Armas nucleares
Alyn Ware: "El riesgo de confrontación nuclear es más alto ahora que durante la Guerra Fría"

Hablamos con Alyn Ware, coordinador global de Parlamentarios por la No Proliferación y el Desarme Nuclear, sobre el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares aprobado en julio por la ONU y sobre los peligros de una conflagración nuclear.

Alyn Ware
Alyn Ware durante la entrevista. Álvaro Minguito
@glamarlo
16 nov 2017 16:37

El profesor neozelandés Alyn Ware (1962) lleva cuatro décadas luchando en el campo de la paz y la prevención de la violencia y por la abolición de las armas nucleares. Actualmente es coordinador global de Parlamentarios por la No Proliferación y el Desarme Nuclear, consultor de la Asociación Internacional de Abogados Contra las Armas Nucleares y presidente del Consejo Mundial de Desarme y Paz Internacional. Ware fue galardonado en 2009 con el Right Livelihood Award, el conocido como "Nobel de la Paz alternativo", por la "eficaz y creativa labor que ha llevado a cabo durante dos décadas para favorecer la educación por la paz y librar al mundo de armas nucleares".

En julio de este año, en plena escalada de tensión entre Estados Unidos y Corea del Norte, la ONU aprobaba, a iniciativa de 122 Estados, el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, que va un paso más allá que el Tratado de No Proliferación aprobado en 1968, pues prohíbe las armas nucleares y aboga por su eliminación total. Aunque de momento 53 países lo han firmado y tres lo han ratificado, este tratado fue aprobado sin la participación y con el rechazo de las nueve potencias nucleares, sus aliados y los miembros de la OTAN, incluida España, que no votará ni su aprobación ni su ratificación. 

Hablamos con Ware cerca del Congreso de los Diputados, donde ha venido a encontrarse con Parlamentarios de Podemos --50 de los cuales se acaban de sumar a Parlamentarios por la No Proliferación y el Desarme Nuclear--, y del PSOE para impulsar iniciativas en favor del desarme nuclear. Invitado por Mundo Sin Guerras y Sin Violencia y otras organizaciones pacifistas, su visita se engloba en unas jornadas por la noviolencia los días 15, 17 y 18 de noviembre, en las que se presentará también la segunda Marcha Mundial por la Paz, que recorrerá el mundo en 2019 con punto de partida y de destino en Madrid.   

¿Por qué se creó la red Parlamentarios por la No Proliferación y el Desarme Nuclear en 2002?  
El tema de las armas nucleares no desapareció con el fin de la Guerra Fría, y vemos que hoy las amenazas nucleares son todavía mayores entre Estados Unidos y Corea del Norte, Rusia y el oeste, India y Pakistán... Para ser capaces de lidiar con esos temas y lograr el desarme nuclear, los parlamentarios juegan un papel importante. Son los que empujan a los gobiernos a invertir recursos para el desarme, a apoyar la diplomacia, a adoptar políticas para apoyar el desarme e implementar acuerdos. 

El Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares de la ONU se aprobó en julio sin la participación de las potencias nucleares. ¿No es un tratado abocado al fracaso? 
Depende de lo que esperes del tratado. El tratado ofrece muchas posibilidades de acción a los Estados no nucleares, los que lo están firmando. Los países con armas nucleares y sus aliados y los países de la OTAN no van a firmar el tratado. No podemos cambiar sus mentes, pero lo que podemos hacer es que lo firmen 53 de momento, y pueden ser otros 80 al final del próximo año. Cuando lo ratifiquen pueden adoptar medidas más potentes para implementarlo. Vengo de Nueva Zelanda, donde tenemos una legislación antinuclear muy fuerte, uno de los pocos países por el momento. Está prohibido el tránsito y la financiación de armas nucleares, es un delito amenazar, usar o asistir a cualquier país que tenga armas nucleares. Nuestros oficiales en el Gobierno o en el Ejército no pueden apoyar las armas nucleares en ningún lugar en el mundo. Con este Tratado de Prohibición esperamos que haya otros 100 países que adoptarán una legislación similar de desarme nuclear y eso nos hará más fuertes.

