Economía
Contra el ‘coronaoptimismo’

¿Qué organización, política o sindical, tiene ahora mismo la fuerza y la determinación de presionar a los gobiernos para que lleven a cabo medidas keynesianas de recuperación de la economía?

Pobreza personas sin hogar azca
Una persona sin hogar en la zona de oficinas de Azca, en Madrid. Álvaro Minguito

A estas alturas muy pocos parecen cuestionar todavía que las consecuencias de la pandemia de SARS-CoV-19 puedan dejar intacta la arquitectura de nuestras sociedades, y son muchos ya los artículos intentando dilucidar cuál será su impacto desde en las relaciones internacionales hasta las interpersonales. ¿Hasta qué punto llevará esta crisis a replantearse el modelo de globalización, que se ha visto afectado por las alteraciones e interrupciones en las cadenas de producción y suministro? ¿Se hará dentro de un mayor desorden internacional y en un contexto de repliegue al egoísmo nacional y retorno a la competencia económica entre estados o, por el contrario, con un refuerzo del multilateralismo y la cooperación? ¿Desgastará aún más la posición de Estados Unidos como potencia hegemónica, permitiendo a China promover su propio modelo de globalización? ¿Logrará la Unión Europea superar esta crisis preservando su modelo actual con unos pocos cambios, se reformará –y en qué sentido– o podremos llegar a ver, incluso, a algún miembro optar por abandonar el bloque en los próximos años?

La capa de Perseo

Desde la izquierda se han destacado estos días sin ir más lejos, desde las páginas de este medio iniciativas impulsadas por diferentes colectivos para la fabricación de mascarillas caseras o la creación de redes de apoyo. Todo ello es desde luego encomiable, pero conviene recordar que estas iniciativas surgen para suplir la ausencia de una respuesta institucional adecuada, que difícilmente pueden sustituir a la gran industria en la fabricación de aparatos de respiración o material de laboratorio ni al Estado en la organización del envío de equipos médicos, y que en el peor de los escenarios una administración que opte por el cinismo puede fiar a sus ciudadanos la realización de acciones que, en propiedad, les corresponden a ella, y luego congratularse por la existencia de héroes anónimos.

Se nos ha invitado asimismo a considerar la crisis como una oportunidad para modificar nuestros hábitos de consumo o a celebrar la drástica caída de la polución por las medidas de confinamiento, obviando que este tipo de correlaciones puede llevarse sin demasiados problemas a territorios favorables a la derecha: gracias a esas mismas medidas también ha caído en picado el número de delitos y las sanciones contra los infractores son más duras debido al estado de alarma, en el que como es sabido se sustituyen los derechos por prerrogativas y los cuerpos y fuerzas de seguridad de los estados se encuentran desplegados por las calles.

Pero llama sobre todo la atención quienes, desde un optimismo digno de mejor causa, parecen dar por sentado que, por alguna fatalidad, nuestras relaciones sociales mejorarán y los gobiernos cederán a sus postulados neoliberales y llevarán a cabo medidas keynesianas para reactivar la economía.

La pregunta que pocos parecen formularse, y que condena a muchos de estos artículos al wishful thinking, es, ¿qué organización, política o sindical, tiene ahora mismo la fuerza y la determinación de presionar a los gobiernos para que lleven a cabo este tipo de medidas? ¿Cuáles son capaces de recoger, organizar y canalizar el más que probable descontento social? ¿Cuál es su preparación y capacidad de movilización y cuál es el grado de conciencia de sus militantes y simpatizantes? Incluso en un plano teórico, el estado de la cuestión puede definirse con las palabras con las que Rosa Luxemburg calificó el edificio ideológico de Eduard Bernstein: “Una pila de escombros en el que fragmentos de todos los sistemas, los cascotes del pensamiento de todos los pensadores, grandes y pequeños, han encontrado su fosa común.” La situación exige algo más que vacuos eslóganes como “poner la vida en el centro”.

