Cuando una imagen vale más que 100.000 palabras

A la geriatría no la humillan los trabajadores, no señores míos, la humillan los grupos empresariales que sin tener ni idea de servicios sociales juntan en su cartera de negocios gasolineras, cadenas de supermercados, activos inmobiliarios y ahora la nueva moda, centros geriátricos.

En nombre de Paula Lorenzo, portavoz de la Plataforma Por la Dignidad en Geriatria en Galicia
26 jun 2019 11:11

Desde hace un tiempo venimos observando una creciente subida de las apariciones en televisión de casos de malos tratos de trabajadores a usuarios de residencias de ancianos poniendo a los pies de los caballos a todos los trabajadores de la geriatría.

Hoy queremos elevar una lanza a favor de todas esas mujeres y hombres que, día a día, hora a hora y minuto a minuto, velan por nuestros mayores en los centros residenciales. Mujeres y hombres que se dejan la piel y la espalda día a día, para que los más olvidados pasen sus últimos años de vida, con una mínima dignidad y en paz.
Auxiliares y gerocultoras de las que los medios solo se acuerdan en estas situaciones que sabemos son completamente excepcionales, y que desde esta plataforma consideramos completamente inadmisible y mostramos nuestro mas completo rechazo a cualquier muestra tanto de violencia física como verbal.

Los que llevamos un tiempo luchando para que estas situaciones no se cometan nos quedamos perplejos ante tal espectáculo en muchos casos obsceno, pues los principales responsables en ningún caso son señalados y así, día tras día, noticia tras noticia, continuamos siendo espectadores de este circo mediático en el que administración y patronal tienen gran parte de culpa.

El gran negocio de la dependencia en este país deja al descubierto la cara más oculta de los poderes económicos que solamente quieren ver crecer sus cuentas bancarias sin importarles los medios, para ellos todo vale.

El maltrato en las residencias comienza desde el minuto primero en el que un director es nombrado a dedo por amiguismo, directores que en la mayor parte de los casos carecen de preparación para el puesto y ya no entremos a hablar de estudios sanitarios. Directores, que contratan personal sin cualificación en muchos casos, trabajadores con perfiles bajos que no les den problemas, que acaten ordenes sin pensar y que les ayuden a que las irregularidades que se cometan en los centros nunca salgan a la luz.

El gran negocio de la dependencia en este país deja al descubierto la cara más oculta de los poderes económicos que solamente quieren ver crecer sus cuentas bancarias sin importarles los medios, para ellos todo vale.

El convenio, tiene también por escrito maltrato legal, las ratios existentes son claramente vejatorios, tanto para el trabajador que no puede dar una asistencia con un mínimo de calidad, tanto para el residente/usuario, que no tiene ni siquiera la protección del estado.

A la geriatría no la humillan los trabajadores, no señores míos, la humillan los grupos empresariales que sin tener ni idea de servicios sociales juntan en su cartera de negocios gasolineras, cadenas de supermercados, activos inmobiliarios y ahora la nueva moda, centros geriátricos, y así, los bien llamados fondos buitre no van a dejar ni los huesos de la dependencia.

La humillan los políticos, cuando la llevan en sus programas electorales solo de relleno. También la humilla el estado, pues ni se preocupa de hacer leyes de protección a un colectivo tan vulnerable.

Los malos trabajadores, que los hay, como en todos los sectores no lo olvidemos, ellos, también la humillan.
Los medios de información, con su desinformación, la hieren gravemente.

Nos sentimos en la obligación, tanto moral como profesional, de dar un golpe en la mesa y decir basta.

Alzamos hoy la voz en este medio, para pedir a compañeros y familias, que ante cualquier sospecha de falta en los cuidados o de maltrato se denuncie a las autoridades competentes pues la mayoría de las veces esto se hace en los despachos de las mismas residencias, acabando las denuncias en el fondo de un cajón o con el despido del trabajador que denuncia.

Nos hemos cansado de pedir y creemos que ya es hora de exigir.

Exigimos que se nos escuche, exigimos que se escuche la voz de nuestros mayores, exigimos que los medios nos den turno de palabra, que se nos visibilice, que se dé valor a nuestra preofesión que amamos y respetamos.

Y advertimos, vamos a luchar mientras tengamos fuerzas por nosotros y por ellos, dentro o fuera de las instituciones, en la calle, en los centros, en las administraciones...

No nos van a callar, no conseguirán silenciarnos porque, aunque la quieran enterrar, la dignidad en geriotría está más viva que nunca. 

Un abrazo compañeras

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