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El 16 de agosto de 2022 fue un día doloroso para el Norte y Este de Siria. Turquía atacó con fuego de artillería el centro y alrededores de Kobane matando a un niño de dieciséis años e hiriendo a otras cuatro personas civiles. Ese mismo día se produjo un ataque selectivo con dron que mató a cinco combatientes en otra zona de población civil, cerca de la ciudad de Amude. En los días previos se produjeron otros ataques mortales, el 6 de agosto un ataque selectivo de dron en la ciudad de Qamishlo mató a cinco personas, dos de ellas niños. El 9 de agosto se produjeron bombardeos en pueblos cercanos a la ciudad de Derik, zona donde raramente se producen ataques, y en los aledaños del hospital especializado en COVID-19 de Qamishlo. Además, el 18 de agosto se produjo otro execrable ataque con dron a un proyecto de educación respaldado por la ONU donde murieron 4 niñas. Los intensos ataques del mes de agosto confirman que Turquía tienen intención de escalar las agresiones.
Casi un mes antes, el 19 de julio se había producido una reunión trilateral con Rusia e Irán, donde Turquía no consiguió el resultado esperado. Una invasión como las de 2019 y 2018 no respondería a los intereses de los actores principales de la región, Rusia, Estados Unidos, ni tampoco Irán. Posteriormente, el 5 de agosto, se volvió a dar una nueva reunión con el presidente ruso, Vladimir Putin, pero Erdoğan tampoco logró su beneplácito para llevar a cabo una nueva invasión en el Norte y Este de Siria según el plan de la llamada “zona de seguridad” que empezó en 2019 con la ocupación de Serê Kaniye y Tel Abyad. Sin embargo, esto no ha sido impedimento para una intensificación masiva de ataques a menor escala.
Los intensos ataques del mes de agosto confirman que Turquía tienen intención de escalar las agresiones.
La intensificación de ataques desde entonces denota un posible cambio en la estrategia. Para los 21 ataques selectivos con dron desde el 19 de julio, fecha de la reunión trilateral con Rusia e Irán, Turquía ha hecho uso del espacio aéreo, que controlan Rusia y Estados Unidos. Además, bombardeos con artillería se han producido en zonas altamente pobladas por civiles, el 24 de julio cayeron más de 80 misiles en menos de una hora en aldeas de la zona de Til Temir. También, el 26 de agosto, en la zona de Shehba, cerca de Tel Rifaat, y donde están asentadas miles de personas refugiadas procedentes en su mayoría de la ocupada Afrin, se contaron 100 bombardeos. Desde el 19 de julio, los ataques de Turquía han matado a 62 personas, 14 de estas eran civiles; sin olvidar los 86 heridos —de los cuales 61 son civiles— algunos de ellos de gravedad.
Posible cambio de estrategia
Durante todo el verano Turquía ha asestado duros golpes para debilitar el Norte y Este de Siria. El pasado 22 de julio se producía en Qamishlo la Conferencia de Mujeres “Fórum de la Revolución de las Mujeres” para celebrar el comienzo de la Revolución de Rojava 10 años atrás, que reunió a varias lideresas. Una de las invitadas principales, Jiyan Hesso, considerada de suma importancia militar para la ciudad de Kobane, fue asesinada junto con dos compañeras al salir de la conferencia. Tanto ella, una de las primeras promotoras de las milicias de mujeres, YPJ, como sus compañeras, parte de las fuerzas antiterroristas, YAT, de las mujeres, por tanto, representaban una amenaza. Desde entonces Turquía, ha seguido asesinando a líderes kurdos. El 6 de agosto otro ataque de dron cerca de la ciudad de Qamishlo acabó con la vida de Youssef Mahmoud Rabbani, un líder del PJAK, el partido que lucha por la autonomía en el Kurdistán iraní. Rabbani se encontraba en una visita diplomática al Norte y Este de Siria.
A todos esos golpes se suman atentados selectivos contra puntos donde se encuentran combatientes de SDF, pero también ataques a civiles. Atentar contra las fuerzas de autodefensa de las mujeres, los líderes diplomáticos y contra la población civil no es solo un golpe militar, sino que también es un mensaje de amenaza para la autonomía del pueblo kurdo y el resto de pueblos que luchan por la democracia en el Norte y Este de Siria. Y es que no haber obtenido la luz verde no ha frenado a Turquía en su ensañamiento contra la población y el proyecto democrático. Según el Rojava Information Center, los sucesos indican que podría haber nuevos pactos y un cambio de estrategia que permiten a Turquía intensificar sus ataques contra el Norte y Este de Siria a través de estos ataques considerados de menor escala.
