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Análisis
Barbie es woke y a la derecha le estalla la cabeza
[Aviso, este artículo contiene información sobre la trama de la película]
En caso de que hayas estado escondido en tu cueva, Barbie la película (muy rosa) ha dado lugar —“Ella puede hacer cualquier cosa, él es sólo Ken”— a una avalancha de prensa, elogios, rendimientos empresariales y pavor por parte de hombres adultos que han balado contra una “película que odia a los hombres... alienante, peligrosa y perversa” y un “festival de propaganda woke” que al plantear juguetonamente la existencia de un patriarcado sirve como un insidioso “caballo de Troya” que nos condenará a todos y también nos convertirá a todos en gays. Pues sí, ¡ea!. Ken: “¡Sublime!”
Durante mucho tiempo representante de todas las cosas heteronormativas —una mujer blanca, delgada, guapa, de piernas largas, sin órganos reproductores y “el novio perfecto para cualquier ocasión”, también sin genitales—, uno pensaría que Barbie sería un personaje que los conservadores podrían adorar. De hecho, lo hicieron hasta que la perniciosa feminista y directora/ coguionista Greta Gerwig la actualizó para el siglo XXI.
En su versión, Barbie (“Barbie Estereotipada”) y las demás Barbies (“¡Hola Barbie! ¡Hola Barbie!”) siguen viviendo en Barbie Land, que es “una manera de ser perfecta en un lugar perfecto”. Se trata en este caso de una utopía matriarcal donde las mujeres son autosuficientes y tienen éxito en todos los trabajos importantes. Beach Ken (“Ken”) —“En realidad, mi trabajo, es sólo playa”— sólo es feliz cuando está con Barbie. Así lo argumenta: “Es 'Barbie y Ken', no hay sólo 'Ken'” y mientras, “Barbie tiene un gran día todos los días, Ken sólo tiene un gran día si Barbie le mira”.
En su mayor parte, los críticos han considerado la Barbie de Gerwig “feminismo light”, llena de verdades dolorosas contadas de forma divertida
Después de que Barbie sufra una repentina crisis existencial —descubriendo tanto la muerte como la celulitis—, emprende un viaje de autodescubrimiento al Mundo Real, tal y como es; allí, ella y un polizón Ken descubren el patriarcado, donde los hombres lo dirigen todo y, “las mujeres odian a las mujeres. Y los hombres odian a las mujeres. Es lo único en lo que todos están de acuerdo”.
Las críticas elogian a Gerwig por equilibrar “tanto la reverencia como la burla” en “una meditación sobre el patriarcado fácil de entender”, una tarea difícil en una película sobre una muñeca de plástico cuyo lugar en nuestra cultura ha oscilado incómodamente entre el “Barbie puede ser cualquier cosa, las mujeres pueden ser cualquier cosa” que enfatiza la narradora Helen Mirren y la acusación de que “lleva haciendo que las mujeres se sientan mal consigo mismas desde que se inventó”.
Culturas
Juguetes Barbie, la muñeca que nos encanta odiar
El guion, escrito por Gerwig y Noah Baumbach, es divertidísimo, y muchas de las mejores frases son para el Ken serio, insípido y amante de los caballos y las diademas que interpreta Ryan Gosling, con su “deliciosa falta de interioridad” y su ken-ergía con el corazón en un puño, desde “estoy entrenado para quedarme aquí con confianza” hasta “para ser sincero, cuando descubrí que el patriarcado no iba de caballos perdí el interés”.
Gosling ha dicho que aceptó el papel en parte porque vio un muñeco Ken boca abajo en el patio de su casa y sus hijas de seis y siete años le dijeron: “Nadie juega con Ken”; y añade, con cara seria: “Por eso debemos contar su historia”. Desde entonces, ha canalizado con determinación su Ken interior, cantando las alabanzas de los visones de imitación—“Si no puedes definirte por tus pensamientos (o) logros, una imitación de visón puede hacer gran parte del trabajo pesado por ti”— e instando: “Ken lo más fuerte que puedas, cada día”.
En su mayor parte, los críticos han considerado la Barbie de Gerwig “feminismo light”, lleno de verdades dolorosas contadas de forma divertida. “Soy un hombre sin poder” —señala Aaron, un becario de Mattel en el Mundo Real— “¿Me convierte eso en mujer?”. La única excepción se produce cuando Ken regresa de ese mundo e, inspirado por su patriarcado, transforma Barbie Land en un Kendom lleno de cervezas, donde “todas las noches es noche de chicos”. Convierte la Casa de los Sueños de Barbie en la Casa Mojo Dojo (redundante pero “suena guay”), coloca imágenes de caballos por todas partes y convence a todos los Kens para que conviertan a sus Barbies en criadas y novias cariñosas. Cuando Barbie regresa, abatida por los cambios —“No valgo para nada”—, la Gloria interpretada por America Ferrera, empleada de Mattel, denuncia mordazmente un mundo en el que “Es literalmente imposible ser una mujer.... Tienes que ser delgada, pero no demasiado. Y nunca puedes decir que quieres ser delgada. Tienes que decir que quieres estar sana, pero también tienes que estar delgada. Tienes que ser jefa, pero no puedes ser mala... Tienes que no envejecer nunca, no ser grosera nunca, no presumir nunca, no ser egoísta nunca, nunca caer, no fallar nunca... Tenemos que ser siempre extraordinarias, pero de alguna manera siempre lo hacemos mal. Pero además, todo es culpa tuya”.
