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Crisis climática
Green New Deal: del capitalismo verde al cambio de sistema
Si bien el debate de los últimos meses en los movimientos ecologistas está fundamentado en “Green New Deal vs decrecimiento”, quizá sería más acertado plantearlo en términos de “Green New Deal para el decrecimiento", ¿cómo lo hacemos”?
Hay pocas formas más brillantes y sencillas de describir la crisis socioecológica a la que nos enfrentamos que la que expuso Greta Thunberg en el Foro de Davos en 2019: nuestra casa está ardiendo. Vivimos en un escenario de urgencia, donde la economía, la política y la cultura hegemónicas le han declarado la guerra a la vida, a través de la construcción de sus paradigmas completamente en contra de las bases materiales que la sostienen. La ciencia actual confronta la idea de que es posible alcanzar una economía sostenible bajo el mantra del crecimiento ilimitado. Iago Otero y algunos de sus colaboradores concluyen en su trabajo que la única forma de frenar la pérdida de biodiversidad es abandonando esa línea, igual que ocurre si queremos respetar los límites de emisiones de gases, y por tanto resistir el cambio climático, como señala Jason Hickel.
En el imaginario colectivo parece imposible la renuncia a este sistema tóxico, y aunque “es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo”, la cuestión es si podemos pagar el precio de creer que no existen alternativas. O visto desde otro ángulo, si podemos pagar el precio de pensar que todo lo que está respaldado por la razón nos va a permitir construir políticas públicas, o tiene más de mantra sobre el que fundamentamos nuestros discursos. Quizá tener un discurso basado únicamente en el conocimiento científico, pero que no apele a nuestros deseos, dudas y sentimientos, que es lo que nos hace humanos, no sea suficiente para construir hegemonía en torno a esas alternativas.
Un Acuerdo Verde puede ser el primer paso, que no el último, para mantenernos bajo los límites de seguridad ecológica, mientras generamos el resto de condiciones materiales que nos permitan el cambio de sistema
Además, nos surge otra dificultad: la necesidad de conseguir este cambio por el que llevamos décadas luchando, en apenas cinco años, el margen de seguridad con el que contamos si no queremos presenciar la sexta extinción masiva, o la emigración forzada de casi un tercio de la población mundial huyendo de la sequía, las inundaciones y el hambre.
En este escenario de urgencia, no nos queda alternativa a elegir que el camino más corto entre nuestra realidad y el mundo nuevo que hay en nuestros corazones —que decía Buenaventura Durruti— y asegurarnos victorias que nos permitan generar una transición que no deje a nadie atrás. Y si bien el decrecimiento es la única opción a largo plazo, no parece que sea una alternativa realista en el corto, cuando tenemos que disputar hasta las medidas más obvias de transición ecosocial, como las zonas bajas en emisiones en el centro de las ciudades.
Por ello, la posibilidad de contar con un Acuerdo Verde, puede ser el primer paso (insisto, el primer paso, no el fin) para mantenernos bajo los límites de seguridad ecológica, mientras generamos el resto de condiciones materiales que nos permitan el cambio de sistema, inevitable para garantizar nuestra supervivencia.
Por ello, si bien el debate de los últimos meses en los movimientos ecologistas está fundamentado en “Green New Deal vs decrecimiento”, quizá sería más acertado plantearlo en términos de “Green New Deal para el decrecimiento, ¿cómo lo hacemos?”. Y es que si bien muchos de los modelos presentados por distintas naciones en torno a esto se basan en que todo cambie para que nada cambie, la indefinición manifiesta de este tipo de políticas nos permite reapropiarnos de ellas, de forma que el Green New Deal nos interese en tanto en cuanto sea una herramienta para el cambio de sistema.
La fina diferencia lingüística entre lo que el Green New Deal “es” y lo que “puede ser” puede cambiar el devenir de la humanidad
Tenemos que articular medidas y marcos de referencia que superen la tibieza del mismo, y aunque es una propuesta arriesgada sabiendo la facilidad que tiene la economía de reapropiarse de nuestro discurso y despojarlo de cualquier elemento emancipador, no podemos esperar a que, parafraseando a Jorge Riechmann, lo necesario ecológicamente se haga posible políticamente. Y quizá sea esta una de las palancas que hagan posible lo imposible.
Resignificar el Green New Deal implica de base incidir en que esta propuesta tendrá que ir unida a la reparación al Sur Global y no a perpetuar nuestras dinámicas colonialistas, a democratizar la alimentación y la energía, a incluir una mirada feminista y de cuidados en las propuestas económicas o a expulsar al poder corporativo de los procesos internacionales de toma de decisiones. Lamentablemente, la fina diferencia lingüística entre lo que el Green New Deal “es” y lo que “puede ser” puede cambiar el devenir de la humanidad.
