Opinión
¿Quiénes son estos chavales?
Acampada en la plaza Universitat. Tiendas Quechua. Gente despotricando. Visita de Felipe VI. Nada es normal estos días en Barcelona.

Un grupo de chavales carga con un sofá a cuestas en pleno centro de Barcelona. Van camino a una asamblea. A pocos metros otro canapé, con tres chicas apalancadas, preside uno de los accesos a plaza Universidad. A sus pies, en una estampa de videoclip trapero, un grafitti reza “Rosalía détéste la Police”. En otro acceso, “Temblad, esta vez no somos hippies” junto a un contenedor ardiendo y un hashtag #14O. El día de la sentencia.
Detrás suyo, una marea Quechua se extiende sobre el asfalto. Cerca de 400 tiendas. Ya son tantas como aquellas que en 2011 llenaron plaza Catalunya en aquello llamado 15M.
Alguna bandera de acogida a los refugiados e incluso alguna enseña de la Castilla comunera. Aunque algunos tuiteros de sofá digan lo contrario, diversas esteladas. Ceniceros do it yourself colgados de las farolas. “Fumar mata y contamina” alerta un escrito en rotulador. Otro cartel reza “follamos? Martillo, encuentra tu hoz”. En otro se recuerda: “Nada de alcohol pasadas las doce”. “Buch Dimissió, prou repressió” anuncia otra.
Por las redes piden ayuda. Comida, linternas, carpas, hornillos. La solidaridad desborda. Algunos coches llegan y descargan los pedidos. “Es lo mínimo, ya que no podemos quedarnos” dicen. “Ya no nos mandéis más de X, vamos sobrados”. Entonces suenan las redes.
Pelotita roja: “Necesitamos pesos para que el viento no se lleve las tiendas!”.
Punto de información, centro de cocina, punto sanitario, almacén y un punto lila para, entre otras cosas, acompañar las menstruaciones de algunas que lo necesiten. Algunas y algunos. Boom en redes al explotarle a varios la cabeza que no entendían que hubiera hombres con regla. Cosas trans, tú.
En un extremo, unas porterías de fútbol esperan que alguien les lance un balonazo mientras cerca de ahí diez lavabos químicos mantienen protegidas la vejigas de unos y otros. Hay incluso un escenario por donde ya han pasado Fermin Muguruza, a dúo con David Fernández, y los Berri Txarrak, quienes aprovecharon su paso por Barcelona en su gira de despedida para pasar a aportar su granito de arena en plaza Universitat. Cada día se dan charlas y pasan películas para fomentar el espíritu crítico. Luchas en América Latina, violencia urbanística o talleres antirrepresivos forman parte de la agenda.
Un chaval medio dormido sentado frente a una tienda trata de explicar en macarrónico inglés a una chica lo que está sucediendo allí. No queda claro si la chica es periodista o simple turista. Muchos se hacen las mismas preguntas.
¿Quiénes son estos chavales?
Quinto día de la acampada de plaza Universitat. La de la generación 14 de octubre, como se autodenominan. La asamblea arranca haciendo un traspaso de las comisiones. De fondo otra marea quechua, mira por dónde. Se oyen los gritos de una marcha de bolivianos contra el pucherazo de Morales. Casualidades. La reunión sigue impasible.
Hay más tiendas que gente en la asamblea. Mayoritariamente chavales jóvenes. Se ven jerséis con ribetes ska. Parece que hay modas que nunca mueren. Algunos jubilados, otros, de media edad. Manos sacudiéndose al viento al más puro estilo 15M.
Mayormente problemas logísticos. Que si la gente come mucho y no da para todas; que si se tienen que limpiar mejor los platos; que si dejemos las opciones vegetas a las vegetas; que si se debe cuidar mejor la limpieza del espacio. El Punto Lila denuncia una agresión sexual la noche antes y se pide a los hombres abstenerse de intervenir en estos casos. Hay preocupación anti-represiva, piden más formación. Hay preocupación por el funcionamiento de la asamblea.
“Hemos mejorado mucho en los dos últimos días, pero no podemos estar limitando la asamblea por tener charlas luego” se oye. “Si queremos cambiar las cosas no podemos recortar la asamblea” dice otro. La gente llama a participar activamente en las comisiones.
