Criptomonedas
Jorge Cuéllar: “En América Látina, el blockchain se ha vendido como una falsa solución al nacionalismo, la dependencia tecnológica y la asfixia económica”

¿Han provocado las tecnologías descentralizadas, todo un ‘hype’ en las capitales del Norte Global, un ‘colonialismo fiduciario’ que inserta las vidas de la gente del Sur en la cripto-burbuja especulativa global? Responde Jorge Cuéllar, académico del Dartmouth College, en esta entrevista realizada en el marco del proyecto The Crypto Syllabus.
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Jorge Cuéllar, académico del Dartmouth College, experto en criptomonedas.

Evgeny Morozov es autor de Santiago Boys y fundador de The Syllabus.
@evgenymorozov

20 dic 2021 06:00

La polémica decisión de El Salvador de adoptar el Bitcoin como moneda de curso legal ha marcado un hito en la geopolítica de las criptomonedas. También ha reanudado el debate sobre el rol que estas tecnologías deben tener para impulsar las agendas transformadoras de las fuerzas progresistas latinoamericanas, quienes en los últimos años han conseguido utilizar las tecnologías para crear paradigmas, instituciones e imaginarios distintos a las poco plásticas y revisables institucionales del Norte Global. 

De un lado, posiciones como la de Andrés Arauz, quien defiende que criptomonedas como el bitcoin pueden contribuir a actualizar nuestra crítica sobre el capitalismo financiarizado e impulsar políticas estatales que escapen de la hegemonía de Wall Street. Otras voces, en cambio, alertan de que la billetera Chivo liderada por la élite corrupta salvadoreña no posee ningún componente revolucionario a la hora de transformar el sistema. Nadie lo ha expresado con tanta delicadeza como Jorge E. Cuéllar. Para este profesor y académico del Dartmouth College, donde imparte cursos de Estudios Centroamericanos, el bitcoin salvadoreño representa la última lógica en una larga historia de colonialismo y financiarización en el Sur Global.

Estas cuestiones se debaten ampliamente en esta entrevista, realizada gracias al proyecto The Crypto Syllabus, impulsado desde la plataforma de curación de conocimiento The Syllabus, así como su nueva institución hermana, The Center for the Advancement of Infrastructural Imagination. Esta iniciativa nace para mejorar el diagnóstico sobre el sistema capitalista global, salir de las ensoñaciones solucionistas de la “criptoizquierda” y desafiar a los verdaderos intelectuales orgánicos de esta era, los capitalistas de riesgo.

El giro hacia las criptomonedas en América Latina es el resultado de la crisis de solvencia en el sistema financiero, el estancamiento económico y la caída de los precios de materias primas como el petróleo. Es un resultado natural de la economía global

Las criptomonedas se están generalizando hasta la saciedad en muchos países de América Latina. ¿Podría comenzar con una descripción general sobre algunos de los desarrollos en la región, explicar qué está sucediendo y en qué lugar?
Las criptomonedas existen en América Latina desde la última década. En lugares como la ciudad de Panamá, profundamente arraigada en los mercados financieros globales, los intercambios con criptomonedas se han esparcido de manera considerable por los centros financieros, las plazas minoristas y los centros comerciales. En Uruguay, por su lado, se considera una parte clave para la innovación del sector tecnológico. Venezuela también es un caso muy interesante en el que una economía débil estimula el uso de criptomonedas desde el Estado, llegando incluso a lanzar una criptomoneda centralizada llamada Petro, que depende de la actividad extractiva en el Arco Minero del Orinoco. En general, el giro hacia las criptomonedas es el resultado de la crisis de solvencia en el sistema financiero, el estancamiento económico y la caída de los precios de materias primas como el petróleo. Es un resultado natural de la economía global.

En otros países, donde las cripto continúan operando en un área legal poco nítida, la idea circula entre entusiastas y especuladores por igual. Los sectores empresariales nacionales y los políticos de la región están explorando formas de integrar las criptomonedas en la economía para crear nuevas fuentes de ingresos. La idea es utilizar estas monedas digitales para resolver problemas relacionados con la deuda del país, la inflación, el desempleo y la creación de riqueza. Así ocurre en Paraguay, México y Puerto Rico. 

