Economía social y solidaria
Censura, recortes, cierres y debates ideológicos alrededor de la cultura comunitaria en España

Muchos de estos proyectos se han cerrado ante la deriva política a la derecha. El principal instrumento de cambio es el silencio y la expiración de convenios y contratos.
Harinera, en Zaragoza, es un ejemplo de cogestión entre la administración pública y el tejido vecinal
Harinera, en Zaragoza, es un ejemplo de cogestión entre la administración pública y el tejido vecinal.
12 jun 2025 07:00

Empezamos este relato con la historia del Festival de Cine Comprometido de Guadalajara (FESCIGU). Este 2025 cumplirá 23 años, y ha vivido muchas configuraciones de gobiernos. Pero hace poco más de un año, y tras tener un convenio con el Ayuntamiento de Guadalajara, este se anuló y dejó al festival casi sin presupuesto. El Concejal de Cultura responsable de la anulación era de Vox. Esta es la historia del FESCIGU. Pero es que resulta que la misma historia vivió la La Harinera de Zaragoza o parece estar viviendo el Arnau Itinerant en Barcelona.

Silencio, carpetazo y a otra cosa, mariposa

En Guadalajara, en 2023 entró a gobernar el Partido Popular con el apoyo de Vox. “Teníamos un trato muy correcto. El concejal de Cultura era de Vox, pero todo era muy cordial. Pero en 2024 todo cambió, no hubo forma de contactar con él y cuando se aprobaron los presupuestos del Ayuntamiento vimos que no había dinero para el festival”, relata Luís Moreno, codirector del evento de cortometrajes. “2024 fue el año con mayor presupuesto de Guadalajara pero desaparecieron de los presupuestos el FESCIGU y otros muchos acontecimientos más: dos festivales de música y dos festivales de cine, entre otros eventos culturales”, prosigue el codirector. Ni el Ayuntamiento ni el Concejo les dieron explicación alguna. Aunque algunos componentes del festival asaltaron el despacho del edil para solo obtener la respuesta de “no hay presupuesto”.

“2024 fue el año con mayor presupuesto de Guadalajara pero desaparecieron de los presupuestos el FESCIGU y otros muchos acontecimientos más: dos festivales de música y dos festivales de cine, entre otros eventos culturales”

Harinera ZGZ se inauguró en 2016 en la capital aragonesa con un singular modelo de gestión: una cogestión pública ciudadana, que se vehiculaba en tres patas: el espacio municipal a través de una persona técnica; el tejido vecinal con la asociación de vecinos del barrio de San José; y Llámalo H, un colectivo que se armó a raiz de la propuesta del Ayuntamiento. El 23 de mayo de 2024 el Ayuntamiento llamó al colectivo Llámalo H y les comunicó que el contrato expiraba.

“En las dos últimas legislaturas, la primera con PP y Ciudadanos, sufrió la pandemia y nos reducieron el prespuesto y hubo poca comunicación pero no tocaron el proyecto. Pero ya en la segunda legislatura, con PP y Vox, no hubo comunicación. Desde el Colectivo les invitábamos a las reuniones porque teníamos un contrato que había que renovar, queríamos hablar qué modelo seguíamos y en ningún momento el Ayuntamiento se puso en contacto con nosotros. Y un día nos llamaron para decirnos que el contrato expiraba y que no nos iban a renovar. El proceso fue muy feo”, cuenta Cristina Laborda, quién fue Presidenta de Llámalo H. 

¿Y qué ha pasado con Harinera ZGZ? “Ahora es un espacio dirigido por un técnico municipal y comunican que es un espacio de cultura accesible. Se está convirtiendo es en un espacio para entidades sociales y personas con discapacidad”, define Laborda.  

El 2023 se celebraron las elecciones municipales y el PSC pasó a dirigir completamente el Ayuntamiento de Barcelona: la Concejalía de Cultura volvía acoger entre sus brazos al socialista Xavier Marcé, que cambió el nombre de su cargo al de “Concejal de Cultura e Industrias Creativas”, en vez de simplemente “Cultura”.

