Coronavirus
El Mediterráneo Central en tiempos del coronavirus

Mientras en Europa los países entran en cuarentena y los barcos de rescate de las organizaciones civiles quedan amarrados en los puertos, cientos de personas siguen intentando cruzar largas distancias en aguas abiertas para escapar de Libia. 

Operación de rescate mediterraneo
Operación de rescate. Foto: Sea Watch Media Team

Médica de misión en Proactiva Open Arms y Sea Eye

22 mar 2020 10:00

El coronavirus se propagó en Italia hace un mes. A pesar de la experiencia del lejano Wuhan, estuvimos calificándolo como “poco más que un gripe” durante semanas. Mi abuelo murió al principio de marzo, nadie entendió exactamente cómo. Era anciano, con distintas afecciones y un cáncer terminal. El diagnóstico no llegó más allá.

A principios del mes, en algún chat de colegas médicos empezaron a aparecer testimonios muy preocupantes de los compañeros que trabajaban en lo que en ese momento eran las llamadas “zonas rojas”. Los pacientes no eran tan viejos, llegaban a cuidados intensivos también niños de catorce años, no todos tenían enfermedades crónicas.

Los barcos quedaron en cuarentena después de desembarcar a las últimas personas rescatadas. Los aviones civiles de reconocimiento aéreo se quedaron en tierra.

El 9 de marzo, toda Italia entró en cierre de emergencia.

De repente, todo se detuvo. Las calles están vacías, el bar está cerrado. Los barcos humanitarios que operaban en las aguas internacionales del Mediterráneo central quedaron amarrados en las costas italianas, en cuarentena después de desembarcar a las últimas personas rescatadas en el mar. Los aviones civiles de reconocimiento aéreo se quedaron en tierra.

Pero las salidas desesperadas de las costas del norte de África no se detuvieron.

El sábado 14 de marzo, Sergio Scandura, periodista de Radio Radicale, denunciaba cómo cuarenta personas, entre ellas niños, llegadas a Lampedusa durante la noche, habían sido abandonadas en el muelle, a bordo de su barco de madera, hasta el día siguiente en que se les permitió desembarcar; de hecho, el centro de registro de Lampedusa, que recibe a los solicitantes de asilo a su llegada en la isla, había sido aislado después de que algunas personas fueran alojadas el día anterior, tras tres llegadas desde Túnez.

Ese mismo día, Alarm Phone, una plataforma que recoge llamadas de socorro, informó de dos desastres en la zona de la SAR maltesa. Angela Caponnetto, periodista para RAINEWS24, informó en su cuenta de Twitter sobre una nueva patera a la deriva en la misma zona SAR con unas cuarenta personas a bordo.

El sábado pasado se documentaron más de 200 náufragos en las aguas internacionales bajo la responsabilidad del Centro de Coordinación de Rescates Marítimos maltés.

Ciento doce de ellos ya habían sido localizados por un avioneta de la agencia europea de fronteras Frontex a primera hora de la mañana, según informaron fuentes confidenciales a Alarm Phone y según sugirieron algunos documentos visuales publicados por Caponnetto. Las 112 personas a bordo pasaron unas 48 horas en el mar antes de que las Fuerzas Armadas de Malta acabaran rescatándolas, unas 18 horas después de recibir la alerta de Alarm Phone.

La Valletta pudo haber actuado muchas horas antes, coordinando el buque Guneshli, que navegaba al lado del bote de goma ya en la madrugada. El petrolero, bandera maltesa, estuvo a la vista de los naufrágos durante horas, evitando el contacto con el bote de goma que intentaba llegar a él para pedirle dispositivos de flotación y agua, según contaron los náufragos a los operadores de Alarm Phone.

Mientras tanto, el RCC de Malta coordinó una operación de devolución en caliente desde su propia zona de rescate en cooperación con Frontex y los llamados guardacostas libios: las 49 personas del barco de fibra de vidrio blanco estaban a la deriva dentro de la zona SAR maltesa, cuando el buque Ras Al Jadar las interceptó y las entregó de vuelta al infierno libio. A sólo ochenta millas náuticas de las costas maltesas, la tierra más cercana hubiera sido la isla europea.