Por otro lado, si tomamos Bolivia como contrapunto, vemos que las criptomonedas fueron prohibidas como método para el intercambio comercial en 2014. El Estado boliviano apeló a que protegía a las personas de ser engañadas por un esquema Ponzi, llegando los portavoces gubernamentales a hacer comparaciones con las estafas de las casas de apuestas. En términos de economía política, el golpe de efecto boliviano a las criptomonedas se entendió como una forma de reforzar la estabilidad de su moneda nacional. No obstante, los defensores continúan apoyando la expansión de las criptomonedas en Bolivia y la revocación de esta ley con la esperanza de que personas que nunca han utilizado el sistema bancario lo hagan ahora. La idea es integrar a la mayor cantidad de personas en las lógicas de la economía global, eliminando así los mercados poco regulados donde operan la mayoría de los bolivianos.

Si bien las criptomonedas prometen no repetir estos mismos fracasos apelando a la naturaleza de su diseño, en Honduras continúa siendo instrumentalizada por actores corruptos e instituciones que funcionan a base de juego sucio. En un país profundamente corrupto, los préstamos y las ayudas para la recuperación de huracanes o para responder a la pandemia se desviaron hacia una economía controlada por una élite, mientras que la gente común se quedaba fuera de este proceso por completo. Necesitan alimentos, ropa, refugio y trabajo, no monedas virtuales. Argentina también es un ejemplo importante, ya que su experiencia con las recurrentes crisis de deuda y el incumplimiento de los países se repite frecuentemente en toda la región, sin que ninguna criptomoneda pueda servir como solución. 

Para los entusiastas de lo cripto, entidades como el FMI representan todos los males de las finanzas centralizadas y sirven como prueba para denunciar las falacias del sistema global

Parece darse una lógica geopolítica bastante paradójica en El Salvador. Por un lado, una de las principales razones por las que tantos países están preparados para experimentar con criptomonedas es debido a los programas anteriores impuestos desde el Fondo Monetario Internacional. En este sentido, la política regional lleva décadas modulada por el arte de gobierno neoliberal diseñado desde el Norte Global. Por otro lado, la mera presencia de bitcoin en los proyectos de desarrollo en el Sur Global parecen contener una promesa liberadora sobre los dictados del FMI, lo cual dota al bitcoin de un enorme atractivo populista.
Esta lógica es bastante paradójica, pero hasta cierto punto también era de esperar: un neoliberalismo esquizofrénico ha devastado las sociedades de toda América Latina. Los programas impuestos desde el FMI, el recurrente ajuste estructural y la deuda que encadenan muchos países de la región ha limitado la tasa de desarrollo, provocando una frustración generalizada. En la mayoría de los casos, ello ha empobrecido a los sectores populares y promovido una mayor concentración de la riqueza. Para los entusiastas de lo cripto, entidades como el FMI representan todos los males de las finanzas centralizadas y sirven como prueba para denunciar las falacias del sistema global. Incluso antes de la llegada de las criptomonedas, el FMI siempre ha sido el hombre del saco junto a Estados Unidos, pues ambos representan un imperialismo económico que parece no tener fin. Para las multitudes que apoyan la cripto-economía, impregnada en un pensamiento libertario y reaccionario sobre la estrategia de emancipación económica, esta imagen sobre el capitalismo financiero representa una herramienta muy persuasiva para impulsar su peculiar discurso sobre la libertad y la soberanía.

La gente ha asimilado —posiblemente debido a nociones de individualidad derivadas de cómo entendemos el Estado— los fundamentos pro-criptoestatales como un remedio a todo tipo de agravios y desigualdades individuales, del mismo modo en que si se tratara de una solución a los fallos anteriores a la llegada del autoritario iconoclasta Nayib Bukele. En América Látina, la descentralización del blockchain se ha vendido como una falsa solución al nacionalismo, la dependencia tecnológica y a la asfixia económica. Atribuir todos los males al FMI y a las instituciones financieras mundiales es apropiado —porque son históricamente culpables— pero no es la única cara de la imagen. Los líderes oportunistas como Bukele siempre se han aliado con estas entidades en el pasado. Y las criptomonedas culminan el enfoque que trata de imponer: un modelo de acumulación que, superficialmente, encaja con su carácter populista. Abre la puerta hacia argumentos sobre la la autodeterminación del país, aunque en realidad no se trate más que de las extracción egoísta de beneficios.

