Japón
Fukushima y Tokio 2020

El 24 de marzo, el Comité Olímpico Internacional (COI) decidió posponer Tokio 2020 para el año siguiente. Tokio fue elegido para las olimpiadas del 2020 en septiembre de 2013 en Buenos Aires. Hacía solo dos años y medio que había empezado el accidente de la central nuclear de Fukushima Daiichi.

Mapa de centrales nucleares de 6 de marzo de 2020 En color rojo: unidades en funcionamiento; azul: unidades aprobadas. Fuente: Nippon Com
Mapa de centrales nucleares de 6 de marzo de 2020 En color rojo: unidades en funcionamiento; azul: unidades aprobadas. Fuente: Nippon Com Seiko Nishikawa
Activista antinuclear
5 oct 2020 02:51

El 24 de marzo, el Comité Olímpico Internacional (COI) decidió posponer Tokio 2020 para el año siguiente. Tokio fue elegido para las olimpiadas del 2020 en septiembre de 2013 en Buenos Aires. Hacía solo dos años y medio que había empezado el accidente de la central nuclear de Fukushima Daiichi.

El accidente nuclear comenzó en el 11 de marzo de 2011 y todavía continúa nueve años y medio después hasta la actualidad. El combustible fundido en los tres reactores sigue produciendo calor y estos deben enfriarse inyectando agua. Desde los tres reactores dañados, el agua de enfriamiento continúa escapándose al mar. Todavía hay una radiación extremadamente alta alrededor de los reactores, por lo que las personas todavía no pueden ver directamente qué está sucediendo.

La característica principal del accidente nuclear es que el daño es invisible.

Ingenieros independientes predijeron desde el principio que el agua contaminada escapaba hacia el mar, pero no se pudo comprobar. Dado que el nivel del agua de los pozos cercanos a los reactores está ligado a la marea del mar, la fuga de agua contaminada al mar quedó finalmente comprobada en 2013, unos días antes de la sesión del COI en Buenos Aires. El Primer Ministro Shinzo Abe declaró que el “impacto” del agua contaminada estaba controlado aunque no se estaba controlando el agua contaminada en sí. Dentsu, una empresa publicitaria japonesa, se encarga de los preparativos de los Juegos Olímpicos. Sus beneficios serán enormes. Existe la sospecha de que Dentsu había sobornado a los países votantes para favorecer a Tokio.

La prensa japonesa apenas informa sobre esta sospecha. Dentsu se encarga casi exclusivamente del negocio de la distribución de publicidad en Japón. Las empresas de prensa temen a esta gigante, por si perjudica su relación con ella y que se cierren acuerdos que les generan enormes ingresos publicitarios. Ha sido también Dentsu la que se ha hecho cargo de los anuncios de energía nuclear.

Tokio fue elegido para las olimpiadas del 2020 en septiembre de 2013 en Buenos Aires. Hacía solo dos años y medio que había empezado el accidente de la central nuclear de Fukushima Daiichi.

Desde que se lanzaron las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki en 1945, y tras el incidente de la tripulación del barco Daigo Fukuryu Maru, que estuvo expuesta a una lluvia radiactiva causada por una bomba de hidrógeno en un experimento en 1954, la población japonesa temía la exposición a la radiación. Sin embargo, la industria de la energía eléctrica invirtió una gran cantidad de dinero para implantar el “mito nuclear” en el publico japonés, que dice que las centrales nucleares japonesas son seguras y beneficiosas, a través de la televisión, los periódicos y las revistas. La empresa de publicidad Dentsu jugó un papel muy importante.

Las diez compañías de energía eléctrica en Japón tienen el monopolio en sus respectivas regiones, por lo que no hay ninguna necesidad de comercializar electricidad, ya que no tienen rivales. Nueve de las diez empresas poseen centrales nucleares e invirtieron un coste muy elevado cada año en publicidad a la que llamaron “gastos relacionados en crear difusión”, que llegó a alrededor de 160 millones de euros en el año 1979, cuando ocurrió el accidente de Three Mile Island. Y se continuó aumentando cada año, alcanzando los 380 millones en 1986 cuando estrelló el reactor nuclear en Chernobyl. Al invertir una cantidad tan grande de publicidad, la industria nuclear convencía al pueblo japonés de que la energía nuclear era segura y generaba riqueza.

