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Pablo Motos, hoy ya líder indisputado de la reacción antifeminista hispánica, elucubraba el otro día en Tik Tok acerca de cuál sería su compañero de celda ideal en caso de ser encarcelado. Que este presentador tan merecidamente polémico especule sobre un posible futuro entre rejas no debería pasar inadvertido, pero no es el hecho sobre el que quiero centrar la atención de este artículo. Lo que interesa en las pocas líneas que siguen es responder a los términos empleados por Motos para describir su prototipo de camarada penitenciario.
Reproduciendo literalmente las palabras del presentador, el hombre deseable sería aquel que es “duro, valiente y peligroso”, que “se atreve a saltarse todas las reglas” y cuya apariencia es la del que efectivamente “camina sin miedo por la vida”. Este perfil de hombre encarna, según Pablo Motos, la lealtad, la honestidad y el coraje, es decir, los rasgos constituyentes de un individuo íntegro.
En contraposición, el video también se cuida de dejar claro el tipo de compañero menos deseable. Éste sería, de nuevo según palabras del orador, alguien “sumiso y acobardado”, “manso”, “que escapa corriendo a la primera de cambio”; se trataría de los “críticos y llorones que nunca son felices” y que, obviamente, “dicen cosas que no piensan para quedar bien”. Los hombres de esta calaña, concluye Pablo Motos, son en el fondo los más peligrosos.
Me resulta inevitable hacerme ciertas preguntas ante este sermón de masculinidad tóxica que pretende dar lecciones sobre integridad, valentía y fortaleza. A mí me gustaría que Pablo Motos aclarara si él nunca ha dicho cosas que no piensa para quedar bien; por ejemplo, si ha mentido alguna vez diciendo que no le molesta el ghosting que le hace una chica, o si ha fingido que no le duele la rodilla tras una caída en público, o si calló en la secundaria cuando los tipos duros de la clase se metían con el empollón de la clase. También resultaría interesante saber si el tipo ha tenido las agallas de llorar delante de sus amigos o de hablar con ellos de sus emociones, y ya no digamos para darles un abrazo o besarles.
Y es que yo creo que, en realidad, Pablo Motos es un hombre cobarde que sigue las reglas y hace lo esperable de un cincuentón, un hombre que no se atreve a escapar de la imagen de masculinidad que la sociedad proyecta sobre él. Porque igual lo valiente no es hacer esfuerzos para ser siempre un tipo duro, ni tampoco lamerle el culo al macho alfa de turno. Quizás lo verdaderamente valiente, para todo ser humano pero sobre todo para un hombre, es romperse, llorar y expresar sus sentimientos. Y es que se salta más las reglas el chico que admite que le atrae Tom Holland y se emociona viendo una película, que el hombre que hace cien push ups en el suelo tras llamar maricón a su compañero de celda. Así que sí, nos faltan hombres duros y valientes, pero duros y valientes de verdad, no cobardes disfrazados como Pablo Motos.
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Con lo tirillas que es, Pablo Motos, parece el típico malmetedor de la clase que se compinchaba con los matones para atizar al empollón, luego ensalzaba la hazaña. Ahora lo hace en Prime Time porque hay un sistema que le premia.