Adelanto editorial
Sara Ahmed se adentra en los abusos en el ámbito universitario en su nuevo libro, ‘¡Denuncia!’

El Salto publica en exclusiva un adelanto del nuevo libro de Sara Ahmed, ‘¡Denuncia!’ (Caja Negra, 2022), en el que trabaja con episodios concretos de abuso en ámbitos universitarios de personas que vieron destruidas su salud física y mental y sus futuros profesionales por casos de violencia sexual, transfobia o racismo, para subrayar el trasfondo institucional que los habilita.
Sara Ahmed
Sara Ahmed, en 2019. Victor Serri
12 sep 2022 06:00

Un proceso de denuncia es el modo en que una aprende qué hacer y adónde ir para hacer una denuncia. Si las políticas representan principios, los procedimientos ofrecen caminos. Los procedimientos de denuncia suelen esquematizarse con diagramas de flujo, llenos de líneas y flechas que ofrecen a la potencial denunciante una ruta clara. Seguramente, entonces, hacer una denuncia es seguir el procedimiento para hacer una denuncia, un camino que ha sido demarcado por anticipado, ¿no? Las cosas no son siempre lo que aparentan en los papeles. A veces puede ser difícil encontrar los papeles.

Una estudiante de posgrado me dijo una vez: “Nos tomó una eternidad encontrar el pdf con el procedimiento de denuncia en la base de datos. Sabíamos que existía pero era como un huevo de oro mítico, no lo encontrábamos. Y cuando lo conseguimos era tan largo que dos estudiantes de doctorado pasaron semanas intentando leer la letra chica, para entender cómo era el proceso”. Si una no puede localizar el procedimiento, no sabe cómo proceder. Tenemos que pensar en las consecuencias de que los procedimientos de denuncian sean poco amigables para el usuario.

En ¿Para qué sirve? Sobre los usos del uso analicé cómo el uso puede ser una técnica; podemos evitar algo haciéndolo difícil de usar. Cuanto menos se use algo, más difícil de usar se hace. Podemos pensar en el caso del camino no utilizado: cuanto menos se utiliza, más difícil es encontrarlo; las hojas no te dejan ver la señalización. Un proceso de denuncia puede ser como un camino no utilizado: difícil de encontrar, difícil de seguir.

Puede ser difícil encontrar el procedimiento para denunciar. O puede que te digan que no existe tal procedimiento. Una investigadora postdoctoral quería presentar una denuncia por transfobia y agresión contra el director de un proyecto. Contactó con la oficina de recursos humanos: “No tenían ningún procedimiento para presentar quejas. Le comuniqué a la persona correspondiente en recursos humanos que iba a renunciar por la violencia y la transfobia que sufría en el proyecto y su respuesta fue que no, nunca tuvimos nada como eso y, hasta donde podía ver, no había manera de hacerlo”.

Decirte que no hay ningún procedimiento para quejarse es una forma de decirte que no. O incluso si el procedimiento existiera, que te digan que no existe es suficiente para evitar que alguien siga ese camino (“no había manera de hacerlo”). Los procedimientos no están simplemente ahí, disponibles para ser seguidos; hace falta que se hable de ellos de modos significativos antes de que alguien pueda utilizarlos, o para que alguien pueda utilizarlos.

Feminismos
Sara Ahmed: “La felicidad es una técnica para dirigir a las personas”

Sara Ahmed, escritora feminista y académica independiente, lleva años investigando los mecanismos institucionales que dificultan e impiden que las quejas por sexismo, racismo o acoso sean escuchadas y atendidas.

El trabajo de la denuncia no se distribuye de forma equitativa. Una estudiante que presentó una denuncia por capacitismo señaló: “Es como un caos de documentos e idas y vueltas y todo este papeleo y yo escribiendo cartas de siete o diecisiete páginas listando los fracasos de la universidad y luego ellos escribiendo la misma carta a modo de respuesta”. Su descripción nos enseña algo sobre la creación de estándares por los que una organización puede permitirse esforzarse menos (“escribiendo la misma carta a modo de respuesta”), pero también habla de cómo el fracaso administrativo puede implicar que la persona que denuncia tenga que esforzarse más (“listando los fracasos de la universidad”). De hecho, ella abrió su testimonio levantando el archivo de su denuncia y mostrándomelo. Dijo: “Esta es mi carpeta de mi experiencia de presentar una denuncia formal. Al leer la documentación... recordé que escribí en ella una historia de la denuncia”. Si presentar una denuncia es escribir una historia de la denuncia, una carpeta de denuncia es un depósito de historia.