En Japón, después de la promulgación de la Ley Orgánica de Energía Nuclear en 1955, el primer reactor comercial se inauguró en la Central de Tokai en 1966, y el segundo en 1971, el reactor Fukushima Daiichi Unidad 1, que es el gemelo del de la Central Nuclear Santa María de Garoña. En la década de 1970 se instalaron 18 reactores más, 16 en la de 1980, 15 en la de 1990 y cinco más en la de 2000. En el 11 de marzo de 2011, cuando el terremoto y los tsunamis azotaron la región de Tohoku, Japón tenía 54 reactores nucleares en funcionamiento, seis en construcción y cuatro planificados.

En la década de 2000, debido al impulso de la reducción de CO2, la energía nuclear se recomendó como energía limpia, que llamaron “Renacimiento Nuclear”. En Japón la construcción progresaba y las centrales nucleares se saturaban y la industria comenzaba a estudiar la construcción de centrales nucleares en el extranjero. En 2006, Toshiba adquirió Westinghouse, una empresa estadounidense de fabricación de reactores, y se estaba preparando para exportar centrales nucleares “made in Japan” al mundo.

Debido al accidente nuclear de nivel 7 en tres reactores al mismo tiempo, se elevaron las voces de la oposición a la energía nuclear en Japón. Aunque alrededor del 80% de los japoneses estaba en contra de la energía nuclear, el gobierno apoyó el plan de exportación de construcción de centrales nucleares. Sin embargo, todos los planes que ya habían empezado antes del 2011 fracasaron en Lituania, Taiwán y Jordania en 2014, Vietnam en 2016, Turquía en 2017 y Reino Unido en 2019.

Tras el accidente todas las centrales nucleares en la zona afectada se apagaron y las otras se detuvieron cuando tenían que apagarlas para la inspección periódica. En mayo de 2012 todas las centrales en Japón se apagaron por primera vez en 47 años. Pero solo dos meses después, las Unidades 3 y 4 de la Central Oi empezaron a operar a pesar de la gran resistencia por todo el país. Las dos Unidades de Central de Oi se apagaron en septiembre de 2013. Desde entonces todas las centrales nucleares en Japón se cerraron durante 23 meses hasta agosto de 2015.

En febrero de 2013, Shinzo Abe, recién nombrado primer ministro, dio un discurso de comienzo de su régimen en el que dijo que iba a abrir las centrales nucleares una vez que el Comité Regulador Nuclear que se había reorganizado de nuevo después del accidente lo aprobase. En 2015 dos unidades volvieron a conectarse, tres en 2016, y cuatro más en 2018; en total, en septiembre de 2020 están funcionando nueve unidades en cinco centrales nucleares, además, siete unidades en cinco centrales que se han aprobado por el Comité están a la espera para conseguir el acuerdo local.

Nos esconden debajo de la bandera de los cinco anillos 

El 11 de marzo de 2011 se produjeron un gran terremoto y tsunamis en la región de Tohoku, noreste de Japón, y la central nuclear de Fukushima Daiichi perdió generación eléctrica y la fusión del núcleo sucedió en el reactor 1 el día 11, y en los reactores 2 y 3 el día 14.  Sin embargo, el dueño de la central, TEPCO, informó de la fusión más de dos meses después, el 24 de mayo. “Se informa al público lo menos posible” es un principio de la industria nuclear, que logró crear un renacimiento nuclear incluso después del accidente de Chernobyl.

