Opinión
Qué busca EEUU en su despliegue militar en torno a Venezuela

Sociólogo, analista político y profesor de la Universidad Central de Venezuela
Al menos tres barcos destructores armados con misiles Tomahawk, un submarino con propulsión nuclear, buques anfibios de transporte y asalto diseñados para el desembarco, un sistema de dispositivos de guerra electrónica y de defensas antiaéreas, junto con más de 4.000 marines componen la flota que Washington tiene desplegada en el sur del mar Caribe. Se suman diez aviones cazas F-35, lo más moderno de la aviación militar estadounidense, dispuestos en una base ubicada en Puerto Rico, isla que limita marítimamente con Venezuela.
En agosto, Washington elevó a 50 millones de dólares la recompensa por la captura del presidente venezolano, Nicolás Maduro, y algunos de sus funcionarios más allegados, a quienes acusa, sin pruebas conocidas, de formar parte de la organización narcotraficante El Cartel de los Soles, incluida en la lista de EEUU de organizaciones terroristas.
La cuestión no se ha quedado en amenazas. En las últimas dos semanas, Caracas ha denunciado la violación de su territorio aéreo y marítimo en al menos cuatro ocasiones. Un barco atunero fue interceptado y abordado el pasado 13 de septiembre dentro de los límites del país caribeño, por marines provenientes de un destructor. Además, según se encargó de informar el propio presidente de EEUU, Donald Trump, en menos de un mes tres pequeñas embarcaciones venezolanas, que presuntamente trasladaban drogas, han sido bombardeadas sin ningún protocolo legal y se cuentan, al menos, 12 víctimas.
¿Será que en esta ocasión Estados Unidos definitivamente lanzará un ataque a Venezuela para derrocar al Gobierno de Maduro? ¿Cuáles son sus opciones para lograr este cometido? ¿Estamos, de verdad, próximos a una guerra en el Caribe?
Las opciones de Trump contra Maduro
La primera opción planteada es la que ronda el imaginario de invasiones estadounidenses —Panamá, Iraq, Afganistán— en las que los marines toman los centros neurálgicos del país y derrocan al gobierno, que es sustituido por uno pro-occidental. Este no parece ser el escenario que se impone en la actualidad.
El número de marines dispuestos hasta el momento no son ni remotamente suficientes para una incursión militar terrestre. Para la invasión de Panamá en 1989, un país mucho más pequeño y sin una fuerza armada robusta como la venezolana, se utilizaron cerca de 30.000 efectivos. No hay que olvidar que Venezuela lleva ya dos décadas preparándose, con aliados como Rusia, para un escenario de “guerra de guerrillas”.
El número de marines desplegados hasta el momento (4.000) no son ni remotamente suficientes para una incursión militar terrestre: se necesitarían al menos 200.000 en una operación larga y riesgosa
Algunos analistas cifran en 200.000 los marines necesarios para una operación de este tipo. Sobre todo si contamos con que los países fronterizos, como Brasil y Colombia, no prestarían su territorio para eventos de este tipo, por lo que los estadounidenses tendrían que ensayar desembarcos masivos que, por lo general, son muy costosos en vidas humanas.
No parece ser el momento de activar un escenario de esa magnitud ya que podría implicar una guerra prolongada que se podría enquistar tratando de mantener la estabilidad de un nuevo gobierno, lo que implicaría un elevado número de bajas y de gasto militar. No parece muy lógico que Washington tenga previsto invertir tanto. Trump tiene otras opciones.
El escenario quirúrgico
Un escenario más probable es el quirúrgico, más parecido a las operaciones de Israel en Irán, en el Líbano o en Qatar contra las cúpulas de Hamás y Hezbollah. Este tipo de operaciones puntuales también han sido utilizadas por Estados Unidos contra las instalaciones nucleares de Irán.
Son acciones teledirigidas que no requieren ingentes tropas militares. Aunque este escenario podría ser mucho más factible que el anterior, también tiene puntos débiles.
Si lo que intenta Washington es derrocar al Gobierno de Maduro, entonces haría falta una oposición o un movimiento contundente que se atreva a conformar un nuevo ejecutivo que lo sustituya. El problema es que en la situación actual la oposición, dividida y diezmada, no tiene la fuerza política, ni mucho menos militar, para establecer un Gobierno fáctico.
Descartada la intervención directa, un escenario más probable es el quirúrgico, más parecido a las recientes operaciones de EEUU en Irán o de Israel en Irán, Líbano o Qatar
Es cierto que en las últimas presidenciales de 2024, la forma en la que el Gobierno se proclamó vencedor generó sospechas razonables. El dudoso resultado generó fuertes movilizaciones en los sectores populares, hasta ahora la zona de confort del chavismo, algo que nos puede dar nociones del alto grado de descontento existente entre la población. Pero igual de cierto es que los seguidores del Gobierno se han venido fortaleciendo territorialmente, acrecentando las reservas militares y organizándose en previsión de estos escenarios de intervención.