Parece que genera mucho debate el porqué de la acampada. Que si son muy indepes o si lo son muy poco. Que si son muy genéricos, que si lo son poco. Que cual es el objetivo de la misma. Una chica lo resume claramente. “Futuro digno y derecho de autodeterminación”. Para ella, dice, una cosa no puede ir sin la otra. Y, evidentemente, la fin de la represión y la libertad de los presos. Acampada permanente. “Esto sí que es indefinido, y no los contratos de trabajo” cuenta entre aplausos un chico.
Y se genera otra vez el debate del sofá en las redes. Que si esto ha desmovilizado las calles. Que si ha hecho lo contrario. Que si qué bonito. Que si qué sucio. Y conspiranoicos viendo fantasmas en todos lados. Que si fíjate qué raro lo rápido que han crecido. Que si de donde habrán sacado ese escenario. Han sacado las quechuas y han desaparecido las barricadas.
Lo de siempre, vaya. Gente legitimando y deslegitimando movidas en las que no participan simplemente por el color que les viene o les va. A muchos que les chifló el 15M esto les parece fuera de lugar y a muchos que lo de acampar en plaza Catalunya les pareció una guarrada perrofláutica, ahora alucinan con los chavales. Nunca llueve a gusto de todos, parece. Pero me temo que ni las tiendan deslegitiman las piedras ni viceversa. Parece haber espacio todavía para mucho y muchas en esta movida.
Estos chavales son los mismos que hace unas semanas encendieron la ciudad. Esa generación que ha crecido en el salvajismo de la crisis. Que vienen viendo como hay violencias, como las de las manadas, que no tienen condena, mientras expresiones políticas legitimas son perseguidas con escarnio. Que violencias cotidianas se repiten día tras día mientras la prensa señala la paja en ojo ajeno.
El combustible está ahí. Solo falta una nueva chispa. Que usen distintas tácticas no les hace necesariamente distintos. Cada uno toma el arma con la que se sienta más cómoda.
Como aquello del Tsunami, que parece seguir siendo el enemigo público número uno del estado. Y eso que solo ha convocado una sola acción. El ministro Marlaska promete que esta semana desvelaran quién hay detrás. Las redes lanzaban una porra. “El Equipo A” decía uno. “Susanna Griso” soltaba otro. “Copito de Nieve” un tercero. “Fijo que es el Pequeño Nicolás” otro.
Ahora el gran miedo es que prometen acciones en la jornada de reflexión. Y, claro, eso sí que no. El Gobierno alertando de la sacrosanta inviolabilidad de la jornada de reflexión. Por si acaso. Y, por si acaso, amenazando a Torra si no lo para. Como si fuera capaz de parar nada ese pobre hombre. Y los de Tsunami aclarando que no impedirán el derecho de voto a nadie. Por si acaso. Pero es que eso de la jornada de reflexión es muy importante, nos dicen los del PSOE. Lo dirán por aquello del Pásalo en aquél ya lejano 11M.
Y mientras, el rey llegando en avión a Barcelona. Para que su hija entregue hoy lunes los premios Fundación Princesa de Girona. Se ve que en toda la provincia ya no encontraron lugar para hacerlo, y se vinieron para la capital catalana. La Diagonal fortificada con vallas 24 horas antes para evitar cualquier susto, con un rey jugando al despiste para no encontrarse con la estampa. Ayer unas dos mil personas fueron a recibirlo cacerola en mano. Hoy se esperan nuevas movilizaciones para rechazar el monarca. Los aledaños del palacio de Congresos, tomados policialmente. Por si acaso. Extraño monarca, el que tiene que llegar a un trozo de su reino de tal guisa.
Y de mientras, resulta que Rajoy se gastó, por la cara, 800 mil euros en la defensa de la Gürtel cuando no tenían derecho a ello. Los políticos catalanes condenados a cárcel por malversación, lo hicieron por una cifra que el Supremo no ha sabido cuantificar por encima de los 250 mil. Menos de una tercera parte. Por tomar perspectiva. Y, mientras tanto, esa humorista convertida en presidenta de la comunidad de Madrid llamada Diaz Ayuso diciendo que “las piedras que levantaron el Muro de Berlín son también las piedras que hoy se tiran a la Guardia Civil y la Policía Nacional en Barcelona”. Sic. Nada que añadir, señoría.
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