Opinión
Gestos y hechos

El Gobierno de Ahora Madrid decoró el Consistorio con una inmensa pancarta con el lema “Refugees welcome”. El gesto de dar “carnets de ciudadanía” no está exento de valor simbólico pero, ¿podemos conformarnos con eso?

Ayuntamiento Refugiados
Álvaro Minguito El Palacio de Cibeles en Madrid, sede del Ayuntamiento

Gestos. A los pocos meses de llegar al Ayuntamiento de la capital, el equipo de gobierno de Ahora Madrid decora el Consistorio con una inmensa pancarta con el lema “Refugees welcome”, lo que despierta encendidas críticas de la oposición municipal. Se inicia una batalla cultural —otra más— en las que tanto derechona como gobiernos (municipales, autonómicos y ‘nacional’) progresistas gustan de medir sus fuerzas discursivas y movilizar a su bando.

Hechos. Finales de junio, paralelamente al arribo del buque Aquarius al puerto de Valencia, colectivos que trabajan con personas sin papeles —¿refugiados? ¿solicitantes de asilo? ¿inmigrantes? ¿cuál de estas categorías es la socialmente legitimada para ser acogida?— denuncian que, como ya ocurrió durante el invierno pasado, los dispositivos municipales para la acogida de refugiados están colapsados. Durante varios días son las asociaciones y organizaciones solidarias las que se encargan de alimentarlos, vestirlos y darles cobijo en diversos centros sociales.

Gestos. El 18 de julio, con gran bombo mediático, el Ayuntamiento de Madrid entrega flamantes carnets de ciudadanía, un nuevo documento municipal que permite a los y las indocumentadas tener algo parecido a unos papeles. Varias asociaciones de personas sin papeles alertan de que es un gesto de márketing con regusto electoralista que no resuelve realmente el problema de empadronamiento y de acceso a los derechos que dan los papeles ‘de verdad’. Reconozcamos que es un gesto valiente ante la oleada de xenofobia que recorre Europa. Un gesto que convive con la realidad de que siguen sin responderse con una investigación independiente las denuncias de manteros y sus sindicatos ante el maltrato y la persecución que sufren por parte de la Policía municipal.

¿Nos bastan los gestos? ¿Bastan las batallas culturales de los gobiernos de progreso en minoría? ¿O se puede ser más exigente?

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