En lugar de fortalecer las instituciones y erradicar la corrupción, la solución que ofrece el bitcoin es actualizar el software de un gobierno para mejorar su interoperabilidad, cuenta de activos, transacciones, etc. Los gobiernos no están abordando los conflictos sociales, las disputas por el territorio y los recursos que han malgastado en el blockchain

En otras partes del Sur Global, especialmente en el Pacífico, los sospechosos habituales de influir en las políticas de desarrollo mundial, desde el Departamento de Estado de EE UU hasta el Banco Mundial y las organizaciones filantrópicas, han respaldado el blockchain —en lugar del bitcoin como tal como una forma de acelerar las transformaciones en líneas capitalistas, especialmente en lo que respecta a la asignación de derechos de propiedad y el reparto de identificaciones digitales a la población. Algunos académicos hablan incluso de “imperialismo blockchain”, ya que estamos comenzando a observar algunas extrañas alianzas entre el poder político de EE UU y varios actores corporativos que han surgido alrededor del sistema blockchain Ethereum. ¿Observa una dinámica similar en algún lugar de América Latina
En lugar de fortalecer las instituciones y erradicar la corrupción, la solución que ofrece el bitcoin es actualizar el software de un gobierno para mejorar su interoperabilidad, cuenta de activos, transacciones, etc. Los gobiernos no están abordando los conflictos sociales, las disputas por el territorio y los recursos que han malgastado en el blockchain. En algunos casos, como en El Salvador, se ha abandonado por completo la construcción de instituciones democráticas. El blockchain es una solución tecnológica que trata de autentificar la propiedad de la tierra, como si ello provocará mágicamente confianza en las relaciones de explotación capitalista o las hiciera más igualitarias. También se promociona como si fuera una forma de dar forma a gobiernos más eficientes que puedan dedicar su tiempo a gobernar, en lugar de atascarse en procedimientos burocráticos poco decorosos.

Respondiendo a tu pregunta, el aspecto de la identificación digital no está tan desarrollado en América Latina, pero en El Salvador se puede ver que el uso de Chivo Wallet sirve como un esfuerzo de extracción de datos organizado. Resulta peligroso que un gobierno cada vez más autoritario recopile información y hábitos de los salvadoreños. Por otro lado, al utilizar la tecnología blockchain para dotar de cierta integridad y moralidad a la recolección de datos biométricos, las instituciones neoliberales habituales —el Banco Mundial, el Departamento de Estado de EE UU y otras instituciones interesadas ​​en el monitoreo de la población— están haciendo poco para abordar las cuestiones de la reforma de la propiedad de la tierra o la desigualdad en la región. En definitiva, tratan de agregar una capa de software que prometa “estabilidad” a los inversores y especuladores mediante la generación de datos verificables a través de blockchain. En lugar de ser liberador o empoderador, esta es una forma de clasificar a las personas —y sus activos— como dignos o indignos. Son esfuerzos que dicen fomentar la inclusión digital, pero su único fin es la apertura de nuevos espacios para la reproducción del capital.

Profundicemos un poco más en el caso de El Salvador. Parece haber varios componentes distintos, aunque la atención de los medios en el caso se haya mezclado en una historia en singular. Estos distintos componentes tienen que ver con a) el experimento de hace dos años en El Zonte con el uso de bitcoin como una especie de moneda complementaria, la llamada “Bitcoin Beach” b) los esfuerzos del Gobierno para lanzar una billetera digital llamada Chivo para, entre otras cosas, disminuir las consecuencias de operar en lo que todavía es una economía dolarizada c) la decisión del Gobierno de convertir bitcoin en un instrumento de curso legal y d) el muy discutido anuncio de que el país lanzaría un llamado “volcán de los bonos ”, que vincularía la minería de bitcoin a la energía geotérmica.
La bitcoinización de El Salvador comienza hace aproximadamente dos años con el experimento Bitcoin Beach, donde lo cripto se implementó en una ciudad costera conocida como El Zonte. Este proyecto fue iniciado por un inversionista de California, Michael Peterson. La idea era poner a prueba un proyecto de desarrollo comunitario para la inclusión de los no bancarizados utilizando criptomonedas, con la condición expresa de que las personas no pudieran convertir a dólares estadounidenses la moneda local. Esta idea luego se convirtió en una intranet para la interactividad económica de la comunidad, demostrando la utilidad de bitcoin como dinero de los pobres para el uso diario. Incluso ayudó a desestigmatizar la tecnología como un instrumento que solo utilizan los ricos y los expertos en tecnología. Este modelo de “banca comunitaria” a través de bitcoin creció rápidamente gracias al boca a boca, talleres de blockchain y tutoriales prácticos con los usuarios más experimentados. El Zonte, como muchas comunidades costeras, es pobre y depende de la pesca y el turismo para sobrevivir. En estas condiciones, donde los gringos reparten un poco de dinero gratis y teléfonos inteligentes, la iniciativa se convirtió en un éxito.

