Cine
El monstruo de ‘Alien’ y el horror ginecológico

El guionista del clásico de Ridley Scott quiso hacer sufrir al público del cine de terror de la época, aparentemente gozoso de contemplar sufrimientos de ficción impartidos en carnes femeninas, con dos escenas de violación fantástica de cuerpos masculinos. La resaca llegó en forma de imitaciones que daban nuevas formas a viejas inercias.

Alien

El guionista Dan O’Bannon dio muchas vueltas a su creación más conocida, el antagonista de Alien, antes de que esta viese la luz. Afirmó que esta había nacido bajo el influjo de sus experiencias con la enfermedad de Crohn, o que le había inspirado un cómic de ciencia ficción. A la vez, explicaba que concibió el ciclo reproductor del xenomorfo como un comentario a algunas inercias del cine de terror. Si la contemplación del sufrimiento femenino era un pilar del género, O’Bannon intentó subvertir esas convenciones explotando el pánico masculino a la penetración.

El concepto podía resultar subversivo. El cine de cuchilladas y maníacos derivado de La noche de Halloween, unido a la entonces poderosa industria de su antecesor italiano (el giallo de Mario Bava, Dario Argento y compañía), jugaba a mezclar el Eros y el Tánatos con una explicitud inusual. Con todo, sus cultivadores solían erotizar únicamente los asesinatos de mujeres.

La repercusión del filme de Ridley Scott y su equipo creó una escuela imprevista, quizá con otra influencia: la de Engendro mecánico

En Alien, en cambio, se movieron algunas piezas: los monstruos sexualizados que había diseñado el artista suizo H. R. Giger escogían a un varón como objetivo. La mirada, además, era clínica, drenada de sensualidad. La repercusión del filme de Ridley Scott y su equipo creó una escuela imprevista, quizá con otra influencia: la de Engendro mecánico, que contaba una historia de acoso y abuso a una mujer por parte de una inteligencia artificial.

Pesadillas de carne y látex

La cuidada estética de Alien, que dotaba de una cierta aura artística a su terror espacial, era difícil de replicar. La industria del clonado fílmico italiano se dio cuenta de ello y renunció de facto a hacerlo. En Contaminación (Alien invade la Tierra) o Alien 2: sobre la Tierra, solo los títulos y la presencia de huevos en la trama remitían al clásico. Lo que sí estaba al alcance de muchos cineastas era tomar prestadas algunas características superficiales, como la sexualización de un contacto violento entre humanos y extraterrestres.

En pleno auge de los efectos especiales de maquillaje, se multiplicaron las variantes de esas viscosas transformaciones que, a través de los diseños de Giger, habían llevado el imaginario del muy recatado H. P. Lovecraft (En las montañas de la locura) al terreno del body horror. El resultado fue un goteo de películas que retornaba a la senda androcéntrica que O’Bannon había querido subvertir, con unos niveles de violencia sexual y gore impensables en el Hollywood de los años 50. Monstruos de goma de aspecto diverso propiciaron escenas de lo que podríamos calificar como horrores ginecológicos.
Las violaciones a mujeres por parte de extraterrestres, y los consiguientes partos monstruosos, eran centrales en Extro o Regen: regeneración mortal. A finales de los años 60, Marte necesita mujeres explicaba la historia de unos marcianos que venían a secuestrar hembras terrícolas para perpetuar su especie. La truculenta premisa se desarrollaba con un tono extrañamente camp. De alguna manera, el filme de Larry Buchanan sirvió de transición entre la edad de oro de la ciencia ficción estadounidense, de tendencias tan timoratas como reaccionarias, y las fantasías con elementos sexploitation inspiradas en la violenta reproducción del xenomorfo de Alien.

La mirada empleada habitualmente era propia de adolescentes en celo, capaces de sensualizar cualquier centímetro de epidermis que contemplasen

La mirada empleada habitualmente era propia de adolescentes en celo, capaces de sensualizar cualquier centímetro de epidermis que contemplasen, fuesen cuales fuesen las circunstancias de esa contemplación. El rodaje de agresiones sexuales pasaba por desvestir y encuadrar los pechos de las actrices, a veces con resultados risibles por las forzadas maneras de alcanzar el deseado desnudo (véase La galaxia del terror). No había rastro de tensión ética en la concepción de la imagen, y raramente comparecía un dramatismo remotamente convincente. Cuando se trataba de partos, el desafío era para el equipo de efectos especiales: conseguir imágenes tan repugnantes como fuese posible.

Inseminoid comenzaba con la consabida exploración de ruinas arqueológicas de otro planeta. Esa era también la premisa de Creature, una imitación de Alien firmada por William Malone (House on haunted hill), pero Norman J. Warren apostó por centrar la narración en las desventuras de una tripulante forzada por una fuerza alienígena. La historia conectaba con la idea de una pureza femenina ‘manchada’ por el sexo. La protagonista se mostraba envilecida por la violación y, a la vez, transtornada por la maternidad: comenzaba a asesinar a sus compañeros para proteger su embarazo.
Extro también incluía violaciones y partos monstruosos en una narración estrambótica en la que aparecían juguetes que adquieren vida o padres ausentes por abducción extraterrestre. La extraña ejecución y el tono enrarecido de esta obra la han convertido en un clásico de culto. Su autor mezcló elementos de E. T., el extraterrestre y de Alien, como se haría posteriormente en la vergonzante Estrella de cristal. A diferencia de esta última película, un torpe entretenimiento de asesinatos y distensiones cómicas en una nave espacial, Extro era una desagradable e insólita mixtura de drama familiar y fantasía infantil violentísima.

El mercado de la carne fílmica

El díptico postapocalíptico Regen: regeneración mortal volvía a abordar las reproducciones sexuales agresoras y monstruosas. Esa vez, los gomosos antagonistas eran humanos terriblemente mutados. Otra variante fue la ensayada en Breeders, un intento de thriller urbano de inseguridad ciudadana vertebrado a través de escenas de acoso, desnudo femenino y asalto propias del cine slasher más morboso, con la diferencia de que se reemplazaban los asesinatos por violaciones.

El veterano Roger Corman (El hundimiento de la casa Usher) fue uno de los primeros en llevar el terror posterior a Alien a los terrenos del horror ginecológico. Bajo su tutela como productor se filmaron también las ya mencionadas La galaxia del terror y Regen: regeneración mortal, o la altamente babosa (metafórica y literalmente) Galaxia prohibida. Superviviente a los cambios de gustos y tendencias del público durante siete décadas, el cineasta vio una oportunidad de mercado en la imitación de Alien. Esta oportunidad pasaba, a su entender, por asumir aquello que O’Bannon quería cuestionar: la inercia de explotar el sufrimiento femenino y su erotización.

Apenas unos meses después del estreno de la obra de Scott y su equipo, en Humanoides del abismo se rehacía la famosa escena de explosión de tórax en clave de parto letal. Corman, productor del filme, incluyó insertos de escenas de violaciones que se concebían como premios que servirían para atraer al público. Los rodó a escondidas de la directora Barbara Peeters.

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#37912
1/8/2019 21:35

En otro articulo sobre Alien (https://www.elsaltodiario.com/cine/ridley-scott-alien-camioneros-espacio#comentarios) Lo sugerí y me alegra que se escriba aquí sobre el tema, si no quieren ver un pene en la cabeza del xenoformo es que no conocen la obra de H.R. Giger.
Un saludo.

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