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Contigo empezó todo
El comunista que soñaba con galaxias
Anton Pannekoek tenía dos pasiones. La primera, como astrónomo, era estudiar el universo. La segunda, como comunista, era liberar al ser humano que tiene por hogar este pequeño punto azul perdido en el cosmos que llamamos Tierra. Este neerlandés, nacido en 1873 y fallecido en 1960, fue un importante científico que hizo avanzar nuestro conocimiento astronómico. Al mismo tiempo, fue el fundador del comunismo consejista, una corriente revolucionaria que situaba la autonomía obrera en su centro de actuación.
De la Estrella Polar a la Vía Láctea
Pannekoek comenzó su carrera científica observando y grabando el cielo nocturno durante sus estudios de secundaria. Con 30 años, registró la variabilidad de Polaris, la Estrella Polar, confirmada casi 20 años después. Posteriormente, se dedicó a investigar nuevos métodos para medir la Vía Láctea y la distancia entre estrellas, lo que facilitó la aceptación de las ideas que defendían que nuestra galaxia era mucho más grande que lo que se pensaba hasta entonces. Durante sus últimas décadas, se dedicó a investigar la astrofísica de las atmósferas estelares. En 1931 produjo la curva de crecimiento de Deneb, la primera para una estrella diferente al sol. Por estos estudios se le considera fundador de la astrofísica en los Países Bajos.
Pannekoek también escribió sobre historia de su disciplina, y su obra Una historia de la astronomía es una referencia en el campo. Durante su época fue ampliamente reconocido. Fundó el Instituto Astronómico de la Universidad de Ámsterdam, que actualmente lleva su nombre, era miembro de la Academia Real de las Artes y las Ciencias de los Países Bajos y recibió la Medalla de Oro de la Real Sociedad Astronómica en 1951.
Un comunista contra la URSS
De forma paralela a sus investigaciones sobre el entorno de nuestro planeta, Pannekoek se sumió en otra disciplina que también consideraba como científica, pero que no abordaba el exterior de la Tierra, sino las relaciones sociales en su interior: el marxismo.
En 1898 se unió al Partido Obrero Socialdemócrata, el principal partido marxista de su país. A medida que se fue involucrando en el movimiento a nivel internacional, fue desarrollando su perspectiva, y en la segunda década del siglo XX polemizó con las tendencias más moderadas que se daban en el partido hermano de Alemania.
Pannekoek no rechazaba la lucha por reformas sociales, pero señalaba que estas debían formar parte de una lucha más amplia por la meta socialista: “Son pasos en el camino hacia el objetivo ya que refuerzan nuestro poder”. El socialismo de Pannekoek se remitía al origen, a la idea de los trabajadores tomando los asuntos en sus propias manos, ya que “solo cuando las propias masas toman la iniciativa es posible un poderoso levantamiento de nuestro movimiento”.
Tras la I Guerra Mundial y la escisión marxista entre gradualistas y revolucionarios, Pannekoek se unió al Partido Comunista de los Países Bajos. Al astrónomo, junto a otros compañeros, la Internacional Comunista le encargó la gestión de la oficina de Ámsterdam, pero sus ideas contrarias a Lenin y Trotsky respecto a la participación comunista en sindicatos y frentes con otros partidos llevó a su pronta disolución. El libro de Lenin El izquierdismo, la enfermedad infantil del comunismo atacaba de frente las posiciones de Pannekoek. El marxista holandés dejó el partido.
Pannekoek quedó en la órbita del Partido Comunista Obrero de Alemania que, con 80.000 miembros, rechazaba la participación parlamentaria tras su experiencia en la Revolución Alemana, aplastada por el Partido Socialdemócrata Alemán. El científico era consciente de que Europa occidental no era lo mismo que Rusia: “Durante cien años de la era burguesa, la vida espiritual de la burguesía ha permeado a toda la sociedad”.
Por otro lado, mientras el marxismo internacional se dividía entre quienes abandonaban sus principios para integrarse en el capitalismo de tipo liberal y los que se convertían en agentes de Moscú, Pannekoek desarrolló una aguda crítica de la Revolución Rusa. En su opinión, esta fue la última revolución burguesa, que destruye el feudalismo e inicia la industrialización: “La Revolución Rusa pareció ser una revolución proletaria, habiendo sido los obreros sus autores a través de huelgas y acciones de masas. Enseguida, sin embargo, el partido bolchevique logró tomar las riendas del poder —la clase obrera era una pequeña minoría entre la población campesina—. Así, el carácter burgués —en el sentido más amplio del término— de la Revolución Rusa se hizo dominante y tomó la forma de un capitalismo de Estado. Desde entonces, en lo que concierne a su influencia ideológica y espiritual en el mundo, la Revolución Rusa se ha convertido exactamente en lo opuesto a una revolución proletaria que debe liberar a los obreros y hacerlos dueños del aparato productivo”.
La alternativa de Pannekoek, plasmada en un libro que escribió, oculto y sin su empleo en la universidad, durante la ocupación nazi, era el “comunismo de consejos”. En sus palabras, “el sistema de consejos es una organización estatal sin la burocracia de funcionarios que hacen del Estado un poder ajeno y enajenante del pueblo”.
El radicalismo de izquierdas, al menos hasta los años 60, cuando los textos de los consejistas volvieron a tener cierto eco, quedó prácticamente acabado tras la II Guerra Mundial. La victoria aliada no engañaba a Pannekoek, para quien la clase obrera “ya no tiene la voluntad de decidir si seguir o no a la burguesía” y la identidad de clase había sido “arrasada por la sumisión general de todas las clases a la ideología del capital”. Sus ideas marxistas antibolcheviques quedaron relegadas a una nota al pie de la historia de la izquierda. La Vía Láctea, su gran amiga, ha sido más benévola con él: un asteroide y un cráter de la Luna llevan el nombre de Pannekoek, el comunista que soñaba con galaxias, el astrónomo que soñaba con consejos obreros.
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Se acaba de reeditar el libro sobre el comunismo de consejos de Pannekoek, "Los consejos obreros", con otros textos extra https://traficantes.net/libros/los-consejos-obreros
oportunidades como esta de conocer la historia paralela, muchas gracias¡