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Redes sociales
Memes feministas, los memes que nos cuidan
“Tus ex son todas unas locas y tus colegas misóginos unos genios, pero tú apoyas mazo a las mujeres”. La frase es de un meme de @fluorrazepam2 y también un ejemplo de cómo algunas cuentas de Instagram transforman el lenguaje de los memes, el lenguaje viral que se ha convertido en el pan de cada día, y difunden contenidos que difieren mucho de la idea que comúnmente se asume de las redes sociales. Se trata de memes que privilegian la crítica social e individual frente al chiste fácil y lo hacen para sus miles de seguidores. Junto a @fluorrazepam2, las publicaciones de @culomala, @lapayaseria_ y @zorras.regular son también ejemplo de cómo el meme sirve para la crítica social y feminista.
Como define @culomala (Alejandra, 25) en su propio perfil, estas cuentas demuestran que Instagram puede ser a veces “un huequito para la introspección y el autoconocimiento”. En esa línea se asomó @lapayaseria_ (Fuy, 23) al lenguaje del meme, que entendía como una estrategia que le permitía manifestar sus sentimientos y ayudarse a sí misma. En la actualidad, explica a El Salto, su cuenta de Instagram se ha convertido en un lugar donde muchas personas —principalmente mujeres— pueden identificarse, sentirse arropadas y cuestionar sus comportamientos.
@fluorrazepam2 (27), al igual que sus compañeras, ahonda en temas de “salud mental, relaciones de pareja o cuestiones sociales en general” y describe su cuenta como un “espacio divulgativo y crítico”. Por su parte, @zorras.regular (Lía, 22) se retrata como “íntima”, un diario personal donde habla de aquello que le afecta particularmente: “Cuando me quejo de cosas de la experiencia femenina es porque son cosas que sufro, cuando me quejo de dinámicas masculinas, estoy quejándome de interacciones que he vivido”.
¿Solo te gusta el shitpost o te gusta fingir que nada te importa?
En general, las cuatro creadoras comparten un discurso que se aleja considerablemente del llamado shitposting (contenido irrelevante y absurdo cuya función es meramente recreativa) y, en tanto que mucho de ese discurso se articula en torno a sus vivencias como mujeres, se ha generalizado una distinción entre “memes de chicas” (reflexivos y “aburridos”) y “memes de chicos” (superficiales y entretenidos).
@culomala reconoce cierta verdad en dicha diferenciación: históricamente, los hombres se han ocupado del humor, de modo que la evasión es vista como una virtud, “algo idealizado de la masculinidad, que finge que su entorno no le afecta”; mientras que cualidades tradicionalmente femeninas como los cuidados o las relaciones afectivas son juzgadas como accesorias.
Por supuesto, también hay mujeres que crean shitposts —recuerda Alejandra—, como es el caso de @yaka.ana, @cyberorfidal2.0 o @listillas. Sin embargo, la @lapayaseria_ piensa que es “una ordinariez que por el hecho de ser mujer se te encasille en crear un tipo de contenido y que, encima, ni siquiera se considere comedia”, conque debería suprimirse tal clasificación por sexos. No obstante, @zorras.regular se declara defensora del “meme de chicas” (entendido como aquel modelado por la experiencia femenina), ya que ha recibido las mismas críticas que reciben las feministas en la vida real: “Estáis todas locas, odiáis a los hombres, las mujeres no tenéis gracia”. Para @fluorrazepam2 todo esto podría tratarse de una cuestión de público: cuando hablas desde una voz femenina es normal que atraigas especialmente a mujeres, ya que nos han educado bajo ciertos estándares y sensibilidades.
Como decíamos, los memes de las entrevistadas carecen en ocasiones de ese aspecto humorístico, no tienen como finalidad divertir, y la complejidad y especificidad de su mensaje obstaculizan una posible imitación o reinterpretación. Entonces, ¿podemos seguir llamándoles memes o se trata de algo diferente? @culomala piensa que sí: “Hay muchos tipos de memes aparte del meme gracioso, como el meme reflexivo, que es el que yo trabajo”. @lapayaseria_ coincide con ella: ya no se encasilla al meme solamente en el shitposting, sino que también puede emplearse como acto político.
