Brasil
Fernando Morais: “Lula llegó a São Paulo en camión en un viaje de 10 días comiendo harina y agua”

El biógrafo de Lula y gran periodista latinoamericano, Fernando Morais, relata los orígenes de Lula a las puertas de que asuma su tercer mandato.
Fernando Morais, biógrafo de Lula.
Fernando Morais, biógrafo de Lula. Fuente: https://lula.com.br/

@cevaldiez

14 nov 2022 06:00

La historia de Luiz Inácio da Silva, Lula, es de alguna manera la historia de Brasil y de Latinoamérica. La de un niño que pasó hambre y cuya familia se vio obligada a migrar del nordeste a São Paulo, la de un joven que vio morir a su primera esposa y a su primer hijo en el parto y se refugió en la fe religiosa, la de alguien que creyó en su momento —lo que decían los medios— que los militares de la dictadura podían salvar la nación, la de un tornero mecánico que se forjó como sindicalista, impulsó la fundación del Partido de los Trabajadores, se deprimió al perder la primera elección y fue rescatado por Fidel Castro, y que erigió una carrera política que está lejos de terminar. Hoy, está a punto de asumir el tercer mandato de la presidencia de uno de los países más grandes del mundo y de la que otrora —durante una de sus presidencias— fue la sexta economía del mundo. 

Fernando Morais (1946), autor de Lula, la biografía (Planeta, 2021), lo conoce desde hace 40 años y le llevó diez escribir esta primera parte de la vida de una de las personalidades más influyentes de la política latinoamericana. Estuvo ahí en las dos ocasiones en que a Lula lo metieron preso, en los 80 y con el Lava Jato (2017). Morais es periodista desde 1961, trabajó en los principales medios de Brasil, formó parte del grupo fundador de Telesur, escribió varios libros que vendieron millones de ejemplares —cuatro de los cuales fueron hechos largometrajes—, y recibió muchos premios, aunque aclara que su mayor reconocimiento es haber podido mantener su independencia. 

Fernando Morais (1946), autor de Lula, la biografía (Planeta, 2021), lo conoce desde hace 40 años y le llevó diez escribir esta primera parte de la vida de una de las personalidades más influyentes de la política latinoamericana.

Usted conoce a Lula desde hace 40 años y mantiene con él una estrecha relación, ¿qué cosas lo sorprendieron con la escritura del libro?
Muchas cosas, pero sobre todo las tragedias a las que tuvo que sobreponerse. Como una madre abandonada por el marido con siete hijos que se vino con ellos a São Paulo desde el nordeste en un camión en un viaje de diez días sin nada, comiendo harina y agua; y que cuando llegan aquí llevan una vida miserable. Lindu, así se llamaba su madre, es una referencia de vida para Lula, y fue su primer ejemplo de alguien que repartía lo que tenía entre los pobres.

“La pobreza familiar no había endurecido el corazón de Lindu. Sí alguien batía palmas en la puerta pidiendo comida, ella invitaba a la persona, por harapienta que estuviera, a entrar a la casa, sentarse a la mesa y comer con los demás. “Sentarse» quería decir acomodarse sobre una caja o un banquito”.
(Lula, la biografía,
Planeta, 2021)

Hubo otra tragedia que marcó su juventud…
Sí, a los 20 años se casó por primera vez, quiso tener un bebe, su esposa quedó embarazada y estaba súper contento, pero el día del parto va al hospital y cuando llega el médico le dice que murieron su esposa y el bebé. Él ahí se mete con grupos religiosos para intentar librarse del peso de la tragedia. Después se casó con Marisa, con quien estuvo 40 años y tuvo cuatro hijos. En el medio del Lava Jato, Marisa fue muy atacada, tuvo un derrame cerebral y murió joven. Ahora él se casó por tercera vez con Janja, una muchacha muy interesante y muy feliz, que le trajo mucha alegría. 

