
Cómic
Alison Bechdel cuenta en ‘Consumida’ cómo seguir siendo progres a los 60 años mientras el fascismo nos come
Cuando tenía apenas 25 años, Alison Bechdel escribió y dibujó unas tiras cómicas que le hicieron ganarse un hueco importante en los corazones de quienes no creían en el sueño americano porque este solo les había deparado pesadillas. Unas lesbianas de cuidado, publicadas entre 1983 y 2008, convirtieron a Bechdel en un nombre indispensable en la cultura subterránea de Estados Unidos durante los mandatos presidenciales de Reagan, Clinton y los Bush. Uno de los hallazgos de esas viñetas fue lo que posteriormente se ha llamado el test de Bechdel, un método a mitad de camino entre la broma y el toque de atención que se puede utilizar para medir la brecha de género en los productos culturales mediante el análisis de los diálogos de los personajes femeninos.
Cuatro décadas después de aquellas primeras tiras cómicas, Bechdel es una autora de cómic consolidada y exitosa, a la altura de Daniel Clowes o Joe Sacco, con varias novelas gráficas de corte autobiográfico publicadas en todo el mundo como Fun home, ¿Eres mi madre? y El secreto de la fuerza sobrehumana. A los 65 años, mantiene una mirada crítica y progresista, atravesada también por las contradicciones, el miedo y las decepciones que se acumulan con el paso del tiempo.
Así lo refleja su nueva obra, la novela gráfica Consumida (Reservoir Books, 2025), que llegó a librerías ayer, 18 de septiembre. Con un tono realista y cómico, en sus páginas conocemos a una autora que se parece mucho a Alison Bechdel y que también se llama Alison, pero que en lugar de haber escrito Fun home, ha publicado Muerte y taxidermia, cuya adaptación televisiva le produce dolores de cabeza por las libertades que se toma la guionista.
En torno a la Alison ficticia, su pareja y sus amistades, algunas de ellas personajes recuperados de Unas lesbianas de cuidado, la Bechdel real retrata las experiencias de una pequeña comunidad que, superada la furia de la juventud, trata de mantener sus ideales y modos de vida en un entorno donde, fuera de sus aparentemente seguros hogares alternativos, arrecia la tormenta conservadora.

