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Abusos a la infancia
Las futuras heridas de una fama precoz marcadas por las redes sociales
En la última edición de los Goya, celebrada en 2020, el galardón honorífico fue para uno de los grandes iconos del siglo XX español; la Academia reconocía la vida y obra de Marisol. Este premio fue recibido por sus hijas y, la actuación la hizo Amaia Romero, puesto que la protagonista lleva años alejada de los focos. Pepa Flores fue una niña prodigio que dio el salto al estrellato en 1960. Sesenta años después de aquello no quiere sobreexponerse más al público, ni siquiera para recibir un reconocimiento de estas características y delega en su descendencia ese menester de exhibición nacional.
Marisol fue lanzada al estrellato cual supernova; el primero de sus éxitos cinematográficos fue en 1960, a ello se le sumaron canciones, revistas e incluso una muñeca. En 1985, la malagueña salerosa decía basta a 25 años de sobreexposición y hacía mutis por el foro para no regresar. Había dejado de ser una niña prodigio para ser un ícono sexual. Con la perspectiva que ofrece el tiempo, se ha sabido que aquella joven portentosa exprimió al máximo un cuarto de siglo de gloria (y dolor), empujada por la presión de ser el sustento familiar, y el esfuerzo de lidiar con la noción de ser un producto desde el nacimiento de la marca. Todo el cansancio resultante de coronarse como mito infantil (luego mito sexual), provocó su temprana retirada en el cénit de su carrera con 37 años. Entonces, decidió empeñar toda su fama y así conseguir el timón de su vida, su tranquilidad y un cuasi-anonimato como Pepa Flores.
Otro de los ejemplos españoles de viejas glorias, o, mejor dicho, juguetes rotos, es el grupo Parchís. Llevados de la gloria a la miseria, sin un fundido intermedio. Su historia se ha dado a conocer recientemente en un documental de Netflix, que cuenta las luces y sombras del fenómeno social que vivieron estos 5 niños desde 1980 a 1985. Un quinteto de niños que un día abandonaron sus vidas cotidianas para ofrecerse a las mieles del triunfo; sin una gestión solvente, marcada sobre todo por la ausencia de control parental. De repente, en plena transición pubertina, se vieron liderando una gira mundial. La humildad se entremezcla con la superioridad y el juego de mesa comienza a extraviar sus fichas poco a poco. Estos niños estuvieron durante un lustro expuestos a empresarios feroces, a fanáticos que los perseguían con fines sexuales, intentos de secuestro e incluso tonteo con estupefacientes. En la actualidad, su vida es tranquila y por supuesto ninguno vive de la música. Les queda un bonito recuerdo, un hit exitoso, y la certeza de que fueron explotados y sobreexpuestos. Sus vidas han ido por derroteros distintos, pero coinciden en que la vuelta a la realidad fue muy cruel y dura.
En un contexto ampliado, hallamos otros casos de sobreexposición y explotación; como la que vivieron los Jackson 5 en 1964 a manos de su padre o el descenso a los infiernos de Macaulay Culkin. Ambos muestran perfectamente las consecuencias de un desarrollo marcado por la fama y el exceso de trabajo; sin mencionar otros senderos oscuros como los concursos de belleza infantiles, que se cobraron la vida de la pequeña JonBenét Ramsey a manos de un pedófilo.
En plena era digital, el conflicto avanza a pasos agigantados y de forma simultánea entran en juego factores como redes sociales, huella digital, publicidad y además aparecen conceptos como el “sharenting” o el “oversharing”. La sobreexposición afecta a más niños de los que imaginamos, sin diferenciar entre anónimos y famosos, aunque estos últimos son los peor parados. ¿Cuál es la importancia de conocer nuestra huella digital? ¿En qué consisten estas prácticas de riesgo? ¿Qué consecuencias tendrán en un futuro estos niños expuestos en el presente?
LA HUELLA DIGITAL, ESA GRAN DESCONOCIDA
Somos conscientes del contexto en el que vivimos, pero no de los peligros a los que nos exponemos. En pleno 2020, la premisa de “la información es poder”, toma más fuerza que nunca. Nuestros datos valen su peso en oro, las empresas trafican con ellos e incluso nuestros dispositivos nos escuchan. La huella digital es nuestra biografía, nuestro itinerario y no somos dueños de ella. Esta huella es toda la información que se recoge en cuanto ponemos un pie en internet, un pequeño paso para el hombre, un gran paso para las cookies. Es como un pecado capital que nos perseguirá siempre. Existen dos tipos de huella: pasiva y activa, la primera es la que ignoramos, la que se construye sin nuestro consentimiento; la segunda es la que se traza cada vez que reaccionamos o compartimos contenido, sin sopesar consecuencias.
