pueblo; los otros tres se encontraban en una mesa cercana y a su lado, la secretaria municipal. En un armario había café y galletas.
Al dar las nueve comenzaron las votaciones: cada uno de los cinco se dirigieron a las urnas, diligentemente, sin necesidad de presentar el DNI, iban introduciendo sus votos. Al acabar votaron la primera vocal, el segundo vocal y la presidenta.
¡Bingo! Un minuto y diez segundos. Han vuelto a batir el récord; en poco más de un minuto han introducido las 24 papeletas que traían de casa. A toda prisa, la secretaria del Ayuntamiento, y enviada de la Junta Electoral, dio permiso para iniciar el recuento, correspondiendo 6 votos al PP y dos al PSOE para las municipales; en las otras dos urnas habría un resultado similar.
Finalizado el tinglado de las papeletas, dio comienzo el verdadero motivo por el que estábamos allí. Primero TVE coloca al recién electo alcalde frente al armario del café y las pastas, y allí lo convierten en personaje televisivo: “¿qué siente, cómo ha conseguido batir de nuevo el récord, qué tal se vive en el pueblo?”. Él da cuenta de sus cuarenta y seis años de permanencia en el cargo y de su deseo de llegar a los cincuenta, “si Dios le da salud”. Acto seguido, la Agencia EFE lo saca fuera y hace retirar los coches de la minúscula plaza, lo pone de espaldas a la entrada al edificio municipal y allí le formula las consabidas “¿cómo consiguen votar en un minuto y diez segundos, qué nivel organizativo, cuántos años batiendo marcas…?”
A las nueve y veinte allí solo quedaban tres de los ocho votantes y la secretaria, que espoleaba a los miembros de la mesa enseñándoles el recuadro en el que tenían que firmar: cuando consiguió todos sus papeles y firmas se fue. Eso sí, hasta las ocho no se podrían poner los datos a disposición de la Junta Electoral de Zona, que para eso están las normas.
Me he dado finalmente una vuelta por Villarroya. Más de sesenta casas y en ninguna de ellas se ve ropa tendida, perro, gato o ningún signo de vida. Completo la inspección ocular al pueblo con el polideportivo, cuya imponente cubierta tapa las vistas a la casa situada detrás; un bosquete de encinas al fondo; una viña; los habituales pinos de repoblación en la parte alta de la ladera, mientras que en la cresta cuento más de quince molinos eólicos.
He buscado a la desesperada a alguien que me aclarase el simulacro vivido, hasta que he encontrado a quien poder someter a mis sondeos. En media hora he conseguido conocer un poco el meollo del asunto. En Villarroya solo vive una persona; el resto están fuera, y algunos vuelven al pueblo los fines de semana. En el último año se empadronó una persona y, como era familiar de los ya registrados, ha sido bien recibido. Los quince molinos ya mencionados aportan al pueblo una "buena pasta", que el hombre no ha podido concretar. Y las elecciones próximas, aprovechando los cincuenta años del actual alcalde en su puesto, piensan llegar al minuto y cinco segundos en la votación.
Así les darán otro medio minuto de tele y Villarroya será, por ese minuto y cinco segundos de elecciones, un lugar en el mundo.