Con su llegada se cerró el principal programa de cultura comunitaria de la ciudad, el Cultura Viva de Barcelona. Al preguntarle el porqué del cierre, Marcé defiende que “desde nuestra perspectiva, la cultura es un hecho comunitario en sí mismo. Nosotros lo que estamos haciendo es incrementar el apoyo territorial a la cultura, dar más subvenciones a los núcleos creativos de actividades diversas; desscentralizar la cultura de una manera rápida. La actividad comunitaria debe hacerse en términos asociativos, garantizando la máxima accesibilidad y diversidad de sus protagonistas”.

“En las subvenciones generales del Ayuntamiento de Barcelona no hay una apuesta directa por las artes comunitarias", Javier Rodrigo, miembro de la asociación cultural comunitaria Artibarri

El concejal asegura incrementar el apoyo, pero Javier Rodrigo, miembro de la asociación cultural comunitaria Artibarri le contradice: “En las subvenciones generales del Ayuntamiento no hay una apuesta directa por las artes comunitarias. Entidades comunitarias, como Artibarri, que ya estaban consolidadas, se encuentran con que este año, la subvención ha sido zero. Tenemos más reconocimiento de una Generalitat o una Diputación que no de nuestro ayuntamiento”.

Dentro del Cultura Viva Barcelona, vivía un proyecto de artes vivas, el Arnau Itinerant (una programación escénica sin teatro físico, en vías de remodelación). Javier Rodrigo, también portavoz de la Coordinadora de Entidades del Teatre Arnau cuenta cómo ha repercutido la deriva centrista en las políticas públicas: “El proceso participativo del Arnau no se ha tenido en cuenta, se está invalidando y nos dicen que el modelo de gestión vecinal no se puede hacer. Pero a nivel técnico sí es viable. El Centro LGTBI o Torre Jussana se gestionan así. Pero cuando se lo explicamos, nos dicen que el Arnau es un teatro y que no puede ser de gestión comunitaria”.

Más allá de las desavenencias metodológicas, el Arnau Itinerant ha sufrido una reducción del 30% en su licitación: “Nos indican que todos los programas del Instituto de Cultura en temas de barrios se están reduciendo, aunque no es un programa que haya tenido una evaluación negativa y en cambio sí ha sido reconocido por el mismo Ministerio de Cultura”, insiste Rodrigo. Veáse cómo estas explicaciones contradicen las palabras anteriores del Regidor.

La Coordinadora de Entidades del Teatro Arnau, que forma parte de la Red de Espacios Comunitarios, cuenta también como existen otros espacios en riesgo: el Antic Teatre y la Nau Bostik

“El Arnau Itinerant continuará su programación el 2026 y el 2027, con una posible prórroga si continúan las obras en el teatro, pero a partir del 2028, el modelo de gestión del teatro no sabemos cuál será, aunque entendemos que será un modelo de explotación, como el del Teatro El Molino o el de Paral·lel 62. Si es como el del primero, éste no tiene ni raíces ni retorno comunitario”, sigue Rodrigo, “y perderemos un referente de gestión territorial. La zona del Paralelo de Barcelona, donde está situado el Arnau, ya tiene mucha explotación comercial. Si fuera comunitaria, habría más diversidad”. Por su parte, Marcé defiende que están “trabajando el proyecto, recuperando el espacio y rehabilitándolo. Esto antes no se hizo, lleva 10 años parado. Así que si algo pido es que se visibilize que este gobierno ha decidido volver a tener el Arnau”.

La Coordinadora de Entidades del Teatro Arnau, que forma parte de la Red de Espacios Comunitarios, cuenta también como existen otros espacios en riesgo: el Antic Teatre y la Nau Bostik. El Concejal de Cultura e Industrias Creativas avanza que espera comprar el Antic Teatre este 2025 y darle una gestión cívica: como la de un ateneo de fabricación o similar. De la Nau Bostik, la Coordinadora nos cuenta que a día de hoy saben que no han tenido diálogo ni con el Distrito ni con el ICUB.

De todo este embrollo de espacios comunitarios que ahora están en duda sabe el anterior Delegado por los Derechos Culturales del Ayuntamiento de Barcelona, Daniel Granados: “En mi mandato, uno de los objetivos era cómo recuperar patrimonio en la ciudad donde poder hacer compatible las dinámicas vinculadas a la exhibición y la producción a los derechos culturales. Este proyecto eran las Casas de Cultura: la primera ha sido Paral·lel 62, un proyecto gestionado a día de hoy por tres cooperativas que han hecho compatible el desarrollo de esta casa de cultura con participación comunitaria con proyectos como Xamfrà. Este proyecto debía replicarse e ir creciendo en una red diseñada y que debía crecer con El Molino, que iba a replicar esto: con tejido de proximidad. Esto debía crecer también con el Antic Teatre (Comuns dejó la expropiación aprobada por la Generalitat) y el cuarto debía ser el Teatro Arnau, donde generar un proyecto de gestión comunitaria de un teatro. Pues nos encontramos que en El Molino la parte comunitaria no está; el Antic Teatre no se garantiza la continuidad de un proyecto arraigado territoral y culturalmente y que el Arnau no va a ser un teatro de gestión comunitaria”, explica Granados. 