De este modo, se va creando una identidad digital que es recomendable conocer para poder manejarla. En el caso de los niños, sobre todo youtubers, tiktokers e instagramers, no solo se está generando esta huella imborrable de forma activa y pasiva, sino que su vida está quedando minutada y documentada para millones de desconocidos que conocen todo de ti, pero tú nada de ellos.
La huella digital, un término desconocido para muchos, es un tema que casi no se trata pero que es de suma importancia. Es complicado transmitir este concepto a los pequeños, si ni siquiera los adultos lo comprenden. Ricard Martínez, director de la Cátedra de privacidad y transformación digital de la Universitat de Valencia, alude al derecho al olvido de los menores en un artículo académico “La garantía del respeto de la identidad digital de los menores y de su derecho al olvido debe basarse necesariamente en políticas de carácter preventivo. No hay mejor olvido, que lo que nunca sucedió. Por ello, la inversión en educación debería ser esencial en todos los Estados. Dicha educación, no debe centrarse exclusivamente en el discurso del miedo, sino en la identificación de riesgos”.
Asevera que la educación debería facilitar un mayor control de los menores sobre su información, y una menor repercusión de Internet sobre su biografía. Así, millones de menores, vivirán el tránsito a la adultez usando Internet de forma consciente y conociendo su identidad digital.
“SHARENTING” Y “OVERSHARING”
Al profundizar en la huella digital, aparecen dos nuevos conceptos, "oversharing” (sobrecompartir) y “sharenting”. Hacemos hincapié en este último, porque la responsabilidad recae sobre los padres. Este término, acuñado en 2016 por el diccionario Collins, fusiona la palabra “share” (compartir) con “parenting” (crianza). Esta práctica de riesgo es muy desconocida, pero muy utilizada.
Las redes están copadas de imágenes de menores que pululan sin que los padres sean conscientes de los riesgos y de los posibles receptores. Carlina Fernández y José Mendoza, profesores de la Universidad de Valencia en Venezuela, se hacen eco de estas prácticas en la Revista Arjé, y ponen de relevancia las lesiones que sufre la identidad digital de los niños por la necesidad exacerbada de los padres de compartir absolutamente todo.
Uno de los peligros que ponen sobre la mesa es el fenómeno del secuestro de identidad digital; esto ocurre cuando terceros toman sin permiso contenido de un menor para usarlo con fines ilícitos. El “sharenting” es una práctica tratada por numerosos estudios, como el del antivirus AVG; en España, el 23% de los bebés tienen presencia en las redes desde antes de nacer, cuando nacen esta cifra se acrecienta al 81% y un 3% poseen una cuenta personal antes de los 2 años. Este fenómeno afecta a niños anónimos, pero se acrecienta en niños youtubers.
NIÑOS YOUTUBERS, LOS SANTOS INOCENTES DE LA SOBREEXPOSICIÓN
En la actualidad, sigue existiendo la explotación infantil; y, además, el fenómeno de la sobreexposición ha alcanzado límites insospechados, atrapando a niños que no destacan concretamente en ninguna disciplina, simplemente son expuestos con orgullo y avaricia por sus padres, que han encontrado un filón en este sector. Estos menores no son artistas como lo fueron Marisol o Parchís, son niños corrientes expuestos a millones de usuarios como si de un Gran Hermano se tratase. Al ser una problemática antigua, tenemos muestras de las graves consecuencias que trajo la sobreexposición de niños artistas, pero el asunto de cara a un futuro próximo promete traer consecuencias más dañinas ahora que antaño, por la viralidad de los contenidos y la sobreinformación.
El crecimiento exponencial de esta industria y problemática se debe a la Era de los Datos. En la actualidad, se estima que en España hay más de 1.500 canales familiares en YouTube; estos canales se presentan como “family friendly”, y dicen compartir contenidos de maternidad, o de entretenimiento infantil, pero que de “friendly” tienen poco. Este contenido blanco es el lobo disfrazado de oveja.
Son canales con millones de seguidores, los cuales muestran al milímetro la vida de unos niños que no han elegido ser protagonistas de su propio reality. Sus seguidores conocen sus rutinas, incluso a qué colegio van, además de otras intimidades. Muchos de ellos, lo primero que vieron al nacer fue un flash, y su llegada al mundo quedará grabada para los restos en los anales de Internet. Un show de Truman adaptado a hoy que muestra tu vida en streaming. Tus padres se lucran con ello por la publicidad encubierta y además de no haberlo escogido, tendrás que lidiar con las consecuencias de que miles de personas sepan todo de ti, incluso más que tu misma.
