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Opinión
Siempre nos quedará París (y Burdeos, Lyon, Marsella...)
Al final, se suelen acabar las reflexiones con un triste suspiro y un deseo de que Francia siga marcando la ruta de quienes se niegan a rendirse, de todos los locos que siguen soñando con esa revolución cada vez más imposible. Salvando grandes distancias, se estaría haciendo un pobre remake de la mítica escena de Casablanca cuando al final de la película Humphrey Bogart (Rick) se despide definitivamente de Ingrid Bergman (Lisa) consolándola con la famosa frase de que “siempre nos quedará París”.
En nuestro caso, como trabajadores (o como clase media trabajadora, que gustan decirnos ahora) nos falta el valor y el compromiso social que todavía les quedaba a los protagonistas del film de Michael Curtiz. Admiramos la disposición del pueblo francés a luchar por sus derechos, pero nunca encontramos ganas ni tiempo para hacer lo mismo aquí cuando somos llamados a tomar las calles; no por los sindicatos del sistema, pero sí por otras organizaciones y colectivos que se resisten a tirar la toalla.
Y es que ataques a las pensiones, similares a los que sufren ahora los franceses, los estamos padeciendo aquí desde 2011, año en que comenzó el proceso para retrasar la edad de jubilación de 65 a 67 años, aumentar a 38 años y medio el requisito para tener derecho al 100% de la pensión y ampliar de 15 a 25 años el periodo sobre el que calcular la cuantía de la pensión.
Estos sacrificios se justificaban, en aquellos años en que gobernaba Rodríguez Zapatero, asegurando que una vez plenamente implantados (exactamente en 2027) el sistema público de pensiones estaría saneado y no serían necesarios nuevos recortes. Pero hete aquí que, antes incluso de cumplirse el plazo establecido y con otro gobierno socialdemócrata, nos han vuelto a contar que el sistema de pensiones podría hacer aguas si no se abordan ahora nuevos ajustes. En esta ocasión será el periodo de cálculo el que se verá afectado nuevamente; ahora se irá retrasando de los 25 a los 29 años. Con facilidades, claro, porque hasta 2040 se podrá elegir entre los últimos 25 años cotizados y los 27 (porque de los 29 se pueden descartar los dos años con peores cotizaciones) pero luego desaparecerá la opción de los 25.
Con independencia de que los obreros franceses consigan o no hacer retroceder a Macron, hemos de reconocer que el pueblo vecino nos ha venido dando sucesivas alegrías a lo largo de los tiempos. Hitos históricos como la Revolución Francesa, la Comuna, el Mayo del 68 y tantísimas transformaciones sociales y culturales como han alumbrado las luces de París generan entre nosotros un alto grado de simpatía y el deseo de que, lamentando el grado de derrotismo del personal, al menos nos quede París.
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Por comentar, la lucha ejemplar en Francia no es solo por el paso de 62 a 64 años de la edad de jubilación, sino también por el aumento de 42 a 43 del número de años de trabajo necesario para jubilarse, es decir 5 más que en España, lo que perjudica a las clases sociales que empiezan a trabajar antes frente a la población universitaria que en general trabaja ya hoy en Francia más que hasta los 62 años.