120 organizaciones sociales reclaman al Gobierno que paralice la ampliación de los aeropuertos de Madrid y Barcelona

Las infraestructuras proyectadas para la ampliación de los aeropuertos de Adolfo Suárez - Madrid Barajas y Josep Tarradellas - Barcelona El Prat chocan con los objetivos asumidos de reducir las emisiones y atentan contra ecosistemas naturales, según denuncian.
aeropuerto de Madrid
David F. Sabadell La ampliación del Aeropuerto Adolfo Suárez de Madrid prevé aumentar en diez millones el número de viajeros hasta llegar a los 80 millones anuales.
27 jul 2021 12:14

Hasta 120 plataformas vecinales, sociales y ecologistas han coordinado una respuesta dirigida al Gobierno para detener la ampliación de los aeropuertos de Madrid y Barcelona. Según critican, la apuesta por ampliar la capacidad de estas terminales aéreas, promovido activamente por el operador-público privado AENA, no viene acompañado de un proyecto presentado públicamente y carece de “justificación técnica, social, ambiental, económica, financiera y presupuestaria”. 

La decisión sobre los planes de expansión, que costarán a las arcas públicas al menos 3.400 millones de euros, se tomará en el Consejo de Ministros del 30 de septiembre. Para las organizaciones firmantes —Ecologistas en Acción, Amigos de la Tierra, Greenpeace, SEO Birdlife, WWF España, Zeroport o Extinction Rebellion España, entre otras— estos proyectos se enmarcan en una “política de transporte centrada casi exclusivamente en la construcción de grandes infraestructuras en favor de los medios más contaminantes, como el avión”. Esta visión de la movilidad promovida por el Gobierno, apuntan, “se sitúa en el extremo opuesto al modelo hacia el que necesitamos transitar en el contexto de emergencia climática en el que nos encontramos”. 

El camino contrario

Si la idea es reducir la emisiones para cumplir con los compromisos internacionales de lucha contra el cambio climático, la ampliación de los aeropuertos de Madrid y Barcelona va en dirección contraria. Tal como recuerdan en la carta, la UE ha acordado reducir sus emisiones en, al menos, un 55 % de aquí a 2030, respecto a los niveles de 1990, y la aviación es de lejos el medio de transporte que más contribuye al cambio climático. 

En 2019, detallan, el Aeropuerto de El Prat generó 8,4 millones de toneladas de CO2, más del doble de todas las emisiones de la ciudad de Barcelona. Si la idea de AENA es ampliar la capacidad de 55 a 70 millones de pasajeros al año, las emisiones podrían aumentar un 33%, según la Agencia de Desarrollo Urbano de Barcelona. Lo mismo ocurriría en Madrid, donde la ampliación del aeropuerto Adolfo Suarez para añadir diez millones de pasajeros y llegar a los 80 millones anuales “supondría un aumento exponencial de las emisiones, algo totalmente incompatible con los compromisos europeos y con la legislación ambiental de ámbito tanto estatal como autonómica”.

“Teniendo en cuenta las inciertas perspectivas de recuperación del tráfico aéreo a nivel global, presentar inversiones de crecimiento de infraestructuras aeroportuarias solo puede entenderse como una maniobra para ocultar la profunda crisis financiera de AENA”, denuncian

Estas ampliaciones no solo hacen aun más difícil que España cumpla su cuota de reducción de emisiones sino que los nuevos proyectos ponen en peligro ecosistemas y la fauna del entorno, denuncian. Un atropello “especialmente preocupante” en el caso de El Prat, donde la obras se realizarían en el hábitat de la laguna de la Ricarda, un espacio protegida por la Red Natura 2000. La ampliación de la tercera pista, denuncian, “pondría, además, en peligro el sistema de acuíferos que garantiza el consumo de agua potable del área metropolitana y el buen estado de los espacios naturales y agrarios del Delta del Llobregat”. 

Un camino innecesario

En un contexto de cierre de fronteras, de crisis económica y de crisis generalizada de la aviación, las ampliaciones de los aeropuertos son vistas por estas 120 organizaciones como “una operación especulativa”, pensada para favorecer a constructoras y bancos, así como al accionariado privado de AENA, que representa el 49% y donde participan algunos de los mayores fondos de inversión del mundo.

“Teniendo en cuenta las inciertas perspectivas de recuperación del tráfico aéreo a nivel global y de caída de la producción mundial del petróleo, del que la aviación seguirá siendo dependiente en el medio y largo plazo, presentar inversiones de crecimiento de infraestructuras aeroportuarias solo puede entenderse como una maniobra para ocultar la profunda crisis financiera de AENA”, denuncian.

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