Tener un tratado internacional puede ser una potente fuerza para persuadir a los Estados nucleares de que se tomen más en serio su obligación de trabajar por un mundo libre de armas nucleares. De momento, los Estados nucleares aceptaron que tenían esta obligación, que firmaron bajo el Tratado de No Proliferación de las Naciones Unidas [1968], pero no han actuado en ese sentido, o muy poco: solo han reducido un poco los arsenales y aceptaron no hacer más pruebas nucleares, salvo Corea del Norte. Pero no han cambiado las políticas, tienen una “política de primer uso”, es decir, están preparados para usar armas nucleares aunque estas no se hayan usado contra ellos. Y la OTAN tiene esta política también. Eso no ha cambiado desde la Guerra Fría. Estados Unidos también dice que el presidente de los Estados Unidos puede usar el arma nuclear en cualquier momento, no necesita el permiso del Congreso, no hace falta que se estén usando armas nucleares contra ellos, pueden decidir que hay una amenaza en algún lugar y usar el arma. Se trata de una política muy arriesgada. Creo que el Tratado de Prohibición puede ayudar pero necesita el compromiso directo de los Estados nucleares. 

Uno de los argumentos principales usados contra las armas nucleares es que "pueden caer en las manos equivocadas", ¿pero no lo están ya? 
El anterior secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, decía que “no hay manos correctas para armas equivocadas”. Incluso antes de este tratado, la Corte Internacional de Justicia (CIJ) afirmó en 1996 que el uso de armas nucleares debería ser generalmente ilegal. No podías usarlas con la legislación existente, e incluso en tiempo de guerra los Estados que participan en una guerra no pueden atacar a civiles, ni provocar daños al medio ambiente, no pueden usar las llamadas “armas inhumanas”, y las armas nucleares provocan todo eso. Pero la CIJ fue más allá al afirmar que incluso amenazar con usar estas armas es ilegal. Así es que ya existe una legislación muy potente, pero hay que implementarla.

Tenemos un espacio para respirar, pero quizá no sea tan grande. Las amenazas de Kim Jong-Un, Donald Trump o Putin, que hace comentarios sobre Crimea, muestran riesgos muy reales. Por eso la ONU el año que viene celebrará una conferencia de alto nivel sobre desarme nuclear. Quieren que vayan todos los gobiernos, particularmente aquellos que tienen armas nucleares, para hablar sobre cómo reducir los riesgos nucleares, construir confianza, cooperación y dejar de bloquear el camino hacia el desarme.

La tensión y amenazas entre Estados Unidos y Corea del Norte está aumentando en los últimos meses. ¿Hay una amenaza inminente a la paz mundial?
Hay un rango de amenazas. No me gusta usar la palabra “inminente” porque cuando la usas, la gente puede pensar que hay alguien preparándose para atacarnos y que quizá deberíamos atacar primero. El modo en que Trump y Kim Jong-Un están hablando da la impresión de que hay una amenaza. La realidad es que no se están preparando para usar armas nucleares en este momento porque es muy arriesgado. El Ejército, principalmente en EE UU, ha entendido esto, que lanzar una guerra nuclear sería espantoso, así es que aunque el presidente Trump esté diciendo todas estas cosas contra Corea del Norte, el Ejército no está respondiendo, no han elevado el nivel para prepararse a usar armas nucleares. 


Usted está activo en el ámbito del desarme nuclear desde los 80. ¿Ha mejorado el mundo en este sentido en las últimas décadas?  
Hay algunas mejoras y otros riesgos que son mayores. En los 80 teníamos dos superpotencias y otros tres países con el arma nuclear. Si una guerra nuclear hubiera empezado entonces, habría sido el fin. Además, las relaciones entre la URSS y EE UU y Occidente no eran buenas, no había cooperación, eran dos sociedades separadas, por lo que había grandes riesgos durante la Guerra Fría. El fin de la Guerra Fría fue una bocanada de aire fresco. Pero todavía hay conflictos y el riesgo de las armas nucleares ha crecido de nuevo, y ahora es más complicado. Antes había cinco países con el arma (Estados Unidos, URSS, China, Francia, Reino Unido), ahora tenemos nueve países con el arma (se añaden Israel, Pakistán, India, Corea del Norte). Y hay conflictos en el Noreste de Asia, en Rusia, en India y Pakistán..., así es que el riesgo de una confrontación nuclear es probablemente más alto ahora que durante la Guerra Fría.

