Cine
Zaida Carmona: “Quería que se viese bien esta cosa tan pequeña que a veces molesta: que las tías nos besamos”

Se estrena en cines ‘La amiga de mi amiga’, una independentísima comedia romántica que toma la forma de una agridulce fiesta pop ambientada en la Barcelona creativa y precaria. Rohmeriana desde su mismo título y desde su rodaje austero y naturalista, celebra y visibiliza unos amores lésbicos que también duelen.
La directora de cine Zaida Carmona
La directora de cine Zaida Carmona. Foto: Carlota Vidán.

La amiga de mi amiga fue una de las películas más comentadas de la pasada edición del D’A Film Festival de Barcelona, donde recibió el galardón a la mejor película de la sección de cine independiente español Un Impulso Colectivo. Profesionales del cine y de la música se multiplicaban a uno y otro lado de la cámara (como la codirectora de Las amigas de Ágata, Alba Cros, que aquí ejerce de directora de fotografía y coprotagonista) para levantar un rodaje pandémico cuya precariedad de medios apenas se nota en el resultado final por el bagaje de muchos de los implicados y por un diseño de producción realista y pragmático.

Ahora el primer largometraje como realizadora de Zaida Carmona, una comedia romántica tan cinéfila como melómana, se abre un hueco entre los estrenos en salas comerciales. El cine postrohmeriano contemporáneo de Jonás Trueba y compañía toma un desvío a la apropiación lesbiana de la fiesta petarda del primer Almodóvar. Un Rohmer queer y contemporáneo que se ambienta en los escenarios de la Barcelona creativa y precarísima, con mujeres jóvenes de treinta y tantos años amando mucho (pero regulín, como dice su creadora) y trabajando menos de lo que cabría suponer.

El filme es una mirada divertida y agridulce a las vivencias del amor y el poliamor en los treinta y tantos, en esos momentos en que comienzas a dejar de ser joven y moderna (“soy vieja para ser community manager”, dice la protagonista). Se incluyen muchos flirteos y líos sexoafectivos concebidos desde una cierta ternura: con permiso del personaje de perfil más seductor y cazador de noches, vemos los acercamientos tímidos, los brazos acercándose mientras ves El rayo verde con la persona a la que quieres. Y, ¿por qué no?, un morreo lúbrico encima de un escenario de concierto indie.

¿Qué hay de real en La amiga de mi amiga? Viendo la película, viendo cómo las participantes se reparten papeles delante y detrás de la cámara, parece un juego de rol entre amigas y compañeras…
Sí que es verdad que jugamos con la autoficción constantemente. Son personajes que se parecen mucho a las personas reales, pero hay un guion establecido y las situaciones son ficticias… aunque pueden tener similitudes con la realidad. Marc Ferrer [realizador de películas como Corten, coguionista de La amiga de mi amiga] y yo tenemos el cine muy metido en nuestras vidas, así que nos divertía la posibilidad de meter nuestra vida en el cine.

La amiga de mi amiga se ambienta en el mundo creativo barcelonés: del cine, del teatro, de la música… Son profesiones donde no suele abundar el dinero, salvo para algunos profesionalísimos. ¿La cosa daría para haber rodado un drama social en lugar de una comedia romántica?
Totalmente. ¡Eso sí que se parecería más a la realidad y sería más autoficción que todo lo que hemos rodado! De hecho, los personajes de la película hablan mucho de sus proyectos, pero en ningún momento se les ve trabajar, cosa que no sucede en nuestra realidad. Ahí había la idea de que ellos viven en una adolescencia eterna donde no cabe el trabajo. Es la parte menos realista de esta autoficción.

Presentas líos sentimentales cruzados en forma de triángulos, rombos y octógonos amorosos. Todo se explica de manera bastante ligera y con mucha simpatía y ternura, pero puede dejar un sabor agridulce. ¿Estaba previsto?
Para mí sí, era una de las ideas que quería transmitir, aunque la vivencia depende de casa espectador. Hay personas que salen muy contentas del cine y otras que salen más removidas. A mí me parecía interesante hacer este juego de la comedia con personajes que se están haciendo polvo, que muchas veces actúan de una manera superegoísta… Siempre digo que quieren mucho, pero quieren regulín.

Parece que las personas que hacemos relatos LGTB estamos obligadas a hacer relatos buenistas con personajes ejemplificadores, cuando nosotras también nos equivocamos y podemos reflexionar y aprender sobre ello

Tu tarea de visibilización de una comunidad de mujeres unidas por el lesbianismo resulta curiosa por este aspecto: hay un punto celebratorio, pero a la vez muchos de los personajes tienden a amar de una manera que no es del todo saludable.
He trabajado la narración desde el humor, desde la autoparodia, desde el no tomarnos demasiado en serio, pero queriendo que seamos conscientes de los cadáveres emocionales que dejamos a nuestro paso cuando saltamos de historia en historia. Me parecía interesante hacer una comedia de enredos que... vaya tela, si te paras a pensarla. Parece que las personas que hacemos relatos LGTB estamos obligadas a hacer relatos buenistas con personajes ejemplificadores, cuando nosotras también nos equivocamos y podemos reflexionar y aprender sobre ello.

Hablabas de adolescencias alargadas.  ¿Vinculas esta manera urgente de amar con esa precariedad económica que nos empuja a vivir en una especie de peterpanismo con apreturas y sin demasiados horizontes de futuro?
Sí, creo que tiene mucho que ver. ¡Es muy Peter Pan todo, sí! Puede haber mucha inmadurez pero también mucha precarización. Vivimos en esta cosa ansiosa, casi capitalista, del consumo de cuerpos. Y eso tiene que ver con los trabajos que tenemos que no son las que tenían otras generaciones, que las formas de vivir tampoco son las mismas...

