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Venezuela
El Estado, la economía y la sociedad venezolana, en quiebra
El autor, ex ministro de Hugo Chávez en los inicios de la Revolución Boliviariana, critica la deriva “burocrática” y “corrupta” del Estado venezolano a las puertas de un conflicto que puede desembocar en una invasión o una guerra civil.
La jugada terminó por completo al revés. El Estado venezolano —al que llegaron centenares de activistas de las bases proliferantes de la revolución querida y, también, una infinidad de ladrones venidos de todos los círculos —viejos y nuevos— del cazaretismo, hoy no es sino un paria del mundo tratando de vender las riquezas de su subsuelo bajo el intermedio de un Estado completamente corrompido, viviendo de una bibliografía revolucionaria ya convertida en religiosidad discursiva cada vez mas torpe y mentirosa.
En realidad, viendo el mundo que vivió el siglo XX, lo que nos toca es simplemente hacer el trueque entre lo que fue imposible —es decir, las revoluciones marxistas-leninistas— y un tiempo actual donde reina la hegemonía del capital financiero. No solo ocurrió en Venezuela. La mayoría de los países de nuestramérica —a partir de las revueltas que construyeron un ideario intermedio entre una democracia radical y de base, y un liderazgo que se encaminaba a la toma del poder de Estados dependientes y absorbidos por una economía de dependencia— hoy en día se desmorona entre su misma ambigüedad, hasta quedar derrotados por santuarios de derecha para los cuales esos mismos Estados —incluidos el nuestro— estuvieron hechos.
Venezuela hoy es un paria del mundo tratando de vender las riquezas de su subsuelo con un Estado completamente corrompido, viviendo de una bibliografía revolucionaria convertida en religiosidad discursiva
La política marxista que se selló en el estalinismo —es decir, el Estado, el pensamiento, la conducción y la política misma— de alguna manera castigó el subconsciente político de los pueblos hasta llevarlos a su completa impotencia. Las alternativas a dejarse llevar por soberanismos sobrellevados por caudillismos y aparatos del Estado se hicieron trizas por la misma estructura de dependencia.
Venezuela es probablemente el episodio más patético de esta historia, convertido en un Estado mafioso, de estructuras corporativas y burocráticas, plagado de paramilitarismo y bandas armadas, que administran los restos de un gigantesco movimiento popular creado desde la revuelta popular del 27 de febrero del 89. Hoy todo ese piso está quebrado, convertido en un ente de representación de una dinámica de Estado y obligado a una negociación electoral que recomponga las estructuras del Estado que necesita el orden mundial y no precisamente solo los Estados Unidos. El orden mundial no lo comanda nadie en particular, sino las grandes riquezas financieras y corporativas desde China hasta los EE UU.
Venezuela se ha convertido en un Estado mafioso, de estructuras corporativas y burocráticas, plagado de paramilitarismo y bandas armadas, que administran los restos de un gigantesco movimiento popular nacido en 1989
Los Estados que luego tomaron la forma de Estados burgueses —es decir, gobiernos que en sus diferentes ideologías servían particularmente a las clases propietarias— absorbieron la totalidad de la riqueza nacional convirtiéndose ellos mismos en administradores de las exportaciones y de los impuestos. En el ámbito de nuestramérica, se convirtieron en estructuras de caudillos y Estados comandados regionalmente que, a la final, terminaron en una absoluta dependencia del capitalismo industrial y postindutrial que se desarrolló en los últimos dos siglos.
¿Cuál es la tarea del movimiento popular? Configurar su misma autonomía en medio de una hambruna y un colapso de Estado que no tiene precedentes
Lo cierto es que a estas alturas, tanto la sociedad como la economía y el Estado, están totalmente quebrados. Las semanas y meses que vienen pueden estar plagados de posibilidades intervencionistas, hasta de guerras civiles.