“El fútbol, la fábrica, las charlas del fin de semana y el intenso trabajo sindical lo sacaron lentamente del pozo donde la viudez lo había hundido.” (...) “A pesar de ser un suplente, uno de los últimos nombres en la jerarquía, la incansable actuación de Lula en esos tres años hizo que, en las elecciones de 1972, el suyo fuera el nombre natural, por unanimidad, para ocupar la primera secretaría, el puesto más importante de la organización, después de la presidencia”.
(Lula, la biografía, Planeta, 2021)

¿Cómo conoció a Lula?
Lo conocí hace 40 años, cuando yo era un joven diputado y él un joven obrero metalúrgico. En los 70 Lula empezó a liderar huelgas que fueron creciendo hasta que en el año 80 organizó una gran huelga que paralizó 500.000 obreros. Todavía vivíamos bajo una dictadura militar, yo estaba ahí porque un pequeño grupo de diputados progresistas fuimos a la región del ABC —una región industrial en la zona metropolitana de São Paulo que en esa época concentraba alrededor del 70% del PIB brasileño— para ser testigos, y denunciar la intervención del sindicato por parte del Gobierno militar y la represión de la policía que actuó con una violencia brutal. Lula ahí fue arrestado junto a toda la dirección del sindicato, que pasaron 30 días presos. Todos fueron despedidos de sus trabajos y sus familias se quedaron sin sustento. Entonces, los 17 directores despedidos decidieron montar una pequeña oficina metalúrgica y fabricar cosas simples, pero como no había dinero para encarar ese emprendimiento, el sindicato de metalúrgicos de Suecia envió clandestinamente una buena cantidad de dinero que tampoco alcanzó, y el cantante Chico Buarque, que supo de esa dificultad, puso lo que faltaba de su bolsillo, eso fue la salvación. 

“Lula no necesitó de la catequesis ni de las teorías del hermano comunista para descubrir la importancia del sindicato en la vida y el día a día del trabajador; lo hizo solo, a partir de la observación” (...) “Con su forma conciliadora y simpática de tratar a los opositores en las discusiones y las negociaciones, la figura de Lula fue destacándose entre los líderes obreros no solo del ABC paulista, sino de toda la región industrial”. 
(Lula, la biografía, Planeta, 2021)


Lula tenía mucho prejuicio contra los políticos en general, los veía sin un compromiso real con los obreros

Ese fue el comienzo de su relación y además el germen de la creación del PT…
Después de esa huelga Lula empieza a pensar dos cosas, una es crear una central única de obreros de Brasil y la otra un partido de obreros. La creación del PT se debe, en primer lugar, a los obreros del ABC seguidores de Lula, pero también a la Iglesia Católica, influida por la Teología de la Liberación, la iglesia de los pobres y el Concilio Vaticano II. Durante las huelgas, ellos recibían donaciones de iglesias de distintas partes del mundo, y las comunidades eclesiásticas de base hacían un trabajo hormiga para acercar ayudas y así poder mantener la huelga sin que las familias se murieran de hambre. Pero Lula tenía mucho prejuicio contra los políticos en general, los veía sin un compromiso real con los obreros. La primera elección que disputó fue para gobernador del Estado de São Paulo, aunque tenía plena certeza de que iba a ganar quedó en cuarto lugar. Esa derrota le provocó un bajón importante, sobre todo por haber quedado último. 

Usted presenció el primer encuentro entre Lula y Fidel…
Sí, el día en que el Frente Sandinista cumple un año de su victoria, yo estaba en La Habana y tenía que volver a Brasil, pero sabía que Arafat iba a estar en Managua y hacía mucho tiempo que estaba queriendo entrevistarlo, cuando voy a despedirme de Fidel me dice: “¿Tú te vas mañana a Brasil?”. Y yo le digo: “No, estoy buscando un vuelo a Managua, pero está muy complicado”. Y él me dice: “¡Pero no, yo estoy yendo para allá, venga conmigo!” Cuando llegamos a Managua, bajamos del avión y ahí mismo estaban Daniel Ortega, Frei Betto y Lula.