Por todo esto, resulta improbable que ataques militares quirúrgicos permitan un cambio de gobierno, así como el desarrollo pacífico y estable de un nuevo status quo. En todo caso, acciones de este tipo podrían traer más bien un panorama de caos radical que no necesariamente le interesaría fomentar a Washington.
La última medida propiamente financiera de Trump con respecto a Venezuela, a finales de julio, no fueron nuevas sanciones sino la renovación de la licencia de la petrolera Chevron
Habría que recordar que la última medida propiamente financiera de Trump con respecto a Venezuela, a finales de julio, no fueron nuevas sanciones sino la renovación de la licencia de la petrolera Chevron para que siga comercializando petróleo venezolano. De hecho, numerosos buques fletados por la empresa estadounidense están exportando crudo y, por primera vez en casi una década, Venezuela roza los niveles de producción del millón de barriles diarios de petróleo, según cifras de la OPEP.
Así que es poco probable que a Estados Unidos le interese, si quiere seguir beneficiándose del crudo venezolano, un panorama caótico.
Entonces, si estos dos escenarios —el de la invasión y el de los ataques puntuales— salen “caros” para la política estadounidense, ¿para qué movilizar una costosa flota marítima y aérea hacia el Caribe?
Trump sobre Venezuela: ¿geoestrategia o política nacional?
Es muy probable que este despliegue militar en el Caribe obedezca más bien a asuntos nacionales de Estados Unidos. Resulta factible que Trump esté utilizando los operativos militares para disimular el apoyo al Gobierno de Maduro que supone la renovación de la licencia a Chevron y poder mantener, en paralelo, la adhesión de los sectores republicanos más radicales, especialmente los de Florida, de donde proviene su secretario de Estado, Marco Rubio.
Este sector, decisivo electoralmente, pide mano dura contra Maduro, y representa una base de apoyo importante para el Partido Republicano, pero se siente traicionado con la actividad que ha llevado a cabo Richard Grenell, representante de la Casa Blanca para asuntos sobre Venezuela, quien ha logrado diversos puntos de negociación con Caracas como el intercambio de prisioneros y la reactivación de la actividad petrolera.
Podría suceder que, una vez realizadas acciones más simbólicas y propagandísticas que efectivas, Trump considere que ya ha cumplido su objetivo de parar el flujo de narcotráfico y decida retirar, al menos parcialmente, la flota. O reduzca el “teatro de operaciones” que mantiene abierto en el Caribe.
El sector republicano más radical se siente traicionado con Richard Grenell, quien ha negociado desde el Gobierno de Trump con Caracas el intercambio de prisioneros y la reactivación de la actividad petrolera
Desde otra perspectiva, el actual despliegue podría obedecer a la necesidad de retomar posiciones relegadas. Esta sería una mirada geopolítica que responda más bien a una estrategia global, de largo aliento, que busque reposicionarse en el mar Caribe y parte del Atlántico, para vigilar de cerca los movimientos que tiene China y Rusia con sus aliados y socios comerciales de la región —incluida Venezuela, pero también Brasil, Panamá y otros—, así como establecer “cabezas de playa” que permitan retomar el control del continente todo y también asegurar la explotación de petróleo por parte de Guyana en la zona en reclamación que posee con Venezuela (territorio Esequibo), lo que para Caracas resultaría inaceptable.
Esta última opción significaría reactivar efectivamente la “doctrina Monroe” que ha venido desgastándose con el “viraje hacia la izquierda” adoptado por varios países de América Latina. Pero no necesariamente por medio de un coyuntural “golpe a la mesa”, sino proyectando su poderío a futuro
Así las cosas, este movimiento de tropas de Estados Unidos no tiene aún una lectura unívoca. Tal como le gusta a Trump, puede interpretarse de varias maneras y es posible que ni él mismo sepa el objetivo último a cumplir. Cabe esperar por el desarrollo de los próximos acontecimientos para saber si finalmente Venezuela será vapuleada por la guerra, si intentarán derrocar a Maduro o si un “despliegue táctico” de los marines termina atornillándole aún más en el poder.
Caribe
El Caribe se convierte en nuevo tablero de disputa entre Estados Unidos y Venezuela
Relacionadas
Para comentar en este artículo tienes que estar registrado. Si ya tienes una cuenta, inicia sesión. Si todavía no la tienes, puedes crear una aquí en dos minutos sin coste ni números de cuenta.
Si eres socio/a puedes comentar sin moderación previa y valorar comentarios. El resto de comentarios son moderados y aprobados por la Redacción de El Salto. Para comentar sin moderación, ¡suscríbete!