África
¿Transición o sucesión? El incierto futuro de Zimbabue

La caída de Mugabe no significa necesariamente libertad para el pueblo de Zimbabue.

Robert Mugabe y su esposa Zimbabue
Robert Mugabe y su esposa, Grace Mugabe, en 2013. Wikimedia Commons
Traducido por Eduardo Pérez
17 ene 2018 17:54

La intervención del Ejército Nacional de Zimbabue para hacerse con el control del Gobierno en noviembre de 2017 se encontró tanto con la ansiedad como la excitación de la generalidad del pueblo de Zimbabue.

Erróneamente, algunos han calificado la toma del poder por los militares como “transición” cuando en realidad es solo una pelea por la sucesión dentro de la Unión Nacional Africana de Zimbabue – Frente Patriótico (ZANU-PF) [en el Gobierno desde 1980]. No tiene nada que ver con la democracia o el desarrollo en Zimbabue.

Manifestamos lo siguiente desde el principio:

  • El golpe militar es una batalla por la sucesión dentro del ZANU-PF de Mugabe.
  • La declaración del Ejército Nacional de Zimbabue manifestó claramente que el Ejército estaba llevando a cabo esta acción para abordar “la inestabilidad en el ZANU-PF” y reafirmó que las Fuerzas de Defensa de Zimbabue, no el pueblo, siguen siendo el principal actor con respecto a los logros de la lucha de liberación.
  • La acción de los militares tenía por objetivo parar la purga de “elementos revolucionarios” dentro del ZANU-PF.
  • La declaración deploraba “los embustes de gente que no comparte la historia de liberación del partido ZANU-PF”.

Lo que acabo de señalar muestra que la acción militar es para consolidar el control del poder por el ZANU-PF. Además, muestra la mano dura de los militares en asuntos civiles, como se ve en el intento de controlar la sucesión dentro del partido y el Gobierno. Si bien los militares siempre han sido un factor principal en la política de Zimbabue, nunca habían demostrado tan descaradamente su fuerza, hasta el punto de hacerse con el Gobierno.

¿Es una transición o una sucesión?

Una transición es simplemente un cambio desde un régimen autoritario. Según definiciones en internet, una transición política es “el acto y proceso de cambio y evolución desde una forma de gobierno hacia una forma radical de gobierno que se centra en los derechos humanos, el imperio de la ley y el empoderamiento del pueblo para asegurar que sus elecciones, voz y voluntad son escuchados”. Por otro lado, la sucesión política se define como “el ascenso al poder por parte de un gobernante, funcionario o monarca tras la muerte, dimisión o destitución del cargo de otro, normalmente de acuerdo a un orden claramente definido”.

Mientras que la transición política tiene como objetivo mejorar la seguridad humana de los ciudadanos a través de la obtención de libertades y derechos básicos, la sucesión simplemente es el reemplazo de un gobernante por otro. La sucesión está en el centro del golpe militar en Zimbabue. La agitación actual no está motivada por ningún deseo de devolver Zimbabue a su gente. Al contrario, esta acción del Ejército hace virtualmente imposibles la democracia y los derechos humanos a medio y largo plazo. Si alguna oposición se levanta en el futuro y amenaza con luchar por el poder con el Gobierno del ZANU-PF apoyado por los militares, el Ejército intervendrá “para preservar los logros de la lucha de liberación”.

El opositor Movimiento por el Cambio Democrático (MDC) se encontró dos veces cara a cara con la realidad. Primero fue en 2002, cuando los generales declararon que no saludarían o reconocerían a ningún líder, ni siquiera electo, que no tenga credenciales de la guerra de liberación. En 2008, después de que Morgan Tsvangirai hubiera derrotado al presidente Mugabe, los militares intervinieron y le impidieron tomar el poder.

¿Transición hacia qué?