La esposa de Matt Gaetz (sic) también dijo que “no aborda ninguna noción de fe o familia”, pero se quejó de que Ken mostraba “una T (o testosterona) decepcionantemente baja”, lo cual es extraño dado que no tiene pene
Ese momento de gravedad demasiado real para ser un cómic es, tal vez, la razón por la que todo el frágil-universo-ocupado-en-el-Hombre a la derecha del New York Times, enloqueció respecto a una burbujeante comedia sobre un muñeco de plástico —espera, ¿tenía razón Tucker sobre esa crisis de masculinidad?— y procedió a arremeter contra la película en términos estridentemente misóginos como “basura woke”, “bazofia feminista airada”, “un estercolero ardiendo”, “mensaje social feminista agotador” y, en boca de una odiosa invitada de la Fox que no deja que sus dos hijas la vean porque la actriz trans Hari Nef interpreta a una Barbie secundaria, “el envoltorio más insidioso de clichés feministas y propaganda trans que jamás hayas visto”, añadiendo, sin ironía: “¿No hay nada sagrado?”.
Fox promocionó una crítica cristiana en la que se acusaba a la película de “empujar” las historias LGBTQ e ignorar “los valores pro-familia y bíblicos”. La esposa del congresista republicano Matt Gaetz también dijo que “no aborda ninguna noción de fe o familia”, pero se quejó de que Ken mostraba “una T (o testosterona) decepcionantemente baja”, lo cual es extraño dado que no tiene pene; Laura Ingraham se quejó: “No quieren hombres de verdad”, despotricando como una loca sobre los “niños pijama” [hombres considerados poco viriles n. del Ed], el Pilates y los leggings. En resumen, la malvada Barbie predica: “Todos los hombres merecen perecer por culpa del patriarcado”, así que necesitamos más chistes de pedos y menos inclusividad.
Los Premios a la Rareza Más Insensata se dividen esta vez entre dos repugnantes contendientes. El siempre astuto Ted Cruz, que no ha visto la película, la acusó varias veces de “hacer propaganda china” con el “mapa sin sentido” de Barbie, lleno de garabatos y flechas que incluye una zona en disputa en el Mar de China Meridional. “A la prensa le gusta burlarse de esto y decir: 'Oh, vamos, ¿por qué estás hablando (de) Barbie?”, se quejó. “Porque que Hollywood deje que los comunistas chinos dicten lo que sale en las películas estadounidenses es una amenaza real”. (No, joder, su idiotez lo es).
Y el comunicador de derechas Ben Shapiro, de 40 años, dijo que sus productores le “arrastraron” a la película —vestido, de manera alborotadoramente inconsciente, “Madre de dios, con un traje de Ken”— y la ha odiado tanto que vomitó una crítica incandescente de 43 minutos sobre “una de las películas más woke que he visto nunca” antes de prender fuego a una Barbie y a un muñeco Ken, entre gritos grabados. “Es obvio que los problemas de Ben tienen su origen en el hecho de que quería ir a la escuela de arte, pero sus padres no se lo permitieron”, dijo un observador. Otro: “Ben quemó sus Barbies. La mayoría de la gente que tiene Barbies se deshace de ellas a una edad mucho más temprana que él. Me alegro de que por fin haya podido deshacerse de ellas”.
Desgraciadamente, el “tren del odio” de la derecha contra Barbie, a diferencia de los que se dirigen contra Bud Light, Cracker Barrel, Target y otros, no ha conseguido arraigar. Quizá sea porque Ken y Barbie están tan monos con sus trajes rosas, o porque el guion es tan encantadoramente bobalicón y bonachón, o porque la franquicia parece tan americana, o porque la indignación parece muy tonta. Reflejando el espíritu de la película, incluso las críticas a las críticas son bastante amables, desde “Sal y planta un árbol o algo que haga a América Grande de Nuevo” hasta el tipo que añadió críticas malhumoradas al póster “porque lo hace aún más guay”. Así, junto a la Barbie y el Ken holgazanes: “No serán felices hasta que todos seamos gays”, “La agenda feminista nos matará a todos” y “Un viaje de ácido rosa que se siente como ser abofeteado por un montón de gente confusamente atractiva”. Lo mismo ocurre con las burlas sobre lo woke de la película: “si Barbie es demasiado feminista para ti, te recomiendo casi todas las películas de la historia”, “Descríbete en cinco palabras. Crítica de BBC News: Profundamente extraña y antihombre”, y “¿Han hecho a Barbie woke? ¡JODER! ¿Cómo se supone que voy a seguir con mi día sabiendo que mi muñeca favorita no está en el Caucus de la Libertad? Necesito que mamá me traiga un vasito de leche“. La Barbie rara tiene la última palabra, aconsejando a la Barbie desconcertada por la realidad: ”Puedes volver a tu vida normal y olvidar que todo esto ha ocurrido. O puedes conocer la verdad sobre el universo". Difícil decisión, pero ella puede hacer cualquier cosa, ¿verdad?
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Así que la película ha sido todo un éxito. ¿Entonces, qué ha sido del lema que defendía Soto Ivars de "Go woke, go broke"?
Para el Cristianismo global y Yankee en particular, el Feminismo es la ideología más peligrosa, después del ateísmo, porque libera a la mujer, que es la base de su ideología, dado que ellas transmiten la religión a sus hijos, sus valores, sus historias. He ahí el peligro. Es evidente que Hollywood (cuyos guionistas de comedia son la mayoría judíos) se burla de la cultura Norteamericana de armas y Biblias, pero casi todas las películas van de violencia y balas. Un Hollywood donde se viera más sexo como placer sería lo revolucionario. Y más ateos felices.