Este nuevo modus-vivendi de compartir tu vida familiar con anónimos se ve reforzada por las ganancias económicas que esto genera por las visualizaciones y “likes”. Entran en juego componentes como la promoción o el mero reconocimiento público; muchos de estos canales familiares, como Verdeliss, la Familia Carameluchi o Los Coquetes, no solo viven de mostrarse, sino que han llegado a editar libros o producir merchandising. Incluso Verdeliss participó en una edición de Gran Hermano VIP embarazada y toda España se enteró en directo del sexo del bebe mediante una ecografía. Es el cénit de la sobreexposición.
Estos “mini-youtubers” no conciben otra vida que no sea esa, han nacido así, les reconocen por la calle, tienen cientos de club de fans y les adulan en comentarios, las marcas mandan productos gratis a cambio de publicidad y además muchos padres venden este estilo de vida como una forma de documentar su vida, sin mencionar lo oculto, el verdadero riesgo. No es oro todo lo que reluce.
Nada más lejos de la realidad, ya se han observado consecuencias negativas por exponer la vida de tu familia a cualquier precio. Una youtuber española hace unos meses reconocía públicamente el miedo y la culpa que sentía por mostrar todo de su vida, sin saber quién se esconde al otro lado de la pantalla. Sin darse cuenta, en un “vlog” había criticado a la pediatra que trataba a sus hijos, semanas después al volver a consulta, dicha pediatra le comunicaba su cese ya que había mostrado públicamente no estar satisfecha y delegaba su labor en otros colegas. La indignación de esta madre fue desorbitada, pero más tarde recapacitó y se dio cuenta de que ella misma se lo había buscado. Entre miles de seguidores no es muy difícil que se encuentre tu médico de familia, el vecino de enfrente, y eso en el mejor de los casos.
Otro de los ejemplos de la cara oscura de la moneda es la pérdida de la cultura del esfuerzo. Estos niños youtubers se acostumbran a conseguir todo gratis y a la voz de ya, pero esto se agrava cuando estos niños son el ejemplo de otros que no viven así y que anhelan la vida de sus ídolos, los cuales consumen (porque sí, son un producto) e intentan imitar.
FUTURAS HERIDAS EN NIÑOS YOUTUBERS
La sobreexposición, también puede ser activa o pasiva. Nos encontramos con una sobre exposición pasiva cuando los menores son expuestos y a veces comercializados por decisión parental. También existe la sobreexposición infantil activa, que se da cuando el menor navega libre, el niño por ende queda expuesto a muchos peligros, a veces sin que nadie lo sepa. El fenómeno de la sobreexposición activa se ha visto acrecentado a raíz de la cuarentena con el éxito de la plataforma Tik Tok.
En España, se están realizando numerosos estudios acerca del tema. Destaca EU Kids como grupo de investigación referente, que nace en la Universidad del País Vasco. En uno de sus estudios, se ponen de relevancia métodos, recomendaciones y consecuencias de una sobreexposición infantil a internet.
En el apartado de riesgos, se muestran los principales por orden cuantificativo, por sobreexposición activa. Estos son: tener contacto con alguien que no conoces, ver imágenes sexuales o recibirlas, visitar sitios de enaltecimiento al odio, sitios donde se promueven trastornos alimenticios, autolesión o suicidio, y, por último, ser víctima de ciberbullying.
Por otro lado, en materia de sobre exposición pasiva, como es el caso de los niños Youtubers, el dato de los peligros de compartir demasiado sobre los hijos, lo aporta la empresa de antivirus McAfee en su artículo Should you post pics of your kids. Insights from our age of consent survey (2018). Los resultados arrojan que, tras 1000 progenitores encuestados, perciben como principales riesgos: la pedofilia (49%), acoso (48%) y secuestro (45%); así como que las fotos sean robadas y usadas para acoso cibernético (31%), que su hijo se sienta avergonzado (30%) y que su hijo se sienta preocupado (23%). Es decir, los padres son conscientes de los peligros latentes de esta costumbre, pero ni eso los detiene a la hora de decidir publicar todo sobre su descendencia.
Las consecuencias de la sobreexposición infantil en redes, puede tener implicación en el ámbito de la integridad y seguridad. Esto se traduce en el uso de estas imágenes de menores en páginas de pedofilia, acoso, suplantación de identidad o información comercial. Además, aumenta la vulnerabilidad de extorsión o secuestro, sin olvidar las consecuencias a nivel psicológico.
