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Nueva ruta de la seda
Gijs Spoor se ha inspirado en el Camino de Santiago para recuperar de una manera sostenible la histórica ruta de la seda
Un grupo de ocho personas viajarán por tierra desde la India hasta Barcelona para intercambiar conocimientos con las poblaciones locales en materias como la agroecología, la economía social y solidaria o la educación.
Viajar de la India hasta Barcelona por tierra. Este es el propósito de Gijs Spoor junto a ocho personas más, todas ellas de la confluencia de alternativas de la India Vikalp Sangam. Para ello, han puesto en marcha la iniciativa Green Silk Roda (ruta de la seda verde) para recuperar esta tradicional vía de unión entre Europa y Asia.
“La ruta de la seda no fue solo una ruta comercial, sino también una vía para el intercambio cultural y espiritual, transportando ideas e inspiración”, explica Spoor. Precisamente, este es espíritu colaborativo es el que ahora quieren recuperar. Por eso, a lo largo de la ruta visitarán proyectos de economía social solidaria, culturales, agroecológicos para intercambiar conocimientos con los impulsores de estas iniciativas.
Es por esto, que están preparando un viaje internacional con un programa educativo y una Exhibición de arte. “Celebramos expresiones de creatividad humana como música, cocina, arte visual, teatro, juegos que los conectados a la banda ancha de la web de la vida: a los ríos, a los bosques, a la naturaleza salvaje y a las granjas que cultivan cuidadosamente”, expone Spoor.
Para dar vida a este proyecto, el indio cuenta que se inspiró en el Camino de Santiago. “Personas que abren sus casas a los peregrinos y, además, la tradición de que millones de persones caminan por un mismo camino por millones de razones diferentes”, comenta Spoor. Las experiencias vitales de su mochila le han llevado a considerar que es crucial construir “más caminos que nos ayuden a reconectarnos y a distanciarnos de un modelo consumista sin sentido y en el cual estamos atrapados”.
Por ello, no se debe contemplar el viajero como un cliente, sino como un explorador, una persona que nos puede conectar con otros conocimientos y culturas. Tampoco se tiene que visualizar el mercado como algo donde podemos extraer solo dinero. El problema, argumenta, es que “se asume que el negocio del negocio es solo hacer negocio”, lo que, a su juicio, es un error.
“El mercado tiene un papel que desempeñar, pero solo como parte de una red de relaciones más grande y significativa. No comerciamos por comerciar, sino porque atesoramos los productos creados por personas que conocemos en formas que respetamos y porque, a través de estos productos, podemos ser parte de algo más grande que nosotros mismos”, reflexiona.
Huella ecológica
Otro de los motivos principales por los cuales han decidido recuperar esta tradicional ruta es para combatir la contaminación de los viajes en avión. “Volar desde Mumbai a Barcelona y viceversa genera alrededor de 1.224 kilogramos de CO2. Hay 64 países donde la persona produce un promedio inferior de CO2 al año”, resalta.
A su modo de ver, la sociedad no se plantea el coste que tiene algunos inventos que, en realidad, son un lujo como los viajes en avión. “Hacemos lo mismo con el dinero y el plástico: muchas transacciones no requieren dinero, pero nos hemos quedado ciegos a las alternativas. Somos una especie creativa, pero perdimos la noción del panorama general y nos negamos a reconocer las consecuencias sociales y ecológicas de nuestro comportamiento”, razona.
Además, las aerolíneas de bajo coste han incrementado el número de vuelos. Pese que comportan un ahorro para nuestros bolsillos, Spoor pone de relieve el alto impacto que tienen. “La mayoría de cosas llamadas de bajo coste en el mercado están presionando en un coste público o en el eslabón más débil de la sociedad (trabajadores, agricultores, migrantes) y, finalmente, en el mundo natural”, subraya. Ahora bien, en esta misma línea, relata que es una constante del actual modelo económico, ya que “los productos más caros no quieren decir que sean necesariamente de mayor calidad o más éticos”.
A lo largo de su viaje, recorrerán países como India, Irán, Emiratos Árabes, Turquía, Bulgaria, Serbia, Hungría, Austria, Alemania, Croacia, Bosnia, Italia, Países Bajos, Bélgica, Francia y España. Para hacer esta ruta, calculan que tardarán alrededor de cuatro o cinco semanas y, principalmente, con ferry, bus y tren. Sin embargo, reconocen que no podrán realizar todo el viaje por tierra y, como mínimo, tendrán que coger un avión: “El problema principal es Pakistán. Como indios no nos está permitida la visa en este país. Esto nos demuestra que el cambio ecológico y la desmilitarización van de la mano. Necesitamos superar la mentalidad de ver los otros como unos enemigos”, defiende.
Pese a esta controversia con el país vecino, espera poder enriquecerse con las experiencias de personas de otros territorios, por lo que ya han contactado con locales de cada uno de ellos. No obstante, su voluntad es concertar y conocer cuantas más iniciativas mejor y que se les junte personas en el camino, por lo que si eres uno de estos exploradores incansables de conocimiento puedes visitar sus redes sociales.
Sin duda, según Spoor, todo ello les aportará nuevos conocimientos y experiencias que luego quieren aportar en el Foro Social Mundial de las Economías Transformadoras (FSMET), que se realizará del 25 al 28 de junio en Barcelona.
“Queremos aprender de nuestros pares en otras regiones para ver cómo superar los desafíos que enfrentamos en el proceso de transición hacia un mundo más bello y justo”, concluye.
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Vaya una ruta de la seda que no pasa por Asia central. Ni Kirguizistan, ni Uzbekistan, ni Turkmenistan, ni Kazajistan. ¿Dónde quedan el Amu Darya y Syr Darya? ¿Y el Volga y el Ural? Qué dinámica esta gente, que tan buen juego le hacen al capitalismo verde. Esto rezuma cosmopolitismo neoliberal