Siguiendo el impulso de El Zonte, Nayib Bukele anunció en junio de 2021 que aprobaría una legislación para convertir el bitcoin en moneda de curso legal en El Salvador de inmediato y que lanzaría una billetera emitida por el Gobierno, Chivo, cuatro meses después. En los pocos meses previos al lanzamiento, los salvadoreños se formarían en literalidad digital para aprender a usa las criptomoneda y la billetera Chivo, especialmente a la hora de enviar y recibir remesas, y de manera más general, preparándose para aceptar transacciones con bitcoin. La legislación, ahora conocida como Ley de Bitcoin, obliga a todas las empresas en El Salvador, desde las más pequeñas hasta las más grandes, a aceptar transacciones con bitcoins. Esta medida ha provocado protestas masivas y un enorme descontento social. El bitcoin, además de que no tiene en cuenta las dificultades que enfrentan los salvadoreños en la vida cotidiana, fue ampliamente criticado debido a su apresurada implementación, deficiencias técnicas. A los salvadoreños les pareció una propuesta absurda —y forma de repetir la dolarización de 2001— que no tenía conexión alguna con las necesidades populares, que curiosamente encajaba más con los postulados autoritarios de Bukele y traba de eludir las posibles sanciones de Estados Unidos como resultado de la erosión de la cooperación diplomática. Además, el bitcoin busca generar dinero para que Bukele financie sus proyectos de infraestructura sin necesidad de recurrir a instituciones crediticias internacionales o a las alianzas con figuras influyentes del sector empresarial salvadoreño. En este sentido, la descentralización financiera aparece más como una cuestión de necesidad que un alarde de ciber-libertarismo.

Profundizando el compromiso del país con bitcoin, Bukele ha propuesto el uso de plantas de energía geotérmica para extraer criptomonedas. Usando la “energía ilimitada” de los muchos volcanes del país, sugirió expandir los proyectos geotérmicos y aprovechar este recurso para minar bitcoin

Más específicamente, debemos recordar que en febrero de 2020, Bukele ocupó la Asamblea Legislativa con los militares, para presionar a los legisladores para que aprobaran un proyecto de ley de seguridad. También ha perseguido a periodistas y ha restringido la libertad de expresión en el país. Bukele también utilizó la pandemia para expandir el aparato de seguridad en el país, creando una sociedad más represiva y militarizada. Hay pocas garantías de transparencia en todo esto, ya que su gobierno ha desmantelado por sí solo todos los controles del poder ejecutivo, desde la destitución de los jueces de la corte constitucional hasta una campaña de desinformación total contra el periodismo de investigación, al que llama los “medios de oposición”.

Profundizando el compromiso del país con bitcoin, Bukele ha propuesto el uso de plantas de energía geotérmica para extraer criptomonedas. Usando la “energía ilimitada” de los muchos volcanes del país, sugirió expandir los proyectos geotérmicos y aprovechar este recurso para minar bitcoin. Lo cierto es que El Salvador ya utiliza energía geotérmica para una pequeña parte de su gasto energético. No obstante, aún debe importar electricidad de los países vecinos para satisfacer sus necesidades.

Ahora bien, otra parte central en la propuesta de Bukele es la Bitcoin City, una comunidad privada y al mismo tiempo un parque logístico, desconectado de todas las leyes del país, para uso exclusivo de transacciones con bitcoins. Se trata de una Zonas Especiales de Desarrollo Económico y una ciudad charter. Paradójicamente, para financiar este proyecto y reunir el capital inicial para estas iniciativas estatales, Bukele ha sugerido la emisión de bonos bitcoin alimentados por energía volcánica. Ahora bien, la Bitcoin City y otras iniciativas de este tipo precipitarán los conflictos territoriales. No puede ser de otro modo porque se trata de expulsar a las comunidades locales y expropiar tierras para despejar el espacio para construir estas infraestructuras. Esto es inevitable en un país tan demográficamente saturado como El Salvador.

