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Contigo empezó todo
Castilblanco, la masacre que cambió de bando
A finales de 1931, una multitud de campesinos en huelga linchó a cuatro guardias civiles en un pueblo de Badajoz.
Llueve hacia arriba. Los ratones persiguen a los gatos. En Castilblanco, el 31 de diciembre de 1931 ocurren sucesos paranormales. Ha habido una masacre, pero eso no es precisamente extraño en un país donde las fuerzas de orden público son expertas en jugar al tiro al plato con los rebeldes. Si observamos los cinco cadáveres que hay frente a la Casa del Pueblo de este pequeño pueblo de Badajoz, descubrimos un acontecimiento extraordinario. Solo uno de ellos corresponde a un trabajador. Los otros cuatro son guardias civiles. ¿Qué ha pasado en Castilblanco?
La impaciencia llega a Siberia
Esta localidad, entonces con cerca de 2.700 habitantes, se encuentra en la ‘Siberia extremeña’, comarca del noreste de Badajoz así llamada desde principios del siglo XX por su aislamiento así como por su lejanía respecto a ciudades importantes. En el caso de Castilblanco, se accedía cruzando en barca el Guadiana y distaba 200 kilómetros de Badajoz y 140 de Ciudad Real.El reloj de la historia se había parado en Castilblanco. Dejado de la mano de cualquier dios, en el pueblo los años pasaban ahogados entre el feudalismo y el caciquismo. Por no haber, no había ni dos candidatos al Ayuntamiento: el alcalde fue elegido en 1931 por falta de oponentes. Sin embargo, los primeros pasos de la República comenzada ese mismo año sacudieron el sopor de la localidad. La Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra (FNTT), brazo rural de la UGT que llegaría a contar con un verdadero ejército de jornaleros en la provincia, llegó a Siberia, implantándose progresivamente en la zona desde la primavera al invierno.
Se oyeron insultos a la Guardia Civil, a los que los cuatro hombres respondieron con disparos al aire, lo que encendió definitivamente los ánimos
Durante la estación fría había todavía menos trabajo en el campo, lo cual disparaba la tensión. La FNTT convocó una manifestación para el día 20 de diciembre en demanda de empleo. Fue disuelta por la Guardia Civil. El sindicato respondió entonces con la declaración de huelga general para los días 30 y 31, añadiendo a sus reivindicaciones el traslado del mando de la Guardia Civil, acusado de complicidad con los propietarios.
El cóctel explosivo estaba preparado entre una masa obrera a la que se habían hecho grandes promesas pero veía cómo su cotidianeidad era la misma de siempre sumada a unas fuerzas represivas poco dispuestas al diálogo. El día 30 la manifestación transcurrió sin problemas, pero no así el último día del año. El alcalde a quien nadie había votado necesitaba sus cinco minutos de gloria y no se le ocurrió nada mejor que enviar a los cuatro efectivos de la Guardia Civil a la Casa del Pueblo que ejercía como sede de la FNTT.
Fuenteovejuna en Extremadura
Los cuatro agentes se presentaron ante la manifestación de 500 personas e instaron a que se disolviese. Los huelguistas, claro está, no estaban por la labor. Se oyeron insultos a la Guardia Civil, a los que los cuatro hombres respondieron con disparos al aire, lo que encendió definitivamente los ánimos. Un manifestante cayó muerto, y una lluvia de palos, cuchillos y piedras se abatió sobre los cuatro guardias civiles, que allí mismo perdieron la vida.En el verano siguiente 13 de ellos serían condenados, siete a pena de muerte y seis a cadena perpetua (las penas serían rebajadas más tarde)
La noticia cayó como una bomba sobre unas altas esferas acostumbradas a que la Guardia Civil segara vidas, pero que consideraba absolutamente intolerable que se produjera la situación inversa. Santiago Casares Quiroga, ministro de Gobernación, asistió al funeral de los cuatro guardias civiles, pero nadie le vio en el del obrero fallecido. La prensa republicana y monárquica hizo correr ríos de tinta sobre las “turbas” de “primitivos”. Una de las excepciones fue el doctor Gregorio Marañón, que llamó a reflexionar sobre las causas y comparó la situación con la de la obra de Lope de Vega Fuenteovejuna, en la que los habitantes de un pueblo se toman la justicia por su mano frente a un comendador real. Por su parte, la prensa obrera, como El Socialista y Solidaridad Obrera, culpó de los hechos a las autoridades y a la falta de soluciones sociales, y señaló la patente diferencia en el tratamiento de unas muertes y otras.
Mientras tanto, Castilblanco sufría la venganza. En la misma noche del día 31, un importante destacamento de la Guardia Civil se presentó en el pueblo. En los días siguientes serían detenidas 45 personas. Los interrogatorios se realizarían en el Ayuntamiento, en cuyo balcón los arrestados permanecieron atados con cuerdas y expuestos al frío invernal. La mitad serían enviados a la cárcel de Badajoz y en el verano siguiente 13 de ellos serían condenados, siete a pena de muerte y seis a cadena perpetua (las penas serían rebajadas más tarde).
En los cinco días siguientes, la Guardia Civil ahogó sus penas en sangre y recobró con ahínco su papel de verdugo. 3 de enero: dos campesinos muertos en Zalamea de la Serena (Badajoz) y dos obreros azucareros muertos en Épila (Zaragoza). 4 de enero: cuatro campesinos muertos en Jeresa (Valencia). 5 de enero: 11 huelguistas acribillados en Arnedo (La Rioja). La República del Orden había vuelto a la normalidad.
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El autor de este escrito , debería documentarse antes de publicar cierta atrocidad... Soy vecino de castilblanco y conozco la historia lo que ocurrió aquí fue a causa de una manifestación seré breve ... Uno de los agentes agredió a una mujer embarazada un vecino salio en su defensa y el agente disparo luego el pueblo se hecho encima pero los vecinos no empezaron a matar por qué si , hay que tener en cuenta también que en aquellos años se pasaba demasiada hambre de ahí las manifestaciones que surgían entonces no solo en el pueblo en sí si no en más localidades que vivían bajo el yugo de gente pudiente y dictadora un saludo y por favor documentese mejor la próxima vez le invito a que venga a este pueblo y conozca a su gente lo mismo así cambia de argumento
Asesinar a una persona es injustificable, sea civil o policial.
No hay que olvidar que los guardias civiles eran de extracción popular y estaban a las órdenes de la patronal y los caciques. Los verdaderos responsables de las atrocidades.
Asesinar a las fuerzas del orden cuando éstas cumplen con su deber es rechazable siempre. Ya sabemos cómo terminó todo aquello.
Evidentemente, las fuerzas del orden, sobretodo militares y Guardia Civil, siempre estuvieron inclinados del lado del latifundio frente a las demandas de reforma agraria y justicia de los campesinos. Su historial de apoyo empresarial y feudal venía de largo tiempo atrás
en aquellos tiempos Extremadura era una ejemplo de rebeldía y diginidad, ahora estamos adormecidos y sumisos