El trabajo administrativo es también trabajo de comunicación. Además de escribir tu caso y recolectar materiales escritos que den sustento a tu queja, lo que puede incluir cartas que una ha recibido así como materiales sobre políticas, una tiene que hablar con muchas personas diferentes de su propio departamento y de otros departamentos, como el de recursos humanos, o el de equidad y diversidad, o salud ocupacional, así como con diversos empleados u organizaciones estudiantiles. La comunicación puede ser un requisito para escribir o hablar sobre lo que pasó, para hablar de la situación sobre la que trata la denuncia. Para presentar una denuncia hay que seguir denunciando, darle voz a esa queja, darle una expresión. Una queja puede experimentarse como el requisito de devenir expresiva. Como señalé en la introducción de este libro, expresar puede significar empujar algo hacia afuera.

Cuanto más dura es una experiencia, más difícil es expresar una denuncia. Si las denuncias son un “caos de documentos”, es un caos duro

Cuanto más dura es una experiencia, más difícil es expresar una denuncia. Si las denuncias son un “caos de documentos”, es un caos duro. La comunicación también es cuestión de escuchar: se trata de quién tiene en el interior de una organización la tarea de recibir la denuncia. Hablé con una funcionaria sobre su experiencia apoyando a las estudiantes durante procesos de denuncia. Me explicó cómo funcionaba:

Bueno, la primera etapa requiere que la denunciante intente resolver la cuestión informalmente, lo cual en algunas situaciones es muy difícil y es aquí donde la cosa puede atascarse en un departamento... Y entonces hace falta una denunciante muy tenaz, una estudiante que diga “no, me están bloqueando”... Si algo malo ha sucedido, y una no se siente inclinada a insistir, se puede entender cómo una estudiante podría no tener la tenacidad para asegurarse de que suceda y defenderse. Puede que acuda al centro de estudiantes y la cosa allí esté empantanada. De modo que se puede imaginar que algo que en los papeles parece muy lineal termina siendo más bien circular muchas veces. Y creo que ese es el problema. Las estudiantes quedan desalentadas y desmoralizadas, se sienten heridas, y nada se resuelve, y esto las deja en un lugar turbio del que no pueden salir.

En los papeles, una denuncia puede parecer lineal, una línea recta. En la realidad, una denuncia suele ser más circular (da vueltas y vueltas, en lugar de entrar y salir). La circularidad es culpa de los bloqueos: si un procedimiento existe para abrir un camino, ese camino puede bloquearse en cualquier momento. Los bloqueos pueden ocurrir en las conversaciones: si las personas con las que una habla están atascadas, puede que te atasques. Una conversación puede ser una pared; una denuncia puede sentirse como “hablar con la pared”, que es otra manera de pensar en la denuncia como trabajo de comunicación.

Lo que hace falta para proceder con una denuncia (en los términos de ella, autoconfianza y tenacidad) puede ser eso mismo que las experiencias que conducen a una denuncia erosionan (“algo malo ha sucedido”, “una no se siente inclinada”).

Lo que te lleva a denunciar es lo que hace que denunciar sea difícil. En otras palabras, las mismas experiencias de las que una necesita quejarse son las que hacen que quejarse sea difícil

Lo que te lleva a denunciar es lo que hace que denunciar sea difícil. En otras palabras, las mismas experiencias de las que una necesita quejarse son las que hacen que quejarse sea difícil. Una denuncia no es simplemente un resultado que consiste en una negación; una denuncia exige que sigas diciendo que no a lo largo de todo el camino.

Las denuncias muy rara vez se experimentan como un flujo. Puede que, a cada paso, tengas que empujar. Una académica describe esto: “Tenía que seguir presionándolos y presionándolos para que hicieran lo que debían hacer. Tenía que presionarlos porque de acuerdo con la política había una cierta cantidad de días para llevar adelante la investigación después de presentar la queja... Ya había pasado un mes y medio desde mi denuncia y nada había sucedido. Así que tenía que seguir presionando”.

Tenemos que presionarlos para que hagan lo que deben hacer. Una tiene que presionarlos para que sigan sus propios procedimientos; de otro modo, tu denuncia puede ser desestimada, de acuerdo con sus propios procedimientos. Incluso si una sigue sus procedimientos, la sensación puede ser la de empujar contra la corriente. Esto es contraintuitivo, teniendo en cuenta que los procedimientos son instrucciones institucionales; te dicen hacia dónde deberías ir. Te indican que vayas en una dirección que te hace ir más lento. La brecha entre lo que sucede y lo que se supone que debería suceder está llena de una intensa actividad. Quizá tengas que hacer presión para que cumplan con sus propios plazos.

Y no alcanza con que presiones una vez para que el trabajo se haga. Hay que seguir empujando, porque a cada paso una se encuentra con un muro, hecho al parecer de una curiosa combinación de resistencia e indiferencia. Si un procedimiento se representa en el papel como una línea recta, una denuncia puede ser más bien desordenada y circular; igual que el dibujo de la siguiente imagen, es un caos, un enredo. Puede que entres al proceso de denuncia pero no sepas cómo salir (“las deja en un lugar turbio del que no pueden salir”).

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