Hay varias formas de ocultar información, una de las cuales es “no medir”. Han pasado nueve años y medio desde el comienzo del accidente. Los agricultores continúan produciendo cultivos en áreas fuera de la zona de evacuación. No se han considerado zonas de evacuación porque la dosis de radiación de un metro sobre el suelo no excedió los 3.8 micro Sv/hora. Después de nueve años, el valor de radiación de la tierra del cultivo medido por los agricultores alcanza un valor mucho mayor que el del área de control de radiactividad definida por la ley japonesa, propio de las salas de radiografías. Los agricultores han pedido en repetidas ocasiones al gobierno que mida la contaminación radioactiva de la tierra y haga una medición oficial. Pero el gobierno tajantemente se niega a medirla, insistiendo que basta con la medida desde el aire.

El 11 de marzo de 2011 se produjeron un gran terremoto y tsunamis en la región de Tohoku, y la central de Fukushima Daiichi perdió generación eléctrica y la fusión del núcleo sucedió en el reactor 1 el día 11, y en los reactores 2 y 3 el día 14. Sin embargo, el dueño de la central informó de la fusión más de dos meses después

A muchas personas que decidieron abandonar tales zonas se les conoce “evacuados voluntarios”, que recibían un poco de ayuda como el coste del alquiler de la nueva vivienda. Pero el gobierno la eliminó en 2017 y desde entonces los evacuados voluntarios ya no aparecen en las estadísticas. Los evacuados “oficiales” también se están borrando de las estadísticas porque si ellos se mudan desde el primer alojamiento cuando evacuaron en 2011, ya no tendrán la ayuda de acuerdo con la ley de socorro en casos de desastre promulgada en 1947.

El accidente nuclear de Fukushima Daiichi continúa hasta hoy, aunque el gobierno denominó Tokio 2020 como las “Olimpiadas de la Reconstrucción” con la retórica parecida a la de que “el impacto del agua contaminada está controlada”, y se estaban realizando los preparativos para Tokio 2020. Entonces, surgió la pandemia. El coronavirus se extendió por el mundo, pero el gobierno no lo reconoció hasta el 24 de marzo, cuando el presidente del Comité Olímpico Internacional al final decidió posponerlos para el próximo año. Finalmente, el primer ministro Shinzo Abe declaró el estado de emergencia el 7 de abril. Sin embargo, aunque la OMS recomienda encarecidamente que realicen las pruebas de PCR, en Japón no está realizando suficientes pruebas. La tasa de prueba de PCR por 1 millón de personas en Japón es 13.479, aproximadamente 1/12 de Alemania (160.265) e Italia (162.434), 1/21 del Reino Unido (283,901) y los Estados Unidos (276.970), 1/28 de Hong Kong (370.631) y 1/16 de España (213.594) el 30 de septiembre.

Mientras tanto, el estado de emergencia nuclear que se declaró inmediatamente después del accidente nuclear de Fukushima todavía no se ha levantado. Debido principalmente a la semivida de dos años del cesio radioactivo 134, la zona de evacuación, que al principio fue de 1,150 kilómetros cuadrados en abril de 2011, se ha reducido a 337 en marzo de 2020. Aun así, es una superficie que supera la mitad de la ciudad de Madrid (604,45 km²). La orden de evacuación se levanta paulatinamente con el umbral de 20 mSv por año, veinte veces más que el resto del territorio japonés y el mundo. Solo alrededor del 18% de los residentes han regresado a la zona y el 5% a la zona donde se levantó la orden de evacuación desde 2017. Casi todos son ancianos. El gobierno declara que aquella denominación de las Olimpiadas de la Reconstrucción es para impresionar al mundo enseñándoles que Japón se ha recuperado del accidente nuclear. Pero la “reconstrucción” que se ha logrado es solo superficial. En cuanto a las víctimas del accidente nuclear, no se han recuperado, sino que se han escondido debajo de la bandera de los cinco anillos.

Las olimpiadas de “reconstrucción” no solamente se dirigen a impresionar al mundo, sino también a los japoneses. La prensa minuciosamente mantiene el silencio sobre quiénes son las víctimas y cómo están (1). Detrás está Dentsu. La empresa intenta conseguir que los japoneses en general piensen que el accidente nuclear ya ha pasado con el lema de “Tenemos que pasar página y celebrar Tokio 2020”.

