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Recetas veganas
Hummus de remolacha para llevar al monte o a un cumpleaños infantil
La remolacha (Beta vulgaris, en latín) es una verdura con sabor a tierra, de intenso color rojo oscuro y rica en azúcar. Aún hoy es común encontrar tarros de azúcar de remolacha —una pasta oscura untuosa— en las mesas alemanas para endulzar el pan del desayuno. Pero además de en azúcar, este tubérculo es rico en vitamina C, potasio, sodio y magnesio, minerales imprescindibles para el funcionamiento del cuerpo humano.
Su sabor final dulce y su color intenso es lo que indujo a Laia Lluna Fuentes, una maestra de Castelló con dos hijos, a tunear una receta de hummus de remolacha hasta encontrar los ingredientes que hacían decir a su hija pequeña “¡qué bien! ¡helado rosa!”. Después de esa reacción, aprovechó para presentar la receta en los cumpleaños infantiles colectivos de la escuela y, tras recabar éxito, también en las salidas de monte con los amigos adultos, con igual resultado.
¿Qué tiene de gloriosa su receta? Para Fuentes el secreto de un buen hummus de remolacha está en el tahín: “Compro tahín de sésamo, que es el que se usa para el hummus normal de garbanzos, y tahín de almendras. Para el hummus de remolacha pongo tres cuartas partes de tahín de almendras frente a una cuarta parte de sésamo. Así, queda más dulce”. Combina el dulzor con una salida en boca afrutada: con una generosa pizca de comino. “La receta original llevaba curry, pero me gusta más comino, un poco de jengibre y algo de cúrcuma, que es muy sana”. Le añade sal y aceite. La proporción de remolacha cocida y garbanzos, la deja al gusto. Pero con dos remolachas majas, 150 gramos de garbanzos son más que suficientes. El resultado es que el tahín y el comino matan el sabor a tierra y, si no te gusta la remolacha, puedes disfrutar de esta receta.
Siguiendo con el intento de que los críos —y los adultos— coman todo tipo de verduras de forma sana, ella ofrece el untable con crudités de zanahoria, aunque para cuando sale de excursión le resulta más práctico llevar un paquete de galletas saladas o un trozo de pan.
Ha intentado hacer el tahín de almendras en casa, pero lo desaconseja: “Se supone que solo es batir la almendra hasta que queda una pasta untuosa, pero eso debe ocurrir cuando tienes una máquina con mucha potencia”.
La remolacha es una verdura que se comercializa mayoritariamente envasada al vacío. Pero este tubérculo usado antiguamente para teñir tejidos, merece la pena comprarlo a agricultores ecológicos, para saber que al comer esta raíz no ingerimos pesticidas. Cuando guardes la remolacha en la nevera, no cortes las hojas. Con ellas el bulbo se conserva mejor.
Técnicas culinarias
- Cruda: hay quien la raya y la añade a ensaladas
- Cocida: 40 minutos en agua, se pela y se corta en rodajas, perfectas para una ensalada de rabanitos (otra raíz, amarga y picantona), semillas de granada, alguna hierba fresca como el cilantro y una vinagreta de miel y mostaza.
- Deshidratada: quien tiene máquina deshidratadora, la envasa y guarda para tener como tentempié, es una alternativa sana a las patatas fritas de bolsa. Al horno, cortada muy fina, necesita unos 45 minutos a 150º.
- Licuada: en crudo, junto con otras raíces, hortalizas y frutas, como manzana, zanahoria, un pellizco de jengibre y un chorrito de limón.
- Salteadas: aprovecha las hojas de la remolacha para cortarlas y saltearlas como si fueran acelgas —son de la misma familia—. Añade un refrito de ajos o lo que más te guste. También se pueden usar para caldos y cremas.
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Una receta muy interesante, la probaré.
Al comprar remolacha cruda es muy frecuente que nos corten las hojas y los tallos de la remolacha y los tiren a la basura.
Os recomiendo impedirlo y que aprovechéis los tallos para preparar una tortilla de remolacha: es una receta sencilla, muy fácil de preparar (en cualquier buscador de Internet os aparecerán decenas de recetas); es muy saludable y los colores y tonalidades que proporciona la remolacha son un placer para la vista.