Pero, por otro lado, tenemos mejores posibilidades de comunicarnos, de encontrarnos más allá de las fronteras. Durante la Guerra Fría era muy difícil hacer eso. Mientras que en la Guerra Fría estaba dirigido por los gobiernos, ahora los parlamentarios y la sociedad civil tenemos un papel más importante que jugar para asegurar que no tenemos una guerra nuclear y para apoyar desarme nuclear.

A menudo se cree que tras Hiroshima y Nagasaki no se volvieron a usar las armas nucleares, pero esto no es así. ¿Cuánto daño han hecho estas armas?
Las armas nucleares se han usado después de Hiroshima y Nagasaki. Se han detonado más de 2.000 en distintos ensayos. La URSS hizo ensayos en Kazajistán y Novaya Zemlya, en el Pacífico se han hecho en Mururoa o en las islas Marshall, también ha habido pruebas en Nevada, y los chinos las hicieron en Lop Nur… Esos ensayos nucleares han tenido consecuencias catastróficas en el medio ambiente y en la gente. Por eso me impliqué, porque yo era maestro en Nueva Zelanda y empecé a ver información sobre los niños malformados, abortos y cánceres en las islas del Pacífico por los ensayos nucleares de Estados Unidos y Francia, y para mí eso en sí ya era una guerra nuclear.

Además, cuando los Estados nucleares amenazan a otros con usar la bomba ya están usando esas armas, apuntando el arma ya la estás usando. Cuando un país amenaza a otros, eso provoca miedo en los demás países, que entonces dirán “la necesitamos también”. ¿Por qué Corea del Norte tiene armas nucleares? Porque fue amenazada por las armas nucleares de otros, y si continuamos con esta política, más países se harán con ella.

En el ámbito de las armas nucleares la gente y las organizaciones de la sociedad civil parecen muy débiles. ¿Qué puede hacer la sociedad civil para que se prohíban esas armas? 
Creo que para empezar, debemos pensar globalmente y actuar localmente, pero ahora también podemos pensar globalmente y actuar globalmente. Queremos un mundo libre de armas nucleares y no podemos convencer a los gobiernos todavía, pero podemos convencer a un alcalde o a un concejal a un parlamentario. En Nueva Zelanda empezamos la campaña dirigiéndonos a los ayuntamientos, y uno a uno conseguimos que se declararan contra las armas nucleares. Cuando tuvimos un gobierno más progresista, que estaba contra las armas nucleares, la oposición le decía “no puedes hacer esto, es contra los Estados Unidos, va a ser malo para nosotros”, pero como tenía a todos estas ciudades empujando, el Gobierno se sintió fuerte para hacerlo. Por eso pienso que actuar localmente puede ayudar.

Pero también podemos actuar globalmente, ahora podemos participar en mayor medida en procesos internacionales. El reciente Tratado de Prohibición de Armas Nucleares de la ONU es una iniciativa que venía de la sociedad civil. El caso que he mencionado antes de la Corte Internacional de Justicia en 1996 venía de la sociedad civil, así es que tenemos capacidad de cooperar con otras personas y campañas por el desarme nuclear en otros países para impulsar iniciativas internacionales y tener un impacto.