¿Cuál es la tarea del movimiento popular? Esta tarea consiste —y ya son años repitiendo lo mismo— en configurar su misma autonomía en medio de una hambruna y un colapso de Estado que no tiene precedentes. La política ya no puede ser el Estado, no es una conjunción entre sociedad, economía y Estado, derivando de ella las diversas ideologías que articulan sus diversas maneras de administrar dicha totalidad. Tomando las palabras de Raul Cerdeiras, filósofo argentino, la política es una invención de la subjetividad, fuera del Estado. Allí donde nos hacemos creadores de algo que no ratifique sino desvanezca los lazos sociales y económicos, sin depender de ninguna institución que restituya el bendito Estado burgués. Desgraciadamente, no lo hemos podido hacer. El Estado primero se chupó las fuerzas revolucionarias y con Maduro las terminó destruyendo, siendo parte de ese orden mundial, pero acoplado a geopolíticas inconvenientes a los EE UU.
Es necesario crear una tercera fuerza. El Gobierno está contra la pared y la oposición es una vendetta de fuerzas que hoy han sabido quebrar la base rentista del Estado con el apoyo de los EE UU y ahora de la Unión Europea. El Estado constituido se quedará sin dinero y la oposición peleará por quien administrará los restos. Obviamente, tenemos una confrontación por delante que, en realidad, enfrenta dos geopolíticas en tiempos de una guerra sin fin, no entre Estados sino entre pueblos que estas mismas potencias desmoronan, haciéndose con sus riquezas naturales.
El Estado primero se chupó las fuerzas revolucionarias y con Maduro las terminó destruyendo, siendo parte de ese orden mundial, pero acoplado a geopolíticas inconvenientes a los Estados Unidos
Por ello, repetimos, el paramilitarismo, la misma catástrofe corrupta de las Fuerzas Armadas en sus liderazgos, tiene que ser confrontada por una derivación guerrera, organizada y honesta, que reponga el ideario emancipador que nació hace más de 30 años. Lo demás es discusión y pelea de pacotilla entre bandas que necesitan apropiarse de los restos de esta patria. Restablezcamos lo que fue esa magnífica coordinación de movimientos y milicias que ayudo como nadie a saldar la rebelión del 13 de abril [levantamiento popular para exigir el regreso de Hugo Chávez tras el golpe de Estado de 2002], y empezar a hacer una política totalmente distanciada del Estado. Los tiempos que vendrán tienen sabor a lo horroroso, pongamos nuestros cuerpos, inteligencia y colectividad, a evitarlo y producir política.
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Que Maduro puede cometer errores, el pueblo venezolano tiene la erramienta constitucional para revocarlo. La oposición utilizó esa erramienta para revocar a Chávez y perdió por goleada.
Que Maduro está en el punto de mira de los plutócratas gringos que desean las riquezas de Venezuela, hay que estar ciego para no verlo.
Que están intentando de mil maneras sembrar el temor y el kaos, bloqueando y saboteando
la economía para crear miseria y desesperación.
Que inundan el mundo de mentiras, apelando a una intervención militar, deseada por los que mandan en EE UU, el Complejo Militar Armamentístico.
Lo que propone este artículo, un movimiento popular que intente dividir la cohesión del bolivarismo, en el momento en que más lo necesita, craría las condiciones para que el enemigo pueda meter intervenir.
El reto inmediato que tiene el pueblo venezolano es responder con inteligencia, movilización de masas y la necesaria contundencia a los actos vandálicos que no van a faltar para desestabilizar la democracia conquistada por el pueblo.
Faltó poco para que El Salto vuelva a su verdadero cauce pero como decía Vasili Grossman "Hitler y Musolini pueden decir verdades sobre la Unión Soviética pero en sus bocas son solo mentiras". Comprenda quién quiera comprender.
Faltó poco para que El Salto vuelva a su verdadero cauce pero como decía Vasili Grossman "Hitler y Musolini pueden decir verdades sobre la Unión Soviética pero en sus bocas son solo mentiras". Comprenda quién quiera comprender.
Gracias, en España necesitamos conocer más referentes de la izquierda venezolana que sean críticos con el Gobierno (y así alejarnos del simplismo dicotómico ciego y un tanto colonizador que tenemos por aquí). Gracias.