¿No cree, además, que quizás estemos siendo demasiado críticos con los esfuerzos antisistémicos —al menos, nominalmente— de Bukele y estemos ignorando otras aristas en esta historia? A este respecto, usted habla sobre el “colonialismo fiduciario” de la región, bajo el cual las vidas de la gente corriente se insertan en la cripto-burbuja especulativa global.
No creo que haya ningún componente antisistémico en el enfoque de Bukele para la adopción del bitcoin, especialmente cuando la operación está envuelta en una especie de secretismo en relación a Chivo… El movimiento de Bukele es nominalmente antisistémico en tanto que un efecto secundario del discurso tecnosolucionista, carente de contenido político y económico real. Siempre han existido presidentes, organizaciones militares y capitalistas conspirando para concentrar los beneficios económicos de la región y después compartir el botín de la explotación. Bitcoin es algo inquietantemente similar, una alianza entre tecnocapitalistas del país y empresarios de Silicon Valley, una empresa de riesgo beneficiosa para ambos, de la cual los salvadoreños se benefician más bien poco. Me refiero a este proceso como colonialismo fiduciario en el sentido de que la legislación fiscal del país, las leyes de curso legal y el desarrollo económico se están reorientando con un solo propósito: impulsar el bitcoin. 

No creo que haya ningún componente antisistémico en el enfoque de Bukele para la adopción del bitcoin. El movimiento de Bukele es nominalmente antisistémico en tanto que un efecto secundario del discurso tecnosolucionista, carente de contenido político y económico real

No obstante, el agua, la comida, la dignidad y la reproducción social son las cuestiones que más valoran los salvadoreños en su bienestar, no los picos y bajadas especulativas del bitcoin. Como las protestas en las calles han dejado claro, las luchas populares están siendo marginadas para privilegiar el único valor que importa a las élites del país: los activos de criptomonedas. Por eso insisto en entender estos movimientos desde la perspectiva más amplia de la lucha de clases. Por ejemplo, la depredación del bitcoin en El Salvador también transformará las relaciones laborales. Además, si el bitcoin se generaliza y escala de la manera que espera Bukele, las personas deberán realizar transacciones en criptomonedas para obtener ingresos básicos para sus familias. También deberán trabajar para los empresarios de bitcoin que disfrutan de la libertad financiera y acumulan capital sin trabas, mientras que los salvadoreños nuevamente se verán obligados a barrer, limpiar y servir por unos miserables satoshis que, al final, se les aconseja no gastar, sino acumularlos  y ahorrar.

Por último, el enfoque en la bitcoinización corre el riesgo de oscurecer otros elementos cruciales para entender de manera más amplia la reproducción social del capital, evita entender de manera abstracta la financiarización como una estrategia de supervivencia, pero lo más importante es que nos impide armar una agenda para rechazar las relaciones sociales de explotación y extracción que dejado a El Salvador sin los recursos que su población tan desesperadamente necesita. Por lo tanto, la noción de que lo que el pueblo salvadoreño necesita es liberarse de la infraestructura financiera actual e iniciar el comercio de bitcoin es una visión que solo es posible al caracterizar y malinterpretar deliberadamente las relaciones sociales locales, ser un sujeto ahistórico o ser víctima de algún tipo de amnesia selectiva.

Usted apunta hacia una las críticas a la estrategia de Bukele que puede leerse en la prensa internacional: para cada uno de los problemas relacionados con el bitcoin, la respuesta de El Salvador parece ser introducir una vuelta de tuerca y ofrecer más soluciones basadas en el bitcoin. De ahí que los comentaristas extranjeros teman que El Salvador se pueda convertir en un estado que funcione de manera similar a una pirámide Ponzi. De hecho, en una de las conferencias de bitcoin, el grupo de inversores extranjeros que presentaba el proyecto de ciudades privadas que usted menciona, propuso una ciudad regida por contratos y gestionada como una empresa. Incluso algunos actores extranjeros, como el gobierno alemán, han respaldado esta propuesta.
Los críticos del bitcoin denominan esta burbuja como un esquema Ponzi, una empresa de marketing multinivel que necesita más tontos para apuntalar la burbuja de activos y mantener la fiesta. Soy muy cauteloso con este tipo de proyectos, ya que básicamente están creando economías de enclave en toda la región. Están creando jardines amurallados de prosperidad que reproducen y exacerban las desigualdades locales, creando comunidades tributarias a su alrededor que se ven obligadas a trabajar para el enclave. Hay amplios casos históricos en los que este tipo de inversión dirigida por proyectos conduce al apartheid económico entre quienes acumulan capital a través de estos esfuerzos y quienes tienen la tarea de trabajar, a menudo de forma barata y sin protección.

