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La transición española consistió en un proceso impulsado desde los Estados Unidos en que la prioridad fundamental era evitar a toda costa que se instaurara un sistema político afín a la URSS. Fruto de ello se cooptó al PSOE con el golpe de mano de Suresnes y se colocó una cúpula absolutamente domesticada y después se consiguió convencer a la cúpula del PCE para que hiciera el juego al nuevo régimen político. No se tocaron las estructuras profundas de poder franquistas ni se planteó el recuperar la legalidad previa al golpe del 36.
Desgraciadamente para la nueva/vieja oligarquía política española cuarenta años de franquismo no habían conseguido anular el sentimiento idenditario catalán ni vasco, con lo que tuvieron que contar necesariamente con dos oligarquías políticas locales, que hicieron el juego también al nuevo régimen. Y digo desgraciadamente porque eso significaba que habría un pulso permanente entre las oligarquías locales y la central para conservar, y aumentar si se pudiera, las respectivas parcelas de poder en Euskadi y Cataluña. Fruto de ello es la potenciación de la identidad catalana y vasca desde los gobiernos de esas regiones y la potenciación del sentimiento hostil contra esas identidades en el resto del estado por parte de los gobiernos centrales, especialmente acentuado en el caso del PP.
Desde entonces todo ha sido una preparación para el tremendo pulso de poder que estamos viviendo ahora entre la oligarquía catalana y la central.
Coincidiendo con el inicio del siglo asistimos en la derecha al afianzamiento de la convicción de que tenían ya suficiente fuerza para ir dando marcha atrás en el poder de la oligarquía catalana. De ahí vino la sentencia del Constitucional del 2010 respecto al nuevo Estatut. La pérdida de legitimidad del régimen a consecuencia de la brutal crisis de 2007-2013 provocó el estallido del 15-M, su escandalosa represión, la canalización de ese sentimiento hacia la opción política, después domesticada también, de Podemos, y a que esa represión finalmente desembocara en la explosión identitaria de la Diada de 2012.
En ese pulso la oligarquía catalana estaba dispuesta a llegar hasta el final si todo salía bien
Desde entonces todo ha sido una preparación para el tremendo pulso de poder que estamos viviendo ahora entre la oligarquía catalana y la central. El poder central ha continuado con la espiral represiva, con un PP cada vez más erdoganizado que ha seguido insuflado sentimientos anticatalanes en la población española y rompiendo el statu quo con una persecución de la corrupción política catalana, hasta entonces bastante tolerada. Mientras, la oligarquía catalana ha utilizado igualmente toda la propaganda a su alcance para utilizar su casi única arma: la movilización popular.
Que en ese pulso la oligarquía catalana estaba dispuesta a llegar hasta el final si todo salía bien, no me cabe duda alguna. Que sino al menos esperaban llegar a un nuevo equilibrio de poder con poder central, una especie de armisticio, tampoco. Sin embargo las cosas parecen haberse ido de las manos. La oligarquía central parece más crecida que nunca y no se la ve dispuesta a negociar, y eso ha colocado a la catalana contra las cuerdas. Esto, de confirmarse, abocaría al régimen a una involución autoritaria aún más profunda, pues confirmaría a los sectores más duros del PP que su análisis era correcto y que tenían bastante fuerza para ello. Espero de verdad equivocarme, pero es lo que pinta.
Tras los últimos acontecimientos, parece que JxS ha calculado mal tanto el factor externo como el interno. Cuando hablo del externo me refiero a que tanto Europa como EEUU han cerrado filas en torno a Mariano, cuando ellos al parecer pensaban que despertarían importantes apoyos en el exterior. ¿Por qué ha ocurrido esto? Mi opinión es que la fragilidad social tanto de Europa como de EEUU es mucho más grande de lo que se reconoce oficialmente. El proyecto globalizador pensado por y para las grandes transnacionales continúa adelante pero está encontrando fuertes reacciones que se están controlando a duras penas. No hay más que ver la fortaleza de la Alt-Right en EEUU, el fracaso en integrala con el trumpismo o que un socialdemócrata clásico estuvo a punto de ser el candidato a la presidencia de los EEUU, opción controlada última instancia por la cúpula demócrata con métodos dudosamente democráticos.
Pero esto no es un hecho ni mucho menos de EEUU. España e Italia han tenido que ser inundadas con dinero barato del BCE para estabilizarse, Grecia ha tenido que ser sometida por el miedo, en Austria la situación fue salvada por la campana y en Alemania, Holanda y Francia la extrema derecha cada vez tiene más fuerza. En el Reino Unido ha habido que llegar a un nuevo pacto para conseguir calmar los ánimos que en cierto modo ha sido una derrota, posiblemente la primera importante, del globalismo.
Todos estos factores han hecho saltar las alarmas en los departamentos de exteriores de las grandes potencias, que han optado por cerrar los ojos a cualquier tipo de autoritarismo del gobierno de Madrid a cambio de que se les garantice no abrir un peligroso frente de inestabilidad en el Sur de Europa.
A nivel interno, JxS han subestimado totalmente la fuerza y convicción de los sectores duros del PP respecto a las fuerzas centrífugas del estado español. Siempre pensaron, como también lo hicimos muchos, que el PP se avendría a parar la persecución de la corrupción de la oligarquía política catalana y a hacer concesiones en materia tributaria. Pero en estos momentos pinta que probablemente no será así y que están dispuestos a llegar hasta el final, cabalgando a lomos de las encuestas, del apoyo de C's y del PSOE, y de las grandes potencias, y que darán un giro centralista al estado español. Si esto se confirma no solo les harán falta buenos abogados a la gente de la CUP y a quienes han organizado el referendo, sino también a los de JxS.