“Dos meses después de su liberación, temprano en la tarde del 19 de julio de 1980, Lula se encontraba en medio del calor abrasador del aeropuerto de Managua, capital de Nicaragua, esperando la llegada del presidente cubano Fidel Castro” (...) “Ese día se cumplía el primer aniversario de la victoria del Frente Sandinista de Liberación Nacional, que un año antes había terminado con la dictadura de Anastasio Somoza” (...) “Cuando aterrizó el cuatrimotor, Lula fue presentado por el canciller D’Escoto a Fidel para dar inicio a una amistad que duró hasta la muerte del líder cubano”. 
(Lula, la biografía,
Planeta, 2021)

El reencuentro con Fidel, algunos años más tarde (1985), fue fundamental para la carrera política de Lula, ¿verdad?  
Si, ahí empezó su carrera política y salió como candidato a la presidencia tres veces, fue derrotado, y en la cuarta, cuando todo el mundo pensaba que iba a desistir —porque tres derrotas son tres derrotas— gana y es reelegido en 2006. 

“Al enterarse de que el ex sindicalista estaba en La Habana, Fidel lo llamó para conversar… 

—Escucha Lula, desde que la humanidad inventó el voto (...) ningún trabajador, en ninguna parte del mundo… recibió un millón de votos (...) no tienes el derecho a dejar la política. No tienes el derecho de hacerle eso a la clase obrera.

El discurso de Fidel Castro martilló en la cabeza de Lula durante meses. Un año después, en las elecciones a la Asamblea Nacional Constituyente, decidió seguir el consejo del Comandante y se presentó como candidato. Obtuvo 651.763 sufragios, la mayor cantidad de votos jamás otorgada a un parlamentario en la historia de Brasil hasta ese momento”.
(Lula, la biografía,
Planeta, 2021)

¿Qué otras anécdotas me puede contar de lo que fue la escritura del libro?
Lo más curioso de todo es que Lula empezó a comentar el libro en actos masivos. Yo me metía entre el público, ya que yo —incluso en mis épocas de reportero— prefería meterme entre la gente a estar en el palco oficial, para poder percibir la atmósfera. Entonces, cuando él me identificaba, decía: “Está allí entre ustedes el periodista Fernando Morais que lleva años escribiendo una biografía sobre mí. Yo creo que voy a morirme antes de leerla. ¡Carajo! ¿Qué estás haciendo aquí? ¡Deberías estar en tu casa delante del ordenador escribiendo!”. Otra cosa curiosa es que Lula no leyó los originales, ni pidió quitar ni poner nada. Pedí que llevaran el primer ejemplar que tuve al aeropuerto —porque él estaba embarcando para Alemania—, ahí recibió el libro con un mensaje mío que decía: “Junto a usted, cerca de 100.000 personas están leyendo ahora este libro en Brasil”. 

¿Sabe sí lo leyó?
No dijo una palabra, lo que es bueno. Sé que lo leyó, pero no comentó nada.

Sus libros han vendido alrededor de seis millones de ejemplares en Brasil y en los otros 36 países donde fueron traducidos. Por sus trabajos recibió decenas de premios, ¿cuál es el mayor reconocimiento que ha recibido a lo largo de su carrera?
Yo no tengo nada, me gasté todo el dinero que tenía en algunos viajes, en motos y en puros, antes de tener covid que me dejó con una dificultad en el pulmón. Lo que acumulé en 60 años de profesión como periodista y escritor fue mi independencia, no le debo nada a nadie y escribo lo que me viene a la cabeza. Hay libros míos que provocaron polémicas en Brasil, pero yo no escribo para ningún grupo económico sino para mis lectores. Creo que la cantidad de libros vendidos es el mejor reconocimiento, aunque haya críticos que creen que todos los best sellers son una mierda, yo decididamente no estoy de acuerdo con eso. Como decía Gabo [Gabriel García Márquez], que fue un amigo muy querido, “el periodismo es la mejor profesión del mundo”, y en el fondo, todos mis libros son de periodismo, largos reportajes —a veces de 900 páginas, otras de 300—, pero es periodismo en estado puro.  

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