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Brasil
Las manifestaciones contra el racismo y la gestión de Bolsonaro se extienden por Brasil
De forma paralela a la revuelta en EE UU por el asesinato de George Floyd, decenas de miles de brasileños se lanzan a las calles en manifestaciones por la democracia, antirracistas y antifascistas. La policía militar reprimió las protestas democráticas y protegió las concentraciones bolsonaristas que piden un golpe de Estado desde que empezó la pandemia. El punto de mira histórico de la policía es la población negra.
El domingo 31 de mayo movimientos por la democracia, antifascistas y antirracistas, asumiendo el riesgo de un posible contagio por covid-19, con máscaras e indigación, se manifestaron en las ciudades de Porto Alegre, Sao Paulo y Rio de Janeiro, frente a las concentraciones semanales del fascismo bolsonarista y contra la escalada autoritaria del Gobierno de Jair Bolsonaro, que podría desembocar en una nueva dictadura en Brasil.
El bolsonarismo está exaltando la dictadura, el racismo y la tortura, agrede a trabajadores de la salud y a periodistas, ridiculiza las muertes por coronavirus y defiende el racismo. El pasado 17 de mayo la policía federal y la policía militar asesinaron en Río de Janeiro al niño Joao Pedro Matos, que vivía en una casa bonita dentro de una favela. Si eres negro no puedes vivir en una casa bonita sin ser sospechoso de delincuente. Solo entre marzo y abril, la policía ha asesinado en la ciudad de Río de Janeiro a 290 personas, fundamentalmente personas negras, según el Instituto de Seguridad Pública de Rio de Janeiro.
Las protestas por la democracia y en defensa de las vidas negras van a continuar durante las próximas semanas en Brasil: “No hay cómo esquivar el racismo. Brasil se va a transformar en Minneapolis”
Como informa el medio Alma Preta, las protestas por la democracia y en defensa de las vidas negras van a continuar durante las próximas semanas en Brasil, a pesar de los riesgos que implica salir a la calle en medio de una pandemia que sigue en aumento, con más de medio millón de casos confirmados. “No hay cómo esquivar el racismo. Brasil se va a transformar en Minneapolis”.
Según Bianca Santana, escritora, periodista, activista y consejera del Instituto Vladimir Herzog, en declaraciones del 2 de junio a Radio Brasil Atual, “Brasil es un país bastante diferente de EE UU, porque aquí quien ocupa los puestos de poder es una elite blanca, herencia del periodo esclavocrata, que hasta hoy enfrenta a las personas negras entre sí, en beneficio propio. El policía que va para el frente, que también se expone a la violencia y practica la violencia, muchas veces también es una persona negra, utilizada en una correlación de fuerzas que nos oprime y no nos deja respirar. Las personas blancas antirracistas y antifascistas necesitan más que nunca estar al frente de los actos, no para coger protagonismo, ni para asumir voz pública, sino para poner los cuerpos, protegiendo aquellos cuerpos que son el punto de mira histórico de la policía militar y de todas las policías”.
“La violencia racial es como el síndrome respiratorio agudo grave, no permite respirar”, escribía la profesora y activista Sueli Carneiro
Un día antes de las movilizaciones del domingo, la profesora y activista Sueli Carneiro escribió: “La violencia racial es como el síndrome respiratorio agudo grave, no permite respirar”.
Danilo Pássaro, portavoz de Somos Democracia, una de las organizaciones convocantes de las manifestaciones, explicó en la TVT cómo la existencia actual de una disputa de narrativas en redes sociales y medios de comunicación necesita también ser hecha en las calles. Durante esta pandemia solo los bolsonaristas estaban en la calle: "A las personas jóvenes y sin problemas de salud nos gustaría quedarnos en casa cuidándonos, pero ahora consideramos necesario asumir el riesgo para defender la democracia, igual que asumimos riesgos contra las crisis generadas por el coronavirus, entregando cestas básicas y comida caliente cada día”.
El fotógrafo Felipe Corvello publicó en Jornalistas Livres un fotoensayo sobre el encuentro inédito que supuso la movilización del domingo en Sao Paulo para los cuatro clubes de fútbol (Corinthians, Palmeiras, Sao Paulo y Santos). “Era el pueblo pobre, periférico, mucha gente negra, muchas mujeres, levantando bien alto la pancarta 'Somos por la democracia'”. La policía militar reprimió la manifestación con extrema violencia, usando gas lacrimógeno y balas de goma, mientras al otro lado de la Avenida Paulista la misma policía protegía a los manifestantes bolsonaristas que pedían un golpe de Estado e iban armados.
En Rio de Janeiro, la represión policial de carácter racista también fue evidente en la manifestación por la democracia, con imágenes como la un policía apuntando con un fusil a la cabeza de un chico negro.
“En este momento tenemos una pauta común, contener el fascismo, a pesar de nuestras diferencias. Y las diferencias son enormes"
En Porto Alegre, el movimiento por la democracia, antifascista y antirracista hacía su tercer domingo de movilizaciones y tienen intención de continuar movilizando el sur del país.
“En este momento tenemos una pauta común, contener el fascismo, a pesar de nuestras diferencias. Y las diferencias son enormes. Soy muy crítica con una parte importante de la izquierda brasileña que no reconoce el racismo como un problema estructural de la desigualdad brasileña. Es un problema enorme, pero no me hace dejar de sumar a las pautas por la igualdad y la justicia social. Necesitamos contener el fascismo en este momento e impedir que este Gobierno continúe cometiendo abusos mientras las personas mueren por violencia policial o por muertes evitables como las del covid-19”, explicó Bianca Santana en Radio Brasil Atual. “Históricamente el movimiento negro se ha unido a la izquierda y ha puesto el cuerpo en la resistencia. Por eso esperamos que ahora la blanquitud también pueda hacer eso. Para asegurar la vuelta de derechos necesitamos estar vivas”.
Ese mismo 31 de mayo en Brasilia el bolsonarismo —formado por grupos paramilitares, fascistas, supremacistas blancos y evangélicos— hizo otra de sus concentraciones en la Plaza de los Tres Poderes, delante del Palacio de Planalto. Por la noche habían hecho una intervención neonazi. Pedían lo que quiere Bolsonaro, paradójicamente actual jefe del Estado: cierre del Congreso, cierre del Superior Tribunal Federal, intervención militar en el país y fin de las medidas sanitarias de la OMS frente a la pandemia de la covid-19. Bolsonaro sobrevoló la concentración con helicóptero, luego se paseó entre la gente sin mascarilla y terminó con un paseo a caballo junto a la policía militar. Un gesto épico-fascista completo.
A fecha de 2 de junio de 2020 las muertes por coronavirus superaron las 30.000. La diputada estatal de Sao Paulo Erica Malunguinho escribió: “No tiene sentido que los gobiernos aflojen las reglas de aislamiento si todavía estamos creciendo en contagios. Es irresponsable conducir a la población hacia el contagio con un sistema de salud operando por encima del 80% de su capacidad”.
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Pronostico que este impresentable de Bolsonaro va a salir o bien huyendo en helicóptero nocturno y alevoso con destíno a algún país colaboracionista sátrapa o bien con los piés por delante vía sangrienta y/o dolorosa.
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