Todos estos virajes en el sector cultural comunitario los recogió la Red de Espacios y Agentes de Cultura Comunitaria (REACC) a partir de 2023. “Desde REACC denunciamos que esta oleada de cierres, vetos, ceses y ataques a la cultura dan alas al fascismo violento y autoritario e impiden el ejercicio activo de la participación ciudadana desde el pensamiento y la cultura crítica y en libertad”, emitían en un comunicado en su web que se difundió en diversos medios y una carta abierta enviada al Ministro Urtasun.

De esa denuncia hicieron también una campaña de sensibilización, “La Cultura es Pan” (que también se presentó en la Culture Action Europe (CAE) en 2024 en Malmö). “Ahí nos dimos cuenta de que no está pasando solo aquí, sino que el auge de la extrema derecha ha hecho que esto pase en todas partes”, cuenta Artemisa Cifuentes, socia de REACC. De toda esta investigación también surgió el primer Diagnóstico de La Cultura Comunitaria en España, donde contabilizan a más de 300 agentes. El segundo saldrá a mediados de este año.  

Instituciones culturales
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¿La resistencia también es cultura?

El Festival de Cine Comprometido de Guadalajara no se dió por vencido: tenía cierto apoyo de la Junta Comunidades de Castilla-La Mancha, de la Diputación y patrocinadores privados. Aunque el Ayuntamiento era quién más pagaba el festival. La solución para resistir fue emplazar el evento en otro lugar: Azuqueca de Henares. “La aportación es bastante menor y ha pasado factura al festival: hemos tenido que recortar muchísimo y no luce igual, pero hay que resistir como podamos y ver si hay un cambio de gobierno en el Ayuntamiento de Guadalajara para poder volver”, cuenta Moreno. El festival en la capital contaba con 1.000 butacas. Azuqueca solo dispone de 220. Pero el festival seguirá abierto este 2025, del 8 al 11 de octubre, para quién quiera disfrutarlo.

Con el cambio de gestión, sí que ciertos proyectos de cultura comunitaria que habitaban en Harinera, o bien han desaparecido, están agonizando o están en situación precaria

Llámalo H está en proceso de repensarse y de plantearse si tiene sentido que el colectivo permanezca activo. “Pero sí intentamos recoger todos los aprendizajes que hicimos. Nos fuimos inventando este modelo, porque no había ningún referente antes. Y funcionó: por Harinera pasaban 22.000 personas al año; en asamblea más de 250 personas; Llámalo H metía 4.000 horas voluntarias en las 5 comisiones de trabajo…”. Y, con el cambio de gestión, sí que ciertos proyectos de cultura comunitaria que habitaban en Harinera, o bien han desaparecido, están agonizando o están en situación precaria.

En Barcelona la resistencia pasa por intentar mantener los proyectos y por la lucha: el próximo 14 de junio por la tarde habrá una jornada y lectura de manifiesta para dar apoyo a la cultura de los barrios y comunitaria, con el lema La Cultura no se vende.

Las ideologías de la cultura comunitaria

Al FESCIGU le intentaron cortar las alas el grupo político de extrema derecha con más representación estatal. “Pero yo no creo que sea solo una cuestión de Vox”, alerta Moreno, “vemos que está habiendo censura por parte de todos los estamentos políticos, a lo que se suma un cierto nivel de aborregamiento: como está la izquierda gobernando, ya estamos bien?”. 
Javier Rodrigo  expresa “no ver diferencia política entre la gestión de un PP en Madrid o de un PSC en Barcelona. Solo vemos la privatización de la cultura”