Pero @fluorrazepam2 no considera que lo suyo sean memes, al menos no en el sentido “tradicional”, aunque sí derivan de él, pues fueron su principal referente. Desde su punto de vista, no hay un consenso para definir qué es el meme actualmente, pero apuesta por el humor como mínimo común denominador. “El concepto de meme está cambiando”, concluye. Tal vez el debate real gire en torno a “qué es arte”, como sugiere @zorras.regular, y las conclusiones dependan de nuestras ideas sobre el lenguaje y su funcionamiento: “El meme es uno de los elementos más básicos del lenguaje y del imaginario de internet; es, a la vez, el formato y el contenido que hay dentro”. @lapayaseria_ comparte esta idea: “[los memes] Son un poco como el lenguaje, un reflejo de la cultura, que va evolucionando a la par que nosotras”. Como lenguaje, destacan por su asombrosa capacidad de síntesis, por lo que, pese a carecer del aspecto cómico más representativo, mantienen su cualidad memética en tanto que comparten una misma “función sintáctica”: “Mis memes son una imagen que condensa uno de mis pensamientos del día”, declara @zorras.regular. De todas formas, aunque el humor no sea esencial ni explícito, tanto @lapayaseria como @zorrasregular convienen en que persiste una huella irónica en sus publicaciones. Mejor que un chiste: la vida real. Más atroz, más hilarante, más inverosímil.
La estética de esta clase de memes es uno de los elementos que sustenta su juego irónico. La mayoría de ellos se caracteriza por los tonos pastel, el estilo kitsch, colorido y florido, y un deje inocente y pop, con múltiples referencias a la industria cultural de la infancia millennial (Sailor Moon, las Bratz, Las Supernenas…): “El diseño es producto de todas las imágenes que consumo”, explica @zorras.regular.
En todos los casos llama la atención el contraste que se genera entre dicha estética cuqui y los mensajes graves y profundos que enarbola. En tal contraposición reside buena parte de la sátira: “Es una forma de crear cierto oxímoron en el lenguaje —nos cuenta @fluorrazepam— sobre todo me gusta romper con la idea de que lo importante solo puede ir acompañado de una atmósfera sobria. Lo que debe prevalecer es el contenido, y si el contenido es importante, da igual cómo vaya envuelto”.
Este recurso plantearía un debate en torno a la pedagogía y el intelectualismo, poniendo en cuestión su empleo de palabras indescifrables para dirigirse al pueblo. La apariencia inofensiva del meme hace accesibles ciertos discursos políticos; su formato amable y comprensible, alejado de la frialdad academicista, posibilita un acercamiento, despierta el interés de la gente. Ya lo dijo un meme (y mejor): “La ópera es de los ricos para los ricos; el cine, de los ricos, para los pobres; y los memes son de los pobres para los pobres”. También lo escribieron los estudiantes de Mayo del 68 en las paredes: “Las estructuras no bajan a la calle”, el meme sí.
Por otra parte, @culomala se aleja de ese estilo dulce y rosa, aunque también hace alusiones a productos de consumo, como los videojuegos de temática oscura (Bloodborne, Dark Souls, WoW), e incluso las cartas Magic: “Me gusta la atmósfera lúgubre que transmiten, crean un espacio para tratar temas duros como los que toco en mis memes. Utilizo este ambiente como aviso del tema que voy a tratar, con valor simbólico sobre la delicadeza del contenido de la cuenta”.
Bienvenides a la era de la síntesis virtual
Además de esa estética afable, otro de los rasgos que aseguran el éxito del meme es su rapidez: “El meme es el resultado directo de la cultura de la inmediatez en la que nos encontramos inmersos —asevera @fluorrazepam2—, ya hemos superado la etapa del primer Internet en la que nos desquitábamos en blogs, haciendo entradas infinitas en nuestros muros de Tuenti, o contándoles nuestras vidas a desconocidos en páginas como Ask.fm”.