En rueda de prensa un día antes del lanzamiento, la autora explicó el subtítulo de Consumida, que define este trabajo como una novela cómica. “El humor es lo mío, hay muchas maneras de llegar a la gente y el humor es la que yo he escogido. Me parece muy importante ser capaz de reírse. Las cosas se están poniendo muy oscuras aquí, la situación es desalentadora, pero eso no cambia que, como seres humanos, sea muy importante que seamos capaces de reírnos unos con otros, no unos de otros, sin deshumanizarnos”, afirmó.
En Consumida, el personaje de Alison lidia con la angustia de cómo conseguir sobrevivir siendo una escritora que tiene ciertas preocupaciones éticas y políticas que chocan con la realidad. Espera que alguna editorial grande le conteste a su propuesta de nuevo libro, pero no es capaz de centrarse en la escritura. A la vez, intenta que la exitosa serie de televisión basada en una obra anterior suya sea más fiel al original, pese a que esa no es la intención de la guionista. Y también trata de encauzar la relación con su hermana Sheila, seguidora de Trump y antiabortista. Alison vive con su pareja Holly en un entorno rural donde crían cabras. Holly graba vídeos virales sobre cómo alimentarlas y cuidarlas. Alison se enfrenta a la página en blanco.
La Bechdel autora se separó del personaje que ha creado —“ella es y no es yo”— y afirmó que ha disfrutado al hacerlo, desmarcándose en esta ocasión de las historias autobiográficas que ha escrito a lo largo de su trayectoria. “Fue muy refrescante no tener que contar exactamente mi vida, porque ya lo he hecho muchas veces, así que fue un placer inventarme cosas de mi vida y mi personalidad. Lo que hice fue crear una versión exagerada de mí misma, con un punto histriónico. Sigo siendo quien soy, no me he convertido en una seguidora MAGA. Pero tengo la sensación de que la gente conoce cosas muy íntimas de mi vida, así que ahora estoy tratando de tapar un poco las pistas, disfrazarme, disimular un poco”.
“Ha sido un placer poder mostrar la vida de una pareja lesbiana, cuán banal es y cuánta rutina hay en nuestra vida de pareja. Creo que hay un cierto valor político en eso, que es simplemente demostrar que somos seres humanos”, explicó Bechdel en rueda de prensa
El personaje de Holly sí está inspirado directamente en la pareja de Bechdel, quien reconoció que hace 20 o 30 años no podría haber escrito sobre su relación, “pero el movimiento LGTBIQ+ ha creado un espacio para poder hacerlo y mostrarnos como somos. Ha sido un placer poder mostrar la vida de una pareja lesbiana, cuán banal es y cuánta rutina hay en nuestra vida de pareja. Creo que hay un cierto valor político en eso, que es simplemente demostrar que somos seres humanos”.
La pandilla de amistades de la Alison ficticia reúne todos los clichés con los que la derecha ridiculiza las posiciones transformadoras progresistas, pero con unos personajes situados en una edad madura en la que el fuego revolucionario se ha convertido en brasas, en el mejor de los casos, o se ha extinguido completamente. La cuadrilla no quiere darse por vencida, pero la sensación de que lo que cuenta Bechdel es la historia de una derrota flota por las páginas de toda la novela gráfica. Lois y Ginger son dos personajes recuperados de Unas lesbianas de cuidado; Stuart y Sparrow forman una pareja heterosexual que prueba el trío con Naomi mientras J. R., su hije que estudia en la universidad, les pone frente al espejo de lo que es el activismo político en el siglo XXI, distinto al que practicaron durante su juventud. Esta pequeña comunidad familiar se junta para ver en la tele la serie basada en el cómic de Alison y discute en el coworking del comedor sobre los ataques legales al derecho al aborto, el poliamor a su avanzada edad o la implantación de ChatGPT en las aulas. Fuera de las paredes de sus casas, el monstruo fascista lo va devorando todo con avidez. Bechdel terminó Consumida antes de la segunda mudanza de Trump a la Casa Blanca. “No creo que estos personajes sean víctimas, en absoluto —valoró la autora—, creo que han sido muy coherentes durante toda su vida, todos han trabajado muy duro para crear un mundo más justo. Mucha gente en EE UU está en estado de shock, es muy difícil procesar lo que está pasando porque va todo muy rápido y es difícil tener perspectiva, pero hay una lucha de décadas que permanece y que tenemos que continuar. Antaño parecía posible, pero ahora los conservadores han ganado mucho terreno. Sin embargo, tengo la sensación de que estos personajes son heroicos. Ahora son mayores y están cansados, como yo, pero tenemos que seguir en esta lucha”.

Bechdel reconoció que tiene dudas en torno a si, como creadora, es más conveniente transmitir un mensaje esperanzador o apocalíptico en un “momento crítico” para la democracia como el que vive su país. “Aunque nuestra obligación es ser optimistas y arrojar esa visión para que la gente siga motivada y tenga una visión de futuro, qué haces cuando tu miedo es el sentimiento racional: tengo que hablar de él o eso es contraproducente”.
Consumida se estructura en capítulos cuyos títulos son frases de El capital de Karl Marx, un libro que la Alison personaje consulta. La autora considera que son ilustrativas de por dónde van las cosas, tanto en la realidad como en esta novela gráfica. “Somos cómplices del capitalismo, no tengo una respuesta a cómo superar las contradicciones diarias, quería poner unas pinceladas de Marx jugando con ello”, explicó.
Bechdel recordó que Fun home, la novela gráfica que le acercó a un público mayoritario, ha sufrido la persecución impuesta en los últimos meses en el ámbito cultural estadounidense. “Desde hace un tiempo en EE UU hay muchos libros que se están prohibiendo o se consideran obscenos, hay este juego nazi desde el Gobierno. Es un ataque brutal hacia la izquierda, todavía más explosivo después del asesinato de Charlie Kirk. Quieren cerrar, acallar la izquierda, encerrarnos a todos, impedir que nadie hable si no sigue la línea de Trump”. Bechdel también mencionó su experiencia como profesora en la universidad, donde “se está despidiendo a mucha gente, por ejemplo por firmar una petición, sin una acusación concreta, les despiden por la cara. A un colega de una universidad de Texas le despidieron por hablar de un libro que tenía un personaje gay. Creo que nada de esto sucedería si no tuvieran ese mecanismo de las redes sociales para exagerar e hinchar el punto de vista de un grupo de gente minoritario”.
La doble página con la que se cierra Consumida muestra a todos los personajes juntos, fuera de casa, escuchando la danza de unas chochas perdices —“esto es mil veces mejor que la tele”, dice J. R.— mientras Alison se convence de que, pase lo que pase, “saldrá adelante con la ayuda de sus nada complacientes, infinitamente bondadosas y profundamente inspiradoras amigas”.

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