La historia no avanza siempre “por su peor lado”, pero el balance es desde luego desigual, y no particularmente positivo para la izquierda que supuestamente iba a salir fortalecida de estos enviones

Este moderado optimismo ante la catástrofe es recurrente. ¿Acaso la crisis financiera de 2008 no fue vista por algunos autores como una oportunidad en términos no muy diferentes a determinados artículos que vemos publicados estos días? Los ajustes estructurales iban a llevarnos a valorar la frugalidad, a consumir menos y mejor, replantear nuestro estilo de vida, prescindir más del automóvil y así sucesivamente. Dos décadas antes, la desintegración del campo socialista en Europa oriental iba a suponer el regreso de la izquierda con bríos renovados, librada de una vez por todas de la ominosa carga de la historia soviética.

Huelga decirlo, el pesimismo está de más: la historia no avanza siempre “por su peor lado”, pero el balance es desde luego desigual, y no particularmente positivo para la izquierda que supuestamente iba a salir fortalecida de estos enviones. La crisis económica causada por la pandemia de Covid-19 muy bien podría terminar, ¿por qué no?, en una nueva fase de concentración de capital y un mayor control social.

Por lo pronto, muchas pequeñas y medianas carecen del capital y el acceso al crédito que les permita sobrevivir a esta crisis, mientras los grandes grupos inversores disponen desde hace años de la liquidez necesaria como para absorber a muchos de sus competidores. ¿Qué impide a las élites recurrir a medidas de fuerza para asegurarse ese escenario, aprovechando la experiencia de los estados de alarma decretados ya en varios países y el cansancio psicológico de la población después de semanas de confinamiento, mucho más vulnerable económicamente, y, en consecuencia, también más receptiva a los discursos que prometen una mayor seguridad? ¿Por qué la solidaridad habría de aumentar espontáneamente en una situación en la que se incrementa la competición por unos recursos más escasos y cuyo modelo de distribución no contempla criterios de justicia ni equidad? Son preguntas que convienen repetir estos días.

Oportunamente, Chris Gilbert recordaba días atrás una frase de Karl Marx en el prefacio a la primera edición de El capital: “Perseo llevaba una capa mágica que lo hacía invisible a los ojos de los monstruos que perseguía. Nosotros la extendemos sobre nuestros ojos y oídos para poder negar la existencia de monstruos.”

A vueltas con el Estado

“La pandemia vuelve a situar posiciones de izquierda en el centro del debate: sanidad, economía, redistribución; en todo ello se espera la intervención del Estado”, afirmaba en su segundo número de abril el semanario de economía alemán Wirtschaftswoche. En efecto, “la pandemia ha aumentado considerablemente el carisma del Estado fuerte en todo el mundo”, escribía Matan Kaminer en LeftEast. “En Occidente, las primeras y precipitadas caracterizaciones de las respuestas en Asia oriental como autoritarias e iliberales”, continúa, “han quedado completamente desacreditadas a medida que las principales democracias liberales, como Reino Unido y EE UU, sucumben a una aterradora espiral de contagios mientras países como China, Singapur y Vietnam emergen relativamente indemnes, por no mencionar el bochorno de los equipos médicos cubanos proporcionando asistencia médica en suelo europeo.”

Kaminer recuerda en su artículo la histórica desconfianza, cuando no hostilidad, de la izquierda hacia el Estado. Sin duda, fundamentada por su carácter histórico de clase. Pero ésta puede demostrarse fatal en momentos como el actual, cuando “facciones de la clase dirigente se enfrentan por la adopción de medidas, cuando los intereses inmediatos del capital financiero para la circulación ininterrumpida de mercancías contradicen el interés de la salud pública”.

Con el ánimo de despejar dudas, el autor aplaude todas las iniciativas de base y llama a apoyar las reivindicaciones de los trabajadores del sector de la sanidad, pero también alerta de la posibilidad de que los estados blinden todavía más sus aparatos represivos en ausencia de un contrapeso político capaz de ejercer un verdadero control democrático. “A medida que las fauces de la crisis se abren y son más temibles”, escribe, “muchos estarán tentados de arrojar el análisis y los matices por la borda y correr bajo el ala del Estado, ‘el sujeto que en teoría hemos de conocer’”.