No hay virtualmente espacio para una autoridad de transición en este momento. El propósito más amplio de la acción militar no es asegurar una transición a la democracia sino más bien preservar los intereses de los jefes militares, los veteranos de guerra y la facción del ZANU-PF liderada por el cesado vicepresidente Emmerson Mnangagwa. El común del pueblo de Zimbabue no es parte del asunto. Hay una enorme posibilidad de que el Movimiento para el Cambio Democrático sea reclutado para formar un gobierno de coalición con Tsvangirai en la posición de primer ministro. Esto será una repetición del Gobierno inclusivo de 2009-2013, cuando el MDC-Tsvangirai (MDCT), después de que más de 400 de sus simpatizantes fueran asesinados tras la inesperada victoria de Tsvangirai sobre Mugabe en las elecciones generales de marzo, fue invitado a desempeñar un rol subordinado a Mugabe y el ZANU-PF en el Gobierno inclusivo.
La vida de este Gobierno coincidió con el mayor expolio y robo de recursos por el partido gobernante y el sector de la seguridad

La vida de este Gobierno coincidió con el mayor expolio y robo de recursos por el partido gobernante y el sector de la seguridad. ¡El MDCT no pudo parar el saqueo de los 15.000 millones de dólares! Así, los partidos de oposición serán incorporados para legitimar al nuevo e ilegítimo Gobierno.

Los partidos opositores que serán invitados a compartir el botín del golpe serán muy débiles, mucho más débiles que el MDCT durante el Gobierno inclusivo. A diferencia de 2008, cuando el MDCT se unió al Gobierno a lomos de un poderoso resultado electoral, esta vez se unen al equipo Lacoste [Team Lacoste es el nombre con el que se conoce a la facción del partido encabezada por Emmerson Mnangagwa] como una oposición débil, en bancarrota y derrotada. Joyce Mujuru puede volver a su posición de vicepresidenta, no gracias al pueblo sino a los militares. Lo mismo ocurre con Dumiso Dabengwa. Los veteranos de guerra están esperando con recocijo. ¡Es nuestro turno para comer! Todos aquellos que conformen este nuevo Gobierno se unirán bajo invitación de los militares y no mediante el mandato del pueblo. Su capacidad para demandar reformas estará disminuida. Ciertamente, es la salvación para los partidos de oposición en dificultades y una pequeño beneficio financiero inesperado para el nuevo Gobierno, en grave detrimento de la democracia.

La comunidad internacional responderá sacando la chequera y traerá la “muy necesaria” inversión extranjera. La visita del general Chiwenga a China antes de anunciar el golpe militar fue muy significativo. Los chinos no son amigos sino gente de negocios. Significa que quieren una parte del botín. Más minas, posiblemente un rápido regreso a Marange [Marange es una zona de Zimbabwe rica en diamantes] para seguir saqueando los diamantes de Zimbabue, más minas en otros sitios, apropiación de tierras, desplazamientos, abusos contra los derechos humanos y continuas injerencias de China en los asuntos internos del país.

Rebelión y no revolución

Los acontecimientos actuales en el ZANU-PF son una rebelión contra Mugabe y no una revolución. Según Wikipedia, “una revolución (del latín ‘revolutio’, “una vuelta”) es un cambio fundamental en el poder político o las estructuras organizativas que tiene lugar en un período de tiempo relativamente corto, cuando la población se alza contra las autoridades del momento”.
La lucha entre la oposición y el partido gobernante también se puede describir como la lucha entre el pueblo de Zimbabue y el Estado

Irónicamente, se ha reprimido una revolución en Zimbabue desde el año 2000, cuando la población local comenzó una marcha por una nueva administración democrática. Fueron los mismos generales los que se alzaron para impedir que tuviera lugar una revolución. Hoy los generales se han rebelado contra su comandante en jefe porque sienten que ya no se garantizan sus intereses económicos y políticos, dados los cambios en desarrollo en el partido en el poder.

Una nación rendida

La aprobación del golpe por los ciudadanos debe ponerse en el contexto correcto. Los habitantes de Zimbabue han luchado para sustituir a Mugabe por un líder popular electo democráticamente desde el 2000. Estos esfuerzos han sido frustados por los militares y todo el ‘establishment’ de la seguridad. El presidente Mugabe transformó con éxito el aparato de seguridad del Estado en la maquinaria de seguridad del ZANU-PF. De esta forma, la lucha entre la oposición y el partido gobernante también se puede describir como la lucha entre el pueblo de Zimbabue y el Estado.