Hasta Rio 2016 los contratos de patrocinio se limitaban a una empresa por sector de industria, pero para Tokio 2020 se ha eliminado esta restricción, resultando en que la mayoría de las principales empresas de periódicos se hayan convertido en patrocinadores, que no se atreverían a criticar la celebración de los juegos en 2020.  

Los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 deberían haberse celebrado del 23 de julio al 8 de agosto, y los de Paralímpicos del 25 de agosto al 6 de septiembre. Tokio celebró las olimpiadas en 1964, pero no en pleno verano sino en octubre para evitar el tiempo más caluroso. Desde entonces, el calentamiento global ha aumentado la temperatura aún más. Tokio ha sufrido el verano más caluroso que se ha registrado. Hubo 11 días en los que la temperatura máxima excedió los 35 grados en agosto. Ha habido mucha preocupación sobre el calor. Pero el calendario de los juegos olímpicos no se cambia debido a los derechos para transmitir los Juegos, que el COI otorgó al NBCUniversal por 7.750 millones de dólares. La empresa norteamericana solo permite realizarlos en verano, cuando hay pocos eventos deportivos en los Estados Unidos.

Tokio 2020 se ha aplazado para el año siguiente por el Covid 19, que afortunadamente no ha estallado en Asia Oriental hasta ahora como lo ha hecho en el resto del mundo. En agosto en Tokio, mientras que el número de los muertos por el Covid 19 eran 15, los que murieron por el golpe de calor alcanzaron los 187.

¿Se llevará a cabo la olimpiada en Tokio en pleno verano en 2021? Según una encuesta realizado en julio por NHK, una emisora pública japonesa, el 66% de los japoneses no quieren celebrar los juegos en el siguiente año. Pero los oficiales tanto en COI como CO Japón siguen con el plan de celebrarlos en agosto de 2021. Los juegos olímpicos deberían ser una fiesta para el público y las centrales nucleares deberían beneficiar al público. Pero a mí me parece que las dos cosas desgraciadamente se han convertido en proyectos planeados por las empresas para hacer negocio.

Sinceramente, creo que Tokio 2021 fracasará igual que el plan de exportación de centrales nucleares fracasó totalmente. Tanto los juegos olímpicos como las centrales nucleares quedan obsoletas en el siglo XXI.

(1) No es solo el accidente nuclear de Fukushima de 2011 cuyas víctimas no se han identificado. Quiénes son las víctimas de la bomba atómica de Hiroshima en 1945 todavía están en disputa. Algunos de los supervivientes que recibieron la lluvia negra que cayó poco después del bombardeo todavía están luchando para que se les admita incluso 75 años después.

Desde 1957, el gobierno ha proporcionado ayuda, como gastos médicos, a los supervivientes de Hiroshima y Nagasaki. En 1960 se consideraron víctimas a los supervivientes que estaba dentro de un radio de 2 km de la zona de impacto, y en 1962, a 3 km. En 1965 se admitieron como víctimas los que entraron al área para socorro durante los tres días posteriores al lanzamiento de la bomba atómica. Y en 1976 incluyeron las áreas donde cayó la intensa lluvia negra que contenía una gran cantidad de sustancias radiactivas. En 2010 la ciudad de Hiroshima aclaró que el área de la lluvia era unas seis veces más grande. Con esta declaración, 84 supervivientes de edad entre 70 y 90 años que han desarrollado alguna enfermedad que pueda haber sido causada por la radioactividad presentaron una demanda en 2015 para el reconocimiento como víctimas de la bomba atómica. En el 29 de julio de este año, el Tribunal de Distrito de Hiroshima dio sentencia a favor de los demandantes. A pesar de ello, el estado decidió apelar ante el tribunal superior. Ya han fallecido nueve demandantes. Ahora, ¿cuántos años más tendrán que esperar los 75 demandantes de 75 a 95 años?

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