Una de las cuestiones que destacan en Bukele es su uso particular de la retórica populista. Trata de instrumentalizar las fuerzas del nuevo hipercapitalismo, y ello explica su visita al gran evento sobre bitcoin en Miami, para domar el viejo capitalismo heredado de las épocas anteriores. ¿Es un fenómeno realmente nuevo en la región? Escuchamos muchas retórica sobre el potencial emancipatorio de lo digital durante la administración de Correa en Ecuador, por ejemplo, no sólo en términos de su propio dinero digital, que puede haber inspirado a Bukele, sino también en términos de construir su propias “ciudades del conocimiento” que funcionan con software libre y también existió una ideología peer-to-peer. Incluso hemos visto a Chávez promocionar los beneficios del software libre.
La seducción de las élites, viejas y nuevas, hacia la experimentación financiera y los instrumentos emergentes de acumulación también es bastante común. De hecho, si bien esta estamos ante una nueva fase del atrincheramiento del capitalismo en el mundo subdesarrollado, pero eso es bastante corriente entre los hábitos económicos de la élite es bastante repetitivo. Las élites financieras siempre girarán hacia los caminos emergentes que generen ganancias, a menudo sin piedad, y utilizando cualquier mecanismo de justificación. Bukele emplea el disfraz de la novedad y la innovación, pero debajo de ese manto está el mismo populismo de derecha que ha animado a los gobiernos conservadores en el pasado. No olvidemos que uno de los primeros viajes de Bukele como presidente fue una visita al Heritage Foundation, un think tank noeoconservador situado en Washington DC donde prometió colocar a El Salvador como un lugar preparado para la inversión.

Hay amplios casos históricos en los que este tipo de inversión dirigida por proyectos conduce al apartheid económico entre quienes acumulan capital a través de estos esfuerzos y quienes tienen la tarea de trabajar, a menudo de forma barata y sin protección

Correa y Chávez también dieron la bienvenida al software y la innovación tecnológica como un medio de empoderamiento y mejora de la productividad económica, pero tenía un objetivo ideológico diferente. Para Correa, si mal no recuerdo, la ciudad del conocimiento —Yachay— era una universidad, un lugar que buscaba mejorar la educación superior en Ecuador, y tuvo éxito ya que se ha mantenido como una institución de investigación líder en Ecuador. Yachay se imaginaba a sí misma impulsando también al sector tecnológico, era algo más en línea con la “Ciudad del Saber” de la Ciudad de Panamá —que alberga universidades, ONG y otras entidades al servicio de la cultura y la sociedad—, en lugar de un proyecto con la mentalidad de Bitcoin City, basado en el afán de lucro.

En el caso venezolano, ese experimento funcionó. Toda una generación se convirtió en desarrolladores y programadores talentosos, pero tuvieron que irse a trabajar en otro lugar debido al estancamiento de los salarios, una crisis derivada de un modelo de desarrollo dependiente del petróleo y la incapacidad del país para mejorar su infraestructura. Muchos venezolanos trabajan en el sector tecnológico argentino y uruguayo, así como en Chile y en otros lugares. Bitcoin City no se parece en nada a esto, ya que no se imagina a sí misma como un centro logístico orientado a fomentar la actividad económica. Todo lo relacionado con incubar nuevas mentes tecnológicas y la innovación queda relegado a una ocurrencia tardía, y es una consecuencia posible de tener negocios de bitcoins cerca de los salvadoreños desempleados.