Si entendemos el meme como “el lenguaje de internet”, claramente vendría a mostrarnos cómo ha evolucionado nuestro modo de comunicarnos en la red a lo largo del tiempo: “El mundo de internet se ha vuelto cada vez más inmediato”, afirma @fluorrazepam2. Como decimos, es perfecto para resumir conceptos y darlos a entender a toda velocidad a un gran número de personas. Asimismo, proporciona “la satisfacción continúa de haber terminado algo, no tengo que sacrificar un mes de mi vida para transmitir la idea que quiero transmitir”, comenta @zorras.regular.
Lo mejor y lo peor del meme son, al mismo tiempo, las dos caras de una misma moneda: su potencia sintética impide una profundidad que puede dar lugar a malentendidos y, a su vez, favorece la universalidad del mensaje. “Es más complejo de lo que parece resumir una idea en una frase y ser justa con ello”, corrobora @culomala. El pie de foto podría ser la solución para matizar o desarrollar algunas cuestiones, sin embargo, “por experiencia muy poca gente se para a leerlo y generalmente sólo se quedan con lo que pone en la imagen, además de no molestarse en buscar más información aparte sobre el tema” (@lapayaseria_).
Todos los cuerpos son válidos… menos los Cuerpos de Seguridad del Estado
El meme y las cualidades que lo convierten en un medio potentísimo de comunicación han sido aprovechadas por ideologías y partidos como propaganda. No obstante, da la impresión de que los “memes reflexivos y psicológicos” son patrimonio exclusivo de la izquierda: “Sí que va muy ligado a la izquierda, simplemente por el hecho de que tiende a preocuparse por las causas sociales”, señala @lapayaseria_. A juzgar por @fluorrazepam2, no debería ser así: “Es cierto que desde los sectores más progresistas se habla más de estos temas, pero creo que la gente conservadora también debería empezar a hacerlo por su propio bien”.
¿Podrán detectar y asumir sus propias conductas tóxicas? ¿Se concederán una milésima de flaqueza y autocrítica? Y en el caso de que lo hicieran, ¿los escucharíamos? “No me interesa ningún discurso ‘reflexivo y psicológico’ que venga de una persona reaccionaria”, reconoce @zorras.regular. “Los ricos también lloran, pero no nos dan pena”.
Por otra parte, esta politización de los memes podría llevarnos a pensar que corremos el peligro de que la militancia en redes se convierta en nuestra única forma de reaccionar a la realidad socioeconómica: es “el riesgo que tienen los elementos discursivos muy simples —advierte Lía—, para mucha gente se van a convertir en el discurso completo; es el peligro de los eslóganes, en general”.
“La música, el cine, la literatura, el arte y la experiencia interactiva que supone internet son parte de nuestra vida, pero, ¡ojo!, hay cosas reales pasando fuera. No puedes hacer un meme y quedarte relajado pensando que ya has cumplido con tu parte”, concluye.
Sin embargo, @lapayaseria_ no considera que exista gente con esa actitud: “Quiero pensar que la juventud, en general, sabe que desde casa escribiendo “ACAB” en Twitter no va a tener repercusión en nada”.
No sería tan buena feminista si me gustasen mis tetas
Algunas de las causas sociales que se apoyan desde los memes, son, por ejemplo, la lucha feminista. Recordemos el concurso que la ONG DigitalFems lanzó el año pasado con motivo del 8 de marzo para poblar las redes de memes feministas bajo el hashtag #FuckGenderRoles.
“Gracias a los memes, el feminismo es más accesible y puede llegar a más gente y servir como apoyo o, incluso, como medio de supervivencia”, expone @culomala. También pueden ser útiles como primer contacto con determinados temas y como acompañamiento, algo esencial en la causa feminista a ojos de @fluorrazepam2. En cambio, @lapayaseria_ no considera que los memes vayan a tener una repercusión muy relevante dentro del propio movimiento, aunque resulten prácticos para hablar de conceptos básicos: “Para ahondar más en el tema y en las distintas ramas del feminismo no creo que sea suficiente un meme, pero sí que puede ser una ayuda”.
