La nueva aplicación de Apple que augura el futuro distópico de Her y Black Mirror

Apple lanzará un aparato llamado Nucleus 7, algo así como un reproductor de sonido que va implantado en la cóclea, una parte del oído interno. Hay algunos ejemplos en el cine que ya muestran realidades tan amargas.
Escena de Black Mirror
Escena de Black Mirror

Una distopía tiene dos posibles interpretaciones: Una, el valor crítico que tiene con la sociedad en la que se escribe y otra, cuando es tan retorcida que por desgracia se convierte en realidad. Aún hay vigencia en el 1984 de Orwell y a este ritmo, Battle Royale acabará siendo una actividad extraescolar

Y es que este ritmo ha llevado a Apple a dar uso al primer implante sonoro que servirá para estar conectado a tu móvil, tableta o reproductor de música y poder escucharlo mejor. Publicitariamente está siendo vendido como un producto que ayudará (y sin duda lo hará) a personas con problemas auditivos a no sentirse tan fuera de las conversaciones. Pero se podría ver también como el primer paso hacia las sociedades distópicas que hemos visto en el cineEn Her, la película de Spike Jonze, vimos como un hombre se enamoraba de su ordenador. Dicho así suena absurdo pero todo se envuelve de una magia y una sensibilidad que consigue que parezca hasta justificable. La realidad es que el papel que interpreta Joaquin Phoenix se acaba enamorando de un GPS evolucionado dada la soledad a la que las máquinas y las nuevas tecnologías nos han acostumbrado. El contacto entre personas es cada vez menor y hasta un robot instalado en el oído nos resulta atractivo. 

Una película de poca calidad pero con una base distópica muy interesante fue In Time, un largometraje protagonizado por Justin Timberlake en el que a los 25 años comenzaba el cuerpo una cuenta atrás que al llegar a cero suponía la muerte. Los minutos se ganaban, evidentemente, trabajando. Y evidentemente, los ricos tenían millones de horas acumuladas. Una mezcla de marxismo, medios de producción, Hollywood y estrellas del pop que llevó a un experimento difícil de calificar.

Black Mirror, la serie por excelencia en cuanto a la realidad distópica a la que nos llevarán las tecnologías si no se educa sobre ellas, ha tratado en varias ocasiones los implantes. La primera vez fue en su brillante capítulo Toda tu historia. En él, todos los humanos tienen un chip insertado que consigue grabar y reproducir todos los recuerdos vividos. Esto lleva a bucles infinitos de insatisfacción, a añorar (aún más si es posible) el pasado en estas sociedades que no piensan en el futuro como un sitio agradable. Hasta ahora, y sobre todo en los ochenta y noventa, la ciencia ficción siempre trató los microchips como algo que serviría para perseguir a los enemigos de James Bond o para no perder definitivamente el camión con el dinero. Las voces críticas con esto siempre han sido menores. Una de las veces que más duramente se cargó contra esto fue en el documental Zelgeist, en el que tras poner en jaque la teoría oficial del 11S y asegurar que el sistema económico estadounidense es un fraude, recogió voces que aseguraban que tal vez en un futuro muy lejano el poder querría ver a los obreros con chips. La facilidad de desconectarlos en casos de desacato o rebeldía serían sencillísimos. Lo peor de todo es ver como esas teorías de la conspiración, alocadas y estrambóticas, van cumpliendo plazos de la realidad. Así pues, se podría decir que Apple ha puesto la primera piedra en el futuro que con tan poco optimismo vemos últimamente en el cine. Tal vez haya que empezar a debatir más en serio las limitaciones de la tecnología

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