Empujar en esa dirección implica en primer lugar asegurar lo que ya tenemos, y por tanto crear y mantener redes de resistencia para evitar los peores efectos sobre los ecosistemas y las personas vulnerables. Junto con esto, y más si entendemos el Green New Deal como un proceso, tenemos la tarea de crear e implementar alternativas en todos los sectores que nos permitan esa transición, a la vez que aseguramos recorrido.
Por último, y quizá lo más importante, necesitamos una movilización masiva que presione a empresas e instituciones en la dirección que debemos tomar, que no puede ser otra que la superación de la economía neoliberal. Este es posiblemente el punto también más complicado, ¿cómo conseguimos que decenas de miles de personas se movilicen por un cambio de sistema que no permitirá el desarrollo de muchos planes que comercialmente nos han prometido? ¿Cómo asociamos esa movilización a un esfuerzo por imaginar un mundo más allá del consumo desenfrenado?
En septiembre tendrá lugar la Online Youth Gathering for Climate and Social Justice, un evento online organizado por la red Young Friends of the Earth y con el apoyo de decenas de organizaciones, que reunirá a jóvenes de toda Europa para debatir, reflexionar y avanzar en la creación de escenarios realistas posibles y ambiciosos para la configuración de una sociedad más justa y respetuosa. Grupos de base de todo el continente nos reuniremos del 3 al 13 de septiembre, en un encuentro abierto a escuchar las voces de todos y todas, generando redes de resistencia y creación de alternativas.
Puede que esto sea uno de los pasos que nos permita tener a miles de personas bloqueando instalaciones extractivistas, cultivando huertas en las ciudades o instalando placas solares junto a sus vecinas. Puede que tengamos días oscuros, pero no podemos perder. Porque hay mucho en juego. Y para ganar solo tenemos una receta: movilizar, resistir y transformar.
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No hay alternativa dentro del capitalismo, más que profundizar el expolio, la desigualdad y la favelizacion del mundo, mientras los ricos se atrincheran detrás de sus muros. No es ni la primera vez que nos pasa a lo largo de nuestra historia, ni es nuevo lo de tener que enterrar y abandonar una tradicional cultural y económica decadente que autodestruye las bases ecológicas de la vida.
El capitalismo neoliberal está aquí para quedarse hasta el final. Estaremos en medio de una extinción masiva y todavía saldrá gente a manifestarse en la calle para decir que el calentamiento global y la escasez de recursos son bulos. Solo queda desear suerte a los pocos que sobrevivan. A saber que les depara el futuro.
Desgraciadamente, este mismo planteamiento es el que hemos intentado adoptar muchas a lo largo de décadas, ante la impotencia de no conseguir hacer tomar consciencia sobre el cataclismo al que nos abocamos. Es demasiado tarde ya y sólo quizá alguna otra hecatombe mundial haga a la humanidad reaccionar a tiempo.
Esto es puro idealismo para confortar posturas cómodas respecto a la realidad de que un cambio estructural en el sistema capitalista implica un cuestionamiento de su forma de producción , es decir la creación de valor y por lo tanto un coste muy grande para los y las que decidan proyectar cambiarlo. No hay posibilidad de reforma, es tan evidente que volver una y otra vez a plantear un cambio desde dentro del mismo sistema económico apunta a retrasar la solución. Es decir la necesidad de construir una teoría y una práctica antagonista al Capital. Y esto pasa por decir la verdad, por afirmar que el poder capitalista no va a dejar su mando ni va a tender a razones bien intencionadas. La única manera de revertir el proceso es la acumulación de fuerza anticapitalista. Y esto nos lleva a la necesidad de construir auto/organización para la lucha en todas sus expresiones.. Construir la teoría y la práctica como digo fuera y contra el Capital y sus instituciones
No puede haber decrecimiento en el capitalismo, porque es un sistema que crece sin limites, y tiende a romper cualquier barrera que se lo impida.
Tampoco un capitalismo verde, (Green New Deal o como lo llamen), puede arreglar el problema. (como mucho puede paliarlo o retrasarlo)
Creo que no debemos engañar a la gente ni malgastar fuerzas, y plantear abiertamente una salida socialista del capitalismo (sin por ello dejar de lado las pequeñas conquistas que podamos realizar dentro de este)
Saludos.