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Crisis económica
Austeridad, necropolítica y monstruos
La austeridad nos desnudó ante una futura crisis sanitaria, como hemos comprobado estos meses, y nos polarizaron ante una crisis social y democrática.
La austeridad fue y es necropolítica, el uso del poder social y político para dictar cómo algunas personas pueden vivir y cómo algunas deben morir. La austeridad aplicada tras la crisis de 2008 fue la oportunidad aprovechada para usar una crisis para dejarnos morir, poco a poco. A merced de las siguientes crisis, que siempre llegan, porque el sistema es así. Asesinarnos sin mancharse las manos. Responsabilizarnos de nuestra desgracia.
Afirmar que, al contrario de como se ha hecho en otras crisis tan importantes como la después de la II Guerra Mundial, recortar en servicios públicos era la mejor manera de paliar los efectos de una crisis devastadora. Ahí es donde nos aplicaron necropolítica. Fue cuando decidieron dejarnos morir. Porque nos desprotegieron ante otras crisis, incluso de otros tipos de crisis. Nos desnudaron ante una futura crisis sanitaria, como hemos comprobado estos meses. Nos polarizaron ante una crisis social y democrática. Nos contaminaron ante una crisis medioambiental.
La pérdida de camas y personal sanitario en la sanidad pública, el aumento del ratio de niños en las aulas, la menor frecuencia de los trenes de metro, la precarización de nuestro trabajo, la venta de las ciudades a los fondos buitres, la condena a vivir en barrios periféricos, en pisos pequeños. Son todo consecuencias de querer arreglar una crisis mundial, y con especial hincapié en la España de la burbuja inmobiliaria pinchada, mediante políticas de austeridad, mediante el desmontaje de esa red de seguridad que debe ser el Estado y los servicios públicos.
Pero además, la austeridad alimentó al monstruo. Las instituciones que aplicaron la austeridad, mientras los culpables de la crisis salían inmunes, perdieron su legitimidad, y la verdad es que no se la merecían. Su complicidad y connivencia con las élites económicas que, como en el caso de las financieras españolas, siempre se van de rositas y sin pagar por sus delitos e indecencias, también dio alas al monstruo. Poderes públicos que se lavaron las manos de toda responsabilidad, siendo los principales responsables, al mismo tiempo que dejaban libres a banqueros y repetían eso de que habíamos “vivido por encima de nuestras posibilidades”.
Cuando esas políticas fallan y sus recetas resultan inútiles e incluso negativas, entonces es cuando el monstruo aprovecha para alimentar la guerra del último contra el penúltimo
Y cuando esas políticas fallan y sus recetas resultan inútiles e incluso negativas, entonces es cuando el monstruo aprovecha para alimentar la guerra del último contra el penúltimo. La culpa es del inmigrante “que viene a quitarnos el trabajo y a usar nuestra sanidad”, la culpa es de la mujer y “sus chiringuitos y leyes contra el hombre”, la culpa es de todo aquello que no piense como el monstruo, que no viva como ellos. Aprovecha para alimentarse del poder que genera el odio.
La crisis y la austeridad fueron gasolina para el fuego de la polarización, que se encontraba dormida gracias al matrimonio del bipartidismo. Pero ese matrimonio, aparentemente feliz, tuvo que escenificar un nuevo enlace con la modificación del artículo 135 de la Constitución Española, cuando pusieron la deuda por encima de todo, rescataron a la banca a nuestra costa y aplicaron el There is no alternative con la austeridad. Aplicaron necropolítica y no convencieron a casi nadie. El monstruo bebió de ese desencanto.
Ahora el monstruo tiene 52 escaños en el Congreso de los Diputados, miles de votantes en los cuerpos policiales y militares, una imagen totalmente normalizada por los medios de masas que prefieren alimentar al fascismo antes que poner en duda el sistema actual y miles de fanáticos en redes sociales que alimentan la crispación y que fantasean con la imagen de Kyle Rittenhouse, el joven de 17 años que asesinó con su fusil de asalto a dos manifestantes en Estados Unidos.
Cuando el capital ve que el sistema no le garantiza su subsistencia, mueve ficha. No es nada nuevo. Ocurrió cuando grandes empresarios financiaron el levantamiento de Franco o el nazismo de Hitler. Para ello tiene dos vías: convierte a su antiguo muñeco en un monstruo o apuesta por el monstruo nuevo. El lema de los brokers de bolsa de “no poner todos los huevos en el mismo cesto” aplicado a la lucha de poderes para preservar la hegemonía del capital sobre las personas, de su supervivencia sobre la democracia.
En esas estamos ahora. Con una derecha aplicando necropolítica en la Comunidad de Madrid, y detrás la extrema derecha, esperando. Alimentándose de la crispación y ganando fuerza
En esas estamos ahora. Con una derecha aplicando necropolítica en la Comunidad de Madrid, con unos sistemas sanitarios mermados por su austeridad. Hacinando y abandonando a los pobres, empujándolos al extrarradio con sus políticas urbanísticas gentrificadoras. Coqueteando con la segregación y el apartheid mediante fuerzas policiales, como los controles en Puente de Vallecas. Y detrás está la extrema derecha, esperando. Alimentándose de la crispación y ganando fuerza.
Mientras, los de la necropolítica, que no pierden ni una de las oportunidades que les presenta cada crisis, siguen aprobando nuevas leyes urbanísticas, fusionando bancos, saliendo inmunes de juzgados, alimentando a las mismas empresas bajo la excusa esa de la colaboración público-privada, que ha sustituido al simplón “lo privado siempre es más eficiente” porque ya era un eslogan que cada vez se creía menos gente. Siguen vaciando lo público allí donde pueden, para luego ofrecer esos huecos vacíos al sector privado, bien sea en la sanidad o en las pensiones. Necropolítica para quien no pueda permitirse una vida mejor o para los que no encajen en el modelo que ellos quieren de ciudad.
Hay que señalar y expulsar la burda mentira y la manipulación de la política. Tenemos que aislar a los monstruos
En estas próximas semanas y meses nos jugamos mucho. Y no me refiero solo a la Comunidad de Madrid y a Díaz Ayuso. En la salida de esta crisis nos jugamos el futuro como sociedad y debemos actuar ya. Toca organizarse. Hay que señalar y expulsar la burda mentira y la manipulación de la política. Hay que hacer un cordón sanitario a los medios que alimentan esa polarización y ponen a la gente a los pies de la extrema derecha con tal de no poner en duda el poder establecido al que sirven, se sienta en sus juntas directivas y se anuncian en sus páginas. Hay que enfrentar la política de la austeridad y los recortes. Debemos poner en duda el proyecto neoliberal de esta Unión Europea. Tenemos que aislar a los monstruos.
Vienen tiempos muy difíciles, pero no está todo perdido. No existe una fórmula mágica, o por lo menos yo no la tengo. Pero sí que creo que todo esto se debe hacer regado de mucho apoyo mutuo y cuidados a las personas que nos rodean. Intentar alejar, a los que se dejen, de las garras del monstruo. Hay que protestar, salir a la calle aunque sea con mascarilla y distancias de seguridad. Cubriremos más espacio. Organizar la rabia. Plantar batalla. Señalar y desterrar la austeridad, la necropolítica y a los monstruos.
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