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Dani Gago Intervención de Pablo Iglesias durante la investidura del Gobierno de coalición de Unidas Podemos con el PSOE.

La Conferencia Episcopal ha saludado al próximo Gobierno pidiendo “oraciones especiales” ante una hora “crucial y de emergencia”. Golpe de flagelo de la máxima representación de la Iglesia católica en el día de la derrota ─porque así lo han vivido─ de la derecha española. A la puerta del Congreso, algunos centenares de manifestantes se desgañitaban contra la Anti-España, triunfante ─porque así lo sienten─ en el hemiciclo.

La victoria, que se debe certificar el próximo 7 de enero, apenas tendrá quien rece por ella. Quizá porque se desconoce su alcance. El acuerdo del 30 de diciembre es lo suficientemente flexible como para no saber a quién satisfará. La victoria, sin embargo, se mide en función de la reacción de los derrotados. Y esta está siendo aún más excéntrica de lo que se esperaba. El Madrid cortesano vive estos días al borde del desmayo. La gesticulación paga con votos en todo el mundo, y el último en comprobarlo ha sido Boris Johnson, pero a veces lo único que produce es un disparatado astracán. El llamamiento a bocoitear a Teruel es el último chiste.

Apostólicos

El aviso de la Conferencia Episcopal no es gratuito, el programa presentado por PSOE y Unidas Podemos incluye medidas que atentan contra las cosas de comer. El fin de las subvenciones a colegios que segregan y una revisión de las inmatriculaciones de la Iglesia. Pequeñas brechas que, sin embargo, son, como todo los mensajes que lanza el conservadurismo en estas fechas, las primeras señales del apocalipsis que llega.

El toque de rebato de los apostólicos ha comenzado hoy con la intervención de la jerarquía eclesiástica (“que en todas las misas se ore por España, en los conventos de vida contemplativa se ore intensamente por España”). Se han sumado al coro los representantes de la derecha. “La prioridad es defender la nación”, ha defendido Casado. “Vox perseguirá en los tribunales todos esos desplantes”, se ha desgarrado Santiago Abascal.

La búsqueda de la unidad de los patriotas es el oremus de la derecha mediática ante el apocalipsis que se está produciendo: 2020 es el primer año de la resistencia, proclamaba ayer uno de los vates radiofónicos de la gran familia de los apostólicos. Casado y Abascal han llegado al mismo punto en sus intervenciones: la justicia se presenta como el punto de encuentro de una derecha en la búsqueda de la unidad perdida. Mejor en los tribunales que en los cuarteles. No es descartable, dado que según Casado este fin de semana se está produciendo una moción de censura al Estado.

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Concentración contra la investidura de Pedro Sánchez. David F. Sabadell

Y GANADORES

La inhabilitación de Quim Torra, último episodio de ese empeño de unidad en la visión restrictiva de la ley, no ha tocado la base del acuerdo frágil alcanzado con Esquerra Republicana de Catalunya. Los republicanos han anunciado que no variarán el sentido de su voto. “El próximo gobierno tendrá muchos enemigos: puede que haya togados que pongan por delante su ideología reaccionaria antes que el derecho”; la intervención de Pablo Iglesias anticipa el ruido de fondo del arranque de la legislatura.

Intervención en clave optimista ─no triunfalista─ para defender un acuerdo programático que Sánchez ha presentado por la mañana con una pequeña enmienda a las políticas neoliberales. Cambio de idea ─otra vez─ de Pedro Sánchez, que tendrá en el desarrollo del programa económico y social pactado con sus socios la vía de fuga para que el giro al abordar la situación de Catalunya como un conflicto político no desgarre su Gobierno, a su partido y al espacio político que representa.

El mal de hartura se extiende a la derecha y la izquierda. La derecha tiene en la unidad en los tribunales y en el frente mediático las herramientas suficientes para mantener vivo el hartazgo de la sociedad hacia la política. El hartazgo da votos a Vox y el PP aún no ha salido de su laberinto, seguirán con la lata de gasolina. La hartura, la llamada desafección, será el ariete para derribar, uno a uno, los intentos de normalización de un Gobierno que será, en efecto, insólito. El primero del régimen post-78.

De rebajar el hartazgo de la izquierda depende el futuro del próximo Gobierno. Esta mañana, Anticapitalistas ─la principal corriente no oficialista dentro de Podemos─ expresaba su falta de esperanzas en el pacto que se está desarrollando entre UP y PSOE. En el Congreso, el ingrediente de la fatiga se ha visto reflejado en la intervención del representante de Teruel Existe, un síntoma de la incipiente geopolítica de partidos que ha creado el fin del consenso constitucional.

La investidura apenas tiene quien la celebre fuera del Congreso. Demasiado tiempo perdido desde 2015. El péndulo de la victoria a la derrota se mueve deprisa. No deja tiempo apenas para disfrutar de la derrota de los otros.

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