En un futuro no muy lejano, probablemente nos llevaremos las manos a la cabeza y no será porque alguien delegue la recogida de un galardón en sus hijas o un antiguo ídolo infantil le haya costado poner los pies en la Tierra. En la actualidad, la sobreexposición infantil y su aplicación en las redes sociales, es una problemática tan actual que todavía no se han visto las consecuencias. Así, es más difícil detectar y frenar los daños colaterales de una sobreexposición desmesurada en un largo plazo.
Quizás nos encontremos con familias destrozadas por la nula gestión de la privacidad, niños que serán adultos reclamando a sus padres derechos de imagen o incluso indemnizaciones por daños a la intimidad y el honor. Se trata de una industria tan nueva y exitosa que aún no cuenta con una regulación, un vacío legal, en el que no penetran ni los Derechos Infantiles. Aunque el tema se ignora, cabe mencionar que las consecuencias alcanzan un nivel de gravedad tan palpable, que ha sido el propio YouTube el que se ha adelantado al Ejecutivo y ha comenzado a restringir el contenido por la proliferación de consumidores pederastas en canales inocentes. La medida es tan simple como inútil, en los videos que aparecen menores se prohíben los comentarios, para evitar que los pederastas se recreen, pero no se puede matar moscas a cañonazos y se espera que pronto YouTube endurezca sus términos si es que no actúan antes los defensores del menor.
La excepción que confirma la gravedad del asunto es la drástica decisión que ha tomado el parlamento francés. En octubre de 2020 aprobaron la ley Explotación de la imagen de los niños en las plataformas en línea, que regula el trabajo infantil de niños influencers, tanto la jornada como las ganancias. Esta legislación se rige en tres principios básicos: límite de tiempo trabajado, beneficios obtenidos resguardados hasta que el menor tenga capacidad de hacer uso de esos ingresos y las marcas han de pedir permiso a las autoridades locales para hacer publicidad con menores. Francia es pionera en materia de protección de menores en un contexto digital, esperemos que una vez más, después del estornudo del país galo, Europa entera se acabe resfriando.
En España, queda todavía mucho camino por recorrer, la legislación ampara el trabajo de los niños artistas, pero no el de los mini-influencers, por el momento no existe regulación, ni proyecto para la misma. De momento, nos encontramos en una fase de documentación y poco a poco se va desenmascarando este negocio y abuso a través de grupos de investigación como Pantallas Amigas o Eu Kids, incluso voces activistas como la de Medianoche, que usa su canal de Youtube para evidenciar estas prácticas injustificables e incluso ha llegado a cazar y denunciar contenido “inocente” proveniente de estos canales family-friendly, modificado por pedófilos para su uso y disfrute.
O se toman medidas, o lo de Marisol y Parchís nos parecerá una broma, comparado con lo que viene cuando este negocio caiga por su propio peso, entonces las pérdidas económicas serán lo de menos, las redes habrán atrapado una vez más a los peces pequeños.
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Al principio, cuando leí este artículo, me puse muy contenta porque no estoy acostumbrada a que me mencionen. Mucha gente utiliza el contenido de mis vídeos para realizar sus TFC o artículos periodísticos, sin darme crédito siquiera. Así que el hecho de que se me mencione, me emocionó.
Ahora siento haberme conformado con tan poco. Yo no soy sólo "Medianoche", una activista que lucha por los derechos de los niños en Youtube. Soy también la persona que ha inspirado este artículo. Soy la youtuber de la cual la autora ha recopilado gran parte de la información para escribirlo, utilizando incluso mis ejemplos. Y no es que me importe, ya que mi contenido está ahí para ser utilizado. Lo que me molesta es que no se me mencione como fuente.
Así que pido por favor que se corrija esto. Gracias.
Si empezamos a sacar puntillas a todo pues... No acabamos porque, el tema da pa largo... Es un trabajo de investigación y recopilación de datos de meses... No empecemos a decir lo que se pudo meter de mas o quitar... Es un articulo que intenta abrir los ojos a la sociedad y que habla de gente que no tiene edad o no tenia edad en su momento de decidir por si misma el ejemplo de greta cabria aqui en cierta forma pero el trasfondo del articulo se aleja de lo que comentas
El afan de sus padres a monetizar a su hija no lo ves?, la republicación del libro de su madre como si ella fuera coautora, el intento de colar a su hermana en la otra trinchera como es el feminismo, con el afán que demuestra esta familia si, me parece que falta de reflejar. Desde el minuto 1 con la foto pactada en que se dio a conocer hasta las ultimas con el beneplacito del ecocapitalismo
No se nombra a la ultima marioneta heteropatriarcal ecofascista que antes de la pandemia era portada de cada medio llamasa Greta Thunberg o como el mensaje culpa a los demás y eso nos gusta no tenemos que decir nada?