No es la primera vez que los llamados guardacostas libios, ósea milicias armadas por los gobiernos europeos y coordinadas por agentes militares europeos y por la agencia Frontex, llevan a cabo una devolución ilegal dentro de la zona bajo responsabilidad maltesa.

Libia
No se trata de llegar a Europa sino de escapar de Libia

El 3 de abril el buque Alan Kurdi rescataba 64 personas 20 millas norte de la costa de Libia. La autora de este artículo estaba en ese barco. Esta es una reconstrucción de la situación en Libia basada en los testimonios de las personas rescatadas.

El 18 de octubre de 2019, Malta coordinó la devolución de otro barco en dificultades desde su propia zona de búsqueda y rescate y a sólo 41 millas náuticas de la isla italiana de Lampedusa. Unas cincuenta personas fueron interceptadas y devuelta a Libia y a su guerra civil por la patrullera libia Fezzan, coordinada por una autoridad europea, el RCC Malta, responsable de la violación de sendos convenios internacionales: de búsqueda y salvamento y de tutela de los derechos humanos.

En la noche del 9 de febrero, Aita Mari, el buque de rescate de la organización humanitaria vasca Salvamento Marítimo Humanitario, fue testigo de otra operación conjunta entre la AFM y los llamados guardacostas libios dentro de las aguas bajo responsabilidad de La Valletta. Michele Angioni, el primer oficial a bordo de la embarcación española, relata que los humanitarios se ofrecieron a intervenir, pero las autoridades maltesa les ordenaron mantenerse alejados; mientras tanto, un avión militar, probablemente maltés, sobrevolaba el bote de goma.

Una reconstrucción de los hechos basada en los testimonios de los náufragos recogidos por Alarm Phone muestra cómo las Fuerzas Armadas de Malta fueron las primeras en llegar al lugar e intervinieron solo para comprobar el estado a bordo y distribuir chalecos. Sin embargo, las operaciones de rescate se retrasaron hasta la llegada de la guarda costera libia que comenzó a remolcar el barco. La devolución criminal se evitó este día únicamente porque los náufragos se tiraron al agua, obligando a las AFM a intervenir.

El 9 de noviembre pasado, The Times of Malta revelaba el acuerdo secreto entre Malta y Libia para impedir la llegada de migrantes, una negociación secreta en la que las Fuerzas Armadas de Malta se coordinan con la supuesta guardia costera libia para interceptar a los migrantes que se dirigen a la isla y devolverlos a Libia. El hecho recuerda la reunión en Cara di Mineo entre los agente de la inteligencia italiana y las llamadas autoridades libias en 2017.

La reticencia de los países costeros a asumir la responsabilidad de las personas que se encuentran en peligro en el mar se refleja en la demora criminal de las operaciones de rescate

La reticencia de los países costeros a asumir la responsabilidad de las personas que se encuentran en peligro urgente en el mar se refleja en la demora criminal de las operaciones de rescate actuada por las autoridades europeas. Además, los centros de coordinación de búsqueda y rescate y los medios aéreos europeos desempeñan un papel crucial en la interceptación y devolución frente a la costa de Libia.

La falta de asistencia, las demoras y hasta las devoluciones se han convirtido en la norma en la zona de SAR maltesa, causando desapariciones y muertes, tanto en el mar como en Libia.

La OIM (Organización Internacional para las Migraciones) declaró que sólo el fin de semana del 14 y 15 de marzo los llamados guardacostas libios interceptaron y devolvieron a Libia 301 personas. La OIM se une a la instrucción de ACNUR (el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) en la condena de la devolución a Libia, ya que el país se encuentra en un conflicto civil activo: las personas que huyen del país tienen, indiscutiblemente, el derecho fundamental de solicitar asilo.

Cientos de personas siguen intentando cruzar largas distancias en aguas abiertas para llegar a Europa a pesar de la ausencia de barcos de rescate de las ONG: cualquiera argumentación sobre el factor de atracción suena simplemente ridícula. Sólo existe un factor de expulsión en Libia, la privación de los derechos humanos más básicos en medio de una guerra civil: por eso el brote de coronavirus no impedirá que la gente siga huyendo de Libia y siga buscando protección en Europa.

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