¿El compromiso de Bukele con bitcoin puede ser simplemente una forma de obtener algo de influencia en la negociación del tan necesario préstamo de 1.300 millones del FMI? Ahora que las ambiciones de China en América Latina se han reducido, parece interesante pensar que las criptomonedas ofrecen algún tipo de reemplazo. En el pasado, los gobiernos populistas de la región utilizaron sus contactos con Beijing como una forma de hacer que Washington pagara, ahora simplemente anuncian que están coqueteando con hacer que el bitcoin sea tan importante como el dólar. ¿No cree que existe algún regateo geopolítico aquí? ¿Están Bukele y los líderes que le seguirán en la posición de subirse al carro de lo cripto? ¿O serán consumidos por su propia dinámica hipercapitalista? 
Este es un punto interesante, y creo que hay mucho más que desentrañar. En primer lugar, no creo que China haya abandonado sus ambiciones en América Latina, sino que ha ido expandiéndose silenciosamente. El cambio al bitcoin en lugares como El Salvador indica a los chinos que existen nuevas oportunidades económicas posibles en la región de la que pueden beneficiarse. Hace dos años, Bukele realizó una gira por el este de Asia y se detuvo en China para reunirse con los líderes nacionales. Poco después de esta reunión llegaron acuerdos para construir puertos y la infraestructura de transporte financiadas por China en El Salvador.

Estoy de acuerdo en que las criptomonedas son parte de esta conversación geopolítica más amplia sobre las relaciones entre Estados Unidos y El Salvador. Por eso, en mi opinión, se está moviendo tan rápido con los bonos volcánicos. Tratan de tener una segunda opción en caso de que el FMI les niegue los 1.300 millones que han solicitado. Como el valor de bitcoin es impredecible, realmente resulta difícil saber si esto acabará de la forma en que lo imagina Bukele, pero desde luego que está causando algunas brechas significativas a nivel geopolítico.

¿Observa algún espacio para superar a Bukele desde la izquierda con un enfoque tecnológico más sofisticado que no haga uso de las criptomonedas, pero que entienda la dolarización y las instituciones de Wall Street como problemas a resolver? ¿No existe el peligro de que al equiparar lo que podrían ser proyectos razonables en una economía dolarizada, por ejemplo, la billetera Chivo, con la propaganda de bitcoin, el Gobierno de Bukele pueda estar cerrando la posibilidad a usos verdaderamente emancipatorios de la tecnología para el desarrollo económico, finalmente libre de los imperativos de la “diplomacia del dólar”? 
Me parece que el argumento de la izquierda en El Salvador, el del imperialismo económico y la intromisión de Washington, ha sido capturado por la administración Bukele, quien ha hablado en los términos de la izquierda cuando le ha convenido a su estrategia populista. La idea de que la “tecnología de izquierdas” sea una posibilidad en El Salvador es bastante fascinante y debería gestarse más en el pensamiento de las organizaciones sociales. Pero lo que es inmediato y urgente para los salvadoreños son cuestiones sobre alimentación, agua potable, derechos humanos y justicia.

En El Salvador, el descarado Gobierno de Bukele ha impedido una evaluación neutral de la criptomoneda como un instrumento que puede existir fuera de la política de la derecha autoritaria

Ahora bien, para que cualquier movimiento social pueda rechazar con éxito el desarrollo liderado por el bitcoin en El Salvador es importante educar, enseñar, instruir, realizar talleres y construir comunidades sobre los usos y abusos de las criptomonedas y explorar el blockchain como tecnología. Eso podría traducirse en una estrategia de movimiento social, al tiempo que deshistorizar el bitcoin como una invención hipercapitalista nacida de mentes financieras “neoreaccionarias”. La concientización en torno a blockchain podría ayudar a las comunidades a obtener conocimientos financieros y aprovechar la tecnología para usos igualitarios. El conocimiento del mundo de las criptomonedas y sus principales actores puede ayudar a las comunidades a luchar y crear oportunidades de manera más efectiva y a rechazar las propuestas de bitcoin impuestas por Bukele de una manera más programática.

En El Salvador, el descarado Gobierno de Bukele ha impedido una evaluación neutral de la criptomoneda como un instrumento que puede existir fuera de la política de la derecha autoritaria. Para los salvadoreños, no se trata de lo que puede ser bitcoin, sino más bien de lo que ha hecho bitcoin. Y, hasta ahora, no ha cumplido ninguna de sus lujosas promesas, pero ha perturbado comunidades completas, ha dado lugar a fuertes protestas, aumentado la vigilancia contra los activistas, criminalizado la protesta crítica contra el bitcoin y Bukele, reducido la libertad de expresión e invertido dinero público que podría haber ido a parar a muchos proyectos sociales necesarios, como la educación, pensiones, salud y otros recursos naturales.

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