Por su parte, @zorras.regular considera que los memes pueden llegar a eclipsar otras acciones: “Hay gente haciendo un trabajo de divulgación y activismo muy importante y muy serio fuera del mundo de los memes y, a veces, la fijación con los ‘memes feministas’ me parece que distrae de los lugares donde están pasando cosas de verdad”.
Asimismo, insiste en que sus publicaciones no tienen ningún tipo de corte feminista ni pretenden ser didácticas: “Mi diario tampoco es una obra literaria referencial en el feminismo y no tiene que serlo, que sea una mujer no me convierte en una máquina expendedora de activismo y tengo derecho a hablar de cosas que no sean la opresión que experimento”.
En sus declaraciones podemos recordar las palabras de la escritora Olivia Sudjic en Expuesta (Alpha Decay, 2019): “Los lectores varones rara vez piensan que la subjetividad femenina puede tener el poder de contener destellos de lo universal, mientras que las mujeres están acostumbradas a interpretar la subjetividad masculina de este modo”.
Si quieres este culo, págale terapia
Somos una generación que “exterioriza mucho más el malestar porque le hemos visto el cartón al sistema”, como podíamos leer en la edición de febrero de El Salto. Esto se refleja en los perfiles de nuestras cuatro creadoras, quienes, como venimos exponiendo, comparten contenidos donde manifiestan sin tapujos sus preocupaciones. En consecuencia, ¿nos arriesgamos a banalizar el sufrimiento psíquico, e incluso sobredimensionarlo hasta el punto de la hipocondría y el autodiagnóstico?
“Está genial la autocrítica y el autoconocimiento, pero a veces se confunde con una necesidad de control sobre nosotras que nos reduce y no nos deja aceptarnos”, indica @culomala.
¿Podemos llegar a regodearnos obsesivamente en nuestros traumas e inseguridades como estrategia para emular profundidad psíquica y distinguirnos de los otros? Para @lapayaseria_ todo eso ya existía antes: “Antes de los memes en Instagram ya estaba Tumblr con posts donde se plasmaba la ‘estética triste’ y la gente veía series como Skins”, recuerdo como si fuese ayer a todas las chicas creyéndonos Effy o Cassie y romantizando los trastornos alimenticios y la depresión”. A su parecer, debería hablarse sin florituras al respecto para que la gente pueda llegar a entender lo difícil que es para alguien vivir con ello: “El sufrimiento no es algo guay que te haga una persona súper diferente e interesante, algo que nos han vendido constantemente en libros y películas”, añade. @fluorrazepam2 se declara abiertamente crítica con los ‘memes tristes’: “Hay una línea bastante evidente entre la expresión del dolor y su estetización: contar cómo te sientes es necesario y sano; entrar en un bucle de negatividad, no. De hecho, es peligrosísimo”. Ella cree en la expresión del dolor “como una forma de expiación de los traumas, no como un clavo al que aferrarse para no pasar página”. Y conviene con @lapayaseria_ en que “estar mal no es una personalidad, sino un problema que puede costarnos la salud y, como cualquier problema, hay que tratarlo”. Nos viene a la memoria Vivian Gornick y la madre de Apegos feroces (Sexto piso, 2017): “Guardar luto por papá se convirtió en su ocupación, en su identidad, en su imagen ante el mundo”.
@zorras.regular no tiene claro si realmente se está dando ese fenómeno y cree que tenemos legítimo derecho al regodeo: “La vida humana no es modélica, ¿por qué tu discurso en internet tiene que serlo? Muchas veces se acusa a personas que hacen memes sobre estar triste de estar empeorando su situación. Literalmente todo el mundo hace cosas todos los días que empeoran su estado. Dejad a la gente que haga memes en paz”, sentencia.