En Zaragoza, Cristina Laborda opina que “finalizar así Harineza ZGZ ha sido cercenar la cultura de base y de cercanía de una manera muy violenta y apuntar a una política cultural de eventos y más relacionada con el turismo que con lo transformador que tiene la cultura comunitaria, que es transversal a la salud mental, a la discapacidad y a otros muchos temas. Se ha cometido violencia institucional hacia el proyecto, violencia hacia la ciudadanía que ha estado implicada durante 8 años en un proyecto que era muy exitoso en cifras y rentable para la administración local”. Pero la que fue Presidenta de Llámalo H recuerda: “Domos un colectivo que ha generado un saber colectivo, que ha llevado a cabo una nueva institucionalidad. Y lo que se ha hecho, ahí está: los proyectos, los procesos, las comunidades, y no ha sido menor”. En Barcelona, Javier Rodrigo expresa “no ver diferencia política entre la gestión de un PP en Madrid o de un PSC en Barcelona. Solo vemos la privatización de la cultura”, sentencia el portavoz.

El Regidor del PSC, Xavier Marcé, por su parte, expresa que “es necesario un debate entre la frontera entre el servicio público y el sector cultural en su integridad. Es necesario asegurar los servicios públicos, pero si queremos evitar una mayor precariedad, hemos de ser capaces de no extenderlo al conjunto de la actividad”. De la acusación de la privatización de la cultura, entre otras, por su defensa de la industria -recordemos que en el título de su cargo se añadió “Industrias Creativas”-, Marcé sostiene “que hoy en día el sector digital, el diseño, la realidad aumentada… son cultura. No contemplarlo como tal es reduccionismo. La tecnología te influencia”.

Granados le responde: “Ahora el Ayuntamiento está entregado a las industrias culturales y no hay apuesta política por la cultura comunitaria, sino todo lo contrario, por disminuirla. Cosa que para mi es una aberración: el interés público de las políticas públicas debería ser atender al interés general. No hacer esto para mi es una irresponsabilidad y más una época en que hay aumento de los discursos de odio y del belicismo. Hace falta es más cultura, más derechos culturales y más acción comunitaria. Y un ayuntamiento sí tiene competencias en esto”, sentencia el actual asesor por los Derechos Culturales en la Diputación de Barcelona.

Granados ahonda en qué significa la cultura comunitaria: “Históricamente la cultura y las políticas culturales han estado muy ceñidas al desarrollo de los sectores artísticos y sus industrias. Pero hace muchos años que hay muchas aproximaciones que incorporan la forma artística, pero tienen que ver con la capacidad de de compartir espacios, lo que se llamaba la cultura no legitimada. Es importante de una vez por todas que consideremos estas acepciones de lo que representa la cultura. La Declaración de Friburgo de 2007 lo dejaba claro, una cultura como la capacidad de reconocer y desarrollar formas de vida.

“Creo que las políticas culturales está bien que miren a los sectores culturales. Pero tienen que abarcar muchos más aspectos de la vida, si quieres atender a lo que realmente es la vida. Yo reivindico al sociólogo Raymond Willians, el habla de la cultura ordinaria: saberes, costumbres y formas de relacionarnos en común y en un territorio determinado”, y prosigue Granados, “respecto a las políticas en Barcelona en la actualidad, la ideología como el camino, se demuestra haciéndolo. Yo puedo decir que soy de izquierdas, pero si luego la política cultural que desarrollo pone el foco en la industria por encima de otros aspectos vinculados al interés general como la equidad, los derechos, la participación ciudadana, etc... En política hay que mostrar con los hechos cuáles son tus prioridades. Para ser de izquierdas, hay que hacer políticas de izquierdas, no vale con decirlo. Si tus políticas las podía estar haciendo un partido de derechas, debe hacerte reflexionar”, sentencia.

Pero apostilla Marcè: “Estos debates hay que afrontarlos como lo que son: contrastes de opiniones. No se puede resolver con maximalismos, malmetríamos la cultura en sí. Y el pensamiento único no nos lleva a ninguna parte”.

Javier Rodrigo insiste en que las políticas de PP o PSOE se parecen demasiado: “Es muy grave. Tener un ayuntamiento como el de Barcelona que ha firmado (y matizamos, realizado un Plan de Derechos Culturales que apostó por ellos con 70 millones de €euros en dos años)  una Carta de Derechos Culturales pero que a la práctica no los lleva a cabo, especialmente en lo que atañe a la participación, la gobernanza y el trabajo de cultura en los barrios”.

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