¿Qué espera conseguir del Parlamento español? 
No he venido con ningún objetivo específico. Nuestra red ha lanzado un plan de acción parlamentario con 14 acciones diferentes, y es decisión de los parlamentarios de cada país decidir cuál es la mejor para cumplir sus objetivos. En algunos casos, los parlamentarios apoyan el tratado de la ONU pero el Gobierno no, así es que quizá no pueden llegar demasiado lejos, pero quizá sí pueden presionar al Gobierno para que participe en la conferencia de alto nivel de la ONU, que tendrá lugar en mayo, o para que apoye la propuesta para prohibir el “primer uso” de las armas nucleares, que no es tan fuerte como la prohibición total pero puede ser un paso importante. Algunos están interesados en la propuesta de la “zona europea libre de armas nucleares”, que es una manera no solo de prohibir las armas nucleares, sino de que los países de Europa tengan garantías de los Estados nucleares no amenazarán con usar estas armas. Otros están más interesados en las acciones públicas, como el anuncio que se va a hacer de una marcha mundial contra la violencia que empezará en Madrid, dará la vuelta al mundo y acabará en Madrid en 2019, y en la que el llamamiento para el desarme nuclear será muy importante.

Este tipo de cambio político no vendrá de una sola iniciativa. Las armas nucleares son más un arma política, y por eso hay muchas soluciones políticas. No estamos buscando una solución militar, no se puede reemplazar el arma nuclear con otra arma de destrucción masiva y no se trata de ver quién gana la batalla. El tema más importante es cómo resolvemos los conflictos, cómo nos protegemos sin armas nucleares o sin lanzarnos a la guerra, el tema principal es cómo prevenimos la guerra, cómo resolvemos la injusticia y cómo nos protegemos de esta manera. Podemos contribuir a esto apuntando al valor de la Corte Internacional de Justicia para resolver temas legales, el Consejo de Seguridad de la ONU para temas políticos, y habría que ver cómo usar mejor la OSCE, que se creó para resolver conflictos en Europa.

Usted también es defensor del uso de mecanismos legales y políticos para resolver conflictos y prevenir la guerra. ¿Se están usando realmente los mecanismos legales y políticos a nivel internacional? ¿Y cómo imponer estos mecanismos cuando existen intereses económicos y geoestratégicos tras las guerras? 
Uno de los problemas que tenemos en general con los medios es que es muy fácil publicar historias de guerras destructivas, pero cuando se evita una guerra es más difícil escribir la historia y a veces es muy difícil entender cómo se previno, pero hay muchos ejemplos en la ONU o la OSCE de mecanismos usados para ello. Por ejemplo, Chad y Libia tuvieron tres guerras en los 70, 80 y 90, y a mediados de los 90 decidieron llevar el caso a la Corte Internacional de Justicia, acataron el veredicto y firmaron un acuerdo de paz. En Nueva Zelanda tenemos el caso de Francia, que probó el arma nuclear y contaminó el Pacífico con radiación, los llevamos ante la CIJ y Francia paró. Fue útil utilizar este enfoque legal. Otra vez, también Francia cometió un ataque terrorista en nuestros puertos contra un barco de Greenpeace. Eso podía haber sido un acto de guerra, pero no queríamos la guerra, así es que lo llevamos al secretario general de la ONU para una mediación y como resultado Francia nos compensó y a Greenpeace. En la Carta de las Naciones Unidas hay muchos mecanismos para ello, y muchos se han usado con éxito, se han prevenido muchas guerras y otras se han parado a través de arbitraje, mediación, diplomacia...

Podría seguir dos horas poniendo ejemplos, pero el más conocido es el acuerdo con Irán. Había gente muy preocupada porque Irán estaba enriqueciendo uranio, sospechaban que lo estaba haciendo para conseguir el arma nuclear, y se descubrieron planes para hacer la bomba. Los iraníes dijeron que no estaban preparándola, pero nadie los creyó. Este acuerdo hace técnicamente imposible que Irán desarrolle armas nucleares. Además, han aceptado inspecciones por parte de la Agencia Internacional de la Energía Atómica, y como resultado se han levantado las sanciones sobre este país, lo que es bueno para Irán, pero también para el mundo. Fue gracias a la diplomacia, y pudo ser fácil llegar a la guerra. Esto muestra que incluso cuando hay circunstancias políticas muy difíciles en tu país, es posible usar mecanismos internacionales para resolver esos temas.

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