Tu protagonista es despistada y algo bebedora, un tanto angustiada y enamorada del amor. El caso es que desprende mucha autenticidad, aunque tenga un punto clown. ¿Buscaste esta tensión interesante entre lo real y lo cómico?
Todos los personajes estaban muy basados en la máscara que cada uno llevamos, y este lo está más todavía. Es el personaje que interpreto día a día, en una versión exageradísima y llevada al extremo. La Zaida de la película es muy dramática y muy neurótica, pero pasa estas experiencias por el filtro de la autoparodia y del humor. Me apetecía jugar a estar al filo de la comedia y la desesperación.

Otro elemento del cóctel de La amiga de mi amiga es la cinefilia. Éric Rohmer es parte del asunto, desde el mismo título que remite a El amigo de mi amiga, y también porque los personajes de sus películas parecían estar siempre ociosos. ¿Cómo vives su cine desde la cultura queer y la tercera década del siglo XXI?
Como te imaginarás, me gusta mucho. Mi película se parece a la suyas en el aspecto de que los personajes parecen estar plenamente dedicados al juego del amor y del desamor. Me parecen supercontemporáneos esos pavos absolutos que tienen. ¡Hay diálogos que podría haber escuchado en mis amigas! A la vez, usa arquetipos bastante machistas y lo queer brilla por su ausencia, pero para mí es un referente cinematográfico muy importante.

Tu filme es muy cinéfilo, pero también muy melómano. Incorporáis montajes musicales y mucho pop juguetón que enfatiza una cierta vertiente de celebración.
Sí, eso está ahí desde la escritura del guion. Y creo que todos los departamentos trabajamos que la estética, el vestuario y el ritmo hiciesen respirar un universo pop. Con el presupuesto del que disponíamos no era fácil pagar muchas canciones, pero tuvimos la suerte de que la discográfica Elefant fue totalmente cómplice. Y también pudimos conseguir otros temas que tenían que salir sí o sí, como “La juventud”, de Rocío Saiz, y “Tú por mí, yo por ti”, de Christina Rosenvinge. No podía entender la película sin música, todos los teníamos muy claro, y el trabajo del montador Éric Monteagudo fue brutal. Tiene un sentido del ritmo que es exquisito y fue muy fácil trabajar con él.

Incluí una escena que quería mostrar: cómo te quitas un pelo del pezón. Son imágenes que no vemos en el cine, con las que muchas nos sentiremos identificadas y que ponen el retrato del cuerpo en otro lugar

Un aspecto que suele ser crítico para los análisis feministas del cine es la representación de los cuerpos y de la sexualidad. ¿Te preocupaba cómo abordar eso? En tu película aparecen algunos desnudos de aspecto casual, sin los barnices de estilización erotizadora del cine mainstream.
Quería buscar la naturalidad, sí. Trabajaba con actrices no profesionales, además, con lo que era prioritario que todas estuviesen cómodas con lo que filmábamos. Por eso hay personajes que salen desnudos y personajes que no. El realismo pasa por la naturalidad de cómo lo hemos filmado, en un rodaje tan particular, intuitivo y con pandemia de fondo. También incluí una escena que quería mostrar: cómo te quitas un pelo del pezón. Son imágenes que no vemos en el cine, con las que muchas nos sentiremos identificadas y que ponen el retrato del cuerpo en otro lugar. Porque las tías lesbianas hemos visto cómo muchas veces se nos representa desde la sexualización absoluta para la mirada cisheteromasculina. Nosotras queríamos poner en escena cuerpos que se desean entre ellos y que no están representados desde esta mirada ajena, sino desde la nuestra.

Hay un aspecto que no sé si tiene que ver con las circunstancias de rodaje que comentas o que formaba parte de la manera como imaginabas la película sin limitaciones materiales: La amiga de mi amiga es muy poco genital, lo que tiene importancia es el beso...
Sí, es verdad. Quizá influyó el hecho de que estuviese escrita durante el confinamiento, pero para mí es uno de los elementos más cinematográficos. La escena en la que se besan todas con todas es la que resume el tema de la película. Quería que se viese bien esta cosa tan pequeña que a veces molesta: que las tías nos besamos.

En una entrevista decías que no puedes hacer otra película así, basada en el voluntarismo de los participantes y filmada en un contexto tan especial como el del confinamiento pandémico. ¿Ves la posibilidad de un segundo largometraje consiguiendo dinero de algún lugar?
¡Espero que sí, la verdad! El cine es un trabajo también. Se puede hacer una película así, pero no una segunda, para no precarizar a las personas con las que trabajas y a nosotras mismas. Al final te supone muchísimo tiempo en el que no puedes ganar dinero en otros sitios. Así que el objetivo es encontrar financiación.

¿Y tienes algo en marcha?
Ahora empiezo a pensar varias ideas, pero llevo un año en el que estoy alternando mi trabajo-trabajo con la promoción de la película, que es otro trabajo. Necesito tiempo para hacer otros proyectos, pero no puedo vivir del aire mientras lo hago. Así que estoy con el proyecto de una serie y de una película, pero todo va lentamente y está en fases muy embrionarias.

¿Seguro que no quieres inscribirte en unas oposiciones, como te insiste tu madre en una escena del filme?
¡Pues no te creas que no me lo he pensado! El otro día estaba mirando las de RTVE... Es que es todo muy difícil, al final le voy a hacer caso a mi madre.

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