De una manera u otra Turquía no cejará en sus intenciones de debilitar el Norte y Este de Siria con el objetivo final de conseguir expandir la “zona de seguridad” de 30km. Una victoria militar sobre los objetivos señalados en el mes de mayo, Tel Rifaat y Minbic, allanarían el camino hacia Kobane y Ayn Issa y, a su vez, eso solidificaría el plan de acabar ocupando esos 30km del Norte y Este de Siria. Por supuesto, las consecuencias de más territorios ocupados serían desastrosas.
La situación en los territorios ocupados
Afrin, al igual que Serê Kaniye y Tel Abyad (ocupadas a finales de 2019 en la operación Fuente de Paz), es ahora una cantera para el yihadismo. Las más de 30 facciones que conforman el autodenominado Ejército Nacional de Siria disfrutan de su parte del pastel, pues tienen dividido el territorio y cada grupo tiene sus centros de entrenamiento y viviendas (casas robadas a la gente desplazada), a cambio de controlar y someter a la población civil de las regiones.
Turquía utiliza los territorios ocupados, además de para bombardear desde ahí los objetivos militares, para mover según sus intereses a las diferentes facciones de posiciones. A mediados de julio del año pasado, ya hizo desplazar a mercenarios de HTS (una facción directamente emergente de al-Qaeda) a zonas de Afrin. Este movimiento claramente indicaba su disposición a una próxima incursión.
Turquía utiliza los territorios ocupados, además de para bombardear desde ahí los objetivos militares, para mover según sus intereses a las diferentes facciones de posiciones
Por otro lado, en enero de este año se produjo un motín de Estado Islámico en la prisión de la ciudad de Heseke que desencadenó una cruenta batalla de 10 días y acabó con centenares de muertos y miles de personas desplazadas. Luego se descubriría que muchos de los atacantes que participaron en el motín habían salido de la ocupada Serê Kaniye. También se han descubierto miembros de Estado Islámico circulando libremente por las regiones ocupadas, como cuando el 12 de julio EEUU mató en la provincia de Afrin a dos de los líderes, portadores de documentación falsa provista por los órganos de la ocupación turca en Afrin.
Además de dar fuelle a Estado Islámico, la ocupación de más regiones tendría otras graves consecuencias, gran parte de la población tendría que abandonar su hogar, se pondría en jaque el funcionamiento de las instituciones democráticas ya existentes y se cometerían crímenes contra la población restante que quedarían impunes, como ya está ocurriendo en las regiones ya ocupadas por Turquía y controladas por las facciones yihadistas apoyadas por Turquía. Desde la Administración del Norte y Este de Siria se toma muy en serio esta amenaza e incluso organizaciones no gubernamentales ya han elaborado informes sobre las consecuencias que tendría una incursión de ese calibre.
La responsabilidad de España y los estados occidentales
Aunque de momento no haya beneplácito para la incursión, la escalada apunta a otro tipo de acuerdo con potencias internacionales. Y es que Turquía no podría llevar a cabo todo esto, sin la complicidad de otros estados. Rusia y Estados Unidos controlan el espacio aéreo en el Norte y Este de Siria y no han denunciado ni puesto reparos en el uso de drones para cometer atentados contra líderes políticos y militares.
Por supuesto, España también juega su papel, al reiterar su apoyo a las operaciones de Turquía y ejerciendo el compadreo que mostraron durante la cumbre de la OTAN en Madrid. Pero el apoyo, no es solo simbólico, sino material, pues en la base área de Incirlik hay desplegado un contingente español, que, por cierto, en el mes de junio tuvo un relevo de personal y que asumió la continuidad de la operación. La operación del ejército español ‘Apoyo a Turquía’ es parte de la misión que “protege a Turquía de posibles ataques con misiles balísticos procedentes de la vecina Siria”. No en vano, el ministro de Exteriores turco, Mevlüt Çavuşoğlu, ha reiterado su aprecio a la “amistad” de España, pues en palabras de Pedro Sánchez los dos países son “socios estratégicos y aliados en el seno de la OTAN”, socios y cómplices al sesgar las vidas kurdas, árabes y asirias del Norte y Este de Siria.
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