La cuestión que empieza a vislumbrarse es, por lo tanto, política, y su importancia seguramente crecerá en los tiempos venideros. No parece que el debate entre los “referentes intelectuales” –mejor ahorrémonos nombres– esté a la altura del momento, y buena parte de lo publicado más bien arrastra todos los problemas que han caracterizado a estos círculos académicos, y aledaños, desde hace décadas y aparece, así, como extemporánea y fuera de lugar a los ojos de la mayoría de lectores. En una entrevista concedida en 2007, Antoni Domènech recalcaba cómo lo que necesitaba la izquierda “son expertos competentes, no cantamañanas, ni falsarios especuladores de tres al cuarto (aunque se columpien en un ‘pensamiento débil’), ni arbitrarios cultivadores de arcanas ‘ciencias privadas’.” Por lo demás, continuaba, “al lego siempre le resultará más fácil controlar democráticamente a un experto especialista de verdad, obligado a hablar el lenguaje de la razón y de la deliberación públicas, que al ideólogo de turno (al perito en ‘paz’, en ‘socialismo del siglo XXI’, en ‘deconstrucción’, en ‘discursos de género’, en ‘biopolítica’, en pretendidas ‘ontologías de lo social’, en ‘sociedad de la información’ o en ‘alterglobalización’) que, buscando fascinar a propios y extraños con una jerga privada esotérica y apenas inteligible, termina por cultivar lo que los franceses –¡que de eso saben un rato!— llaman el bluff à l’expertise”.

En su prólogo a ¿Comunismo sin crecimiento?, Manuel Sacristán llamaba a “sobreponerse a esa tentación de celtíbero libertario” frente al papel interventor del Estado ya que “el problema material (no sólo el moral) no es un invento, está planteado realmente y no se puede reducir a disposiciones culturales” del autor de aquel libro, el controvertido pero intelectualmente fértil Wolfgang Harich. Quizá volver a los debates clásicos sobre el Estado, sobre su control político y su transformación en un sentido republicano democrático, no sea tan mala idea después de todo.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Inflación
Inflación El IPC bajó tres décimas en mayo hasta el 1,9%
La tasa de aumento de precios vuelve a caer por debajo del objetivo del 2% que no alcanzaba desde octubre de 2024.
Opinión
Opinión Elon Musk da un paso atrás y eso hay que celebrarlo
El magnate ha anunciado que abandona su cargo en la Administración Trump. Su aventura política le ha señalado y ha puesto contra las cuerdas a sus empresas.
#57719
20/4/2020 8:58

Estatismo es sumisión, mira al recambio "republicano" lo que da de sí.

0
2
#57695
19/4/2020 22:16

Buenísimo artículo. Por fin algo de crítica.

3
0
#57548
18/4/2020 20:29

Estás poniendo la vida en el Centro :)

0
1
#57520
18/4/2020 17:05

tá potente el artículo

4
0
#57513
18/4/2020 16:13

Que buen artículo.

10
0
Oriente Próximo
Oriente Próximo Israel dinamita la política internacional con su ampliación de la guerra a Irán
Los ataques de Israel y la presión a Estados Unidos para que se involucre en la guerra descalabran los complejos equilibrios en la región. Netanyahu aprovecha la ofensiva para que el mundo deje de hablar de Gaza.
Santiago de Compostela
Santiago de Compostela El Supremo obliga a los Franco a devolver las dos estatuas del Pórtico de la Gloria
El alto tribunal condena a los demandados a la restitución de dos esculturas románicas trasladadas por la familia del dictador al Pazo de Meirás.
Gordofobia
Gordofobia Sanidad da un toque a la farmacéutica que vende Ozempic por una campaña que relaciona obesidad con muerte
Según este ministerio, aunque Novo Nordisk no menciona de manera explícita ningún tratamiento farmacológico, el conjunto del contenido podría constituir una forma de publicidad indirecta de medicamentos sujetos a prescripción médica.
Comunidad de Madrid
Violencia policial Se convocan dos concentraciones después del asesinato de un vecino de Torrejón de Ardoz a manos de un policía
La víctima, un joven racializado, fue interceptado por los dos agentes fuera de servicio. Uno de ellos ejecutó una maniobra de inmovilización consistente en el ahogamiento. La maniobra duró entre diez y quince minutos.
Personas refugiadas
Asilo y refugio El asilo crece en España hasta el 18,5% pero se queda muy lejos del 46,5% de la media europea
A pesar de que aún no se conoce ningún borrador por parte del gobierno español, CEAR considera que una nueva Ley de Asilo apegada a los derechos de la movilidad podría posicionar a España al frente de la Europa de los valores y derechos.
Laboral
Empleo público CGT denuncia que España pretende remitir a Europa “una versión sesgada” de la temporalidad para evitar multas
El sindicato ha enviado un informe a la comisaría europea de Empleo para evidenciar “el uso interesado y excluyente” de los datos reales para crear una imagen “falsa” del cumplimiento de la normativa