Pero el fracaso del opositor MDCT para conseguir reformas significativas durante el Gobierno de coalición, que llevó a su catastrófica derrota en 2013, dejó al pueblo de Zimbabue sin esperanza. Algunos creen incluso que la oposición ha sido ahora capturada por el partido en el poder. El horrible desempeño del MDCT en 2013 tuvo dos efectos principales. El primero y más inmediato fueron las luchas internas, que dieron lugar a su segunda gran escisión cuando el secretario general Tendai Biti y Elton Mangoma formaron su propio partido. El segundo y más drástico efecto fue el agotamiento de los fondos de donaciones, que debilitó las operaciones del partido.

La muerte de la oposición también tuvo un impacto doble sobre la sociedad civil, que moderó sus críticas contra el Gobierno del presidente Mugabe. A principios de 2013 algunos donantes impusieron el requisito de que las organizaciones de la sociedad civil debían demostrar colaboración con el gobierno para obtener fondos. Esto debilitó aún más una sociedad civil ya infrafinanciada, que empezó a simpatizar con el Gobierno del ZANU-PF para mostrar su “impacto” a los donantes. Las menguantes donaciones también aumentaron las luchas dentro de la sociedad civil, lo que redujo el impacto de la sociedad civil en la mejora de los derechos humanos y la democracia. Algunas prominentes organizaciones de la sociedad civil mostraron rasgos de canibalismo para aumentar su parte en las donaciones. Todo esto benefició al ZANU-PF, que se quedó sin incentivo para suministrar servicios sociales a la nación. También redujo la demanda de derechos humanos y democracia en la sociedad de Zimbabue. Así, el golpe militar se ha convertido en el momento más importante de Zimbabue desde la independencia de Gran Bretaña en 1980. Se debe perdonar a los ciudadanos de Zimbabue por pensar que este golpe marca el amanecer de una nueva era. En realidad, ¡este es un amanecer de un nuevo error!

Lo que la sociedad civil, los partidos de la oposición y los ciudadanos deben demandar al Ejército

La marcha de Zimbabue hacia la democracia ha sido sofocado por una élite de la seguridad partidista que presta lealtad al partido por encima de la Constitución nacional. La actividad política en curso pretende consolidar la captura del Estado por el Ejército. La sociedad civil, los partidos de la oposición y los ciudadanos deben hacer demandas democráticas a los militares y no simplemente buscar relevancia en el drama político que se desarrolla. No hay atajos hacia la democracia y ésta sólo se puede lograr por medios democráticos.

Estaba previsto que Zimbabue celebrara elecciones en 2018. Los militares pueden todavía jugar un papel crucial, no haciendo campaña por ningún político, para asegurar que Zimbabue celebre unas elecciones creíbles que reflejen la voluntad popular. Las demandas de la sociedad civil y la oposición deben tener como objetivo lo siguiente: 

  • Un rápido retorno al orden constitucional.
  • La celebración de unas elecciones libres y justas en los próximos seis meses
  • Poner el orden de la transición bajo el cuidado judicial para facilitar unas elecciones libres, justas y democráticas.
  • Un llamamiento para la liberación incondicional de todos los cargos del ZANU-PF detenidos por el Ejército. Su destino sigue sin conocerse.
  • Que el Ejército y todo el aparato de seguridad se abstenga de apoyar a Mugabe y el ZANU-PF en las próximas elecciones.
  • Un llamamiento para que el ZANU-PF resuelva sus disputas internas de acuerdo con la Constitución del partido y con pleno respeto a las leyes de Zimbabue.
  • Que la Comunidad de Desarrollo del África Austral (SADC, por sus siglas en inglés) tenga un papel en la negociación de un retorno pacífico al orden constitucional y garantice la seguridad tanto de Mugabe y sus aliados como de los generales.
  • Que la SADC lleve a cabo las próximas elecciones en Zimbabue con ayuda de la Unión Africana y Naciones Unidas.

Cualquier otra cosa significará que Zimbabue se hunda más en una crisis política prolongada que afectará a las generaciones próximas.

Originalmente publicado en Amandla Magazine

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