Últimas

Infancia
Fronteras Fallos en la detección de edad y encierro con adultos: España incumple los derechos de la infancia migrante
La detención automática y prolongada de menores, a veces en centros para adultos, errores sistemáticos en la identificación de la minoría de edad y otras vulnerabilidades dejan a los niños y niñas sin tutor ni protección.
There Is Alternative
There Is Alternative There Is Alternative #6: De ropita sostenible, slow fashion y todo lo que no sea Amancio Ortega
Sexto episodio del podcast en el que hablamos de cómo nuestro consumo de ropa es una máquina de contaminar y arrasar con derechos laborales y de las alternativas para adentrarnos en una slow fashion sostenible.
Energía
Energía Red Eléctrica echa balones fuera: culpa a las empresas del apagón y de entorpecer la investigación
“No toda la información recibida de las compañías eléctricas ha tenido la calidad deseable, ni ha sido tan completa como era necesario”, ha declarado la presidenta de Red Eléctrica, cuyo informe culpa a las empresas: “No hubo control dinámico”.
PSOE
Anuncio de ley Igualdad retoma su agenda abolicionista y anuncia una ley contra la prostitución
Ana Redondo asegura que el anteproyecto de ley llegará en septiembre al Consejo de Ministros. El PSOE no puedo sacar adelante las dos proposiciones abolicionistas que registró en 2022 y 2024.
Más noticias
Alicante
Alicante Un campo de golf amenaza la Marjal de Pego
Centenares de pegolinos protagonizaron una jornada de protesta masiva contra el PAI Pego-Golf, que pretende urbanizar 160 hectáreas colindantes a un parque natural.
Cádiz
Derechos laborales Más de 25.000 trabajadores se unen a la huelga del metal de Cádiz en su primera jornada
Los sindicatos apuntan que el 95% de los trabajadores del sector se han unido a la huelga para denunciar la situación laboral y los abusos laborales de compañías como Airbus, Navantia o Dragados Offshore.

Recomendadas

Galicia
Galicia Ourense se organiza para combatir patrullas de extrema derecha en los barrios más empobrecidos de la ciudad
Vecinas y vecinos y los movimientos sociales responden al discurso del miedo promovido por Frente Obrero y señalan su estrategia de criminalizar la pobreza y sembrar odio en contextos de exclusión y abandono institucional.
Comunidad de Madrid
Gasto público Ayuso ha gastado ya 300 millones de euros en el Hospital Zendal, que ingresó a un paciente al día en 2023
Más de la mitad del gasto se atribuye a las inversiones reales, que incluye la construcción del centro. Las constructoras encargadas de las obras fueron San José, Ferrovial, Sacyr y Dragados, entre otras.
Argentina
Myriam Bregman “Hoy proscriben a Cristina Fernández, mañana pueden proscribir a la izquierda”
Referente de la izquierda no peronista, la exdiputada nacional y líder del Frente de Izquierdas defiende la necesidad de enfrentar a Milei en las calles y acusa a la dirigencia sindical y peronista de inacción y complicidad con la extrema derecha.